domingo, 19 de julio de 2020

Mentira tras el cristal: Capítulo 1






Treinta de junio, las cinco de la tarde, el timbre resonó entre todas las paredes del centro secundario del Dublin. Las puertas no tardaron en abrirse, saliendo una multitud de alumnos, a toda prisa, entre risas y gritos de felicidad… el verano había llegado, con esa nueva estación, un curso había finalizado. No era de extrañar la lujuria de esos jóvenes de doce a dieciséis años, ya que estarían dos meses, sin clases, sin profesores y lo más importante, sin obligaciones escolares, que les quitara tiempo, para hacer lo que quisieran….

Entre esa masa se encontraba Ruth Parcker, esa joven, no muy alta, no estaba delgada, pero tampoco obesa, pelo largo y rubio, ojos castaños, hablando animadamente con su mejor amiga, Claren Daff; una chica procedente de Asia, de estatura normal, delgada, tanto su pelo como sus ojos eran bien oscuros; de cómo se les presentaba el verano.

  • ¡Tengo unas ganas locas, que llegue la semana que viene! –gritó de alegría Ruth, alzando sus brazos al aire.
  • Tu suerte que te marchas de viaje en un barco dos semanas a conocer nuevos lugares e culturas –dijo no tan animada Claren –yo en cambio, pedazo mes que me espera, con mi padre y su nueva mujer, la odió de verdad, y encima el mocoso ese que han tenido, es que no me harán ni caso, lo peor me lo prohibirán todo, como siempre.
  • ¡Venga, no te deprimas! –le dio un achuchón Ruth –de aquí dos días es la fiesta fin de curso en la piscina de Dan, seguro que nos lo pasaremos ¡Bomba!
  • Eso espero, ¡jo tía te echaré en falta! –le declaró Claren.
  • Yo también a ti, pero hablaremos e chatearemos cada día, ¡te lo prometo!
Sus caminos se separaron, prometiéndose llamarse cuando llegaran a su destino. Ruth entraba en casa cantando. Justamente Jack Parcker, el padre de Ruth; un corpulento hombre, tanto en altura como en anchura, pelo corto pelirrojo, ojos claros, con un bigote e barba del mismo color que su pelo. El provenía de Tchecoslovaquía y su acento, no se lo dejaba de recordar; colgaba el teléfono.

  • ¡Hola familia! ¡al fin vacaciones! ¡¡hay que preparar las maletas!! ¡voy acabar la lista no sea que me olvide de algo! –ansió nerviosa dispuesta a subir las escaleras hacía su habitación ignorando la preocupación que demostraba los rostros de sus padres.
  • No tan deprisa Ruth, espera hija –la detuvo Loren, la madre de la joven; su estatura era baja, delgada, pelo castaño –rubio, ojos castaños –tenemos que decirte algo.
  • ¿Qué? ¿ha pasado algo? –preguntó bajando de nuevo las escaleras, consciente de que esa seriedad no era normal.
  • Acabo de hablar, con tu tía Jana, ella y su marido tienen que marchar de viaje de negocios durante todo el verano, y nos han pedio, que nos encarguemos de Rackel –le informó Jack.
  • ¿Cómo que todo el verano? ¿y las vacaciones qué? ¿os acordáis no? –se sorprendió Ruth.
  • Lo sentimos de verdad, he intentado explicárselo a tu tía, ya sabes cómo es, que cuando se le mete algo entre ceja he ceja, no para hasta conseguirlo –se expreso Jack con lamentación –te juro, que el verano que viene nos vamos de vacaciones.
  • Pero papa ¡eso no es justo! –dijo Ruth, ofendida.
  • Lo sé cielo, lo siento mucho –se disculpó Jack con lamentación, viendo como su hija, se apoderaba del inalámbrico echando a correr escaleras arriba, encerrándose en su habitación.
  • Joder tía lo siento, sabía que te hacía muchísima ilusión –se apenó Claren.
  • No te preocupes, al menos podremos estar juntas, tendré la excusa perfecta, para perderme de vista de la imbécil de mi prima, de verdad que no la soporto, no entiendo, como mis padres han accedido a quedársela todo un verano nada menos –le explicó con mala cara.
  • Anímate mujer, que de aquí dos días es la fiesta y nos lo pasaremos en grande, descargaremos toda esa adrenalina, que tenemos tan guardadas –le animó Claren.
Ese dos de Julio llegó más rápido de lo que esperaban, la fiesta se iniciaba a las diez de la noche, y allí se encontraba Ruth, dos horas antes, maquillándose e preparándose para el tan esperado acontecimiento. Salió de la habitación los pasos de sus tacones se sentían a distancia. Sus piernas al descubierto, seguían a una minifalda e una blusa corta y ajustada, notándose ese pecho, pequeño pero firme que tenía. Su cara estaba pintada con un rímel de ojos, azulado y sus labios de un rojo intenso.

