Esa primera noche, fue inquieta sobre todo para Ruth. No acostumbraba a dormir con nadie, y menos con su prima, un familiar, que si no las unía la sangre, no las unía nada. Rackel en cambio dormía de lo más plácidamente, boca arriba, con su pantaloncillo e camisa corta puestos enseñando su ombligo, su cuerpo estaba destapado, con la fina sabana, tapándola mínimamente diagonalmente. Los únicos sonidos testigos, eran los resoplidos e ronquidos de Rackel, que hacían desesperar a Ruth. Se sitúo en todas las posturas, boca arriba, boca abajo, de lado derecho, de lado izquierdo, encruzada, incluso la cabeza en los pies, y viceversa, constan intentar coger el sueño, pero entre el calor, los resoplidos de su prima, y una mosca que hacía acto de presencia, volando alrededor de su oreja, le era del todo imposible, mas el tic –tac del reloj, que le hacía enterarse de cada hora. Ganas de escañarla le entraron, cuando a las ocho de la mañana la persiana de la habitación fue levantada, siendo alumbrada por los potentes rayos de sol ¡un día festivo y a las ocho de la mañana despierta! Intentaba librarse de Rackel pero a cada paso que hacía, a cada rincón que se adentraba, se la encontraba. Los días pasaban deprisa y Ruth, no se acostumbraba a la nueva inquilina, que le había arruinado sus vacaciones, era un buen motivo para odiarla, pero si no era suficiente, tenía que soportar, sus ráfagas de humo, que salía de los cigarros que se fumaba. Tenía que permanecer callada, si quería cumplir su parte del trato, cosa que dudaba, que ella efectuara el suyo. Intentaba quedar con Claren y Dan para librarse un tanto de ella, pero su madre la obligaba a llevarla con ella, según Loren para que se fuera adaptando he conociendo gente.
Unos días más tarde, ocho de Julio Ruth, no protestó cuando Rackel, le deseo buenos días abriendo la persiana. Se fue preparando canturreando.
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Que contenta estas primita… ¿a qué se debe?
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A ti no te importa –le contestó Ruth, mientras se peinaba mirándose al espejo, sin dejar de canturrear.
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¿Qué es por ese chico? ¿Codi? –le dijo disimuladamente Rackel, pintándose las uñas de un rojizo intenso.
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¿Cómo sabes tú eso? –se sorprendió Ruth – ¡y no me digas que te lo han dicho mis amigos porque no es verdad!
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No, no me lo ha dicho nadie ¿no sabes que las paredes tienen oídos? –preguntó disimuladamente –bueno el otro teléfono me ayudó también… -dijo tan tranquila.
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¡Seras…! –le exclamó con rabia.
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Tiene una voz muy dulce tu chico –la chinchaba Rackel, poniéndose en pie, alejándose de su prima, que ya estaba dispuesta a ir a por ella. Un mensaje de móvil sobresaltó a las dos. Ruth, cambio de idea, lanzándose a por el teléfono que lo tenía encima del escritorio <<ola buenos días amor, estoy deseando que llegue esta tarde, no puedo dejar de pensar en ti, te quiero mucho amor… 1000 besos>>
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¡Oh que bonito! Vaya pijotada –se expresaba Rackel repitiendo con tintín, cada frase escrita.
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No tengo tiempo de discutir contigo, además estoy de demasiado buen humor, para estropearlo contigo –le dijo Ruth, yendo de un lado para otro, arreglándose para su primera cita. Al bajar ambas estaban radiantes.
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Oh Ruth ¡que contenta te veo! –se alegró Loren.
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Sí, es que tiene una cita –dijo Rackel antes de sentarse. Ruth, la fulminó con la mirada.
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¿¿Si?? ¿¿Quién es el afortunado?? ¿¿de dónde es?? ¿¿Qué edad tiene?? –se entusiasmo Jack, olvidándose por completo de la tostada con mermelada que acababa de untar.
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Es el primo de Dan… -empezó a contestar Ruth.
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¿Donde le conociste? –interrumpió Loren.
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En la fiesta de Dan –continúo Ruth.
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¿Qué edad tiene? –preguntó Jack.
