domingo, 19 de julio de 2020

Mentira tras el cristal: Capítulo 10



  • ¿Ruth? Ya he llegado –el cuerpo de Estefany, entraba por la puerta que no estaba del todo cerrada, sigilosamente, como con temor de lo que pudiera encontrar. Echo un vistazo a su alrededor, todo parecía en orden. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, al fijarse en toda la comida tirada que había por el suelo de la cocina, los armarios abiertos, los artículos arrojados, también se contemplaba un charco de agua… sin dejar de andar, llegó al salón –¡Ruth!
  • Estafany… estoy en el baño… -se oyó una voz que segundos después no dejaba de toser con desespero.
  • ¡Ruth! –volvió a gritar Estefany asustada de lo que sus propios oídos presenciaban, corriendo al baño de la casa. Al subir contempló a Ruth, arrodillada agarrándose con ambas manos en el váter, echando en un fuerte impulso la cabeza para adelante volviendo a depositar todo lo que tenía en el estómago. Estefany, no pudo evitar mirar hacía otra dirección –oh Ruth ¿estás bien? Dime por favor, que te has quedado dormida, siendo sonámbula as arrebatado con todo lo de la cocina, as despertado con un dolor de barriga insoportable que te ha obligado a devolver…
  • ¿De verdad te lo creerías? –le preguntó con la voz débil.
  • Con todo lo que he visto desgraciadamente no, no me lo creería –le ayudo a levantarse, situando el brazo de Ruth tras su cogote empezando a salir del baño – ¿por qué lo has hecho? ¿Qué ha pasado?
  • Gracias por venir, tu sí que eres una buena amiga –agradeció Ruth.
  • Gracias a ti por llamarme, pero contéstame por favor ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están tus padres?
  • Mis padres han ido a ver unos amigos…
  • Y Rackel ¿dónde está? –preguntó tumbándola en el sofá, acomodándola con un cojín debajo la cabeza –espera, iré a buscarte un poco de agua –al volver, lo hizo con un vaso de agua tirando a fría, un paño húmedo con la misma temperatura pasándosela por la frente.
  • Rackel está con Codi… estudiando –dijo con las pupilas mirando al techo –¿no lo has visto? ¿no han vuelto? –fijó la mirada en Estefany.
  • ¿Codi? ¿No tendríais que estar juntos pasando el día en un parque temático? –preguntó Estefany, observando cómo Ruth afirmaba en un gesto de cabeza –pe… pero tenían que hacer juntos un trabajo en la biblioteca… de eso hace más de dos horas… -explicó notando como su voz se debilitaba.
  • No me extraña entonces que estés así –acabo suspirando –pero no deberías haberlo hecho, tendrías que haberlo mantenido en el estómago.
  • No, no podía hacerlo…
  • ¡Por favor Ruth, tu salud es mucho más importante de lo que digan esas pánfilas, puedes ser animadora igual, sin necesidad de destrozarte la vida, tendrás mi apoyo hasta el final, conseguiremos que más gente, nos ayude!
  • ¡No! No me he obligado a devolver no, es mi estómago que me exigía a vomitar –le aclaró Ruth. Un rostro de horror se dibujo en la cara de Estefany, su amiga empezaba estar enferma como las demás. Se acercó a la ventana tras escuchar un coche.
  • Tus padres ya están aquí –le informó mirando a través del cristal, después desvió la mirada a la cocina patas arriba que estaba –preguntaran por la cocina, y tu estado claro está…
  • ¡No! Tienes que inventarte algo, no puedes decirles la verdad, ¡no puedes! –le suplico Ruth cogiéndola del brazo – ¡prométemelo!
  • Pero Ruth… -Estefany miraba a su amiga nerviosa sin saber qué hacer, la puerta las sobresaltó.
  • Ya hemos llegado –informó Loren alegremente –Ruth ¿Cómo que estás acostada? ¿Qué te pasa? –preguntó sobresaltada acercándose a su hija, sentándose junto a ella – ¿qué ha pasado Estefany?
  • Toda la cocina esta patas arriba, se puede saber ¿qué ha pasado aquí? –preguntó Jack paseándose por esta, recogiendo alguna que otra cosa.
  • ¿Dónde está Codi? ¿No teníais que haber pasado el día juntos? No entiendo nada –se confundía Loren – ¿dónde está Rackel? ¡Rackel, Rackel!
  • En la Biblioteca con Codi… tenían que hacer un trabajo de clase… urgente –alcanzó a decir Ruth débilmente.
  • ¿Entonces? ¿tú te has estado aquí sola? –seguía informándose Loren, que quería saber hasta el último detalle.
  • He ido con ellos… pero me aburría… Codi me ha aco… acompañado a casa, y ha vuelto… -explicaba con debilidad.
  • ¿Y qué ha pasado hija? ¿Han entrado a robar o algo? –preguntó Jack.
  • ¡Ai dios mío! –gritó Loren asustada llevándose sus manos a la boca – ¿estás bien? ¿te han hecho algo? ¿esto te lo han hecho ellos?
  • No, no nada de ladrones… -Ruth miraba a Estefany, sin saber que inventarse, reclamándole con urgencia ayuda.
  • ¿Entonces? ¡hablar! –se impacientaban Loren y Jack.
  • Le ha entrado un ataque de nervios –intervino Estefany –el hecho que Codi estuviera con Rackel, siendo ese día para ella, le ha puesto histérica y a atracado la nevera, después no falla, le ha entrado un dolor de barriga bestial.
  • Yo no sé cómo le puedes tener tanta manía a tu prima ¡si no te ha hecho nada!
  • Bueno dejar eso ahora –puso paz Loren –Ruth, vamos a ir al médico hace una buena temporada que tu estómago está muy raro, ya está bien de tonterías, nos vamos al médico, Jack prepara el coche.
  • Sí, voy –corrió Jack.
  • No hace falta de verdad es solo un empacho, es lo que dirán los médicos, solo me darán dieta –intentó convencerles Ruth, incorporándose con esfuerzo en el sofá.
  • Nada Ruth, no intentes convencernos de hacer algo, que hace tiempo debimos hacer, he dicho, que nos vamos al médico, y al médico nos vamos, no hay nada más que hablar –puntualizó Loren. Ruth y Estefany, se miraron con temor de lo que allí, sus padres pudiesen descubrir.