  • ¿Así vas a ir a la fiesta? –preguntó Loren incrédula –¿seguro que es una fiesta en casa de Dan? ¿Qué clase de gente irá? –preguntó preocupada.
  • Tranquila mama, que ir vestida así es la moda –le dio un beso en la mejilla.
  • Me es igual que sea la moda, sube a tu habitación y cámbiate, con algo más decente –le ordenó Loren. El timbre sonó.
  • Debe ser Claren, tengo que irme mamá –se excusó Ruth, abriendo con rapidez la puerta, viendo a su fiel amiga.
  • ¿Preparada? –preguntó la recién llegada. Iba vestida con un vestido largo hasta los pies, de un verde esmeralda. Unos tacones negros con muy poco tacón. Su pelo negro e largo, estaba recogido con una pinza, formando una cola de lo más moderna.
  • ¡Qué guapa que estás! –exclamó Ruth con asombro.
  • Sí que es verdad, estas muy guapa Claren –le piropeo Loren –ella si que va vestida como una señorita, podrías tomar ejemplo –le aconsejó su madre.
  • Tu también estas muy bien Ruth –rió Claren.
  • Lo ves mamá, eres tú que estás anticuada, vámonos ya Claren antes que se haga más tarde, y nos prohíban la entrada –dijo esto último entre risas.
  • Mi madre esta fuera, por si quiere hablar con ella –le informó Claren.
  • A si, ahora voy –corrió Loren.
El coche paró enfrente de una inmensa casa de dos plantas, tenía gran propiedad de césped fuera con una inmensa piscina a un lado. Había una larga cola de coches, que iban dejando a sus hijos para la fiesta. Se escuchaban pitidos de un lado a otro, y una música roquera de fondo.

  • Bien chicas cuando terminéis llamarnos he vendremos a por vosotras, como muy tarde a las tres estaremos aquí en vuestra búsqueda –les dijo Missae, una Asiática, alta, delgada, pelo corto y negro al igual que sus ojos.
  • Recordad, nada de alcohol, nada de drogas, y nada de chicos –dijo Novisuke, la pareja de la madre de Claren; un hombre bajito, rellenito, con poco pelo en su cabeza de un negro noche, ojos negros.
  • Divertiros, e ir con cuidado –dijo la conductora, cuando las chicas hubieron bajado del coche, intentando avanzar en ese profundo atasco, entre grandes gritos e cláxones.
  • Bien amiga mía, ya estamos aquí, ¿preparada para pasar una noche inolvidable? –le dio una palmada en la espalda.
  • Claro que sí a disfrutar a tope en nuestra última noche de libertad –alegó alegremente Ruth, dando otra palmada en el hombro de Claren.
  • Ruth, Claren, ¡qué bien que ya habéis venido! –se abalanzó sobre de ellas Dan; un chico, bajo, rellenito, pelo rubio, ojos marrones. Los tres eran amigos desde la infancia.
  • Una buena se está formando en tu casa ¿eh? –le hecho Claren viendo como todo tipo de jóvenes, iban llegando e entrando en el interior.
  • Sí, menos mal, que mis padres han marchado, que si no, vaya una me esperaría, o es más, esta fiesta, no hubiese sido posible –dijo entre risas Dan –vayamos dentro, que nos estamos perdiendo toda la fiesta –paso a paso los tres se adentraron en la casa.
La gran mansión se iba quedando pequeña, entre todos los jóvenes que iban entrando, comida basura, todo tipo de bebida, alcohólica y no alcohólica, tabaco, música superior de lo permitido. Algunos bailaban, otros comían, otros bebían… Dan, se disculpo a sus amigas separándose de ellas, atendiendo a un chico...

