viernes, 16 de diciembre de 2011

Cristy; capítulo 8-1

Capítulo 8: Una noche entre rejas
J
essica, entro nerviosa y deprisa en camisería. Fue directa al mostrador, en el que había un chico joven, pelo rubio, corto, ojos azules. El uniforme puesto. Estaba haciendo unas fotocopias.
  • Perdone –le dijo Jessica, nerviosa, cogida al mostrador.
  • ¿Sí? –dijo el chico girándose hacia ella – ¿le puedo ayudar en algo?
  • Sí, mi hija es Cristy Walter, me han llamado, que estaba detenida –le informo Jessica.
  • Espere aquí un momento por favor –le pidió el joven viendo como esta asentía con la cabeza. Jessica pudo ver, como este se acerco a una de sus compañeras, alta, delgada, pelo castaño –moreno recogido por una larga cola de caballo. Los dos se pusieron hablar, mirando de tanto en tanto a esa madre preocupada por su hija. Después, ambos marcharon pasillo para abajo. Jessica allí se quedo mas intranquila que antes. No tardaron en volver, con un hombre pelo castaño, ojos negros, fuerte. Traía unos papeles bajo el brazo
  • Hola buenas tardes –saludo ese individuo con una estrechada de manos, hacía Jessica, cuando sus compañeros se alejaron.
  • Buenas tardes, venía a recoger a mi hija, que me han dicho que estaba aquí –dijo Jessica.
  • Sí ya me han informado, los chicos, su hija es Cristy Walter ¿verdad? –pregunto el hombre.
  • Si, si es ella, venía a buscarla, pagare la fianza que haga falta –dijo Jessica, abriendo su monedero para sacar dinero.
  • Lamento decirle, que eso no va a ser posible –le comunicó el agente con tristeza.
  • ¿Qué me esta diciendo? –pregunto sin creérselo Jessica -¿tan grave es lo que ha hecho?
  • ¿Conoce a estas chicas? –le interrogó mostrándole una fotografía de Bibi, Barbie, y Bilma que se las habían hecho allí en camisería, por separado.
  • No, no tengo ni la mas mínima idea de quien son –le respondió Jessica, fijándose bien.
  • Pues ellas y su hija, robaron un montón de móviles, encontremos una buena cantidad en la mochila de Cristy –le explico el agente, viendo como la mujer se quedaba muy sorprendida –después entraron en un bar y se fueron sin pagar lo tomado, deducimos por el hecho anterior que no fue un descuido. ¿Esta bien señora? –le pregunto el agente viendo como esta estaba cada vez mas pálida, y en una especie de trance, vio que se iba de lado –cuidado señora, venga siéntese aquí, ¿quiere un poco de agua? –le ofreció, observando como esta afirmaba con la cabeza. No tardo en pedir esa agua a sus compañeros, que enseguida se la trajeron y Jessica, ya sentada en una silla, no tardo en beber -¿se encuentra mejor?
  • Sí muchas gracias –contesto Jessica después de echar unos tragos –perdonen, es que me ha venido de sorpresa, Cristy nunca había hecho nada de esto antes.
  • Los jóvenes suelen cambiar, sobretodo en estas edades –le animó el agente.
  • ¿Cuándo podrá salir de aquí? ¿Cuándo me la podré llevar a casa? –preguntó intrigada Jessica con el vaso de plástico en sus manos.
  • Pues el encargado de estos casos no vuelve hasta mañana, así que tendrá que pasar la noche en el centro de menores –le informo –mañana si todo va bien, la volverá a tener con usted.
  • ¿Pue… puedo verla? –preguntó Jessica con la voz entrecortada notando que sus ojos se llenaban de lágrimas.
  • Claro que sí, sígame por favor –dijo el agente con una sonrisa, esperó a que la mujer, se levantara y empezara a seguirle, entonces ambos continuaron el camino con el agente de cabecilla.
Caminaron por un largo pasillo, llenas de celdas por todos lados. Jessica miraba a su alrededor, y le aterrorizaba ver el rostro tan horripilante de aquellas personas, tan sacias, tan desmejoradas…era algo que ella jamás se habría podido imaginar.
  • Es muy duro la primera vez, que se ve algo así –le reconoció el agente, observando lo asustada que estaba esa madre –pero con el tiempo te das cuenta que no hay nada que temer –le explico –por aquí –le invito el agente, adentrándose en un pasillo de la derecha.
