lunes, 12 de diciembre de 2011

Cristy; capítulo 6 -II

...su lado, y así espero a que la hora terminara. Después de esa hora, aun tenían una hora más antes de finalizar las clases, por ese día.
El timbre de salida sonó, mientras que todos los chicos y chicas recogían alegremente, apareció en la clase el profesor de física.
  • Hola muchachos, les traigo sus exámenes que han hecho hoy corregidos –les informo –esténse tranquilos, en general han ido muy bien, aunque tengo que admitir que alguna persona me ha decepcionado y mucho –dijo mirando a Cristy que esta, también le miraba a los ojos. Empezó a nombrar en voz alta, los nombres de sus alumnos, para que fueran a recoger el examen –Cristy Walter –nombro. Cristy, se levanto, sin ninguna prisa, toda tranquila, pese que sabia que había suspendido. Recogió su examen.
  • Usted señorita Cristy me ha decepcionado mucho, había hecho una gran mejora para sacar esta nota –le informó.
  • Si he sacado esta nota, es por su culpa, no le fastidia –le dijo la joven con mala cara, mirando en su papel un uno con cincuenta coloreado rojo, con un gran circulo del mismo color.
  • Haré que no he sentido nada señorita –dijo el profesor decepcionado, viendo como su alumna se alejaba a su asiento, para nada arrepentida de lo que acababa de decir. Mery se quedo mirando a la joven cuando paso por su lado con preocupación –bien las pocas personas que han suspendido, habrá examen de recuperación el viernes que viene, sobretodo no falten -anuncio
  • ¿Que tal el examen? –pregunto Mery corriendo a la mesa de Cristy enseguida que les dieron la orden de salida.
  • Míralo tu misma –dijo Cristy enfadada, con ninguna intención de mirar a la cara a Mery.
  • Ups… un uno y medio –dijo Mery sin saber que decir –bueno en el del viernes te irá mejor seguro –dijo con intención de animarla.
  • ¡Todo por su culpa, asqueroso! –dijo Cristy con rabia.
  • Piensa qué es lo mejor que te ha podido pasar, te hubieras metido en un buen lío –opinó Mery.
  • Ya, tu siempre con lo mismo –dijo Cristy enfadada, colgándose la cartera por un asa, viendo como Mery, permanecía con la cabeza baja –anda vamos para tu casa.
Las dos salieron para fuera, con la intención de ir a casa de Mery. Cuando sintieron un silbido. Se giraron pudiendo ver como las miembros de la nueva pandilla de Cristy que se acercaban. Las tres vestían camiseta ajustada y corta, enseñando el ombligo con un piercing en él y marcando sin disimular el pecho que tenían, un pantalón ajustado, y corto de cintura, en el que en cuanto se agachaban se les podía ver, mas allá del tanga que llevaban. También iban pintadas, de tal forma, que parecían que fueran a una fiesta.
- Las que faltaban –dijo para si Mery
  • Eiiiiiiii hola Cristy –exclamaron Barbie y Bilma mientras se acercaban con su amiga Bibi.
  • ¡A hola chicas! –dijo Cristy con una gran sonrisa. Mery le pareció que esa visita le alegro a su amiga.
  • ¿Donde vas Cristy? –pregunto Bibi.
  • Íbamos a casa de Mery –le respondió.
  • ¿A casa de esta pánfila? –pregunto Bibi –hay perdón de Mery –rectificó viendo la mirada asesina que le había echado Cristy.
  • Sí, a casa de Mery –respondió Cristy que una parte de su sonrisa, se le había borrado – ¿y vosotras?
  • Vamos a el centro comercial ¿te gustaría venirte con nosotras? –pregunto Bibi. Pudo ver como Cristy se lo pensaba.
  • ¿Te importa? –le pregunto Cristy a Mery.
  • Cristy, tenemos que hacer deberes, hace días que no vienes a mi casa –se quejo Mery.