  • ¡Ei mira Ruth! con quien está hablando Dan –dijo Claren con su vaso de plástico con coca-cola dentro en su mano. Ruth volteó su cuerpo, observando cómo su mejor amigo, charlaba alegremente con un chico no muy alto, delgado, pelo rubio casi blanquecino, corto, peinado hacia arriba, su piel era blanca como la leche, y sus ojos azules como el mar. Ruth quedo anodada, ante la atracción física del joven. Volvió en sí, al observar, que ambos las miraban, y se acercaban a ellas.
  • Chicas os presentó a mi primo Codi, Codi, te presento a mis mejores amigas, Ruth y Claren –presentó Dan alegremente
  • Un placer chicas, mi primo me ha hablado mucho de vosotras -se expresó Codi, dándoles dos besos a las damas. Tanto sus ojos, como los de Ruth se buscaron, con una inocente sonrisa.
  • Acompáñame, voy a presentarte a más gente, luego nos vemos chicas disfrutar -las animó Dan, alejándose con su primo. Claren, dirigió su mirada a la de su amiga, viendo como no le quitaba el ojo de encima a Codi. Nombro su nombre, pero está estaba en una especie de trance.
  • Ruth ¡Ruth! –gritó.
  • ¿Eh? ¿me decías algo? –le transmitió Ruth.
  • Te has quedado pasmada, mirando a Codi.
  • Es que esta como un tren no me lo negarás –dijo Ruth –y tiene una expresión tan dulce –dijo tras un largo suspiro.
  • Hablando de expresiones dulces… -comentó Claren, echando un trago de su vaso, atragantándose, escondiéndose, tras Ruth.
  • ¿Qué? ¿Qué pasa? –se sorprendió Ruth mirando a Claren.
  • John… John está allí –mostró a un chico de piel negra, pelo corto rizado, delgado, con unos dientes mas blancos que Ruth nunca antes había visto excepto a los de los de la piel tan oscura –¡ai, está mirando! –escondió su cara aun más en la espalda de Ruth.
  • Ves con él, escondiéndote no lograrás conquistarlo –le recordó Ruth.
  • No, nunca se va a fijar en una niña de quince años, ningún chico de dieciocho lo hace –dijo escondiendo aun mas su cara en la espalda de su amiga.
  • Eso tu no lo sabes, y aquí escondida aun menos, venga acércate, dile algo, todo es empezar –le obligaba a ir Ruth.
  • No, no, no, además estoy contigo, ¿qué clase de amiga soy si te dejo por un chico? –continuaba justificándose, negándose a ir.
  • Una que le harás muy feliz, venga ve –le insistía Ruth. Pero esta se negaba. Estaban tan distraídas en su discusión, que no fueron conscientes que John se estaba acercando.
  • Perdonad –interrumpió el joven.
  • A si John di –dijo Ruth, viendo la cara vergonzosa de Claren.
  • Claren, ¿te apetece dar un paseo, mientras charlamos un rato?
  • ¿Qué? ¿conmigo? ¿estás seguro? –preguntó Claren, mirando para todos lados.
  • ¡Claro que quiere! –le empujó Ruth, haciendo que topara con el hombro del chico.
  • ¿Sí? –le pregunto John a Claren.
  • Me… me encantaría -acabó afirmando Claren, mirando al suelo, con timidez.
  • ¡Cuídamela John! –exclamó Ruth.
  • Lo haré, no te preocupes –le dijo alegremente John abrazando a Claren alejándose con ella.
Allí se quedó Ruth, sentada en un largo sofá, ocupándolo por completo, en solitario, escuchando la música a todo volumen que proseguía en toda la casa, con su vaso de calimocho en la mano, y tarareando alguna canción, distraída en su propio mundo.
  • ¿Puedo sentarme? –preguntó una voz.
  • ¡Codi! sí, sí, claro siéntate –dijo sorprendida, manteniendo los buenos modales, sentándose como es debido en ese mobiliario.
  • ¿Qué haces tan sola? ¿Dónde está Claren? –preguntó con un vaso de coca-cola en la mano.
  • Ligoteando –contestó Ruth, mirando hacia otro lado.
  • ¿Y tú? ¿no ligas? ¿o es que ya tienes pareja? –preguntó.
  • ¿Yo? ¿pareja? ¡Qué va! ¡El amor no está hecho para mí!
  • ¿No? Pos yo encuentro que eres muy guapa.
  • Ningún chico me había dicho algo así antes –dijo con sonrojo, sin quitar el ojo de sus propias rodillas -… ¿y tú? ¿Dónde has dejado a Dan? ¿también ligando?
  • Es posible –dijo sin poder evitar echarse a reír –tiene que estar pendiente a mucha gente, gente que yo no conozco de nada, he venido de Tchecoslovaquía con mis padres, y estoy bastante perdido… ¿te gustaría que saliéramos al jardín, damos un paseo?
  • Sí, me encantaría aquí me estoy agobiando, con todo este jaleo, y yo aquí sola.
Era una noche tranquila, las estrellas se contemplaban en ese oscuro pero radiante cielo, el viento era cálido, agradable. Ambos adolescentes, charlaban, avanzando en ese césped… La mano de codi, buscaba disimuladamente la pareja de Ruth, no fue rechazada al ser encontrada. Ambos se miraban pícaramente, con un brillo en sus ojos. Acabaron en el porche mirando, ese paisaje nocturno, e escuchando los sonidos naturales intentando que no afectara el ruido roquero, que predominaba.

