viernes, 9 de diciembre de 2011

Cristy; Capítulo 5

Capítulo 5: La reunión

¿
  • Qué has hecho qué? –preguntó Mery, sin creer lo que estaba sintiendo, mientras caminaba por el pasillo del instituto camino del laboratorio, con dos libros entre sus brazos.
  • Lo que as sentido Mery –dijo Cristy, caminando a su lado con la mochila en la espalda colgada de una sola asa –que me he hecho de su cuadrilla.
  • ¿Pero tu estas loca o que? –pregunto Mery alterada –si no te caen bien para nada, ¿por qué te tienes que ajuntar con ellas?
  • Ya te lo he dicho para ganar dinero, ese es el trato, me dan dinero y yo a cambio voy con ellas, si no hay dinero se acabo el trato –le volvió a explicar Cristy -¿lo entiendes?
  • No, no lo entiendo, esas chicas, ya te amargaron el primer día, y bien que te han dicho, que les caías fatal, me extraña mucho que solo quieran potenciar su fama –dijo Mery, pensando –quizás es una trampa, por favor, diles que te lo has pensado mejor, que no aceptas el trato –le pidió.
  • No, puedo hacer eso Mery, necesito el dinero, con la paga semanal que me da mi madre no tengo suficiente, se niega aumentármela, dice que con veinte dólares tengo bastante, como se nota, que ¡no tiene ni idea de los gastos de una adolescente! –se quejo Cristy.
  • Pero, ¿si te quieren hacer daño? O quizás te han aceptado, para acercarse a mi, y putearme, recuerda que me odian –seguía pensando Mery.
  • La llevan claras si me quieren hacer daño –dijo entre risas –tranquila a ti no te tocaran ni un pelo, como lo hagan, les parto la cara, ¡eso te lo aseguro!
  • No se, a mi no me parece buena idea esta, que te vayas con ellas, tengo un mal presentimiento –dijo Mery, parando en seco, sorprendida mirando a Cristy –¡ya esta! ¿y si te quieren convertir en una de ellas? Con sus pensamientos, sus gustos, su forma de ser….
  • Estate tranquila ¿quieres? Yo soy, como soy, tal como tú me conoces, nadie, repito nadie, podrá hacerme cambiar –dijo Cristy.
  • Hei, buenas Cristy y compañía –dijo Bibi de la pandilla de las tres B acompañada de Barbie y Bilma mirando a Mery de reojo con mala cara
  • ¿Algún problema? –preguntó Cristy con mirada desafiadora, notando la mirada que le habían echado a su amiga.
  • No, no que va, ningún problema, solo veníamos a decirte, que esta tarde, después de las clases tenemos una reunión contamos contigo ¿no?
  • Si vosotras traéis la pasta por supuesto que voy con vosotras –le respondió Cristy.
  • ¡Claro que la llevaremos! –dijo Bibi, ofendida, por no confiar en ellas.
  • Pues a salir de clase, nos vemos en la salida –dijo la morena.
  • Allí estaré –dijo Cristy
  • sabíamos que no nos fallarías –dijo Bibi guiñándole un ojo, marchándose junto a Barbie y Bilma.
  • ¿Vas a ir? –pregunto Mery, una vez que se quedaron solas.
  • Sí, claro –respondió Cristy mientras continuaba caminando junto a su amiga.
  • Pero… -intento decir Mery, que fue interrumpida por Cristy.
  • Para ya, por favor Mery, no me pasara nada, y a ti tampoco, estate tranquila.
  • Vale, vale –dijo Mery con la cabeza apoyada en los libros que tenía en sus manos, con la mirada baja, sin parar de andar –a tu madre le extrañara que no vayamos las dos a tu casa ¿Qué le dirás?
  • Eso es verdad… -dijo Cristy pensando –le diré, que pasare la tarde en tu casa ¿vale? Si llama preguntando por mi, te inventas alguna excusa del que no puedo hablar, que estoy en el baño, por ejemplo ¿qué te parece?
  • Bien supongo –dijo Mery, no muy convencida de ese plan, pero no le quedaba otra opción que creer en él.
  • Todo saldrá bien, seguro –le dijo Mery dedicándole una sonrisa. Mery se la devolvió, ambas echaron a correr hacia el laboratorio para no llegar tarde.
La campana de salida, a las cinco de la tarde, sonó. Mery no tardo, en acercarse a la mesa de su amiga.