Ahora la vista había cambiado, ya no se veía a hombres y mujeres con aspectos horribles sino, un montón de puertas de color blancas. El superior se detuvo en la segunda de la izquierda, abriendo la puerta. Ante los ojos de Jessica, había una gran sala partida por la mitad, por un gran cristal. En ambos lados tenían una mesa y una silla.
  • siéntese en esa silla, enseguida vuelvo –le dijo el agente amablemente, marchando de la sala. Jessica no tardo en sentarse en una de las dos sillas. Lo observo todo muy detenidamente. Sentía pasos fuera, que iban de un lado para otro de la sala, ninguno se detenía en esa puerta, ni siquiera entraban. A los pocos minutos, pudo ver como la puerta se abría, entrando el agente con Cristy aguantándola del brazo. Ella llevaba unas esposas con un mono de color naranja puesto, su cara estaba pálida. Jessica que se había levantado, no pudo evitar echarse las manos a la boca, al ver el rostro de su hija, y en el estado que iba: vestida con aquel kimono de color anaranjado, con esas esposas en sus muñecas. Observo como otro agente le quitaba las esposas y le dejaba sentarse en la silla enfrente de ella, por la separación por aquel cristal, contemplando por parte de su hija una mirada de rabia hacía su madre. El policía no las dejo solas, sino se puso al lado de la puerta cerrada y observo a madre he hija.
  • Cristy ¿Cómo te encuentras? –le pregunto Jessica.
  • ¿Por qué has tardado tanto en venir? –le reprocho Cristy sin contestar su pregunta.
  • He venido en cuanto me han avisado –se defendió Jessica –¿por que lo has hecho? ¿Por que has cometido esta barbaridad? ¿Quién te esta manipulando?
  • ¡Que manía habéis cogido todos, con quien alguien me esta manipulando! –dijo Cristy alzando la voz, haciendo que el agente se pusiera en alerta –lo hago porque quiero, porque me gusta, haber si te entra en esa cabezota que tienes –dijo Cristy, bajando la voz, viendo como el agente, la miraba fijamente a punto de entrar en acción.
  • Pues no me lo creo, te conozco de toda la vida y se de sobras, que tu no eres así –le dijo Jessica, con voz tranquila.
  • ¡Pues no me conoces en absoluto! –dijo Cristy, sin alzar la voz pero con rabia.
  • Me duele mucho que pienses así, pero sinceramente desde que te has ajuntado, con esas tres chicas, no eres mi hija de siempre –le dijo Jessica con la cabeza baja.
  • ¿Como sabes que son tres chicas? –pregunto Cristy sorprendida.
  • El agente me ha enseñado sus fotos –le dijo Jessica.
  • Hijo de… -dijo Cristy, echándole una mirada desafiadora.
  • He visto sus fotografías y son chicas chulas, creídas, la Cristy que conozco, no soporta a esas personas –le informo Jessica.
  • Ya te digo yo, que no me conoces en absoluto –le dijo Cristy de brazos cruzados, mirándola de reojo.
  • No desde que estas con ellas, no te reconozco, te han manipulado a su antojo total, te han convertido en una de ellas –le dijo Jessica.
  • ¡A mi nadie me ha manipulado entérate ya joder, hija de….! –grito Cristy con rabia levantándose de la silla. El agente no tardó en intervenir, fue a por ella, cogiéndola de los brazos – ¡déjame!
  • Hasta que no te tranquilices, no te voy a dejar –le dijo el agente al oído forzándole uno de los dos brazos para atrás mientras le sujetaba el otro –estas en la cárcel, entérate, aquí con tu actitud, tienes todas las de perder.
  • Vale, vale, ya me relajo, déjeme por favor –le pidió Cristy tranquilamente, después de respirar profundamente.
  • Bien, así me gusta, no olvides lo que te he dicho –dijo el agente, apretando cada vez con menos fuerza del brazo que le sujetaba por atrás. Cristy se dejo ir violentamente, sin decir nada. El policía volvió a su respectivo lugar sin quitarle el ojo de encima. Cristy tampoco dejaba de mirarle con una mirada furiosa, mientras se volvía a sentar enfrente su madre, que estaba muy sorprendida de lo que acababa de ver, sobretodo de la actitud de Cristy.
  • ¿Cuando podré salir de aquí? –pregunto Cristy a Jessica.
  • Esta noche tendrás que pasarla aquí –le contesto su madre.
  • ¡No Jodas! –exclamo Cristy –¡tienes que sacarme de aquí! ¡eres mi madre!
  • Sí soy tu madre, pero eso no depende de mí, el policía que se encarga de estos casos, no viene asta mañana –le explico Jessica.