  • Me gustas mucho –dijo de repente Codi, sin dejar de observar el paisaje. Volvió la mirada a esa chica.
  • Tu también me gustas mucho –le contestó esta –me han gustado muchos chicos, pero no se… contigo es diferente, es especial….
Codi le cogió la mano, y avanzó lentamente hacía ella. Ruth, le miraba fijamente a los ojos, notando como sus pies inconscientemente echaban marcha atrás. Su cuerpo topó con la pared, delante de este, se encontraba ese txecoslovaco que tanto le gustaba.

  • ¿Te han besado alguna vez? –le susurro, apoyando su frente en la frente de Ruth.
  • No –solo alcanzó a decir. Se notaba nerviosa, todo su cuerpo temblaba, su corazón latía fuertemente. Cerró los ojos, notando como muy suavemente, los labios de su acompañante rozaban los suyos, dando paso, a un suave, cálido y tierno beso. Sus bocas se separaron a los pocos segundos, se miraron a los ojos sin decir nada, se cogían la mano… Una alarma de reloj, un pitido fuera…
  • Ruth, te estaba buscando, tenemos que irnos, mis padres ya han venido a por nosotras –interrumpió de la nada Claren.
  • ¿Eh? –se sorprendió Ruth, dejándose ir de la mano de inmediato, desviando la mirada hacia ella –si, vamos, no les hagamos esperar, ya ves Codi, tengo que irme… -se despidió nerviosa.
  • Espera… puedo ¿volver a verte? ¿puedo darte mi número de teléfono?-intentó ir tras ella, viendo como caminaba de espaldas sin dejar de mirarle.
  • Adiós –fue la única respuesta de esta, dándose media vuelta y echando a correr junto a Claren.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

4.- Robi: Historia de un joven con discapacidad Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Cap...