La sala de espera estaba casi desocupada, no más de cuatro pacientes se encontraban, cuando Ruth entraba, preocupada, miraba hacía todas las zonas, con la esperanza de que cambiaran de parecer, volvieran a casa. Los médicos, las enfermeras, todos iban de un lado para otro sin fijarse para nada en ella, dudaba que lo hicieran pronto teniendo en el historial de llegada <<que era un simple empache>> Los segundos, minutos incluso horas pasaban y a pesar de haber poca gente, los pacientes avanzaban con total calma.


  • ¡Joder, aquí da tiempo a morirse! –protestó Jack dando su séptimo paseo por el pasillo.
  • ¿Y qué esperabas papa? ¿Qué iba a ser la primera atendida, por un simple empache? ¡esto es urgencias! Volvamos a casa ya estoy mejor –se levantó Ruth.
  • ¡No! De aquí no nos vamos hasta que te visiten –le aclaró Loren, haciendo que la joven se sentara de inmediato. La cabeza de Jack, caía ante la cabezada que se estaba dando. Sus ojos se abrieron de golpe al sentir el nombre y apellido de su hija. De un salto se levantó de la silla.
  • Ruth Parcker ya puedes pasar por aquí –le indicó la enfermera sonriente por una puerta abierta. Tanto Ruth como sus padres entraron por tal, yendo a parar a otra sala, donde se encontraba una mujer, baja, delgada, pelo castaño moreno, ojos marrones con unas gafas de estructura delgada transparentes, en su mesa sentada escribiendo algo en unos papeles –Ruth Parcker, ¿cuál es el motivo de tu visita? –preguntó mirándola fijamente.
  • No es nada que tenga importancia doctora, me puesto nerviosa, y acabé con todo lo de la nevera, después a causa de esto la barriga me molesta cantidad, pero ya le digo que es normal, con todo lo que he comido –dijo como si se tratará de lo más normal.
  • Quítate la ropa, quédate en ropa interior –le dijo la doctora, apuntando algo mas en el papel.
  • ¿Por qué? –se sobresaltó Ruth.
  • Para poder examinarte, ya que has estado tantas horas, que no aya sido en balde, déjame observarte.
  • ¡Pero esta mi padre!
  • Yo ya salgo hija no te preocupes –dijo Jack dirigiéndose para la puerta, saliendo, dejando la puerta cerrada.
  • Ya puedes quitarte la ropa Ruth –le indicó la doctora.
  • ¿Ahora? ¿ahora mismo? –preguntó Ruth, mirando a su madre y la doctora.
  • Claro ¿Cuándo quieres sino? Tengo que examinarte –se fue preparando la doctora.