  • ¡Joder, lo que me faltaba! –dijo la joven levantándose de la silla –vaya mierda madre que estas hecha.
  • ¿Donde vas Cristy? –pregunto Jessica, también levantándose de su asiento.
  • Me largo donde me tenga que largar –dijo acercándose al agente, indicándole que ya habían terminado. El agente le volvió a poner las esposas y aguantarla con fuerza del brazo.
  • ¡Espera! –exclamo Jessica, viendo como los dos salían de la sala, y su hija, ni siquiera le había dicho adiós, solo le dirigió una mirada de furia. Ella corrió, salió de la sala, viendo como el agente y su hija salían para fuera -¿Dónde se la llevan? –le preguntó nerviosa al policía que le había acompañado asta esa habitación, que había podido hablar con su hija.
  • Se la llevan al centro de menores –le respondió.
  • ¿Puedo acompañarla? –pregunto nerviosa.
  • Lo lamento pero no, no tendrá acceso asta mañana, ya lo siento –le dijo el agente tristemente –yo también soy padre y comprendo como se siente –le dijo con una mano en su hombro.
  • Gracias –dijo Jessica apenada. Salio de camisería con la mente en blanco, la mirada vacía… se subió en el coche, lo arranco y empezó andar….

Eran las diez de la noche, cuando Jessica entraba en el salón de su casa, pudiendo ver a George estirado en el sofá, dormido arropado con una manta. Mery estaba a su lado rodeada de libros, libretas y apuntes, escribiendo estaba, con la única iluminación de la lámpara. Levanto la cabeza.
  • Señora, ¿como esta Cristy? ¿Dónde esta? ¿no ha venido con usted? –preguntó Mery, buscándola con la mirada.
  • No –dijo Jessica negando con la cabeza –no la dejan volver hasta mañana.
  • ¿¿¿¿Asta mañana???? –pregunto Mery con los ojos como dos naranjas –pero ¿¿qué ha hecho??
  • Ha robado un montón de móviles, y se ha ido de un bar sin pagar –le explicó Jessica, sentándose en el sofá exhausta, dando un gran suspiro, acariciando la cara dormida de George.
  • ¡Madre mía! –dijo Mery muy sorprendida
  • Ahora va con tres chicas, que la están transformando en lo que no es, la están manipulando a su antojo –dijo Jessica llevándose las manos a la cabeza con desesperación –hoy he visto sus fotos, son horrorosas, son del tipo de chicas en que Cristy odia, al mismo tiempo el tipo de personas en que se esta transformando –dijo mirando a Mery.
  • Discúlpeme señora, yo lo sabía, intente hacer ver a Cristy que no era una buena compañía, pero ella, pasaba de mi, por completo, por eso me veía apenas usted ya –le explico Mery con la cabeza baja –no le dije nada, porque pensé que podía hacerla entrar en razón y no quería traicionar a mi mejor amiga, pero ahora veo que me equivoque, ¡lo siento mucho de verdad! –se disculpó con gran arrepentimiento.
  • Eres una muy buena amiga, no tienes porque disculparte, lo comprendo muy bien –le dijo Jessica dedicándole una sonrisa –Cristy tendría que valuarte más, tendría que darse cuenta de la gran suerte que tiene de tenerte a su lado. Pero ya ves, esta ciega perdida, solo escucha, a quien no tendría que escuchar, pero ya abrirá los ojos ya –le dijo con una leve sonrisa –yo he tardado un montón en venir, perdóname por favor, me he puesto a dar vueltas con el coche, sin un rumbo fijo, necesitaba estar sola, y poner mis ideas en orden, mentalizarme de lo que estaba ocurriendo, me he pasado, no he pensado que tu tienes que volver a casa.
  • No se preocupe, no pasa absolutamente nada –le dijo Mery con una sonrisa.
  • ¿Te ha dado mucho la lata? –pregunto Jessica, mirando a George mientras le acariciaba su pelo rizado.
  • ¡Qué va! Se a portado muy bien, hemos estado jugando al Parchís, a la Oca, a la play… es muy bueno con el juego del Raiman –le dijo Mery con una sonrisa, mirando al pequeño –hace un rato se a tomado un vaso de leche con galletas, me ha preguntado varias veces por Cristy, yo he preferido no decir nada, y se a quedado dormido, ahora iba a subirle a su habitación –dijo recogiendo todo el material escolar, que le envolvía en su mochila.
