lunes, 13 de julio de 2020

Desaparecida en la oscuridad: Capítulo 21




De cabecilla iban los monitores, Asly y Samanta, a continuación los profesores, prosiguieron aquellos cien niños, que charlaban, reían y divertían entre bromas y juegos, para terminar cerraban esa gran fila, Dan y Hillary, algo temblorosos en esa gran misión de controlar a tantos niños, por el miedo de despistarse, que desapareciera alguno. No sacaban los ojos de Gabriel y Eloy, todos eran revoltosos, pero estos les superaban. Desde que habían empezado andar, no habían dejado de murmurar entre ellos dos, a diferencia de sus compañeros y compañeras, que hablaban a pleno pulmón.
  • Ui Hillary, hay que tener cuidado con estos gos, están tramango algo, nada gueno, geguro –le comentó Dan en un murmuro, sin dejar de comer chucherías.
  • Tienes razón Dan, tenemos que estar con los ojos bien abiertos –le transmitió Hilary agrandando sus ojos, como si por unos prismáticos mírese.
  • ¿Que estáis tramando vosotros dos? –se decidió a preguntar Dan sin dejar de andar como los demás, mirándoles desconfiadamente.
  • Nada, nada –respondieron los dos pequeños, haciéndose los despistados.
  • Un momento de atención por favor –pidió Maickel, observando como el silencio se hizo al momento –ui muchísimas gracias no pensé que fuera tan fácil –dijo sorprendido.
  • ¡Que si no, no abra sorpresa! –gritaron todos a la vez.
  • Ahora lo entiendo –dijo Maickel pícaramente –bien, en un punto de que se hayan a vuestro alrededor, está el gran tesoro, ahora con ayuda de todos nosotros, tenéis que encontrarlo. A partir de… tres, dos, uno… -hecho una mirada rápida a todos e todas antes de gritar –¡ya!
Con esa exclamación, en tales grupos correspondidos, con ayuda de esas maquinas y sus superiores, los pequeños empezaron la búsqueda de ese tesoro indefinido.
  • ¿Se encuentra bien Samanta? –se fijó Maickel que no dejaba de moverse, apartando la vista por unos segundos de su grupo.
  • Bueno… tengo necesidad de ir al baño… no entiendo porque ya que he hecho antes de salir para acá –dijo algo avergonzada.
  • No se preocupe, el cuerpo humano es así, ahora mismo la acompaño a la masía, Paul, ¿te puedes hacer cargo de Asly y mis chicos? Yo voy acompañar a la señora Crochet, a la masía, que tiene que ir al baño.
  • Sí, si ir tranquilos, yo me encargo de vuestros chicos y de Asly.
  • ¡Yo quiero ir contigo! –contestó Asly, soltándose de Paul.
  • Asly, tenemos prisa, y tu vas lenta, tesoro por favor, se buena y quedate con Paul.
  • ¡No! ¡yo quiero ir contigo! –seguía insistiendo Asly.
  • No puede ser, no tardaré te lo prometo –la beso en la frente –Gracias Paul, te debo una –grito Maickel.
  • Te debemos una –acabo de confirmar Samanta.
Llegaron a la masía al mismo tiempo que se aparcaba el coche de Timmy Burton.
  • Hola señor Burton, discúlpeme por favor, tengo que ir al baño con urgencia –se apresuro anunciarle sin dejar de correr al baño
  • Bienvenido señor Burton que agradable sorpresa –expresó Maickel, al recién llegado, en cuanto Samanta ya había desaparecido hacia el interior de la casa, estrechándole la mano.
  • Hola Maickel, si estaba aburrido en casa, estirado en el sofá y pensé en venir hacerles una visita, pero veo, que está todo muy tranquilo, ¿qué he venido en un mal momento? ¿Dónde están todos los chicos? ¿Qué ha pasado algo? –se sobresaltaba el recién llegado
  • ¿Pasar algo? No, no que va, estamos todos en el bosque haciendo una actividad.
  • ¿En el bosque dice? –se sorprendió Timmy – ¿con la desgracia del año pasado aun se atreven a dejarles en el bosque?
  • No están solos esta vez, están con todos nosotros, y sus profesores.
  • Aun y así yo no me atrevería adentrarme en este… es mi opinión simplemente –una melodía de móvil sobresaltó a los dos.
  • ¿¿Qué?? ¿¿otra vez?? ¡¡no puede ser!! ¡Gracias por avisarme Paul, enseguida voy para allá!
  • ¿Ocurre algo? –se preocupó Timmy.
  • Mi hermana se ha vuelto a escapar, tengo que encontrarla antes que le pase algo –expreso corriendo pero sin moverse de lugar –pero tengo que acompañar a Samanta, con los demás, no quiero dejarla sola en el bosque.
  • No se preocupe por Samanta, yo me ocupo de acompañarla, usted vaya a encontrar a su hermana, que le necesita.
  • Muchísimas gracias agente Burton, le debo una –echo a correr bosque adentro Maickel.
  • Ya he vuelto, disculpen la tardanza –se disculpó Samanta, saliendo al exterior – ¿dónde está Maickel?... vaya… espero que la encuentren pronto.
  • Yo también lo deseo, ¿quiere que empecemos andar junto a los demás?
  • Si será lo mejor antes que los demás se preocupen –dijo Samanta convencida.
  • Un momento por favor –pidió una voz. Ambos se giraron, era Pati –señora Crochet, podría ayudarme hacer unas camas, es que el colchón pesa bastante, yo no puedo sola, será un momento, no tardaremos mucho.
  • Sí por supuesto que si Pati, ¿podría esperar un poco? –preguntó al agente.