Ruth miró para todos lados, e muy lentamente, se fue sacando sus prendas, dejando las más intimas. Loren se quedo sin habla en el adelgazó que había formado su hija.

  • Vamos a pesarte Ruth, sube a la báscula por favor –le pidió amablemente la doctora. Ruth tragó saliva mirando la báscula, desde siempre había sido su enemiga, pero desde que empezó a formar parte del grupo de animadoras aun más. Lentamente se fue subiendo a ese aparato, espero pacientemente – ¡as adelgazado diez quilos Ruth! –se sobresaltó observando atentamente la pantalla de su ordenador –no hace tanto tiempo de esto, solo hace cuatro meses, jamás te había visto con un peso tan por lo bajo ¿Cómo es posible? ¿Qué ha pasado?

  • Pues no se… yo… -se expresaba Ruth, encogiéndose de hombros inquieta.
  • ¿Ya comes? –le preguntó la doctora mirándola fijamente a los ojos.
  • Sí, claro –contestó sin sostenerle la mirada.
  • ¡No es verdad! –intervino Loren. Ruth y la doctora se la quedaron mirando sorprendidas –doctora apenas come, siempre tiene mal el estómago, sin tener nada en el, ¡el atracón de hoy no es normal!
  • ¿por qué has dado ese atracón Ruth? –preguntó la doctora.
  • Ataque de nervios supongo, nada que tenga importancia –se diagnosticó Ruth, dispuesta vestirse e marcharse.
  • Un momento jovencita, no tan deprisa, ¿te ha pasado alguna otra vez? –asqueo la doctora.
  • No… -mintió Ruth –solo esta vez.
  • Bien, pos nada más, al menos por el momento, si te vuelve a pasar Ruth vuelve a venir, puede que no sea nada, pero puede ser algo muy grave ¿de acuerdo? –le dijo seriamente a Ruth.
  • ¿Como de grave doctora? –se preocupó Loren.
  • Ustedes no le quiten los ojos de encima –le murmuró la doctora, dándole un suave golpecito en el hombro.

De camino a casa le mando un mensaje a Estefany, anunciándole que su secreto estaba en peligro, para empeorar las cosas al llegar a casa se encontraron a Rackel y Codi juntos, charlando alegremente sentados en el sofá.

  • Ostras, ¿te encuentras bien cari? –preguntó Codi acercándose a ella preocupado.
  • ¿Por qué tardasteis tanto? ¡me dijiste que ya os quedaba poco! -le encaró Ruth.
  • La cosa se alargó, no lo hicimos queriendo, lo siento mi vida –le rodeo con sus brazos Codi.
  • Te llamé al móvil y salía desconectado –se soltó Ruth.
  • Claro cari estábamos en la biblioteca, no se permiten los teléfonos encendidos –le hizo comprender el chico.
  • Tranquila primita, ha estado en buenas manos –le acarició la mejilla Rackel con sensualidad.
  • ¡Apártate de él! –gruño Ruth, estirándola del brazo mandándola al otro lado del salón.
  • ¡Ruth! –exclamaron Jack y Loren a la misma vez.
  • ¡No me repliquéis nada, sé todo lo que está pasando! –gritó antes de salir al exterior dando un portazo.

Los días pasaban, ya quedaba menos para llegar a tachar el día tan esperado del calendario, aunque una parte de Ruth se sentía elogiada, la zona restada se sentía cada vez más nerviosa y angustiosa. Su novio ya no parecía su novio, sino de su peor enemiga. Las llamadas no eran para ella pese a ser Codi el remitente, sino era para Rackel, con la excusa que tenían trabajos de clase ¿pero siempre? A Ruth le empezaba a sonar a mentira, y más aun cuando cogía a escondidas el otro teléfono, y escuchaba carcajadas, y conversaciones que no tenían nada que ver con el trabajo, y mucho menos escolar, al igual, que cuando su chico iba a su casa, era para ver e estar con su prima, siempre con las mismas palabras, como explicación. Ruth no quería pero no podía evitar sentirse plenamente celosa, angustiosa y nerviosa, su única arma de satisfacción era la comida, con la visita al baño que llegaba detrás, pero ya tenía bien asegurado que se encontraba sola en casa, ya que sus padres, no le sacaban los ojos de encima desde esa visita médica, e incluso habían hablado, con Clareen, Dan, Codi y Estefany para que la controlaran e la vigilaran. Parecía que sus amigos se habían puesto a favor del contrincante, ya que no tardaban en decirle a su familia, las veces que se encerraba en el baño, a si fuera hacer un pis o una necesidad mayor, sin ser lo que se imaginaban.


