martes, 14 de julio de 2020

Más allá de las cartas: Capítulo 6




Vanesa llegaba a casa tras de cuatro horas de trabajo. Era finales de Noviembre, pese el cambio climático ese año estaba haciendo frio, se notaban las bajas temperaturas, aunque no hasta el punto que la nieve hiciera su llegada. Aquel día aparte de ir equipada con sus instrumentos de trabajo, también llegaba a su casa, con su abrigo y sus guantes sin dedos, que le iba de perlas, para manejar la silla.
Al entrar en casa, noto una considerable subida de temperatura a causa que su madre mantenía la estufa de clero seno encendida.
  • Te ha llegado una carta para ti –le informó está entregándole el sobre.
  • ¿Para mí? ¿de quién es? –preguntó inrigada al mismo tiempo que pensaba << ¿será de él?>>
  • Aquí pone de un tal Aaron Philiphs… -comenzó a leer su madre.
  • Siiiiiii –no pudo más que exclamar Vanesa arrebatándole la carta a su madre. Arrancó el sobre con impaciencia. Sin tardar en leer. No tardo en detenerse, mirando por encima de las gafas a su madre, que se encontraba sentada en el brazo del sillón – ¿no, tienes cosas que hacer?
  • Vale, ya te dejo sola, me pondré música en la habitación –se levantó, dejando a su hija en soledad. Cuando se hubo asegurado de que su madre no estaba pendiente a ella. Suspiro profundamente, y notando su corazón acelerado, dio paso a la lectura.
    

                                                                                                                                                                      
5 de Noviembre del 2009
Hola Vanesa,
Si te soy sincero me ha sorprendido enormemente, recibir tu carta, bien es cierto que es la primera que recibo, menos de España. No suelo salir mucho de casa, menos de Chicago. Mi madre opina, que eres una admiradora secreta. Por mi parte pienso, que tengo un doble que casualmente la carta ha llegado a la casa equivocada.

Lamento si te he decepcionado pero no me gusta mentir, menos hacerme pasar por alguien que no soy.

Un saludito desde chicago.

P.D: Si casualmente mi madre no se equivoca me gustaría si tu quisieras seguir en contacto contigo para una amistad, se que estamos lejos, pero eso no es un impedimento ¿verdad?
                                                                                                                                         
Vanesa releyó el papel cuatro veces más, por más que leía no dejaba de pensar <<ni un solo taco>> <<ni una palabra que insinué sexo>> pero para acabarse de asegurar no tardó en encender su ordenador buscando correos de su cibercontacto. Sus pupilas iban de la pantalla al papel, del papel a la pantalla como auto reflejo. Se podía contemplar la diferencia de las cartas de papel, a la red. El de la red era grosero, con un vocabulario de lo más basto y vulgar. Tampoco había mucho escrito en esas líneas de papel, pero indicaban todo lo contrario a lo anterior…
  • ¡Mama! –no tardó en llamarla a gritos , para informarle de todo lo ocurrido en parte, saltándose la parte del cibersexo. Después no tardó en ponerse a escribir la siguiente carta:


                                                                                                                                                                      
25 de Noviembre del 2009
¡Hola Aaron!
Me he fijado detenidamente en los correos de mi cibercontacto y en tu carta, parecéis dos personas totalmente distintas, pero al mismo tiempo idénticas ¿estás seguro que no tienes un hermano gemelo? Jeje, no en serio, es increíble que haya dos personas, con nombres, apellidos, dirección, pueblo y código postal idénticos ¿a ti no te lo parece?
Siento no ser una admiradora secreta, tampoco me gusta fingir alguien que no soy. Pero no sé, me ha causado muy buena expectativas tus líneas, me gustaría si tu quisieras, seguir en contacto ¿tienes imeil? Si no tuvieras y quisieras, seguir en contacto por aquí también seria buen medio. Yo tampoco recibo cartas de este tipo siempre hace ilusión recibir algo asi ¿no?
Espero que sigamos en contacto.
Te mando un saludo.
                                                                                                                                  
Cinco de diciembre no tardo en ser presente en Chicago. Las nevadas habían aumentado, las temperaturas habían hecho notar su bajada una vez más. Faltaban apenas diez días, para que las escuelas, institutos e universidades cerraran sus puertas, hasta el dos de enero, justo pasado el año nuevo. Aaron, volvía a pie, hundiendo sus botas en la gran capa de nieve, que cubría todo el pueblo. Parte de sus libros, se escondían en su mochila, que colgaba de su espalda. Otros pocos los depositaba bajo su brazo. Las calles estaban cortadas para el tráfico, la gran capa de manto blanco hacía imposible su circulación. Las quitanieves trabajaban sin descanso. Los niños jugaban con esa agua helada, tirándose bolas, unos a los otros. Algunos se tiraban con sus trineos, mientras que los demás construían muñecos de nieve. Aaron no andaba en ningún grupo, su única prioridad era llegar a su casa, refugiándose en ella. En pocos días ayudaría a su madre a preparar las cosas para esas fiestas tan señaladas como era la navidad. A pesar que solo eran ellos dos, a su madre le hacía ilusión, ese año aun mas, sabiendo que sus sueños se habían realizado, la enfermedad que les esclavizaba había desaparecido, dando paso a la libertad <<Solo por eso ya valía la pena celebrar la navidad>> Exponía Aroa, y su hijo no iba a ser él quien le quitara esa ilusión e alegría, que hacían tiempo que no tenían. Entro en la casa, tras sacar la nieve que había cubierto el pomo de la puerta. No entro. Algo le vino en mente, fijando la vista en el buzón que estaba situado en el exterior, al lado de la casa, unos cuantos centímetros de esta. Camino directo hacia allá, sacando la nieve que lo cubría, haciendo esfuerzos para abrir la puerta. Una sonrisa se le dibujo en sus labios, al descubrir un sobre de Vanesa Williams Harper como propietaria. No entendía porque pero desde que recibió la primera carta, tenía la esperanza de encontrar más de ese estilo, de esa chica. No la conocía pero sin saber el motivo, había nacido, ternura hacía ella, algo le decía que era una chica especial, tenía la necesidad de saber más de ella. Abrió el sobre con rapidez, comenzó a leer, entrando en la casa, sin levantar la vista, ni siquiera contestó el saludo de su madre. Esta pudo comprobar como subía las escaleras que conducían a la planta de arriba, sin dejar de leer ese papel. Ella dibujo una sonrisa en su cara imaginándose, quien era su remitente, camino hasta el pie de la escalera, apoyándose a la barandilla, sin poder dejar de observar a su hijo, con felicidad, por la motivación que había dado a esas cartas de tal desconocida.

