domingo, 19 de julio de 2020

Mentira tras el cristal: Capítulo 8



Sin saber bien como fue, tuvo que darle la razón a Rackel, pese que le había costado, sus esfuerzos e sufrimiento tuvo que pasar, fueron menores, que aquella primera vez. Todos los gritos fueron nuevamente en balde, y las lágrimas y sudores fueron protagonistas. Tal como le dijo Rackel la acompañó al baño, le permitió a ella primera, que hiciera los honores, pero la cabeza de Ruth daba demasiadas vueltas, se sentía fatigada, mareada, incapaz de dar el paso, pero sabía que si no lo hacía, se lo diría a las de las animadoras y le echarían del grupo ¡no lo podía consentir! Le aseguro que después de ella, devolvería <<no te vas a escapar>> le afirmó Rackel en forma de amenaza. Se arrodilló frente a Ruth, está no pudo evitar taparse la cara con sus manos, con los dedos entreabiertos con la cabeza en la otra dirección mirando de reojo a su prima, a través de estos. Sentir las arcadas de Rackel, hacía que se produjera estremecimiento en el cuerpo de Ruth. No podía mirar, pero lo tenía que hacer…. Rackel seguía arrodillada, su cabeza entremetida en el váter, con dos de sus dedos hundidos hasta su garganta, cada dos segundos los sacaba para volverlos a meter nuevamente al instante. Su velocidad iba en aumento. A Ruth le costaba mirar, pero cuando lo hacía no podía evitar taparse con desespero la boca, porque las arcadas se adueñaban de ella. No entendía como su prima salía tan inmune de allí cuando ella acababa hecha polvo… No tuvo escapatoria, pudo notar como Rackel la cogía fuertemente del cabello, metiéndole la cabeza en el váter.
  • ¡Vamos metete los dedos! –le gritaba observando cómo los dedos de está temblaban sin atreverse a entrar en esa cueva llamada boca. No tardo en metérselos ella misma, con total brutalidad, haciendo que el cuerpo de la joven de quince años, se convulsionara, provocando arcada tras arcada, pero sin llegar al vomito –¡venga más rápido! –le gritó haciéndoselo ella misma, sin esperar un mínimo de paciencia, no tuvo que esperar mucho mas, cuando vio asomarse, tan esperado requisito llenando el váter, incluso salpicando. Ruth volvió a la cama tambaleándose, dejando a Rackel, que recogiera todo lo del baño. Estaba exhausta, pero a pesar de todo, no logró conciliar el sueño hasta bien pasadas dos horas, en el que no pudo dejar de pensar, en todo lo ocurrido desde que llegó del concierto ¿tan grande debía ser su sacrificio para lograr lo que tanto deseaba?

Domingo por la mañana, casualmente volvía a ser festivo, tras el mal rato de la noche anterior. Al menos Rackel, sabía escoger los días… Las diez y medía marcaba el reloj, aunque por el clima, no parecía que representara, una hora tan avanzada. Dominaba un día gris y triste, unas grandes nubes avanzaban, acompañadas de unos truenos e relámpagos. Un fuerte de lo primero se hizo sentir, al mismo nivel, que las tripas de Ruth reclamaban comida. Lo sentía algo revuelto, pero aun y así, sentía las ansias de meterse algo dentro. Miró a su alrededor preguntándose donde se encontraría Rackel, deseaba fuera de casa, no le apetecía para nada, encontrársela, aunque fuese verla, no le apetecía en absoluto. No estuvo de suerte, a medida que bajaba los escalones, su entusiasmo se iba debilitando, al poder escuchar su voz, al mismo tiempo que la de sus padres.
  • ¡Hola cariño! –exclamó Loren, poniéndose en pie, acercándose a su hija, a posando su mano, en la frente de Ruth.
  • ¿Cómo te encuentras? Nos ha dicho Rackel, que has vuelto a pasar mala noche –informo Jack.
  • ¿Y no os ha dicho por qué? –preguntó Ruth, clavando los ojos de Rackel a los suyos.
  • Sí, cuando volvió de su fiesta, te escuchó toser, se acercó al baño, vio que estabas devolviendo, fue ella quien te ayudo acostarte.
  • ¡Eso es mentira! –saltó Ruth poniéndose en pie – ¡diles la verdad del porque devolví! ¡tú me obligaste! –la culpó con el dedo
  • ¿¿¿Yo??? ¿¿Pero qué estás diciendo?? ¿¿Qué culpa tengo yo si tu estómago no estaba fiable?? –se sorprendió Rackel favorablemente.
  • ¡Eres una traidora! ¡Diles la verdad! ¡Tú me arrastraste al lavabo, tú me obligaste a echarlo todo! –alzaba cada vez más la voz. Loren y Jack miraban ahora a Ruth, ahora a Rackel cada vez mas sorprendidos.
  • ¡Eso es mentira! –quedó ofendida Rackel – ¡tío tienes que creerme, yo nunca le haría daño! –se aferró fuerte al brazo de Jack.
  • ¡Claro que me lo harías! ¡Me odias!
  • ¡Ruth Parcker Basta! –alzó la voz Jack abrazando a su sobrina.
  • ¿¿Que pare?? ¿¿Joder papa como puedes creerla sin conocerla de nada?? –le encaró Ruth.
  • ¡Claro que la conozco, es la hija de mi hermana, nunca haría daño a nadie! –siguió alzando la voz Jack.
  • ¡Estás muy equivocado papa, la tomáis como un ángel, sin querer ver lo diablo que es! –exclamó, saliendo corriendo de casa, antes de escuchar mas mentiras, y más exculpaciones.

