lunes, 12 de diciembre de 2011

Cristy; Capítulo 6 -I

Capítulo 6: El cambio de la imagen

M
ery quedo muy sorprendida, por lo que le explicaba Cristy a la mañana siguiente de aquel día que esta se encontraba fatal, por el cigarro que tomó. Ambas estaban en el recreo, charlando, mientras comían su almuerzo.
  • Dios mío Cristy, no irás más con ellas, ¿verdad? –preguntó Mery, mirando a su amiga, preocupada.
  • No puedo hacer eso, me han prometido que me aumentarían la cantidad de dinero, y lo necesito –le respondió Cristy mirándola.
  • necesitas el dinero ¿para qué? –pregunto Mery, esperando una respuesta razonable, mirándola fijamente a los ojos.
  • Para mis gastos: la ropa, el móvil, las salidas… -le respondió Cristy.
  • ¿Es más importante tus gastos que tu propia vida? –pregunto Mery muy seriamente.
  • Por favor Mery, eres una exagerada, estas haciendo un drama de algo, que no tiene importancia –le contesto Cristy ofendida.
  • No soy una exagerada, no estoy haciendo un drama, es un drama ¿no te das cuenta? ¡Estas donde ellas quieren, porque saben, que aras lo que sea, repito, lo que sea, por dinero! –exclamo intentando que Cristy abriera los ojos, que sacara esa venda que le envolvía.
  • Bah, deja de decir tonterías, mientras allá dinero, yo seguiré el trato, cuando ellas no cumplan su parte, yo tampoco seguiré la mía –dijo Cristy, que no quería entender a lo que Mery se refería.
  • Mira, hay vienen esas tres pánfilas –dijo Mery con mala cara viendo como las tres B se acercaban a ellas.
  • Hola Cristy, ¿como te sientes hoy? –pregunto Bibi –ayer vimos que no te fuiste muy fina, seguramente por tu primer cigarro, que es del todo normal, que te sientas así de mal, todas hemos pasado por eso.
  • Estoy mucho mejor gracias –dijo Cristy.
  • Nos alegramos –dijo Bibi –ya te iras acostumbrando cuando fumes mas.
  • Eso si continuo fumando ¿no creéis? –pregunto Cristy toda sería.
  • Claro que continuaras fumando, nosotras te pagaremos bien y tú tienes que cumplir, por lo contrario no seremos para nada tus amigas, y esto –dijo Bibi mostrándole un billete –no será tuyo.
  • Pues entonces, claro que seguiré fumando –dijo Cristy, viendo como Bibi, se guardaba el billete en su bolsillo nuevamente, notando como su fiel amiga, se la quedaba mirando sin creer lo que sentía.
  • Sabía que no nos fallarías –dijo Bibi –a propósito, esta tarde vamos a nuestra nave, a pasar el rato, y salir del agobio de la gente que nos rodea ¿vendrás, no? –dijo mirando con sarcasmo a Mery.
  • Pues claro que iré –contestó Cristy decidida, poniéndose delante de Mery defendiéndola –siempre que vosotras me paguéis bien claro.
  • Por supuesto, subimos la cantidad a cien dólares ¿Qué me dices? –pregunto Bibi mostrándole el gran billete de color verde que marcaba esa cantidad.
  • Perfecto –dijo Cristy, con el acto de coger el billete.
  • Ya sabes, será tuyo cuando acabes de estar con nosotras, esta tarde –dijo Bibi, con una sonrisa maliciosa, apartando el billete de la proximidad de las manos de Cristy.
  • Bien –dijo Cristy –entonces nos vemos esta tarde.
  • Asta la tarde fiel compañera –dijo Bibi, entre grandes carcajadas mientras se alejaba.
  • Adiós amiguita –dijeron con una voz bien infantil, Barbie y Bilma, riendo a carcajada yendo detrás de su superiora.
  • Bueno, ¿supongo que te habrás dado cuenta, que lo que te decía yo hace unos minutos, que te tienen dominada con el dinero? –pregunto Mery mirando de reojo a Cristy con los brazos cruzados.
  • ¡Anda ya, a mi nadie me controla, deja de decir tonterías por favor! –le dijo Cristy de mal humor, empezando a andar en dirección contraria.
  • Espérame Cristy –dijo Mery corriendo detrás de su amiga –no te enfades conmigo por favor, eres mi mejor amiga, no quiero que te hagan daño –dijo alcanzándola, caminando a su lado.
