domingo, 12 de julio de 2020

Desaparecida en la oscuridad. Capítulo 2



A las afueras de ese pueblo llamado Nordon, las campanas del instituto de secundaria se hacían sentir, ya una última vez antes de comenzar las ansiosas y deseadas vacaciones de verano. Dos largos meses… sesenta días, sin profesores, libros, tareas, padres encima de uno todo el tiempo… era una lujuria para los alumnos, y un tormento para los padres. Aunque los mas mayores del edificio, los de cuarto de secundaría, para todos ellos y ellas eran una salida sin retorno a ese centro, ya que muchos, habían acabado los estudios en esos dieciséis años, otros continuaban, con el bachiller, en otro edificio. Así, que si continuaban estudiando o no, tenias que despedirse de ese edificio, profesorado…. Que tan buenos ratos habían vivido, para decir el último adiós marchaban alumnos y sus respectivos profesores, a una casa de colonias en el que les esperaban entretenimiento y diversión para todos e todas.
Por las calles caminaban tres chicos de ese mismo curso, Ruth Parcker; una chica alta, delgada, pelo largo, liso, pelirrojo, ojos azules, tenía en su cara algunas pecas alrededor de la nariz. Hillary Craff; era una jovencita, de piel oscura a causa que era de localidad Asiática, su estatura era mas bien superior de la media, delgada, normalmente recogía su pelo con dos coletas, una en cada extremo de su cabeza. Dan Rocker; un chico bajo, con un cuerpo rellenito, pelo castaño rubio, ojos claros.
  • ¡¡Al fin las vacaciones de verano!! –exclamó Hillary estirando sus brazos al aire con felicidad.
  • Siiiiii, sesenta días para hacer lo que nos plazca, aunque tengo muy claro, que comer, va ser lo principal –expreso Dan, que ya tenía entre sus manos, una bolsa de patatas, en el que entre puñados se las metía en la boca.
  • ¡Tu y la comida Dan, si no revientas es porque dios no quiere! –le recordó Hillary, con sus manos en su cintura.
  • ¡Bien orgulloso que estoy! ¿Quieres? –le invitó ofreciéndole la bolsa abierta, delante de sus ojos.
  • No, no, estoy mas bien nerviosa, por la salida de estos quince días que pasaremos a partir de la semana que viene, ¡será fantástico! A dormir tarde, excursiones para arriba y para abajo ¡me encanta! –exclamó con entusiasmo Hillary, soñadora.
  • Tu te lo pierdes, si no quieres las patatas, más para mi –dijo Dan con ironía, metiéndose otro puñado de esas delicias en la boca.
  • Ruth ¿estas bien? Estas muy callada –dijo Hillary mirando a Ruth, que caminaba con la cabeza baja, sin inmutarse a la pregunta –¡Ruth, Ruth!
  • ¿Eh? ¿Qué pasa? –reacciono la joven, parando en seco mirando a su amiga.
  • Que estas muy callada –respondió esta.
  • Y pensativa –acabo la frase, después de tragarse otro montón de patatas.
  • Cierto –le dio la razón Hillary ¿Qué te ocurre? Deberías estar contenta, de aquí una semana ¡nos vamos a la ventura! –dijo con exclamación.
  • Y lo estoy de contenta e ilusionada de verdad, pero no me puedo quitar de la cabeza, que mis padres se han separado, y hoy era el juicio de mi custodia –explico, sin dejar de caminar con sus acompañantes.
  • Tu tienes dieciséis años, edad suficiente, para elegir delante de un juzgado, ¿no te avisaron para estar presente? –se interesó Dan.
  • Sí, sí, si que me lo dijeron, pero no e querido elegir, no me quiero encontrar en un compromiso, aun mas cuando vi lo que vi, ¡fue escalofriante! –dijo notando como todo su cuerpo se estremecía.
  • ¿Te refieres cuando vistes que tu padre como le pegaba una paliza a tu madre? –preguntó Hillary.
  • Sí, se me pusieron los pelos de punta, al escuchar las suplicas atemorizadas de mi madre, y mi padre es partía de risa, disfrutada con todo aquello ¿Qué será de mi, si le dan mi custodia? –preguntó nerviosa.