Durante la siguiente semana, Ruth deseaba que Rackel se pasara el día con sus amigos fuera de casa, no se la quería ni encontrar por casualidad, pero la suerte no la acompañaba, ya que no se movió de su alrededor ni un instante, con esa sonrisa picara que le predominaba, garantizándole que solo se encontraba allí para fastidiarla. Desde las seis de la mañana que se levantaba para correr, hasta las once de la noche que se acostaba, aunque los gemidos desde el comedor, la despertaban, cuando regresaba a la habitación, ya venía con la báscula, dispuesta hacerle devolver si había puesto quilos o si no, ya cogió la técnica de hacerla vomitar, de todas las maneras. Ruth tenía que admitir, que pese que aun lo pasaba mal, cada vez le cogía más el gustillo, de sacar todo lo de su estómago.
Era la una del mediodía, del veinticinco de agosto el pitido del equipo de animadoras sonó indicando que ya habían finalizado. Todas las chicas cansadas ya del esfuerzo, aun más de esa semana, que habían reiniciado una corografía, de lo más complicada, se dirigían a la salida, cuando la capitana llamó su atención por megafonía:
  • Un momento de atención chicas, no se muevan del lugar, ya que sus superiores, les quieren informar de algo –todas intrigadas no se movieron del sitio.
  • Bien chicas les felicito por el esfuerzo, están haciendo, la verdad es que es difícil ese nuevo baile, pero para compensar tanto trabajo, les invito a pasar la tarde en la playa -todas aceptaron con entusiasmo, todas menos Ruth… ¿salir con aquellas chicas? No le hacía ninguna gracia, si su prima ya la maltrataba psicológicamente, ¿qué le harían todas juntas? Rackel la cogió del brazo, obligándola a ir para adelante. Ruth se soltó bruscamente, adelantándose a su prima.
Llegaron a casa por turnos sin dirigirse para nada la palabra. Loren y Jack se miraban la mirada desafiante que se hacían una a la otra. El ambiente en la comida fue tenso por las dos adolescentes, tanto Loren como Jack se miraban a las dos adolescentes sin saber cómo reaccionar. Las dos chicas finalizaron al mismo tiempo, inconscientemente, se pusieron en pie en el mismo segundo, se miraron por unos instantes, cada una marcho en su camino acabando en el mismo sitio. Ambas se prepararon sin ni siquiera mirarse. A las cuatro las recogerían en coche, ya esa hora las dos estaban listas para partir, Ruth se fijó, que el coche estaba repleto. Rackel, se sitúo en el mini hueco que había entre dos de las chicas. Allí no cabían ni un alma mas.

