lunes, 19 de diciembre de 2011

Cristy; Capítulo 9-1

Capítulo 9: La cena familiar

E
l tiempo deslizaba deprisa. Los días, semanas, meses pasaban sin que nadie se diera cuenta, he incluso un año pasó desde que llegaron a esa mansión. George ya tenía los diez años cumplidos. Algún pequeño estirón hizo, para demostrar su cambio de número. Cristy hacía poco tiempo que había realizado sus dieciocho años. Aunque toda ella, había madurado físicamente, y su cifra indicaba que era mayor de edad, su mente y su forma de ser no lo demostraba en absoluto. Se continuaba ajuntando con la pandilla de las tres B, fumando, bebiendo e inventándose mil maldades para realizar. Mucha era la preocupación de esa madre muchas noches en blanco pasaba, a la espera de la llegada de su pequeña. Penoso era el estado en el que esta volvía a casa, a la salida del sol. Mucho podía gritar Jessica intentando hacerle ver a Cristy, que ese no era el camino correcto, mucho intento sacarle la gran venda que envolvía los ojos de la joven, pero por mas que hiciera, nada positivo lograba, solo los gritos y humillaciones por parte de su hija, dejando a su madre en el suelo arrodillada entre grandes llantos y lamentos de verse tan débil, impotente, delante de su hija adolescente….
Llevaba días que George notaba como su madre estaba extraña, en el sentido que se la veía muy alegre y contenta pese la actitud de su hermana. Le gustaba observar a su madre con ese humor tan abierto, enfrontando tan bien la mala conducta que causaba Cristy, sobretodo a su propia madre. Al mismo tiempo, también había experimentado, como su superiora se arreglaba, se perfumaba muchísimo más que antes, entre un gran canto alegre. George la había observado delante del espejo de su cuarto, maquillándose, mientras canturreaba una melodía.
  • Perdona mama, no quería espiarte de verdad, no he podido evitar… -se disculpaba George con lamentación, cuando Jessica le pillo mirándola en uno de sus maquillajes.
  • Tranquilo cielo, no pasa absolutamente nada –le respondió Jessica con una amplia sonrisa – ¿estoy guapa? –le pregunto dando una vuelta completa delante de él para que viera mejor su largo vestido.
  • ¡Estas preciosa mama! –le dijo George con una grandísima sonrisa.
  • ¡Cuanto me alegro que pienses así! –dijo Jessica feliz –llama a tu hermana, esperar en el comedor, tengo que hablar con vosotros, es algo importante para todos.
  • Enseguida mama –obedeció George en busca de Cristy a su habitación.
Dos minutos mas tarde, Jessica entraba en el salón tan espectacular como su hijo la había visto anteriormente: un largo vestido, con escote, al mismo tiempo todo bien tapado sin enseñar nada intimo. Sus pies estaban protegidos por un unos zapatos con un delgado pero algo alto de tacón. Su pelo estaba bien peinado y espumado dándole mas volumen del que tenía en realidad. Sus ojos iluminaban una débil raya de rimel de color azul claro, y sus labios resaltaban por un color rojizo. Dos perlas de pendientes estaban situados en sus orejas. Eran pequeñitas eso hacía que le quedara muy bien en sus oídos y con lo que brillaban formaban que resaltaran aun mas. Una cadena de oro envolvía su cuello en el que salía un perfume con un aroma embriagador. Llevaba una fotografía entre sus manos. Pudo observar, a George sentado en el sofá y Cristy acostada en el sillón con mala cara. Jessica se sentó al extremo izquierdo del sofá al lado del sillón en el que estaba sentada Cristy y al lado de George, dejando la foto que llevaba sobre la mesa, boca abajo. Intento abrazar a sus dos hijos, pero su hija, se aparto bruscamente, Jessica, se la miro por unos segundos, pero aparto rápidamente la mirada, abrazando fuertemente a George.
  • Bueno ¿que? Vas a estar mucho rato con este sentimentalismo –pregunto Cristy con mala cara. Jessica y George, la fulminaron con la mirada.