  • Ves con cuidado Cristy
  • Tranquila Mery, no me pasara nada, por favor, tranquilízate –le dijo Cristy después de dar un fuerte suspiro –venga después te llamo y te cuento –dijo colgándose la cartera a la espalda de una asa.
  • Vale –respondió Mery, que vio, como su mejor amiga marchaba, que no se quedo nada tranquila, pese lo que le había dicho Cristy.
  • A hola chicas, si que habéis salido puntuales –dijo Cristy, extrañada de ver a las tres chicas ya fuera, esperándola.
  • Sí es que nos hemos escapado, un cuarto de hora antes –dijo la morena.
  • El idiota del profesor Short, ni se a dado cuenta –rió la rubia.
  • Con lo cegato que está, este no ve mas que de su cara –dijo entre risas la pelirroja.
  • Bueno ya tendremos tiempo, de criticar al profe de ciencias, ahora vayamos a nuestra nave, que tenemos que mostrársela a nuestra nueva inquilina de la pandilla –dijo Bibi
  • ¡Eiiiii yo no soy vuestra inquilina, solo vengo por la pasta! –dijo Cristy, que en un movimiento rápido y disgustada se aparto de ellas –y de aquí no me muevo hasta que me la deis.
  • No, tu tienes que venir con nosotras, y si haces lo que te pidamos te daremos el dinero, sino, no hay pasta –le dijo Bibi.
  • Como se, que cumpliréis ¿he? –pregunto con la mirada desconfiada.
  • Somos de palabra, aunque no lo parezca –dijo la morena –pero si aun y así no te fías, pues te proponemos un trato –dijo, mirando a Bilma y Barbie, que la miraban con una risa en su cara –te damos la mitad, veinticinco dólares por adelantado, lo demás, al final de la reunión.
  • No se, no se ¿seguro que me la daréis? –preguntó Cristy, que no confiaba del todo.
  • Sí, no te preocupes por eso, vayamos tirando ya, que si no empezaremos tarde la reunión –dijo la morena, entregando en mano los veinticinco dólares a Cristy, empujándola por la espalda, para que empezara andar.
  • ¡He, sin empujar! –exclamó Cristy, guardándose el dinero en el bolsillo del pantalón. Después siguió a las tres chicas, asta un callejón en el que habían solamente cuatro casas. Este estaba sucio y parecía desabitado. Algunos niños gitanos jugaban en la calle, sus ropas, estaban sucias, rotas y viejas, y ese callejón olía a sudado, barrejado de humedad. Al llegar, los niños he niñas que jugaban acapararon todas las miradas a las cuatro chicas diciendo entre ellos <<mirar hay una nueva>> -como podéis estar en este callejón con lo fifí que sois las tres.
  • Nos lo dejo un colega, por muy buen precio, era lo único que encontremos, así que no nos quedo otro remedio que aceptar –dijo la morena.
  • Pero no te creas que nos hace gracia vivir aquí rodeadas de tanto y sucio inmigrante –dijo Bilma mirando a esos niños con cara de asco –pero no nos quedo otra opción que venir a este barrio de pobres –explicó Bilma
  • ¿Y donde tenéis vuestra nave? –preguntó Cristy, intrigada, mirando a su alrededor, casas viejas y oxidadas, le recordó a como estaba la casa donde vivía en ese momento, en la primera visita que tuvieron.
  • ¿Ves la casa del fondo? –pregunto Barbie, viendo como Cristy, confirmaba con la cabeza –pues al lado hay un bloque de pisos, que en la primera planta, tenemos nuestra nave.
Siguieron caminando, asta que Cristy pudo ver ese bloque de pisos, no muy alta, de los que le habían hablado. Pudo comprobar que el físico de ese edificio, no se diferenciaba del resto de las casas, también era viejo y oxidado, se podía sentir un olor horripilante, a sudor, barrejado con humedad.
  • tápate la nariz Cristy, que aquí apesta –le aconsejo Bibi.
  • Ya lo hago ya –dijo Cristy, deseando también poderse tapar los oídos, ya que no se dejaban de sentir, gritos por todos lados, niños llorando, cubertería que se rompía. La joven miraba las paredes, estaban repletas de humedad, alguna que otra puerta de la casa estaba abierta de par en par, pudiéndose ver a la perfección lo que había dentro. Cristy pudo distinguir a más de una persona totalmente nuda. Llegaron al piso indicado. La puerta, al igual que las demás estaba oxidada y la pared que le rodeaba, repleta de humedad.