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Diecisiete años y es de Tchecoslovaquía, pero se ha venido a vivir aquí con sus padres –se adelantó Ruth.
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¿Qué intenciones tiene contigo? –presto musa atención Jack.
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Me quiere.
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Eso lo dicen todos los chicos, ve con cuidado hija, que ahí mucho pervertido suelto –le aconsejó su padre.
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Lo sé papa, tranquilo, Codi no es así.
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¿Codi? ¿es como se llama? –preguntó Loren, observando cómo su hija afirmaba con un gesto de cabeza –¿con esa ropa vas a salir? –la miró incrédula.
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No, no que va, me tengo que duchar y preparar, hasta la noche no saldremos.
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¿A la noche dices? ¿dónde iréis? –se preocupó Loren.
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A Cenar, al cine, y a dar una vuelta por aquí
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Ten mucho cuidado, y acuérdate del móvil, que para algo lo tienes aparte de para chorradas –le recordó su padre.
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Sí tranquilos no pasará nada.
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¿Y qué ropa, te vas a poner? –le preguntó Loren.
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No se… tengo que mirar a ver lo que tengo.
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Déjame, ayudarte a elegirla ¡tu primera cita! ¡oh qué emoción! –se entusiasmaba Loren.
Eran las nueve de la noche cuando el timbre sonó.
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¡Debe ser Codi! ¡abrir enseguida bajo! –gritó Ruth nerviosa, desde su habitación.
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Ya abro yo tía, tú ve acabar de ayudar a Ruth –se ofreció Rackel. Sus ojos se abrieron como dos naranjas, al ver al apuesto chico.
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Hola, ¿Qué esta Ruth? –preguntó tímidamente.
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¿Eh? ¿Cómo dices? No aquí no hay ninguna chica con ese nombre –mintió Rackel –pero si te puedo ayudar yo…
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Es mi novia, y venía a recogerla, pero es nuestra primera cita, está claro que me equivocado de casa… -dijo nervioso e inquieto.
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Yo no tengo novio… si te valgo yo… -le dijo acercándose más a él, comenzando un juego de seducción.
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No, no –hecho un paso para atrás el muchacho nervioso.
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¿Quién es Rackel? –se aproximó a ella su tío.
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Hola me llamo Codi –se presentó el joven, antes que le preguntaran nada.
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Ah, tu eres el amiguito de Ruth.
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¿Vive aquí entonces? ¿no me he equivocado? –preguntó Codi confundido.
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Aiiiiiii perdona, había entendido Truch, ya decía yo, que no lo había sentido jamás –río nerviosa Rackel.
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Pasa, pasa, Ruth se está acabando de preparar, ¿quieres sentarte? ¿tomar algo? –le preguntó Jack.
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No, no gracias estoy bien –contestó nervioso. Una puerta se abrió, unos pasos se escuchaban, que se apresuraban a la puerta. Pudo ver el cuerpo de su chica, con un vestido largo, de un azul celeste, atado alrededor del cuello, sin mangas, sus piernas eran tapadas con unas medias finas, y sus pies, con unos zapatos de un tanto tacón. Su pelo estaba recogido por un moño, en parte, la otra quedo suelto. Su maquillaje no era fuerte, sino un tanto sus labios, un rojo pasión, al igual que sus ojos haciendo conjunto con su vestido –¡qué guapa estas! –se quedo sin palabras Codi.
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Tu también estás muy guapo –le piropeo Ruth, con timidez al observarle, con una camisa ajustada de color negra, con un dibujo sin definir blanco, unos tejanos y unas botas veraniegas. El aire sobresalía un aroma a perfume procedente de su cuello.
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Ten… te he traído esta rosa… -le entregó en mano, situada en un plástico, tal como la entrega de Sant Jorge.
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Gracias… no tenías que haberte molestado –dijo sonrojándose, observando por lo bajó, la rabia que le daba a su prima, que Ruth Parcker tuviera una cita y ella no.
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No ha sido molestia al contrario, siento no haberte traído más no me llegaba el presupuesto –dijo avergonzado.
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Es el mejor regalo que me han hecho, muchas gracias –Loren entro en la sala, con curiosidad por el ligue de su hija, no tardo en presentarse, antes que los dos jóvenes marcharan.
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