  • ¿De que querías hablarnos? –preguntó amablemente George, mirando a su madre. Jessica le acarició su mejilla más cercana.
  • Sí, os quiero hablar de algo muy importante para mi, y al mismo tiempo también lo es para vosotros, es algo que nos incumbe a todos –empezó a decir Jessica.
  • ¿Que estas saliendo con alguien? –le dijo Cristy mirándola de reojo.
  • Sí, es eso ¿Cómo lo as sabido hija? –pregunto intrigada Jessica.
  • Solo hay que verte la forma que estas vestida y arreglada, asta un ciego se daría cuenta, con la peste que hechas –le reprocho Cristy.
  • Ni caso mama, hueles ¡muy bien! –le defendió George, echando una mirada desafiante a su hermana.
  • Pelotero –murmuro Cristy.
  • Venga niños que haya paz –les tranquilizo Jessica –como bien a dicho Cristy estoy saliendo con un hombre.
  • ¿Quien es mama? ¿lo conocemos? –pregunto George con entusiasmo.
  • No, no lo conocéis es un chico, que nos hemos encontrado a las salidas de nuestros trabajos, hemos hablado, y nos hemos hecho grandes amigos, ya me entendéis –le respondió Jessica
  • ¿Ya os habéis acostado juntos? –le pregunto Cristy muy seriamente, mirándola fijamente a los ojos.
  • No, claro que no, solo hemos salido unas cuantas de veces, pero parece que las cosas van en serio, pero no quiero seguir con ello, sin saber que vosotros estáis de acuerdo –les explico Jessica, mirando ahora uno, ahora el otro.
  • ¿A ti te gusta mama? –preguntó George.
  • Sí, me siento muy a gusto con el, creo que ya me estoy enamorando –dijo Jessica.
  • Pues adelante mama, ¡tú también te mereces ser feliz! –exclamó George con una amplia sonrisa.
  • Y tu Cristy ¿que opinas? –quiso saber Jessica mirándola.
  • Mejor que no quieras saber mi opinión –dijo la joven levantándose de su asiento –que sino la tendremos liada.
  • Claro que quiero saber tu opinión, he dicho que quería saber las de los dos –le dijo Jessica, agarrándola del brazo –tu también eres mi hija
  • Bien, pues te lo pienso decir…. Me parece fatal que salgas con otro hombre ¿qué pasa? ¿ya as olvidado a papa? –le reprocho Cristy poniéndose en pie – ¡no querías saber mi opinión, pues aquí la tienes!
  • Oh, cariño –exclamó Jessica levantándose también, para abrazar a su hija.
  • ¡No me toques! –dijo Cristy apartándose.
  • Escúchame, yo no he olvidado a vuestro padre, y no lo aré por nada del mundo, papa, es una parte de mi vida muy especial e importante, en el que siempre pertenecerá en mi corazón –empezó a explicar Jessica mirando ahora a Cristy, ahora a George con sus manos cogidas –pero papa, hace mas de un año que murió, es algo que por mucho que nos duela, tenemos que aceptar, y intentar rehacer nuestras vidas, él desde algún punto del gran paraíso –dijo mirando hacía el techo, dirección al cielo –en el que esta viviendo, estoy segura que nos esta cuidando y protegiendo, desearía que siguiéramos con nuestras vidas hacía delante, sin quedarnos encallados en su muerte.
  • ¡Eso no es verdad! ¡Papa desearía estar con nosotros, no muerto en un paraíso que no conoce a nadie! –protestó Cristy
  • Sí y estoy de acuerdo contigo, pero es lo que le toco vivir, su destino y en eso nadie, podemos hacer nada, mas que superarlo y aceptarlo –dijo Jessica dulcemente.