  • Yo ¿dónde me meto? –preguntó Ruth, mirando por cada rincón, que permanecía ocupado.
  • Ahora vendrá Estefany a recogerte, no tardará –dijo la rubia deprisa, metiéndose en el coche, en el asiento del copiloto, enchufando la música y desapareciendo en el horizonte. Ruth se quedo mirándolas fijamente. Todo había empezado muy bien pero no olvidaba, que si estaba allí, era por su prima, porque era un buen fichaje para el equipo, y temían que si la echaban ella fuera detrás, pero lo que ellas desconocían es que Rackel disfrutaba con todo aquello, disfrutaba verla sufrir. Un pitido la izo volver a la realidad. Era Estefany, la única que la había aceptado, sin reprocharle nada, al contrario, ella la ayudaba de todo corazón, reían bien a gusto las dos juntas, con ella, Ruth, si que se sentía feliz.
  • Ruth, ¿hace mucho que esperas? –le preguntó Estefany.
  • No, no acaban de marchar.
  • Súbete de copiloto, así me siento más acompañada –Ruth obedeció sin pensarlo. Una vez dentro, se pusieron en marcha, ambas estaban calladas. Estefany encendió la radio, aflojando el volumen –no me apetece nada ir a la playa con ellas.
  • A mí tampoco sinceramente –dijo mirando para el otro lado Ruth.
  • ¿Por qué continuas en el grupo? ¿por qué no te has retirado ya? He visto como te tratan, y si estas dentro es por Rackel, pero se ve de una hora lejos que te odia, lo único que las otras se hacen las desentendidas.
  • Ya lo sé, pero es mi gran sueño ¿sabes? No voy a tirarlo por la borda, por ellas.
  • Dime y se sincera… ¿tu vida ha cambiado desde que estas en el grupo?
  • Aparte de la dieta y el deporte… no… -dijo mirando para el otro lado.
  • ¿Seguro? no pareces convencida hay algo mas ¿verdad? ¿Qué pasa? –preguntó desconfiada. Ruth permanecía callada, sabía las respuestas, pero no le salían las palabras –déjame adivinarlo… Rackel te obliga a devolver.
  • ¿Cómo lo sabes? –se sorprendió Ruth mirándola fijamente, con sus ojos como platos.
  • Es ley de vida en este equipo, te vuelves anoréxica o bulímica o te echan del equipo, ¿sabes? He visto todas tus fotos que nos enviaste para entrar, yo estaba completamente de acuerdo para aceptarte, tienes cualidades como animadora, pero Jessica y Lussy me lo negaron entre gritos casi me pegan por formar mi petición… no te dejarías ¿verdad? No devolverías ¿no? –preguntó mirándola con temor –Ruth contéstame, es importante –le cogió del brazo, sacando de los ojos de la carretera durante un par de segundos para adentrarse en los ojos de su copiloto.
  • ¡Tengo que hacerlo! ¡Sino me echarán! –no pudo evitar exclamar Ruth. Estefany paró el coche, con el motor encendido
  • Escúchame Ruth, tu vida es mucho más importante, que ser animadora, puedes ser animadora claro que sí, pero búscate otro grupo que no te esclavicen tanto, salud y disfrutar, lo puedes conseguir pero en este grupo no –tras un largo suspiro, volvió arrancar continuando con el camino. El ambiente estaba silencioso – ¿tú qué haces metida en el grupo si te maltratan igual que a mí?
  • Yo estoy obligada, sino ya estaría de patitas en la calle, esta empresa la fundo mis padres, como nosotras seguíamos sus pasos, pues fuimos las herederas, a ellos, cuando ya murieron, nos hicieron hacer una promesa –hizo una pausa volviendo a respirar profundamente –que las tres juntas sacaríamos adelante el negocio familiar, así que mis adorables hermanas no pueden echarme ya, que es en memoria de mis fallecidos padres.

Ya en la playa, Ruth se encontraba sentada sobre la toalla, con sus piernas dobladas, sus manos al alrededor de estas, sus ojos no daban crédito al cuerpo esquelético, que veían en cada una de sus compañeras, todas menos Estefany, que se sentaba al lado de su amiga, mirando el mar, las pequeñas olas que iban y venían.

  • Ves lo que te decía están todas enfermas –le susurró Estefany
  • ¡Y tanto! ¿y no se dan cuenta ellas mismas que se están destruyendo la salud? –se incurioso en un murmuro también.
  • Janet, wua tía, te has engordado haber si te tomas mas enserio la dieta, sino, no podrás continuar en el equipo –le recordó Lussy.
  • Cierto, cierto, tendré que vomitar mas de las tres veces diarias que lo hago –Ruth no daba crédito ni a sus ojos, ni a sus oídos ¿¿gordas?? ¡si estaban esqueléticas!
  • Ves lo que te decía… -la miró Estefany. Ella como Ruth, no tardaron en levantarse caminando hacía el agua, los vellos se les pusieron de punta. Las dos se miraron, formando una carcajada después. 
  • ¡Eh, las vacas que se aparten! –gritó una de las chicas –ui, perdona Rackel, no quería insultar a tu prima –fingió avergonzada, mirando a la chica.
  • A no, tranquila Betty puedes llamarla como mas te guste, tienes razón esta como una vaca, tendré que hacerla devolver mas –dijo entre carcajadas. Estefany, se fijó como Ruth mataba con la mirada a Rackel, incorporándose para ir para ella, Estefany la cogió del brazo, indicándole que no valía la pena, con una negación de cabeza. Poco a poco los músculos de Ruth, se fueron relajando, hasta dejar de lado el comentario de su prima, volviendo a lo suyo. Para Rackel ese acto le dio mucha rabia, cosa que causo más satisfacción a Ruth.