  • Claro que si, sin problema, yo la espero aquí.
  • Gracias, me da bastante cosa volver sola –anunció, antes de regresar a la casa. Iba siguiendo a Pati, la condujo por la escalera que daba a los dormitorios del grupo masculino – ¿se encuentra bien? –la noto decaída, estirando una sabana con su ayuda.
  • Sí, sí, no quería preocuparla, es solo que estoy preocupada por Asly, hacía tiempo que no se escapaba tan a menudo, y es tan frágil e vulnerable que le podría ocurrir cualquier cosa –dijo con lamentación.
  • No se preocupe, seguro que enseguida estará junto a usted sana y salva –le dio un suave golpe en el hombro, para consolarla, tras acabar de doblar la sabana.
  • Eso espero –suspiro, agarrando la mano de Samanta que estaba en su hombro.
  • No os alejéis de nosotros, no os adentréis en el bosque –repitió una vez más Hillary, a voz de pulmón.
  • ¡Así se habla Hillary muy bien! –le felicito Dan, con su espalda acomodada en el tronco de un árbol, con su bocadillo de atún entre sus manos.
  • Me podrías ayudar en vez de estarte ahí, tan relajado en la comodidad –le encaró Hillary de brazos cruzados.
  • ¿Por qué? ¿ si tu sola te defiendes muy bien, no me necesitas para nada –se acomodó aun mas Dan.
  • ¡Tendrás morro! Tenemos a los niños de Maickel y Samanta, como les pase algo nos la cargamos, ¡Maickel jamás me lo perdonara! Además está el lago, son pequeños, se pueden caer he ahogar –se alarmó Hillary.
  • El lago está alejado, es imposible que lleguen por su propio pie, y si así fuera… ¿qué les podría pasar? Apenas cubre el agua.
  • Apenas cubre pero Ruth se ahogó allí, ¿recuerdas? Son niños, no miran por donde van, en menos que se dan cuenta están dentro, y no saben cómo salir, además somos un equipo de dos, así que todos o ninguno –le obligó a levantarse Hillary.
  • Ya va, ya va, ¡ai me haces daño! –notaba como le cogía el brazo fuertemente – ¡después dicen que las chicas no tenéis peligro! –protesto Dan volviendo a su labor. Lo que ellos desconocían lo que Eloy y Gabriel susurraban:
  • ¿Los has escuchado? Tenemos que encontrar ese lago, ahí seguro que esta el tesoro que buscamos –se entusiasmo Gabriel.
  • Pero ya lo has oído está lejos, y además se ahogó una chica… -le recordó algo asustado Eloy.
  • Bua, porque no sabría nadar, pero nosotros sí que sabemos, cubre poco… lo que les pasa, es que no nos quieren dar el tesoro, eso es algo que es nuestro, ¡tenemos que ir a por él!
  • Ya… pero no sé si es buena idea –no le acababa de convencer a Eloy, atemorizado mirando por todos lados.
  • Claro que es buena idea, ¿o qué pasa? ¿eres una gallina? Croc, croc, croc, croc –se burlaba Gabriel.
  • ¡No, yo no soy ninguna gallina! ¡Está bien vayamos a buscar el tesoro! –exclamo convencido Eloy. Poco a poco, sin que nadie fuera consciente, se fueron separando, mas y mas, hasta desaparecer del grupo.
  • Pati, ¿podrías venir ayudarme? –pidió alguien.
  • Sí enseguida voy –respondió desde la puerta la nombrada –gracias Samanta, si lo desea ya se puede marchar, sino ahora vuelvo no tardo –dijo saliendo de la habitación. Samanta miró aquel cuarto por unos segundos. No le hacía falta preguntar quién era su propietario, le delataban todas aquellas fotografías de él mismo, su hermana, sus padres… caminó lentamente hacía ellas, le atraía especialmente una. Acarició el contorno de la fotografía de esos adultos, tan abrazados, tan llenos, de calor e cariño, le recordaba tanto a sus padres… el destino les hecho una mala pasada, dejando solos a esos dos niños, todo por culpa de esa horrible tormenta. Le había reconocido sin problemas, esa cara de niño de cada retrato, no se diferenciaba tanto del presente, pese haber pasado más de diez años. En cambio su hermana, había hecho cambios grandes de aquella fotografía, estaba irreconocible, estaba claro que esa habitación era de Maickel y Asly. Sin ser consciente dio un codazo a algo. Eso cayó al suelo. Samanta, se agachó a recogerlo, era un álbum de fotos, había varias notas e mas fotos entre ellas –ya he regresado –se sintió la voz de Pati – ¿Samanta? ¿está ahí? ¡Santo dios! ¿Qué hace en el suelo? –se alarmó.
  • Estoy bien no se preocupe, era que se me ha caído este álbum, ahora mismo lo recojo –se apresuraba Samanta.
  • No se preocupe ya me encargo yo, usted vaya, vaya, que la esperan –ocupó su lugar Pati.
  • Ya he vuelto ya podemos marchar –dijo al agente, volviendo andar a su lado.
  • ¿¿Cómo?? ¿han desaparecido dos chicos?? ¿¿Cómo es posible?? –exclamaron el agente y Samanta a la vez.
  • No lo sabemos, estábamos pendientes a todos, todos estaban controlados, cuando nos hemos dado cuenta, ya habían desaparecido.
  • Pos tenemos que encontrarles cueste lo que cueste –dijo toda convencida Samanta. El móvil de Burton sonó. Se separó para atenderlo.
  • ¿¿Qué?? No puede ser ¿¿Matt Parcker se ha escapado??

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