Para Vanesa era como un sueño hecho realidad, tanto que lo deseaba, al final se le hizo realidad, había salido de casa, tenía novio… todas las perspectivas de su padre se había roto… por mucho que él no se lo creyera. Irse con Aaron, es el mejor paso que había dado, era respetuoso, caballerosos, galán, le ayudaba en todo, además hacía todo lo del hogar. Ahora les tocaba buscarse un piso, no tardaron en empezar a buscar, pero no lo tenían tan fácil como parecía, la mayoría que encontraban superaban el arriendo al mes, más del mínimo de Vanesa, el que no era de esa forma, estaba fuera de el pueblo, sin ascensor, con alguna barrera en la entrada, de esa forma Vanesa siempre dependería de Aaron para entrar o salir de la casa. Después de mucho buscar, encontraron un piso con esas condiciones, pero que le salía su sueldo base cada mes. Normalmente cobraba mas de su sueldo base, pero la venta había bajado bastante a la entrada de septiembre, no se podía arriesgar y tras mucho negociarlo, le bajaron a cuatrocientos más luz y agua… aun era mucho, pero ya no le quedaba otra que aceptarlo.
No tardaron en firmar el contrato de entrada, después de visitar el piso, no era grande, pero para ellos dos era perfecto, un comedor-cocina a grandes dimensiones (comparado con el de casa de sus padres) un cuarto de baño, con ducha, bidet, lavamanos con espejo en la pared de adelante, váter, armario de primeros auxilios. Una y única habitación con una cama de matrimonio. Vanesa y Aaron se miraron sin saber que decir.
Ese mismo día, hicieron la mudanza, después se sentaron a cenar y a disfrutar de su nuevo hogar, acostados en el nuevo sofá, largo y confortable, se abrazaron:
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Sabes que este es uno de los días más felices de mi vida –le murmuro Aaron.
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Yo también amor, siempre he soñado con esto, y no pensé que se me hiciera realidad, menos tan pronto.
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Eres preciosa, eres lo mejor que me ha pasado –le dijo mirando a los ojos.
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Yo también te amo –respondió la joven, empezando un sinfín de besos románticos.
Eran cerca las doce, cuando el sueño pudo con ambos, paso a pasito, cogidos de ambas manos, caminaron para la habitación, sus ojos se abrieron como dos naranjas, al venirle a la mente, que solo había una cama y de matrimonio.
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Dormiré en el sofá esta grande y cómodo –dijo decidido Aaron.
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¿Y por qué? Hace seis meses que somos pareja, creo que ya es hora que empecemos a dormir juntos –habló Vanesa –además dormir en el mismo colchón, no significa hacer el amor.
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¿Estas segura? –le cogió la mano.
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Plenamente –dijo convencida.
Ambos se pusieron sus pijamas y se acostaron, al principio no conciliaban el sueño, así que empezaron hablar, de temas irrelevantes, para calmar esos nervios, he tranquilizarse un poco, hasta que poco a poco sus ojos se cerraron.
7 de octubre del 2011
Querido diario…
Hoy ha hecho un día típico de la época, se ha pasado la noche lloviendo, pero casi como un aguacero, yo me he tenido que levantar un par de veces, para ir al baño, Vanesa dormía plácidamente ¡estaba tan guapa! Bueno a lo que te explicaba, de madrugada lluvia, cuando nos hemos levantado, un día precioso de sol sin muchas nubes.
Entre Vanesa y yo, hemos pensado que hacer con un lunes como aquel, hemos acabado decidiendo que ir de camping es lo mejor. He preparado algo que comer, los artículos necesarios para tal actividad, ya sabes; comida (metida en un tape) una manta para sentarnos, una pelota para distraernos… lo típico, nos hemos puesto en marcha con la silla manual, sin necesidad de buses ni nada, solo nuestro entusiasmo, y piernas bastaban.
13.00: hemos aparcado la silla en una gran explanada verde, las hojas de los arboles descendían hacía el suelo. Era aun temprano para comer, nos miremos no hicieron falta palabras, ambos pensemos igual: ¡de excursión por el bosque! No ha sido fácil remolcar la silla de Vanesa por aquellos terrenos, pero nada era imposible, aunque aquello parecía la montaña rusa gratuito, tendría que haberle puesto un cinturón a mi princesa, con la cantidad de baches, lo que me he a extrañado que no cayera al suelo, pero he agradecido al cielo por ello. Hemos observado setas y espárragos en nuestro camino, no hemos dudado en recogerlas ¡ya teníamos cena esa noche!
15.00: ¡a comer! Los bocadillos ya preparados que nos esperaban. Sentados sobre la manta, rodeados de verde. El aire era limpio y puro se sentía la naturaleza. Éramos testigos de cómo las hojas marrones de los arboles caían sin aviso, aterrizando sobre Vanesa o mí mismo.
16.00: Llevemos una pelota, y juguemos un rato a pasarla, entre otros juegos. Fue un rato entretenido e agradable.
18.00: Decidimos recoger, y volver a casa, a nuestro piso. Desde que vivo con Vanesa me siento mejor que nunca. Solo espero ayudarla bien, y la atienda como es debido. Ella dice que lo hago perfecto, pero no se queja de nada, creo que lo hace por no molestar, y así no puedo saber si es cierto o no.
Los días pasaban, y Vanesa tenía algo en mente, faltaba menos de un mes para que sus vacaciones empezaran. Quería hacer algo distinto, diferente, no quería pasarse sus quince días de libertad sin salir de pueblo, no quería pasarlos como día sí y día también, quería hacer algo distinto, algo especial….
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