  • Ya hemos llegado –dijo Barbie, deteniéndose junto a las demás enfrente la puerta.
  • ¿Veneno? ¿Quién es? –pregunto Cristy, leyendo en la placa, llena de polvo que había en la puerta.
  • Es el propietario del piso –dijo la Bibi –nos lo vendió a muy buen precio, antes de que fuera a la cárcel por traficar drogas, a los pocos años le dejaron libre, entonces decidió irse del país para continuar con su negocio, de tanto en tanto viene hacernos una visita
La puerta se abrió. Cristy pensaba <<ahí madre mía lo que me encontrare ahora…>> pero sus pensamientos estaban equivocados, en cuanto la puerta del piso se cerro, ese olor a humedad desapareció transformádose, en un aroma de flores. La joven miro a su alrededor. Era el comedor, había una mesa en el centro, con cuatro sillas que le rodeaban, al lado de esta, había una televisión de grandes dimensiones, detrás, había un sofá, largo de color blanco. Estaba todo muy recogido y limpio, nunca hubiese dicho que estaba en un barrio de ese estilo. A la izquierda de la puerta de entrada, había la cocina, con la nevera, y una cocina con fogones para poder cocinar. Cristy pudo ver tres puertas mas, en el comedor.
  • Son dos habitaciones, y el baño –le explico Bilma.
  • No te pienses que esta casa, siempre ha estado así, que va –dijo Bibi –cuando lleguemos, estaba tan sucia, mojada y mal oliente, como el resto de barrio.
  • En serio, daba asco –dijo Bilma
  • Así que no tardemos en hacer una buena limpieza y contratar a Nani, la chacha encargada de hacer una limpieza a fondo para cuando tengamos nuestras reuniones –le explico Barbie.
  • Y hablando de reuniones, empecemos esta, que si no se nos ara tarde –dijo Bibi. Las cuatro chicas se sentaron alrededor de la mesa. Bibi, fue a coger un paquete de tabaco, invitando a las chicas a coger uno.
  • No, yo no quiero –dijo Cristy.
  • ¿Querrás el dinero no? –pregunto Bibi, con una mirada picara –los 25 dólares que te faltan
  • Pos claro que los quiero –respondió Cristy.
  • Pues, coge, el cigarro, y fuma como todas –dijo Bibi, viendo como Cristy se miraba el cigarro ya encendido, que le daban plenamente en mano. Pensó unos segundos que hacer, miro la mirada atenta de sus tres compañeras, que no le quitaban el ojo de encima, miro el cigarrillo encendido cerro fuertemente los ojos, y hecho una chupada. Un gran ataque de tos salio de su boca mientras que sus ojos, se le llenaban de lágrimas, con su cara bien colorada –es la primera vez que fumas ¿verdad? –pregunto mientras veía que su compañera, afirmaba con la cabeza –ya se nota, pero no te preocupes es al principio, ya te acostumbraras, y ahora empecemos la reunión.
  • ¿Qué tendremos que hacer la semana que viene? –pregunto Bilma.
  • Pues no lo tengo claro, mi intención era molestar a Mery… -dijo Bibi.
  • ¡Ni se te ocurra! ¡a Mery ni nombrarla! –exclamo Cristy levantándose de la silla alterada, con medio cigarro, aun en su mano.
  • …Pero como es la mejor amiga, de una de nuestra trub, la dejaremos en paz –respondió Bibi, viendo como Cristy, ya algo mas tranquila, se volvía a sentar, haciendo grandes esfuerzos por continuar su cigarro –esta semana descansaremos y la semana que viene, ya haremos alguna actividad macarra de las nuestras. La reunión continuo hablando entre las tres del grupo, Cristy oía atentamente, después de conseguir fumarse su cigarro.
Una hora mas tarde, regresaba a casa con los veinticinco dólares en su poder, las chicas le habían dicho que si continuaban con ellas, se haría rica, porque le aumentaría la paga cada vez que fuese, eso era una idea que le encantaba, tener mas dinero cada día en su poder aunque tuviera que pasar un mal rato como lo de ese día, de fumarse el cigarrillo. Llego a casa con mal estar en la barriga, lo único que deseaba era acostarse, pero aun le quedaba penar alguna excusa para su madre. Entro sin hacer ruido, yendo directa al baño, a lavarse la boca, para que nadie notase que había fumado. Se lavo las manos y dos veces se puso el líquido vocal y se olfateo ella misma unas cuantas veces para ver si se notaba que había fumado, sin hacer ruido se dirigió a su habitación dispuesta acostarse.