  • Ya lo hago yo, ya bastante faena te he dado ya, muchísimas gracias de todo corazón sin tu ayuda, no se que hubiera hecho –le agradeció con una sonrisa –ten coge este dinero, por las molestias que te he hecho causar –le pidió ofreciéndole después de cogerlos del bolso, cincuenta dólares.
  • No puedo aceptarlo señora, de todas formas se lo agradezco, pero lo he hecho de todo corazón, tiene un hijo fantástico, me cae muy bien –le dijo Mery, rechazando el dinero con una sonrisa.
  • Por favor –le pidió Jessica –cojéelo, si no es por ti, por tus padres, por tenerte como te tengo, a estas horas y en mi casa, por mi culpa.
  • No se preocupe a mis padres, no les importa de verdad, saben que estoy en buenas manos.
  • Aun y así, cojéelos por favor, me sentiré mejor –dijo Jessica tornándoselos a ofrecer.
  • No, de verdad, no insista –dijo Mery volviéndolos a negar.
  • Bien no insisto mas –le dijo Jessica, volviendo a guardar el dinero.
  • Bueno marcho ya, si quiere mañana me quedo con George mientras va a recoger a Cristy –se ofreció Mery alegremente.
  • ¿No te importa? –le pregunto Jessica.
  • ¡Para nada! ya le he dicho que su hijo me cae genial –dijo Mery, poniéndose su chaqueta y a continuación su mochila .
  • Eres un sol de chica –le dijo Jessica con una sonrisa –te lo agradezco muchísimo, me harías un gran.
  • Pos ya sabe aquí me tiene –le dijo Mery.
  • Gracias ya te llamare
  • Muy bien –dijo Mery –bueno, me voy ya, hasta mañana pues.
  • Hasta mañana Mery –dijo Jessica, despidiéndose de la joven.
Una vez ya fuera, Jessica fue directa al sofá, cogió a George en brazos, con mucha delicadeza, de no despertarle y subió lentamente los escalones, hacia la planta de arriba. Cuando remontó el último escalón se detuvo, después de pensarlo unos segundos, fue directa a su habitación, acostando muy despacio a George a un lado de su cama. Al acostar su cabeza con delicadeza, este abrió los ojos.
  • Hola mama –dijo George medio adormilado.
  • Lo siento cariño, no quería despertarte, vuélvete a dormir –le dijo Jessica dándole un beso en la frente.
  • Cristy esta aquí en casa ¿verdad? –pregunto el pequeño, viendo como su madre negaba con la cabeza – ¿como que no? ¿Dónde esta? –dijo despertándose de repente.
  • Esta noche la pasara en el centro de menores, pero no te preocupes ¿vale? Mañana volverá a estar con nosotros –le dijo Jessica con la voz entrecortada y los ojos húmedos.
  • ¿Qué ha hecho mama? –pregunto George.
  • Robar, que es una cosa muy mala, pero ahora ella, ya tiene su castigo, seguro que aprenderá la lección –le explico Jessica.
  • Mama ¿por qué me has traído a tu habitación? –le interrogo el pequeño, una vez pasada la gran sorpresa que tenía, dándose cuenta que no estaba en su cuarto.
  • Veras, es que no me apetece dormir sola ¿quieres hacerme compañía? –le pregunto Jessica con una débil sonrisa.
  • Claro que sí mama –dijo George, notando a su madre con una gran tristeza. La abrazo –tranquila mami, todo saldrá bien –le animo notando como las lágrimas de su madre, caían por sus mejillas.
  • Lo se, gracias mi amor –le dijo Jessica entre grandes lágrimas, que caían, abrazando fuertemente a su pequeño. Los dos se tumbaron en la gran cama de matrimonio, que tenía Jessica, que a pesar que ya era viuda cuando se fueron a vivir a esa casa, ella prefirió esa cama de esa estatura. Esa madre desolada abrazo fuertemente a su hijo, mientras que notaba que sus ojos, no dejaban de echar agua. A George, se le rompía el corazón de ver en ese estado a su madre, nunca antes le había visto así y por otro lado, le entristecía muchísimo, la actitud de su hermana. Jamás le había visto actuar como estos días. Notaba que estaba perdiendo a la pesadilla de hermana de antes, que a pesar, que era un tormento, prefería mil veces esa chica, que no la muchacha, que se estaba transformando ahora. Él también quería llorar, pero no podía tenía que ser fuerte y aguantar, sí, tenía que serlo por su madre. Se quedaron despiertos un buen rato, llorando en silenció, has que inconscientemente se quedaron dormidos, abrazados uno al otro.

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