  • ¡Pues yo no lo acepto! ¡no quiero hacerlo! Le pedí muchas veces que no se fuera al mar, que se quedara en casa con nosotros, y el no me hizo caso, lo único que me dijo <<debo ir hija, es mi deber, es mi trabajo…>> su deber… su trabajo… morir ¿ese era su deber? –dijo Cristy con mucha rabia, mientras disimulaba las lágrima que se creaban en sus ojos.
  • Cielo, necesitas mas tiempo, eso es todo, algún día acabarás comprendiendo y superándolo todo –le dijo Jessica amablemente, acercándose a ella, para darle un fuerte abrazo.
  • ¡Déjame! –le reprocho Cristy separándose rápidamente de ella. Mientras esa discusión llegaba a su fin, George cogió de la mesita que había delante de él la foto que puso de espaldas su madre.
  • Mama, ¿es este el chico que te gusta? –intervino el pequeño.
  • Sí, es él –dijo Jessica, volviéndose a sentar al lado de George –se llama Ben, es médico, mi oficina esta al lado del hospital Huerta, donde trabaja él ¿qué os parece?
  • Bien, parece buen hombre –opinó George.
  • Sí, si que lo es, es muy buen hombre –les confirmó Jessica –míralo tu también cristy.
  • ¡No! No quiero verlo –exclamó Cristy disgustada –me largo, me voy a calmar esta euforia que tengo –dijo cogiendo su chaqueta.
  • ¡Espera Cristy! He invitado a Ben a cenar, para que lo conozcáis y que os conozca –les informó Jessica.
  • ¡Lo que faltaba! –dijo Cristy –pos no quiero conocerlo ya te lo he dicho.
  • Dale una oportunidad Cristy, es muy buen hombre, ya lo verás te caerá bien –le intentaba convencer Jessica.
  • Lo dudo mucho, pero vale, le daré una oportunidad –dijo rápidamente Cristy, viendo como su madre, iba a volver a protestar –pero solo para que no me des la lata –le recordó malhumorada –me largo.
  • ¿Donde vas Cristy? –la detuvo Jessica.
  • A ti no te importa o ¿es que eres amnésica ahora? –le reprocho Cristy.
  • No, desgraciadamente me acuerdo muy bien de esa frase, pero soy tu madre, aunque a veces no te lo merezcas me preocupo y mucho por ti –le dijo Jessica.
  • Pues ya esta, déjame en paz, adiós –le dijo Cristy dispuesta a marcharse.
  • No Cristy, por favor no te vayas hoy, que viene Ben, quédate aquí con nosotros –le pidió Jessica.
  • ¡Claro por Ben, a mi que me parta un rallo, solo te importa él! –le reprocho Cristy –pero me importa bien poco lo que me digas, me pienso largar.
  • Muy bien, ya veo que no te puedo retener, solo te pido, que estés aquí a las nueve que viene Ben –le dijo Jessica después de un largo suspiro –y por favor, ven en condiciones.
  • Pues claro que vendré en condiciones, ¿que insinúas? ¿qué soy una borracha? –dijo Cristy cada vez mas enfadada.
  • No, claro que no –corrigió Jessica rápidamente.
  • Pues ya esta, a las nueve aquí estaré para el capullo de tu novio –dijo Cristy con rin tintín, justamente después salio por la puerta. Jessica y George se miraron con desconfianza de las palabras de la joven.

Tic –tac, tic –tac. Los segundos, minutos pasaban…. Faltaba quince minutos para las nueve. Jessica, iba de un lado para otro nerviosa, preparando bien todo, para que quedara perfecto, a la llegada de Ben. Lo que mas le angustiaba, es que no había ni rastro de Cristy. Al mínimo ruido se acercaba a la ventana con la esperanza de que fuera su hija, pero esos cortos segundos de alegría se esdevenecía al comprobar que eran todos, menos la esperada. Varios mensajes había dejado en su móvil con el recado que la llamara, pero nada este no sonaba con ese remitente. Lo volvió a intentar, pero todo fue en balde, esa voz femenina <<…deje el mensaje después de sentir la señal…>> se volvía a sentir. Cada vez estaba mas nerviosa he inquietante.