  • No te preocupes por los deberes, es viernes, tenemos todo el fin de semana para hacerlos –dijo Cristy que esa invitación le había alegrado al cien por cien –por tu casa no te preocupes el próximo día iré, te lo prometo –dijo Cristy alejándose – ¡a y acuérdate que si mi madre llama, estoy en tu casa! –exclamó en la lejanía, marchándose con su nueva pandilla. Mery se quedo allí sola y petrificada, sin creer lo que estaba viendo – ¿chicas donde vamos? ¿al centro comercial? –pregunto intrigada, una vez que Mery había desaparecido en la lejanía.
  • Sí, si, pero no, al centro comercial tradicional, vamos a ir a uno especial –dijo Bibi.
  • ¿Qué clase de centro? –pregunto Cristy intrigada.
  • Uno, que hay servicio de peluquería para hacer los peinados mas estrafalarios y excitantes de todo el mundo, ropa de nuestro estilo… -iba explicando Barbie haciéndose una reverencia ella misma y a sus dos compañeras -…para hacer tatuajes y piercings también.
  • Ufffff, esto no es de mi estilo, ir vosotras chicas, yo me voy a casa, que tengo mucho que estudiar, ya he suspendido un examen, no quiero suspender otro –dijo Cristy dispuesta a marcharse.
  • Un momento –dijo Bibi, barrandole el paso -¿querrás dos cientos dólares verdad? –dijo con picardía.
  • ¿me dareís si voy, dos cientos dólares? –preguntó sorprendida de la cantidad de dinero que le ofrecían.
  • Si vienes con nosotras, claro que te los daremos, como siempre la cantidad acordada –le dijo Bibi.
  • Pues vale, iré, pero con una condición… -les advirtió Cristy –que a mi no me obliguéis hacerme nada.
  • De acuerdo, es justo –dijo Bibi, entregándole el la mano para estrechársela,
  • ¿En serio? –preguntó Cristy, sin créeselo.
  • Pues claro –dijo Bibi viendo como Cristy le estrechaba la mano que le entregaba –pero antes, tenemos que pasar por la nave, que tengo que coger unas cosas –dijo andando junto a las demás, dirección la nave.
Los niños gitanos jugaban a pelota cuando las cuatro chicas llegaron a la calle. Todos los presentes dejaron sus juegos, para observarlas y murmurar entre ellos. Ninguna de las tres B se indignaron ni a mirarles. Cristy les hecho una mirada rápida a todos y marcho tras sus compañeras sin decir nada a los pequeños.
  • Sentaos chicas –dijo Bibi al cerrar la puerta del piso tras el escándalo y los malos olores, que dejaron detrás. Barbie, Bilma y Cristy, obedecieron a la morena, sentándose una al lado de la otra. Bibi se entro en la cocina sacando en sus manos una bandeja con cuatro tazas. Las repartió a sus compañeras y se sentó junto a ellas.
  • ¿Qué es esto? –preguntó Cristy con mala cara, señalando la taza con algo viscoso dentro.
  • Es lo que tomaste el otro día –le respondió Barbie.
  • A no, no me pienso tomar esa sustancia tan rara –dijo Cristy separando su silla de la mesa.
  • Pero si te gusto –dijo Bilma sin comprenderlo.
  • Sí, eso no lo voy a negar porque es cierto, estaba dulce y bueno –contesto Cristy.
  • ¿Entonces? No entendemos porque no te lo quieres tomar –dijo Bibi mirando a Bilma y barbie, que miraban a Cristy negando con la cabeza.
  • Porque no me fío, me sentí fatal del estomago, creí que me daba algo, no quiero repetir esa sensación tan horrible y desagradable ¿es droga? –acabo preguntando Cristy.
  • ¿Droga? –pregunto sorprendida Bibi viendo como sus dos compañeras también la observaba con asombro –¿como puedes decir eso? ¡Nosotras no tomamos drogas!