Diecinueve por la noche, los cuatro sentados alrededor de la mesa, cenando mientras hablaban tranquilamente, cuando escucharon el ringggggg del teléfono que sonaba.

  • Ya voy yo, es posible que sea Codi que no entienda algo –se levantó de un respingo Rackel, corriendo atrapar el aparato. Ruth la fulminó con el rostro de la cara. Tuvo el impulso de levantarse e ir tras ella, atrapar el teléfono la primera, pero se abstuvo, continuando sentada. Se sentían grandes carcajadas desde el salón. Ruth se estaba poniendo enferma, ante tanta alegría de su parte.
  • Quizás le este explicando un chiste –le dijo su padre, para romper la tensión del ambiente. Al poco rato irrumpió en la cocina Rackel:
  • Tío, es mamá quiere hablar contigo.
  • Hombre Jana, haber que se cuenta –se levantó alegremente Jack. Rackel, se sentó en su silla con aire de rififi. Ruth, la miró con repelús.
  • Bien familia, tengo novedades, sobre todo para Rackel, ya te abra dicho tu madre ¿no? –le preguntó mirándola fijamente, con una débil sonrisa.
  • Sí ya lo se tío, ya me ha dicho –contestó Rackel. A Ruth se le dibujo una amplia sonrisa, imaginándose la gran noticia, de que su prima en menos de veinticuatro horas desaparecía de su vida. Pero su expresión cambio de rumbo al escuchar lo siguiente:
  • Rackel tendrá que quedarse un tiempo más, sus padres, aun están de viaje, la cosa se les ha complicado, y no saben, cuando podrán volver, suerte que nos dijiste de inscribirte en clase, sino ahora sería muy complicado –explicó Jack. Ruth miró con total desconfianza ¿Cómo podía saber ella, que sus padres se retrasarían con quince días de antelación?
  • Sí, es que los viajes de mis padres siempre se suelen atrasar, por eso supuse que esta vez sería igual –dijo, metiéndose el tenedor, con un trozo de pescado a la plancha y lechuga en la boca.

Todos se sentían contentos y orgullosos de tener más tiempo a Rackel en casa, todos menos Ruth claro, que se veía obligada a verla a todas horas, menos las horas de clase, que es cuando ella más angustiosa se sentía al recordar, que ella y Codi estaban juntos. Claren y Dan ya intentaban distraerla, pero todos sus esfuerzos no eran suficientes, para poder evitar que Ruth, intentara colarse en la zona de los mayores, inútilmente, eso aun le producía mas angustia su reacción era correr al baño a desahogarse, sin nadie poder evitarlo, por mucho que lo intentaban. La adolescente, estaba convencida, que su chico ya no la quería como antes, apenas le veía, cuando conseguía hacerlo, no iba a por ella sino a por su prima, ya fuera personalmente como por teléfono, poco tiempo le dedicaba a sí misma, y siempre a mínimas, por mucho que Ruth intentara lo contrario, eso hacía que su desesperación fuera mayor.

Una noche, las cinco de la mañana estaban a punto de tocar, cuando Loren se levantó para ir al baño, al salir de esa misma sala, sintió como si alguien se hubiese adueñado de la cocina, tirando todo a su paso, con temor despertó a Jack, juntos bajaron las escaleras pausadamente. Loren se escondía tras Jack, asustada, preocupada, por lo que les esperaba ahí abajo. Grande fue su sorpresa al encontrarse nuevamente la cocina patas arriba, y su hija sentada en el suelo con sus piernas abiertas de par en par, tragando todo lo que encontraba a su paso.


  • ¡Ruth! –exclamaron ambos, aliviados al mismo tiempo que sorprendidos.
  • Mama, papa… -se sorprendió Ruth con un sobresaltó, acabando de tragar una bola de arroz.
  • ¿Qué está pasando aquí? –preguntó Loren mirando a su alrededor sin creérselo.
  • Pues… perdonad –echo a correr al baño. Loren y Jack la siguieron, quedando sin habla al ver la siguiente escena: Ruth, arrodillada en el suelo, con una de sus manos, apoyándose en el váter, mientras con la otra, se provocaba sin ir más lejos el vomito, saliendo totalmente inmune de allí, como si nada hubiese pasado.

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