  • ¡Es Ben, ya esta aquí! –exclamo nerviosa –esta niña sin aparecer… eso que le avisado –dijo yendo de un lado para otro preocupada -¿Dónde se habrá metido? –pregunto. Ding –dong el timbre le izo volver a la realidad –George ¡ya esta aquí!
La puerta se abrió. Jessica pudo ver a un hombre de su edad aproximadamente, de una estatura normal, fuerte, pelo castaño, piel morena, ojos marrones, unas débiles arrugas se le aparecían en la cara, al gesto de sonreír. Traía en sus manos un ramo de flores y una bolsa.
  • Hola buenas noches Ben, Bienvenido, entra, entra –le invito Jessica con gran alegría. Después cerró la puerta.
  • Gracias Jessica –contesto. A continuación de estar la puerta cerrada, los dos se dieron un suave beso en la mejilla –mira te he traído estas flores para agradecerte esta invitación.
  • ¡Oh, muchas gracias Ben! ¡Son preciosas! –dijo cogiendo el ramo, oliendo el agradable aroma que sobresalían de ellas.
  • Me alegro que te gusten –dijo el hombre, sacándose la chaqueta –¿donde…? –preguntó con su chaqueta en la mano
  • ¡Ai, perdona! –se disculpo Jessica cogiéndole la chaqueta –te la cuelgo aquí en el perchero ¿de acuerdo?
  • Perfecto –respondió Ben con una amplia sonrisa, viendo como Jessica le colgaba la chaqueta.
  • Pasa, pasa no te quedes aquí en la entrada –le propuso Jessica, y este acepto, siguiéndola asta el salón. George, que estaba sentado en el sofá, se levanto rápidamente nervioso sintiendo como su madre y su amigo se acercaban –mira George, ya esta aquí Ben, el amigo de que te he hablado –dijo –Ben te presento a mi hijo, George.
  • Mucho gusto –dijo George.
  • Igualmente pequeño, tu madre me hablado muy bien de ti y de tu hermana –dijo Ben, observando por toda la sala.
  • Cristy no esta, ha salido hace un rato, debe estar al llegar –dijo Jessica nada convencida de sus propias palabras –voy a llamarla –dijo, cogiendo su móvil alejándose, hacia otra sala, notando como el teléfono, ya daba tono –Cristy, donde te has metido ¿he? Te he dejado un montón de mensajes ¿por qué no me has llamado? Ben ya esta aquí, y tu todavía no –izo una pausa, sintiendo nada más que el respirar de alguien desde el otro lado del auricular –Cristy ¿estas hay? ¿estas bien? –escuchando como alguien se partía de risa a carcajada.
  • Shttttttt, es mi madre -reconoció la voz de Cristy, que sonaba.
  • Cuélgala tía… a que esperas –dijo otra voz, haciendo una breve pausa, en ese ataque de risa.
  • Shtttt callad un momentín –dijo Cristy, haciendo grandes esfuerzos, por contened la risa –si mama ¿qué quieres? –logro decir entre unas pausas.
  • ¿qué que quiero? –pregunto Jessica sin creérselo –habíamos quedado que a las nueve estarías aquí, ya pasa de esa hora, aun no has aparecido ¿se puede saber cuando lo vas hacer?
  • Sí… bueno… me entretenido, ni me he dado cuenta que ya han pasado las nueve –dijo Cristy, intentando controlarse delante de su madre –enseguida estoy allí.
  • Cristy ¿estas bien? Te noto muy extraña ¿estas con esas chicas? ¿has bebido? –pregunto directamente Jessica.
  • ¡A ti no te importa nada con quien estoy! ¿qué insinúas que si he bebido? ¿Qué soy una alcohólica? Pues haber, si te entra en esa cabeza de gusano que tienes que NO lo soy
  • Vale hija perdona, tienes razón pero por favor ven para acá ya –le suplicó Jessica, que lo menos que quería era reñir con su hija, en ese día tan importante para ella.

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