Veinte de diciembre en su pueblo no nevaba, ni siquiera las temperaturas correspondían para la época, veinte grados marcaba el termómetro, acompañado de un sol, para nada tristón. Ese climatología de días antes, ese frío se había evaporado, ahora que hacía falta que llegase. Las calles estaban adornadas, algunas con adornos que destacaban, en cambio otros eran de lo mas sosos. Las tiendas también habían sacado todo lo de navidad, incluso su música era navideña. Para Vanesa era una época no triste, pero tampoco radiante de felicidad. Más bien era una época más… Más aun desde que su abuela murió el veintiséis de diciembre del año anterior, estaba todo muy reciente, para llevar esas fechas con alegría, más bien ella dudaba que esa felicidad de navidades atrás volviera algún día. Ella extrañaba a su abuela no entendía porque le vino ese cáncer, no entendía, porque se la llevó. Tenía ochenta y un años, sí era mayor, pero Vanesa conocía a personas mucho mayor que estaban mejor que un veinteañero, así que no podía entender porque el destino se la llevó tan temprano, la extrañaba tanto…. En esas fechas, el recuerdo se hacía más fuerte. Pero a pesar de todo Vanesa aun notaba algo de claridad en toda aquella oscuridad que le rodeaba, eran esas cartas, que no eran de esa persona que esperaba pero al mismo tiempo eran mucho mejor. Llegaba de trabajar no tardaba en observar el buzón, en el que al no encontraba nada se desilusionaba pero a la misma vez pensaba <<bueno mañana seguro que si>> hasta que descubría el sobre esperado. Ese veinte de diciembre no fue distinto, echando el ojo a esa carta tan ansiosa. La agarro con rapidez, entrando en su casa, sin tardar en encerrarse en su habitación leyendo con impaciencia:
                                                                                                                                                                      
5 de diciembre del 2009
¡Hola Vanesa!
La verdad es graciosa tu frase ¿yo un hermano gemelo? Jejejej con lo solitario que soy lo dudo muchísimo para empezar soy hijo único, pero quien sabe quizás si tenga en algún lugar del mundo ese gemelo que tanto busqué. Pero en algo sí que tienes razón y es que es mucha casualidad todo esto, ¿pero sabes qué? Yo me alegro que el destino, o quien sea este por el medio nos haya encarrilado por el mismo camino. Me pareces una chica muy amistosa, aunque no seas una admiradora, me es igual, me entusiasma la idea de haber realizado una amistad como la tuya, me encantaría seguir en contacto contigo, pero lamento comunicarte que no tengo imeil. Sé que pensaras que soy un soso anticuado, pero veras, en mi familia no sobra el dinero, no podemos malgastarlo en cosas innecesarias, pero me encantaría seguir por aquí, me gustaría seguir con esa ilusión de abrir el buzón, encontrar tu carta ¿Qué me dices? ¿Tienes algún inconveniente? Deseo que no, pero si es así lo entenderé.
¿Qué tal se te presentan las fiestas por allí? aquí la verdad sin mucho movimiento, solo estamos mi madre y yo, y bueno ya te imaginaras… Por otro lado hace mucho frio, todo está cubierto de nieve ¿por allí que temperatura está haciendo? ¿También está nevando?
Bueno guapa, me despido por el momento espero que sigas tan bien como hasta ahora, que pronto vuelva a saber de ti.
Con tu permiso, te mando un dulce besito en tu mejilla, al igual que un fuerte abrazo.
P.D: Te mando una postal para felicitarte estas fechas tan señaladas, deseo que te guste.
                                                                                                                                                               

Vanesa sacó del sobre una postal hecha a mano. La cartulina era azul marino. Un árbol de navidad decorado, con regalos a lo bajo, se representaba dibujado de portada. Debajo las letras felices fiestas de color rojo, y nieve por encima. Si abría esa especie de librito, se encontraba con feliz navidad y prospero 2010 a lo grande, de formas divertidas. Vanesa no entendía porque pero cuando fue consciente, sus lagrimas resbalaban por sus mejillas, era el mejor regalo que podía recibir, para ella sin duda sería el más especial, ¿por qué? Ella veía clara la respuesta, nadie antes se había dedicado tanto tiempo para mandarle una postal de navidad, todas eran compradas y un escritas de lo más normal. Para ella ese era un hecho de lo más especial. Tras limpiarse las lagrimas, no tardo en situarse en el ordenador, empezando a teclear.

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