  • Solo un juez que no esté en su juicio, haría algo así, en el juicio de hoy tu madre habrá explicado lo de las palizas ¿no? –preguntó Dan, viendo como Ruth afirmaba –pues ya esta, no tienes porque preocuparte, seguro –le dijo todo convencido Dan.
  • Además es un pervertido, se lió con otra chica, mucho mas joven que él, si no fuera poco, decidió quedarse con ella antes que su familia, si le dan tu custodia es para estrangular, al juez –prosiguió Hillary
  • Aun y así… ¿qué será de nuestra vida? ¿Cómo saldremos adelante? ¡Todo es demasiado desastroso!
  • Es normal que lo veas todo exorbitante negro, no debe ser una situación nada fácil, pero no es todo negatividad, cuando un hijo es de padres separados, se encuentran alguna ventaja –se expreso Dan.
  • ¿Como cual? –preguntó Ruth, desconfiada.
  • Yo tengo algunos amigos que sus padres están separados, y están encantados, atención, que lo pasaron igual de mal que tu, al principio, pero luego se dieron cuenta, que hay mas ventajas, de lo que se imaginaban, como no se… los padres se vuelven mas cariñosos con sus hijos, los consienten mas en todo… –explico su amigo.
  • Sí es cierto, tengo algunos conocidos, que dicen lo mismo que tu Dan, les dejan salir asta mas tarde, que cuando estaban los dos padres en la casa, los controlan menos, te dan regalos así sin mas, te dan más mimos… –dijo Hillary ilusionada.
  • Lo ves, si todo son ventajas –le dio una palmada en la espalda a Ruth – ¡venga anímate! Porfiiiiii hazlo por nosotros –dijo pasando su mano en el hombro de Hillary ofreciendo los dos una sonrisa a Ruth.
  • Gracias chicos os lo prometo –fue la respuesta de Ruth. Llegaron a un cruce, con dos caminos. Dan y Hillary marcharon por uno, mientras Ruth, en soledad con sus pensamientos, e preocupaciones, marcho por el otro.

La puerta se abrió lentamente, todos los presentes de dentro miraron fijamente hacia ella. La joven de dieciséis años se quedó mirando a esa mujer, en el que era su madre, ese desconocido, que desde empezó todo el tramito de divorcio, parecía uno mas de la familia. Lentamente, fue cerrando la puerta, con ella dentro, se dio la vuelta, sin merediar palabra, con la simple mirada, suplicaba a su madre.
  • Cariño, ya a acabado todo, ya podemos respirar tranquilas de esta pesadilla –le dijo Samanta, poniéndose en pie, caminando enfrente de su hija.
  • ¿Que…? ¿con quien? –namás vocalizó Ruth, mirando fijamente, a los ojos de su madre.
  • Yo tengo tu custodia, no tendrás que volver con papa, tiene una orden de alejamiento, en cinco años no se podrá acercar a ti, ni a mi tampoco –le explicó Samanta, con sus manos, en los hombros de su pequeña, con una sonrisa en su cara sin dejar de mirarle a los ojos. Ruth también la sonrió, sin poder evitar darle un fuerte abrazo, ante el alivio que correspondía –hay que agradecérselo al señor Burton, si no hubiese sido por él no se como hubiera acabado todo.
  • No me tienen que agradecer nada, solo e cumplido con mi trabajo, además Matt, se ha puesto puntos en contra, él mismo.
La puerta se abrió violentamente, dando un fuerte portazo. Todos los presentes, se sobresaltaron.
  • Matt Parcker salga ahora mismo de esta casa, le recuerdo que tiene una orden de alejamiento a Samanta y Ruth –le informó Tim Burton protegiendo a madre e hija, con la voz bien decidida. Cogiendo su telefono movil, marcando.
  • ¡Esta es mi casa gilipollas de mierda!
  • Matt, teníamos un trato ¿recuerdas? –preguntó Samanta, con la respiración acelerada.
  • Sí, si, ya, ya, que tu te quedas la casa asta que encontrarás otra cosa, como mínimo –dijo Matt, de forma burlona.