  • Entonces, ¿me podéis explicar que es esto? –pregunto Cristy impacientándose.
  • Es un relajante para el estrés y los nervios –explico Bibi.
  • Lo que pasa es que es un medicamento tan fuerte, que no es muy recomendado –continuo Barbie.
  • Exacto, y la primera vez, que te lo tomas, te sientes muy mal, pero poco a poco te acostumbras y te ayuda –finalizó Bilma. Cristy miro a las tres chicas que parecían muy convencidas de lo que decían
  • Hombre, si va bien para el estrés y los nervios hoy me irá de perlas –dijo Cristy, mirando la sustancia de la taza –el profe de física, me ha suspendido por el morro, y la verdad estoy bastante alterada, bufffff si pudiera cogerle… -dijo con rabia.
  • Pues bébetelo ¿a que esperas? –dijo Bilma.
  • A, nos olvidábamos chicas, nuestro porro ¿que? ¿Hoy pasamos de el? –pregunto Bibi levantándose.
  • No, no por supuesto que no, hay que tomarlo claro que si, tráelo para acá –dijeron Barbie y Bilma a coro, viendo como su jefa los repartía.
  • No, no yo no quiero –dijo Cristy cuando llego su turno de cogerlo –esto si, que se perfectamente lo que es, no es lo mío –dijo negándose.
  • Tu quieres tus dos cientos dólares verdad –le pregunto Bibi mirándola de reojo, viendo como esta afirmaba con la cabeza –pues ya sabes a obedecer, cógete el porro, no nos hagas este feo. Muy bien, lo ves como no es tan difícil –le dijo con una sonrisa al ver que Cristy obedecía –fúmatelo mientras te tomas el relajante, ya verás que es como estar en el cielo –dijo. Cristy no le quedo otra opción que obedecer, si quería el dinero, así que lo hizo sin poner mas pegas.
Media hora más tarde, las cuatro chicas marchaban de allí alegremente, hablando y riendo sin pena ninguna. También Cristy estaba así, hablando entre carcajadas como si nada en este mundo le preocupara.
  • ya verás como te gustará ese centro comercial Cristy –le dijo Bibi alegremente.
  • ¡Si os gusta a vosotras, a mi me encantará tenemos los mismos gustos! –exclamo Cristy entre grandes carcajadas, por el medio de la calle.
  • Claro que sí, ya verás como disfrutaras allí, te lo pasaras… ¡genial! –exclamó Bibi.
  • ¡¡Si Genial!! –exclamaron Bibi y Bilma.
  • ¡No lo dudo chicas, no lo dudo para nada! –grito Cristy con gran alegría.
  • ¿A que te diviertes más con nosotras que con esa empollona huérfana de Mery? –le pregunto Bibi.
  • Sí y tanto –exclamo Cristy muy alegremente –sois muchísimo mejor que esa, solo sabe estudiar y impedirme lo que mas deseo –dijo con rabia.
  • Pues no tienes que ir más con ella, nosotras estamos encantadas que ayas elegido la mejor compañía –dijo Bibi, tirando su gran pecho para adelante.
  • ¡Gracias chicas sois las mejores! –exclamo Cristy abrazando a las tres.
  • ¿Quieres un porro? –le pregunto Barbie a Cristy, ofreciéndole uno en mano.
  • ¡Sí, si claro me encantan! –exclamó Cristy, cogiéndolo empezándolo a fumar – ¡uhm… que gustazo! –dijo. Las tres chicas se miraron con complicidad.

Las horas, pasaban si que se diera uno cuenta, Cristy, volvía a casa cuando el reloj marcaba las nueve y cuarto de la noche. Ella estaba alegre, charlando y riendo junto a las tres B.
  • ¡Me lo he pasado Genial! Ir con vosotras es fabuloso –exclamo Cristy.
  • Pues ya sabes, deja aquella tonta de Mery y vente con nosotras siempre –exclamó Bibi.
