miércoles, 15 de julio de 2020

Más allá de las cartas: Capítulo 11




Los días pasaban… El sentimiento de Aaron era cada vez más fuerte. Se hallaban en finales de Mayo, el joven se encontraba en un estado que ni él mismo reconocía. Desde que empezó a chatear con Vanesa, cada vez echaba mas en falta, hablar con ella, recibir noticias suyas… hablaban diario, compaginando un horario decente por ambas partes. Chateaban horas y horas, y no se les acababa los temas para hablar, más bien les surgían de nuevos.
Aroa no podía evitar mirar con satisfacción a su hijo, tanto que había sufrido en la vida, ahora que la vida le había dado una segunda oportunidad, la felicidad igual. No sabía si aquella carta, había llegado queriendo o sin querer, pero sí que estaba convencida, que desde ese entonces su hijo no era el mismo… era muchísimo más feliz, mejor persona, parecía como si esa chica le había devuelto, la esperanza perdida. Su hijo no se lo había confesado, pero ella lo sabía, lo notaba que el corazón de Aaron se había fijado en el de la chica, Vanesa. No hacía falta ser muy inteligente, para adivinar que Cupido se había fijado en Aaron, llevaba días que apenas se encontraba en casa, si no era la universidad, era el ciber, cuando por fin entraba en la casa, se encerraba en su habitación, hacer llamadas telefónicas, y trabajos auto secretos, que cuando ella preguntaba, él solo le respondía, al mismo tiempo que lo tapaba con sus brazos, echando su cuerpo hacia adelante <<cosas mías, nada sin importancia>> no sabía el que, pero estaba segura, que su hijo planeaba algo.
  • Mama ¿podemos hablar? –interrumpió en la cocina Aaron, cerca de las diez de la noche cuando su madre, estaba finalizando en acabar de fregar los cubiertos.
  • Claro cariño dime –se seco las manos con un paño algo preocupada, sentándose al lado de Aaron.
  • Es que no sé cómo empezar… es que ni yo mismo se lo que me pasa… es todo tan extraño.
  • ¿Qué ocurre? ¿te encuentras mal? ¿tienes algún problema en clase? ¿fuera de esta?
  • No, no, no es eso –negó, al mismo tiempo con un movimiento de cabeza.
  • Sabes Vanesa ¿la chica que nos enviábamos cartas?
  • Sí, la misma chica responsable ¿qué te pasas todo el día fuera de casa, entre clase y ciber y tengas tan abandonada a tu madre? –dijo la última frase entre risas.
  • Sí, la misma, pues veras… desde hace un tiempo, siento algo extraño en mi pecho…
  • ¿En el pecho? –se extraño Aroa. Vio como su hijo, le indico que se acercara.
  • En el corazón… -le dijo en un murmuro –no sé explicarlo, pero no puedo dejar de pensar en ella mama, siento una sensación nueva, extraña en el pecho, nervioso, con ganas de hablar, de saber de ella, de poder caminar a su lado, ayudarla ¿Qué me está pasando mama? ¿es grave? –Aroa no pudo evitar echarse a reír.
  • Grave ¿dices? Para nada… más bien es algo bien bonito. ¿sientes como si te apretaran el pecho cuando no sabes de ella?
  • Sí, si así es, ¿por qué me pasa?
  • No sufras es algo normal cuando Cupido lanza la flecha del amor, te gusta esa chica, esas reacciones son normales. Todos pasamos por eso.
  • El día ocho de junio es su cumpleaños, le estoy preparando algo especial… –notaba como se sonrojaba.
  • ¿Puedo saber el que? ¿O es auto secreto, como tus trabajos? –preguntó pícaramente.
  • Un ramo de rosas –le murmuro –de veintitrés para ser exactos, la edad que cumple, con dedicatoria añadida, también un dibujo de ella misma, de una foto que me mando.
  • ¡Oh cariño, es un detalle precioso seguro que le encantará! –se emociono Aroa – ¿ella sabe lo que sientes?
  • Tengo miedo de decírselo, es tan complicado nuestra situación, tanta distancia…
  • Si no le preguntas, nunca lo sabrás. La distancia no es un problema imposible, hay muchas parejas que están lejos, siguen con su relación ¿Cómo definirías lo que sientes por ella?
  • Especial, muy especial, es tan guapa, dulce, sensible, no tiene ningún defecto, ninguno –sin ser consciente, empezó a imaginar. Sus ojos brillaban como nunca, su corazón latía con fuerza. La ilusión e esperanza, volvían a ser sus más fieles aliadas.
  • Por eso mismo, no se puede ignorar algo así, ella lo debe saber, elegir entre los dos como seguir, seguro que encontráis una solución, pero sobretodo no perdáis la esperanza, si de verdad lo vuestro tiene futuro, toda saldrá bien, vuestro camino, se irá acercando cada vez más, hasta que estéis en el mismo carril, dios os pondrá pruebas, que quizás con dificultad, pero, lograréis pasar con éxito –le explico tiernamente, cogiéndole la mano con fuerza.
  • Tienes razón mama, muchas gracias, no quiero presionarla, muchos chicos se han aprovechado de ella, yo no quiero ser uno mas… le demostraré con hechos que la quiero de verdad, tendré la paciencia necesaria, para que ella sea consciente por si misma ¿Qué te parece mama?
  • Es una idea fantástica hijo.
  • ¡Oh no! –se llevó las manos a la cabeza con exclamación.
  • ¿Qué te ocurre Aaron?
  • Vanesa… mañana no podré hablar con ella tiene comida familiar, llegará muy de noche… -informó con tristeza.