La tarde surgía sin cambio aparente, el sol calentaba con su mejor resplandor, las chicas se divertían, cada cual a su manera, al igual que Ruth y Estefany, que lo hacían charlando entre ellas, con carcajadas por el medio.

  • Ruth, ¿te vienes conmigo a dar un paseo, por aquí, por la playa?
  • Está bien –se incorporó Ruth, poniéndose en pie, haciendo estiramientos de brazos, cansados de estar tanto tiempo en una misma postura. Comenzaron andar hablando, cuando pasaron por delante de una heladería.
  • ¡Ummmm helados! ¿te apetece uno? –le preguntó Estefany entusiasmada.
  • Me encantaría –dijo Ruth, aun mas sintiendo como sus tripas reclamaban a ver tan apreciadas delicias –pero no forman parte de la dieta –expresó tristemente –solo falta que me engorde, y aun les de mas motivos para maltratarme.
  • ¡Venga va! No se van a enterar, además los helados no tienen tantas grasas, no te lo pienses tanto, dale ese capricho a tu estomago, que lo necesita, tu lo estas deseando.
  • Bueno va, está bien, uno de nata y fresa –acabo diciendo tras pensárselo largo rato.
  • ¡Buena decisión Ruth! –le dio una palmada en el hombro Estefany.
  • Pero no les gigas naga a chigas –dijo devorando el helado con ansiedad.
  • Este es nuestro secreto tranquila, pero no comas tan deprisa, que te va a sentar mal –fue consciente Estefany sorprendida.
  • No puedo evigarlo, me lo pide el esgómago –tragaba desesperadamente Ruth.
  • Pero aun y así deberías ir despacio –le recomendó Estefany. Ruth lo intentó pero su desesperación podía más. Acabaron justo su helado, cuando las demás miembros del equipo se reunieron con ellas.
  • Venga par de focas, que tenemos que ir a nuestro garito, que allí nos esperan –expresó con satisfacción Lussy. Ruth estaba dispuesta a contestarle, pero la mano de Estefany en su hombro la detuvo.
  • No vale la pena –le indico con una débil sonrisa. Ruth encontró que tenía razón, siguiendo para adelante mostrando indiferencia.

Todas juntas caminaron hasta una cafetería no muy lejos de allí, por fuera daba signos de vieja y desmantelada, y por dentro lo confirmaba, la barra estaba llena de polvo, las esquinas de telas de araña, la suciedad en los suelos o mesas y sillas eran inconfundibles. Ruth miró a su alrededor ¿Cómo unas chicas tan refinadas, se conformaban con un local tan cutre como aquel?

  • Bua, esta tan horrible como siempre, pero al menos nos dejan hacer, sin fijarse en nuestras acciones –dijo Lussy, mirando de vez en cuando, a esa camarera que estaba tras la barra, de cerca de setenta años, su cuerpo estaba jorobado, era delgado y fino, no había muchos pelos en su cabeza, los cuales eran canosos, con un rubio platino teñido, su cara pequeña era invadida por unas cuantas de arrugas. Tenía una expresión mal humorada, que fulminaba con la mirada a cualquiera que le llevara la contraría, resaltando esos ojos claros que tenía. Escuchando ese comentario de Lissy, Ruth se alivio por el hecho, que entendía que estuvieran en ese local, pero otra cuestión se atormentaba en su cabeza ¿qué les dejaba hacer sin fijarse? Prefería no calentarse la cabeza, pero era una pregunta que no podía evitar hacerse. Una al lado de la otra, se sentaron en una mesa alargada, repletas de sillas llenas de suciedad –ei Frenquina, haber si limpias un poco mas tu bar, esta igual de asqueroso que siempre.
  • Si no te gusta como esta, menea tu trasero, lo limpias tu misma, que yo tengo faena –le contestó mal humorada la anciana. Lissy se levantó también con rabia a recoger el trapo, volviendo a la mesa, puliéndolo lo más que pudo –bueno Frenquina, lo de siempre, y sin bichos ni cosas raras –A Ruth, le entró repelús al pensar como se encontraría la comida, viendo el estado del bar. Tardaron un tiempo en llevársela, de mientras iban hablando. Ruth principalmente con Estefany preguntándose qué clase de comida le llevarían, su estómago reclamaba, pero bien seguro que no podría complacerle, con lo que le solicitaba ¿Dónde abría quedado el helado tan sabroso, que se había consumido?, estaba en sus pensamientos, cuando la visión de Fresquina con una bandeja llena de tazas de ensaladas de las mas verdes y botellas de cristal de agua con gas, se acercaban depositándolas en esas mesas que eran las suyas. Ruth no pudo evitar emitir una arcada como reproche, sin poder escaparse de comérsela hasta el último diminuto tramo de lechuga, y beberse hasta la última gota de agua. Al acabar Ruth, apoyo su espalda en el respaldo, dando un largo suspiro, en el que no le cabía ni una sola hoja de lechuga mas, aunque si le hubiesen ofrecido un pastelito, no le hubiese hecho feo ninguno. Hubo un corto silencio.