  • Dramatizas demasiado –le contesto Cristy de mal humor, con sus manos en los bolsillos de su pantalón sin dejar de andar, ni siquiera miraba a Mery.
  • Yo no lo veo así… -dijo en un murmuro Mery –pero quizás tengas razón, por favor, perdóname –dijo con una mirada de suplica a Cristy.
  • Tienes que confiar en mi, es lo que hacen las amigas –le dijo Cristy mirándola –se muy bien lo que hago.
  • Tienes razón, debo confiar en ti –dijo Mery, no muy convencida de sus propias palabras –ostras, ahora que me acuerdo, mañana tenemos examen de física, esta tarde tu y yo tenemos que estudiar.
  • No puedo, ya lo sabes, tengo que ir a la nave –le dijo Cristy.
  • Pues diles que no puedes ir, que tienes que estudiar –le aconsejo Mery.
  • No puedo hacer eso, sino no me darán el dinero –dijo Cristy.
  • ¡Pero si no estudias suspenderás! –exclamó Mery.
  • Que mas da, suspender un examen más de física, ya están acostumbrados, uno mas ya no vendrá de aquí –le contesto Cristy.
  • ¿Como puedes decir eso? –pregunto Mery con los ojos como platos mirando a Cristy –desde que estudiamos juntas, tus notas han mejorado muchísimo y ya apruebas los exámenes de física asta con algún notable, ¿vas a suspender por tres impresentables y un poco de dinero?
  • Pues si hace falta sí –afirmó Cristy, echando a correr instantes después, sintiendo como Mery le gritaba – ¡pues no es justo! –quedándose sola en medio de ese inmenso patio, en el que resonaba su mismo eco.
Durante el resto del día las dos chicas apenas se hablaron a causa de que Cristy cada vez, que Mery se le acercaba, ella marchaba para el otro lado. A la hora de la salida Mery, vio como su amiga se marchaba ni siquiera despedirse de ella. Respiro profundamente y se acerco a ella.
  • ¿estas segura de lo que vas hacer? –le pregunto mirándole a los ojos. Cristy no respondió, solamente la miro de reojo.
  • Adiós –dijo seriamente Cristy antes de salir por la puerta. Para Mery eso fue como tirarle un cubo de agua helada encima, en pleno enero. Jamás le había tratado así, excepto cuando estuvieron peleadas. La joven no dejaba de pensar <<¿qué he hecho mal ahora?>> <<preocuparme por mi amiga, ¿eso es malo?>> con ambos pensamientos en su mente, salió para fuera con la cabeza baja. Al salir a la calle, pudo ver como Cristy marchaba con la pandilla de las tres B, hablando y riendo alegremente. No sabía porque, pero Mery notaba que estaba perdiendo a la única persona que se le había acercado, para no insultarla ni maltratarla.

Por segunda vez, la cama de nuestra protagonista, recibió sin aviso, el cuerpo de su propietaria cayendo salvajemente. Cristy se encontraba fatal, mucho peor, que el día antes, ya que la sesión de esa tarde, había sido mucho mas dura. Esta vez tuvo que cenar para fingir delante de su madre y hermano, que no le apartaron la vista de encima, que ya estaba totalmente recuperada de la barriga, para eso se tuvo que comer, dos trozos de pizza y un yogurt. Al estar en su propiedad, se dejo caer sobre su cama sin casi darse cuenta, sus ojos se le cerraban solos, con dificultad, los conseguía, tener abiertos. Ambas manos se retorcían en su estómago, sus dientes se empujaban de tal dolor que sentía. Sintió como su móvil empezaba a sonar. Con gran dificultad, pese que estaba tan solo a unos centímetros de ella, lo cogió. Al ver que era Mery, lo apago, sin pensárselo dos veces. Tras ese esfuerzo sus ojos, se acabaron de cerrar del todo, quedándose profundamente dormida en su cama, con la ropa y calzado puestos.
Al llegar al instituto a la mañana siguiente, Cristy caminaba solitaria, por el largo pasillo, antes, que empezaran las clases a las nueve cuando sintió que la llamaban.
  • ¡Ei Cristy, espérame! –exclamó Mery, viendo como esta se giraba, mirándola con una sonrisa.
  • Hola Mery ¿qué tal estas? –le preguntó Cristy.