  • Sí, si, por supuesto, pero poco a poco, que si no, no me ayuda hacer los deberes –dijo Cristy.
  • Haces muy bien, aprovéchate de ella, que siempre, te haga los deberes –dijo Bibi con alegría –¡as tenido una muy buena idea!
  • Muchas gracias, todo os lo tengo que agradecer a vosotras, claro que si –explico Cristy.
  • Bueno Cristy nosotras, nos vamos por aquí –informo Bibi, una vez llegadas a dos senderos –cuídate mucho, sobretodo, y ya te llamaremos.
  • ¡Claro que si amigas mías, siempre que queráis, aquí estoy! –dijo Cristy despidiéndose con la mano viendo como ya se iban –¡a chicas, falta mi dinero acordado! –les recordó.
  • ¡Ostras es verdad! ¡Qué cabeza la nuestra! ¿He chicas? –dijo Bibi, haciéndose la despistada, sacándose del bolsillo cincuenta dólares –aquí tienes amiga, los cincuenta dólares que habíamos acordado –dijo dándole en mano. Cristy se lo quedo mirando con desconfianza.
  • Así es son cincuenta dólares, muy bien, perfecto –dijo toda feliz Cristy – ¡adiós amigas mías! –dijo despidiéndose con la mano muy contenta. Después, cantando para si, volvió a casa.

De mientras en casa de Cristy, Jessica estaba muy preocupada, por su hija, eran mas de las nueve de la noche y aun no había vuelto, cuando ya hacia rato que había oscurecido.
  • ¿Pero donde estará? –preguntaba neguitosa Jessica, yendo de un lado para otro, con el inalámbrico de la mano.
  • Llámala al móvil –le sugerío George, que estaba sentado en el sofá, jugando a la play, observando de tanto en tanto, como su madre se movía neguitosamente por su alrededor
  • Ya lo he hecho varías veces, y nada que no me contesta, me sale el dichoso buzón de voz –explico Jessica nerviosa sin dejar de moverse –ya son mas de las nueve –dijo mirando el reloj que tenían en el mueble –hace rato que es oscuro, tu hermana antes nunca había hecho esto, si lo hacía no se olvidaba de llamar para avisarnos.
  • ¿Por qué no llamas a Mery? Quizás este con ella, y si no es así, puede que sepa decirte donde esta –le prepuso George sin quitar para nada los ojos de la pantalla, moviendo su cuerpo, como si fuera él mismo el protagonista del videojuego.
  • Buena idea hijo –dijo Jessica, aliviada por la gran pensada que había tenido George, marcando sin pensarlo dos veces el número de teléfono de Mery.
  • Sí, ¿quien es? –pregunto Mery, al descolgar.
  • Hola Mery soy Jessica, la madre de Cristy –dijo.
  • A hola señora –dijo Mery.
  • Mery, ¿esta contigo Cristy? –pregunto Jessica nerviosa.
  • No, aquí no esta… marcho ya hace rato… -fingió Mery.
  • ¿Sabes donde puede estar? –pregunto Jessica –estoy muy nerviosa y preocupada.
  • No, lo siento señora, no tengo ni idea de donde puede estar a estas horas –mintió Mery nerviosa y preocupada por el panadero de su amiga con aquellas compañías.
  • De acuerdo, gracias Mery de todas formas –le dijo la madre de nuestra protagonista.
  • Señora, por favor, cuando sepa algo ¿me podría avisar? –le preguntó Mery.
  • Sí, sí claro que sí, no te preocupes Mery, en cuanto llegue yo te llamó –le tranquilizo Jessica.
  • Muchísimas gracias señora –le dijo Mery con una sonrisa.
  • No hay de que maja, que valla bien, en cuanto sepa algo te lo informo, adiós –se despidió Jessica.
  • …Adiós –acabo diciendo Mery, justamente después, colgó.
  • ¿Y ahora yo que hago? ¿a quien llamó? Buffffffff –suspiro alterada –que yo sepa no tiene mas amigos –dijo, sin dejar de moverse.