  • Bueno, habiendo ya reposado, ya es hora que vayamos al baño –dijo Jessica, levantándose de su asiento. Todas las siguieron.
  • ¿Al baño? ¿a qué? ¡No tengo necesidad de ir! –se soltó Ruth, del brazo de su prima que la tenía cogida, atrapada.
  • ¡Escúchame foca! Te he dicho que vamos al baño y es que vamos al baño, así que camina, si no quieres, conducirte a la puerta de salida –le amenazó seriamente Jessica. Ruth miró asustada a Estefany, y está indicó que no pasaba nada, que ella no la iba a dejar. La puerta del baño se abrió de un portazo, todas las chicas entraron una tras otra, pero de cabecilla la rubia, empujó a Ruth a la pica, situándose a su lado, metiéndose los dedos hasta el fondo echando su papilla de ensalada. Todas la imitaron, todas menos Estefany, que se quedó a un lado, arrinconada, con nauseas al ver la escena.
  • Venga, tu también échalo todo –Jessica empujó a Estefany violentamente, pero esta se defendió:
  • ¡No! ¡A mí no, me gusta ser animadora, pero con mi cuerpo ya lo sabéis, no quiero acabar enfermas como vosotros, me gusta como estoy, como soy, puedo lograr mi sueño, sin tener que arriesgar mi vida! Papa y mama así lo querían, ¿o es que lo habéis olvidado? ¿habéis olvidado, que prometisteis a papa y a mama, que las tres lograríamos nuestro sueño, sin tener que arriesgar nuestras vidas? –les recordó muy seriamente he segura Estefany.
  • Bien, bien, te vas a librar por ellos –exclamó Lussy –bien, Ruth, enséñanos como as mejorado, demuéstranos que no hemos hecho mala elección en admitirte en el grupo.
  • ¿Eh? ¿hacer el que? –se hizo la despistada Ruth temerosa, sin poder mirar, de la anguina, intentando salir de allí.
  • Lo sabes bien, echarlo todo, según tu prima, as mejorado mucho, demuéstranoslo.
  • No, no tengo tanta experiencia como vosotras, lo paso muy mal… no me hagáis hacer por favor –les pidió temblando nerviosa.
  • Vamos primita, as mejorado mucho, ya la última vez, casi no sufriste, demuéstraselo.
  • No, no quiero –se negaba temblando.
  • ¡Dejarla estar, ella es como yo, no podéis obligarla papa y mama, no querrían!
  • ¡Les prometimos estar las tres juntas, no acoger a todas las focas! –gritó la morena –Ruth Parcker, ¿quieres continuar en el equipo?, ¿quieres ser una gran animadora?
  • Sí, es mi mayor sueño, aré todo lo posible, por mucho que me cueste –dijo asustada pero decidida.
  • Bien ¡pues devuelve!
  • ¡No lo hagas Ruth! –gritó Estefany.


Ruth, apoyada en el lavamanos, rodeada de todas sus compañeras, que no paraba, de gritarle que lo hiciera, hecho una mirada a todas, después al fondo la voz de Estefany que llevaba la contra. Se dio la vuelta, sintiendo de lejos todas aquellas voces revueltas… se miró al espejo, viendo la imagen de una chica asustada, pero al mismo tiempo ansiosa por conseguir su sueño. Todo su cuerpo temblaba, pero poco a poco fue introduciendo sus dedos en su boca, hasta su garganta produciendo arcada tras arcada hasta llegar a lo que deseaban. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

4.- Robi: Historia de un joven con discapacidad Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Cap...