  • Eso, te lo tenía que preguntar yo –dijo Mery alcanzándola -¿qué tal estas? ¿Cómo fue ayer? Te llame pero no me cogístes el teléfono, estaba muy preocupada por ti.
  • ¡A si! es que tenía el teléfono, sin cobertura, cuando lo fui a coger se me apago –dijo Cristy.
  • A bueno, no pasa nada dime ¿qué paso ayer? –preguntó Mery intrigada.
  • Nada, acabe fatal, peor que el otro día –explico Cristy.
  • ¿En serio? ¿Qué ocurrió? ¿qué te obligaron hacer? ¿fumar? –preguntaba sin cesar Mery.
  • Sí fumar… –dijo no muy convencida Cristy.
  • ¿Seguro? –pregunto Mery desconfiada.
  • Sí… pero no cigarros… sino porros, sí dos porros –le contó mirando al suelo.
  • ¿Que? Dios mío… ¿lo hiciste? –pregunto preocupada.
  • No me quedo otra opción –dijo Cristy mirando al suelo.
  • Ya… -dijo Mery, que no se atrevía a llevarle la contraría, por miedo a otra discusión – ¿como te encuentras ahora?
  • Tengo el estomago revuelto, apenas he desayunado… -dijo con ambas manos en su tripa –ya sabes para disimular delante la familia –además me hicieron beber no se que…
  • ¿Que es ese no se que…? -preguntó Mery sorprendida, mirándola a los ojos.
  • No se, era algo viscoso, de color verdoso –le respondió Cristy, con cara de asco al recordarlo.
  • ¡Santo del cielo! ¿Si era algún tipo de droga? –preguntó Mery alterada.
  • ¿Que dices? ¡No, no puede ser! No seas tan exagerada, son malas, pero tampoco son capaces de hacer eso –dijo Cristy toda segura.
  • ¿Que gusto tenía? –pregunto su amiga intrigada.
  • Dulce, tenía un sabor dulzón –dijo Cristy recordándolo.
  • ¿Y no te hizo mal ni nada? –pregunto Mery.
  • Al principio, no, que va, me dejo bien, relajada, como si todas las penas y tristezas no existieran en este mundo –Explico Mery –después al cabo de las horas me iba sintiendo peor, un dolor de barriga, insoportable, he incluso algo mareada, no tenía fuerzas para nada.
  • Madre mía, que horror Cristy –dijo Mery con los ojos como platos –yo diría que sí, que era droga.
  • No, seguro que no, ya te he dicho antes, son malas, pero tampoco tanto –le recordó Cristy. Las dos chicas continuaron su trayecto en silencio.
  • Y tu ¿como llevas el examen? Seguro que genial –preguntó Cristy.
  • Sí, bastante bien –le respondió Mery – ¿y tú? ¿no te sabes nada de nada?
  • No –dijo Cristy con la cabeza baja –¡he, tengo una idea! Nos sentamos una al lado de la otra, y tú me dejas copiarme de tu examen, que seguro que tendrás todas las respuestas geniales, ¿qué te parece? –dijo con una gran sonrisa de la gran idea que había tenido –me dieron la idea la pandilla de las tres B.
  • ¿Qué me estas pidiendo? ¿copiar? –pregunto Mery con los ojos como platos.
  • Así es ¿a qué es buena idea? –preguntó Cristy toda orgullosa.
  • ¡Nooooo, es ilegal, se nos puede caer bien el pelo por esto! –exclamo Mery disgustada.
  • ¡Va, porfi ayúdame, sin tu ayuda suspenderé! –le suplico Cristy.
  • Ayer me dijiste que te daba igual suspender, que ya estaban acostumbrados –le dijo Mery de brazos cruzados, mirando para el otro lado.
  • Estaba muy equivocada, en serio, tienes toda la razón, ahora que apruebo no seria justo para nadie, volver a suspender…por favor ayúdame.
  • No, Cristy créeme que lo lamento muchísimo por ti, pero no puedo hacer lo que me pides –dijo Cristy tristemente.
  • Por favor Mery, te lo suplico por favor –le dijo Cristy, arrodillándose delante de ella.
  • Levanta Cristy, todos nos están mirando –le pidió Mery, viendo como todos se las quedaban mirando a medida que iban pasando.
  • ¿Lo aras? –pregunto intrigada Cristy.