  • Que asco de movil, siempre falla en el peor momento -no dejaba de intentar marcar, el abogado -mierda y ahora comunican.
  • Mama ¿Qué quiere decir papa? –preguntó extrañada Ruth.
  • ¡Matt, ella no sabía nada, aun! ¡no había hablado todavía de ese tema! –le encaró Samanta.
  • Ui perdón –dijo burlándose –pues si cariño, tu madre quiere cambiarte de pueblo, quiere separarte, de tu casa, de tus amigos, de mi…. Pero tú tienes la última palabra cielo, di que quieres estar conmigo y así será.
  • ¡No le calientes la cabeza, apártate de ella! –exclamó Samanta protegiendo a su hija.
  • Mama… -dijo Ruth sin entender nada.
  • Cariño, papa y yo lleguemos a un acuerdo, que si yo conseguía tu custodia, él se quedaba con la casa, a cambio él, nos dejaba estar aquí presente, hasta que encontráramos otra cosa, o como mínimo, asta que tu marcharas esos quince días, cosa que no entiendo que haces aquí –dijo mirando a Matt con mirada rabiosa.
  • Me paso por el forro el trato, quiero mi casa ¡ya! ¡¡Sino os arrepentiréis!! –amenazó
  • ¡¡Ei Parcker sin amenazas, tiene todas las de perder!! –exclamo el abogado de aquella madre, en esos momentos asustada protegiendo a su pequeña, a la espera que el telefono diera la señal
  • ¡¡¡Tú no eres quien para darme ordenes defensor de mierda!!! –exclamó Matt, dándole un fuerte empujón que le dejó caído sobre el sofá – ¡quiero mi casa disponible en veinticuatro horas sino os arrepentiréis! –dijo con voz amenazante mirando a Ruth, saliendo de la casa dando un fuerte portazo.
  • Mama…
  • ¿Estas bien cariño? –la abrazó fuertemente.
  • ¿Qué vamos hacer ahora? –preguntó asustada.
  • En primer lugar recoger todo, nos vamos de aquí –dijo Samanta nerviosa.
  • No tienen que ir a su marced, por la amenaza –dijo su abogado –no les puede hacer daño, tiene demasiado en juego.
  • No me voy a quedar aquí para averiguarlo, el tono que a utilizado, no me ha gustado en absoluto, puede hacer daño a Ruth, y no lo voy a permitir –explicó nerviosa Samanta, yendo de un lado para otro.
  • ¿Qué van hacer? –preguntó el abogado intrigado.
  • Pues de momento ir a casa de mis padres, y a partir de ahí, buscar un trabajo, una vivienda, empezar una nueva vida allí –explicó deprisa esa madre angustiada.
  • ¿¿Qué empezar una nueva vida en Trolex?? –exclamó Ruth sin creérselo –mama, ¡esta a dos horas de aquí, por si lo as olvidado!
  • Lo se… es por eso que nos vamos para allá, no nos podemos arriesgar estar cerca de tu padre, es capaz de hacernos daño de verdad –intento que comprendiera su hija.
  • Pero mama, yo aquí, tengo los estudios, los amigos… ¡tengo mi vida! –defendió Ruth
  • Hay escuelas en Trolex, solo esta a dos horas de aquí, no hace falta, que pierdas el contacto con tus amigos, os distanciaréis un poco, eso si, pero ya esta, es mas, seguramente, harás nuevos amigos allí –explicaba Samanta.
  • Si claro, para ti es muy fácil decirlo –dijo mal humorada Ruth, cogiendo el inalámbrico de la casa, encerrándose en su habitación. Samanta, suspiró apenada.
  • No se lo tenga en cuenta, es normal, ya se le pasará –dijo Tim acercándose a ella, posando sus manos, en los hombros de ella.
  • Ya lo se… es normal que este enfadada conmigo, pero si hago todo esto es por ella, Matt esta loco, y la puede hacer daño de verdad, no quiero que sufra, ya lo esta haciendo suficiente, sin tener culpa de nada –dijo, algo exhausta.
  • Lo se bien, y ella con un poco de tiempo también lo vera y se dará cuenta que todo lo actuado, ha sido para protegerla –le abrazó fuertemente Tim Burton. 

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