  • ¿No tienes el teléfono de nadie mas? –pregunto George mirándola.
  • No, yo no, pero puede que en su habitación tenga, algún teléfono que desconozca –dijo pensando para ella –ahora vuelvo –dijo, subiendo rápidamente a la habitación de su hija. Enseguida que entró noto un olor extraño, en el ambiente, pero no le dio importancia. Fue directa al cajón del escritorio. Lo tenía lleno de papeles y cosas, pero nada que indicara algún número de teléfono. Observo, que también había una agenda telefónica. Con las manos temblorosas, la ojeo con la esperanza de encontrar algún dato de alguien que ella desconociera, pero nada, todo era teléfonos y direcciones de sus antiguos amigos y amigas, que tenía de la ciudad en el cual después llegaron en ese pueblo. Pudo ver, tirada en su cama, su chaqueta, esta la recogió y la colgó en el perchero. Íba a darse la vuelta, pero tuvo la idea de mirar en los bolsillos de esta, quizás ahí encontrara, lo que tanto investigaba, así que no tardo, en meter las manos dentro de los bolsillos, en busca de alguna pista, de lo que buscaba. Noto, que había varias cosas, contenta por encontrar algo que valiera la pena, lo saco…. Grande fue su sorpresa, cuando vio en una de sus manos un paquete de tabaco y un mechero, en la otra dos porros. Le volvió a venir el olor como a tabaco, esta vez era más fuerte, como si estuviera, mucho más cerca de ella. Se dejo guiar como lo hace un perro, en busca de su alimento. Llego a su destino, esto era la chaqueta de Cristy, ¡apestaba a tabaco! Y en ese momento se dio cuenta que toda la habitación olía igual, con ese mismo perfume. Jessica se quedo parada. No podía creer lo que veían sus ojos ni lo que olfateaba su nariz << ¿Qué significa todo esto?>> << ¿Cristy fuma?>> << ¿desde cuando?>> << ¿como… como que no se había dado cuenta ella de eso antes?>> eran preguntas que le recorrían una detrás de la otra, por su cabeza. Un golpe le izo volver a la realidad.
  • ¡Mama, ya ha llegado Cristy! –le grito George.
  • ¡Por fin! –dijo para si Jessica, guardándose en su bolsillo lo encontrado. Viendo en el reloj de la mesita, que eran las diez menos cuarto.
Nerviosa bajo las escaleras gritando para su hija viendo como George estaba allí de pie, parado, mirando fijamente a su hermana, pero se quedo con las palabras en el aire y los ojos como dos naranjas al observar lo que veía. No daba crédito, no se lo podía creer…. Cristy llevaba el pelo cortado en forma de casco, teñido de un rojo –violeta, tenía un piercing en la ceja y otro en el labio inferior, se había puesto maquillaje, sí, se había pintado los ojos de un azul cielo, y los labios de un lila chillón. Se había cambiado de ropa, tenía puesto una camiseta de tiras, ajustada, corta, marcando pecho, pudo ver como en su brazo izquierdo llevaba una serpiente de estatura media, tatuado. Una minifalda, le tapaba por justos su ropa interior, sus piernas estaban protegidas por unas medias cortadas, acompañadas de unas botas con tacón que le llegaban asta los tobillos.
  • Dios mío Cristy ¿qué te ha ocurrido? –pregunto Jessica muy sorprendida, sin creer lo que veía.
  • ¿A que mola? –preguntó Cristy.
  • ¿pero que dices? ¿Cómo que vienes a estas horas tan tarde? Estaba muy preocupada por ti, y tu hermano también –dijo Jessica, mientras que George no dejaba de afirmar con la cabeza.
  • ¡Baaaaa, os alteráis por na, solo son las diez! –dijo Cristy tan tranquila.