  • Hola Cristy ¿ya as llegado? ¿Qué tal en la escuela? –pregunto Jessica, apareciendo de repente.
  • Bien mama bien, me voy a mi habitación –dijo empezando a subir los escalones para ir a la planta de arriba,
  • Vamos a cenar de aquí a diez minutos –le informo Jessica.
  • No voy a cenar mama, me duele la barriga –dijo Cristy con ambas manos en su vientre.
  • ¿qué? ¿Qué te ocurre cariño? ¿estas enferma? ¿tienes fiebre? –pregunto preocupada Jessica, tocándole la frente.
  • ¡Estoy bien mama! Solo necesito acostarme –dijo Cristy de mal humor, subiendo hacía su habitación dejando a su madre, abajo, preocupada.
Su cama la recibió con los brazos abiertos al notar que el cuerpo de su propietaria, caía sobre ella, sin ningún miramiento. Sus ojos se cerraban frente querer olvidar el mal rato que acababa de pasar. Su móvil sonó haciendo que esta despertara de un sobresalto.
  • Di… Diga –dijo Cristy.
  • Cristy, como no me llamabas he decidido hacerlo yo ¿estas bien?
  • Ah, hola Mery, no pensé en llamarte, sí, sí, es que me has pillado, que me estaba quedando dormida –dijo Cristy sentándose en la cama.
  • ¿Como ha ido la reunión? ¿qué te han dicho? ¿Qué te han hecho hacer? –preguntaba Mery nerviosa.
  • Tranquila, la reunión ha ido bien, no a pasado nada –le dijo Cristy –¿decirme? No me han dicho nada interesante.
  • ¿Y hacerte? ¿Te han obligado hacer algo? –pregunto Mery.
  • No… -dijo Cristy pensándoselo unos segundos.
  • Ese no, no parece muy convincente ¿Qué a pasado Cristy? –preguntó Mery nerviosa.
  • Me han obligado… a fumarme un cigarro –acabo diciendo Cristy.
  • ¿¿¿¿qué???? ¿tú no lo abras hecho verdad? –preguntó con miedo a la respuesta
  • Lo he tenido que hacer, sino, ¡no me daban el dinero! –le aclaro Cristy
  • ¿Que mas da el dinero Cristy? ¡Joder has fumado! –dijo Mery que no podía creer lo que sentía.
  • Tranquilízate Mery ¡tampoco es para tanto! He conseguido la pasta, eso es lo importante –le dijo Cristy –aunque eso si, tengo el estomago, bien revuelto.
  • ¿Que esperabas? ¿encontrarte a las mil maravillas? –pregunto Mery decepcionada.
  • No, pero tampoco me imaginaba esto –dijo Cristy, oyendo como llamaban a la puerta de su habitación –Mery, tengo que colgar, mañana te cuento mejor en el insti, adiós –dijo colgando rápidamente, sin dejar tiempo a su amiga para despedirse. Vio como su madre entraba con una bandeja en sus manos.
  • Hola cielo ¿con quien hablabas? –preguntó Jessica, viendo como Cristy colgaba su móvil.
  • Con Mery que como me he ido mal de su casa, estaba preocupada y me ha llamado para ver como me encontraba ¿por qué? ¿has sentido algo? –pregunto nerviosa.
  • No, no, solo te he oído que hablabas con alguien pero el que no lo he oído y ¿Cómo te encuentras? –pregunto sentándose en la cama de su hija, con la bandeja que tenia una taza de caldo, en sus manos.
  • Algo mejor
  • Te he traído una taza de caldo caliente –dijo Jessica, dejándosela en su cama, frente a ella –ya veras como te sentirás mejor.
  • Gracias –le agradeció Cristy.
  • De nada cielo –dijo dándole un beso en la frente –si necesitas algo, estaré abajo –le dijo antes de salir de la habitación mientras veía como su hija afirmaba con la cabeza. Entonces, empezó a olfatear el aire.
  • ¿Que… que pasa mama? –pregunto Cristy nerviosa.
  • Nada, solo que había sentido olor a cigarro, nada cielo no me hagas caso –dijo Jessica –ya sabes, estaré abajo, por si me necesitas –dijo y justamente después salio de la habitación, dejando la puerta de su hija, cerrada.

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