  • Vaya… que te parece, si nos tomamos el día para nosotros dos… quiero decir… para que hagamos alguna salida juntos, no sé, desde que tu corazón enfermó, siempre hemos tenido que ir con pies de plomo, tú te has perdido muchas cosas de la juventud. Ahora que tu órgano ha vuelto a vivir, tendrías que aprovechar, he hacer todo lo perdido.
  • Sí, yo solo que emoción…. –protestó Aaron.
  • No es necesario que vayas solo, yo te puedo acompañar si quieres… si te apetece, mañana por la tarde que no trabajo, podemos ir al cine a ver una de terror, y después pasear –le sugerió Aroa.
  • Oye, pues no es mal plan, me gustará ir contigo –le sonrió.
  • Este es solo el primer paso, ya verás cómo a partir de ahora, todo saldrá como esperas.
  • Gracias mama –le abrazó el joven – ¿sabes? Mañana mientras, tu trabajas, yo iré a por cartelera, elegiré una película que de mucho miedo, muchísimo, para verla juntos.
  • Perfecto hijo perfecto –sonrió Aroa, contenta de volver a ver sonreír a su hijo.
Las horas pasaban sin que se diesen cuenta, la mañana del domingo amaneció soleada, la temperatura marcaba cerca de los veinte grados <<un día perfecto para salir a pasear>> pensó Aaron. No tardo en prepararse, saliendo por la puerta, respirando profundamente. Caminó fijándose a su alrededor. La calle estaba repleta que iban de un lado a otro, algunos en vehículo otros a pie, circulaban para distintas direcciones. Las amas de casa a comprar e resolver todas las tareas pendientes, otras, paseaban con su bebe. Los jóvenes e pequeños, jugaban o paseaban con sus amigos, o pareja, los ancianos, caminaban también, unos sin ayuda de nada, otros con ayuda de bastón o silla. Aaron se fijó que era el único solo sin compañía, pero este se encontraba demasiado feliz para darle importancia. Con paso decidido camino hacia lo acordado, saludando a toda la gente que se le cruzaba. Había soñado con Vanesa, y una imagen, que lamentó haberse despertado con lo bello que era. Aaron volvía estar en un sueño despierto de felicidad, en el que nadie le podía despertar.
Cuando Aroa llegó de trabajar, sus ojos se abrieron como dos platos, al ver la casa, tan limpio y reluciente. Un olor a limpio, sobresalía por toda la casa. La comida se estaba cocinando, en el que se notaba un aroma embriagador. No era que Aroa no estuviera acostumbrada a eso, porque sí que lo estaba, su hijo, siempre le ayudaba en todo, pero es que aquella vez era distinto, todo se lo compaginaban, aparte de ayudar, para que el corazón de Aaron, no tuviera, un ataque, por sobre carga esa vez, lo había hecho todo él solo.
  • Hola mama bienvenida siéntate enseguida estará la comida –le ayudo a sacarse la chaqueta y acercándole la silla a la mesa ya preparada e decorada.
  • Pero Aaron ¿por qué lo has hecho todo solo? ¿Por qué no has esperado a que te ayudará?
  • Tu llevas levantada desde las seis de la mañana mama, ya has trabajado bastante, para ocuparte más, antes vale, porque mi corazón no aguantaba tanta presión, pero mi corazón ya no está enfermo, y es mi deber ayudarte más.
  • Eres un encanto –le besó suavemente en la mejilla – ¿dime as elegido película para ver esta tarde?
  • Sí el regreso de los zombis, para asustarnos bien, ahora que podemos jejeje –Aroa le sonrió.
La hora indicada marcó en el reloj, madre e hijo cogidos del brazo con una sonrisa en la cara, caminaron el trayecto indicado para llegar al cine. Fue Aaron que sacó las entradas con emoción, y entro con una sonrisa de satisfacción acompañado de su madre. La sala estaba repleta, pero lograron dos asientos libres, en las últimas filas. Las luces se apagaron, se cerraron las puertas, los anuncios dieron su testimonio, dando paso después a la película indicada…El cuerpo de Aaron no fue el único, que no dejó de sobresaltarse, Aroa, todos los presentes estaban igual. Las chicas de las parejas, se abrazaban a estos, en el mismo estados. Aroa se abrazaba a su hijo. Era la primera vez que el cuerpo de Aaron se sobresaltaba tanto, sin correr peligro y era algo que le encantaba.
Al salir Aaron se sentía, con una inmensa felicidad. En cambio Aroa, con bastantes arcadas pero no le importaba, lo que fuera por ver feliz a su hijo.

  • ¡Ah sido fantástico mama! Siento el corazón que me va a explotar –le demostró a su propia madre –es la primera vez, que puedo estar tranquilo ¿verdad que es fantástico?
  • Claro que sí, ya verás como todo va a salir bien a partir de ahora, ¡tú te lo mereces!
  • ¡Siii! –gritó Aaron, haciendo un gesto a su superiora, que no tardo en afirmárselo. Comenzó a correr, como nunca había podido. Era observado por toda la gente, pero eso a él, era lo que menos le importaba. A sus veinticuatro años, había recuperado la vida que toda esperanza había perdido y ahora más que nunca, confiaba en ella. Aroa le seguía a un paso más despacio. Llegó donde su hijo se detuvo, una explanada toda verde, era un montañita, en ella se detuvo, tras coger aire, grito con todas sus fuerzas <<¡¡QUIERO A VANESAAAAAAAAAAA!!>> se sentía el chico más feliz del mundo, ni nada ni nadie, podía cambiarle eso.

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