  • Cuando sabes que a las ocho te quiero aquí en casa, ahora que a las seis es de noche –le recordó Jessica con los brazos cruzados –¿para que tienes el móvil entonces?
  • El móvil, el móvil, ya soy mayorcita para esas tonterías –dijo Cristy.
  • Pues si eres tan mayor como dices… ¡demuéstralo! –le dijo Jessica –y bien me puedes explicar ¿de donde vienes a estas horas?
  • Ah, eso no es mi culpa, los del piercing has tardado un montón en hacer el agujero.
  • ¿¿¿Qué??? ¿¿¿Que esos pendientes son de verdad??? –preguntó alterada Jessica.
  • Pues claro, no pensaras que soy una nenaza de esas, que no se atreven con eso solo con los que quitan y pon ¿verdad? Al igual que el tatuaje, han tardado un panzón con el láser.
  • ¡¡Dios mío!! No puedo creer lo que estoy sintiendo… -dijo alterada su madre, con ambas manos tapando su boca, con sus ojos bien abiertos, brillantes. Respiro profundamente –eres menor de edad ¿se puede saber con que permiso as hecho eso?
  • Con el tuyo propio –dijo tan tranquila Cristy –he falsificado tu firma, lo siento, es fácil de manipular –dijo con una sonrisa.
  • Me estas dejando de una pieza créeme, ¿y esa ropa? ¿desde cuando te gustan las mini faldas y las camisetas, cortas y ajustadas? ¿el maquillaje?
  • ¡A que mola! He sido una tonta por no darme cuenta antes, que esto es lo que realmente necesito para ser feliz –dijo esta ultima frase, pensando en voz alta fijando la mirada al techo
  • Pues yo creo que no necesitas nada de esto, para ser feliz, tal como as sido siempre, eras feliz y mejor persona de lo que quieres aparentar ahora –le explico Jessica.
  • ¡Tú calla, tú no tienes ni la mas mínima idea de lo que necesito! –le exclamo Cristy enfurismándose.
  • Pues claro que sí que lo se, te aseguro yo que todo lo que te estoy viendo no te hace falta para nada –le respondió Jessica.
  • ¡Tu no eres quien para decirme lo que me hace falta y lo que no!
  • Soy tu madre Cristy, por eso te ordeno, que te quites como puedas o te de la gana esos pendientes y esa serpiente que tienes en el brazo.
  • ¡Tu lo que eres, es una madre manipuladora, que les quiere absorber el cerebro a sus hijos, para tenerlos bajo su real control! –dijo Cristy de mal humor – ¡para tu información no pienso hacer nada de lo que me pidas, y esta por descontado que los piercings y el tatuaje se quedaran conmigo asta que me muera y ni tú ni nadie, me lo podrá impedir! –grito empezando a subir las escaleras dirección a su habitación.
  • ¡Espera! –le ordeno Jessica, viendo como Cristy se detenía girándose a ella –esto ¿también lo necesitas? –le preguntó mostrándole el tabaco y los porros.
  • ¿De donde has sacado eso? –pregunto Cristy.
  • Estaba en tu chaqueta, que por cierto apesta a tabaco –le comunico Jessica.
  • ¿Has regírado mis cosas? –pregunto Cristy alterada.
  • Estaba preocupada por ti, he llamado a Mery y no sabia nada –se defendió Jessica.
  • ¡Lo que faltaba! –dijo Cristy cada vez mas malhumorada –encima te registran todo como pedro por su casa.
  • Te repito que estaba preocupada por ti –dijo Jessica.
  • ¡Pues deja de fingir, y preocúpate solo de ti, porque no voy hacer caso de nadie, menos de una loca, manipuladora como tu, voy hacer lo que me salga de la real gana, piercings, tatuajes y todo lo que se me ocurra, es mi vida y aré con ella lo que me plazca y repito lo de antes, ni tu ni nadie podrá impedírmelo! –dijo Cristy en forma de amenaza, sin decir nada mas se encerró en su habitación dando un portazo.

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