  • No puedo hacerlo, nos pillaran, nos podemos meter en un buen lío –se expreso Mery.
  • No, no, me meteré en un buen lió, tu nombre no saldrá, por ningún lado, te lo prometo, todo el broncazo y demás será solo para mi, de verdad –le explico Cristy.
  • Aun y así no creo que sea buena idea, ¿que clase de amiga soy, si te ayudo a hacer eso? –le pregunto.
  • ¡¡Una que le ara muy feliz a su mejor amiga! –le dijo Cristy con una gran sonrisa.
  • Aun y así… no puedo hacerlo, lo siento –le dijo Mery adelantándola.
  • ¡Por favor Mery, no me digas que no! –le pidió – ¡te daré cincuenta dólares, la mitad de lo que gane ayer!
  • ¡No quiero dinero, menos de esas tres! –le contesto Mery, sin mirar a Cristy, sin dejar de andar.
  • ¡Espera Mery! ¡te lo suplico, ayúdame! –le suplicó Cristy deteniéndose delante de ella, poniéndose de nuevo de rodillas.
  • Levanta Cristy, somos la atención de todos, nos están mirando –le informo Mery, mirando de reojo, como las miraba todos quien pasaba, con vergüenza.
  • ¿Dime que me ayudaras? –continuo suplicándole Cristy, sin hacer caso a lo que le decía su amiga.
  • Vale, sí, te ayudare, pero por favor levanta –le pidió Mery.
  • ¡Muchísimas gracias Mery, te prometo que no te arrepentirás de nada! –le informó toda feliz Cristy, poniéndose en pie, dándole un fuerte beso en la mejilla.
Llego la hora del examen, todos los alumnos, estaban con los libros de texto en sus manos, haciendo el último repaso, antes de empezar. Mery, también estaba muy concentrada, recordando de memoria, algunas preguntas, cuando vio que Cristy se sentaba en la mesa de al lado, con un bolígrafo de color azul en sus manos.
  • ¿Como lo llevas? –le pregunto Cristy, en un susurro a Mery.
  • No lo hagas Cristy, aun estas a tiempo –le pidió Mery, también flojo. Cristy le iba a contestar cuando vio que el profesor de física, un hombre de sesenta años, calvo, delgado con algunas arrugas, en su cara, sobretodo alrededor de los ojos ya entraba por la puerta, dejándola cerrada. Todos los chicos y chicas guardaron todos los apuntes dejando solo sobre la mesa un bolígrafo. El profesor, hizo unos cuantos cambios de asiento.
  • Señorita Cristy, usted también cámbiese de lugar por favor –le pidió el profesor amablemente.
  • ¿Qué? ¿Yo también? ¿por qué? –preguntaba Cristy sorprendida, ya que era la primera vez que la cambiaban de lugar, en esa asignatura.
  • No tengo ningún motivo, pero cambiase hágame ese favor –le pidió el profesor.
  • No, ¿por qué? –dijo Cristy alterada – ¿qué se piensa? ¿qué copiare o algo?
  • Cristy, cálmate la estas liando –le susurro Mery.
  • Pues mire… no había pensado esa opción, pero es un buen motivo para hacerlo –dijo el profesor con toda tranquilidad –cámbiese rápido sus compañeros la están esperando para empezar el examen, póngase, detrás de todo, al lado de la ventana. Cristy llena de rabia se levanto de ese asiento con su bolí cogido y de camino a su nuevo asiento murmuro <<imbécil>> Mery se le pusieron los ojos como platos y los pelos de punta, al oír eso de su amiga, que jamás antes había insultado a un profesor. Con temor miro a su superior.
  • ¿Ha dicho algo, señorita Cristy? –pregunto el profesor, mirándola fijamente.
  • No nada –dijo Cristy llegando a su asiento, sentándose en él con mala cara.
  • A pensaba… -dijo el profesor, repartiendo los exámenes, mesa por mesa.
Cristy se leyó pregunta por pregunta, mas de una vez, pero por mucho que lo hacía no sacaba nada en claro, no sabía nada. Miro a su derecha, la silla estaba vacía y estaba muy alejada de la mesa de adelante. Tuvo la idea de ver del libro que lo tenía en la mochila, pero de repente, le vino a la mente, que se lo había dejado en el comedor de su casa. Estaba perdida, iba a suspender, respiro profundamente. Clavo la mirada en el cristal de la ventana que había a

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