miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cristy; capítulo 4

Capítulo 4: la verdadera vida de Mery


Cristy, cada día mas feliz se sentía de haber de ese inicio de vida, donde tuvo la oportunidad de conocer a Mery, jamas había conocido a nadie, tan igual a ella, excepto los estudios, pero se respetaban mutuamente. Pero ella, Mery, era la única persona, que entendiía muy bien, como se sentía, a la misma, conocía a la perfección como animarla. 

Las dos chicas, en poco tiempo habían fortalecido su gran amistad, pasaban parte del tiempo juntas, inseparables, rara vez pasaban mas de 24 horas, sin saber una de la otra. Incluso rara vez, se separaban. Gracias a las clases de Mery,  Cristy  entendía mucho mejor, esas formulas y operaciones que antes no le decían absolutamente nada, ahora incluso sacaba notables en esa asigntatura.

Algo que extrañaba mucho a Cristy cuando iba a casa de Mery es que siempre estaba sola. Mery decía que sus padres trabajan todo el día y era hija única, así que le tocaba pasar el día sola. Pero Cristy no se lo creía mucho esa explicación, ya que muchas noches se quedaba con su amiga en su casa, ya que ella se lo suplicaba. Por muy temprano que se levantarán, la casa seguía vacia, de la misma manera, de madrugada si se levantaba a por un vaso de agua, o una visita al baño.... todas las puertas estaban abiertas, no había nadie mas, que ellas dos. 

Una tarde después de que acabaran todas las tareas de clase, se tiraron en el sofá con un suspiro de alivio.
  • ¿tienes hambre? –le pregunto Mery mirándola.
  • Pues si, la verdad es que si –respondió Cristy.
  • ¿Te apetecen unos pastelitos de chocolate y un zumo?
  • Me va perfecto –dijo Cristy.
  • Enseguida vuelvo entonces –dijo Mery con una sonrisa en su cara, levantándose yendo para la cocina. De mientras Cristy hecho una ojeada por todo el comedor. Hubo algo que le llamo la atención. Algo que a pesar que siempre a estado allí, nunca se había fijado. Se levanto, fue directa al mueble, en el que abrió la puerta de cristal que había, sacó de allí una foto… una foto en el que salía una niña de cómo de dos años cogida por una mujer de pelo negro, ojos azules, delgada. A su lado había un hombre, con el pelo castaño, ojos verdosos, con pecas alrededor de la nariz, delante de él, había un niño de seis años mas o menos, delgado, con el pelo castaño, ojos azules, y también tenía unas pecas en la cara –ya estoy aquí –dijo Mery entrando de nuevo al salón con una bandeja en sus manos, en el que en ella llevaba un plato con bastantes pastelitos, que les sobresalía el chocolate y dos vasos con zumo de naranja –¿que haces, con eso en tus manos? –pregunto sorprendida.
  • Yo… bueno… no era mi intención toquetear lo vuestro de verdad, es solo que me llamo la atención la foto eso es todo, lo siento –se disculpo Cristy, que la aparición de esta, le había venido de sorpresa, viendo como esta le arrebataba la foto rápidamente, guardándola en donde la había sacado. Las dos, se sentaron en el sofá empezando a comer esos pastelitos. Permanecían calladas, sin decir nada. Cristy miraba a Mery de reojo sin atreverse a preguntar – ¿Mery… quien son los de la foto?
  • Nadie –contesto Mery sin mirarla.
  • Pues… esa mujer se parece mucho a ti, y si algo coincidís el niño, el hombre y tu son las pecas que tenéis en la cara ¿estas segura que no son nadie? –pregunto Cristy.
  • ¡Para mi no son nadie! ¿Vale? ¡No me vuelvas hablar de ellos! –exclamó enfadada
  • Joder tía, ¿por qué me hablas así? Yo te hablado de mi vida, te explique como a nadie la muerte de mi padre y lo mal que lo pase, ¿recibo esto a cambio? ¿Mala leche, y mentiras? ¡pensé que éramos amigas! –dijo Cristy enfadada, levantándose del sofá cogiendo su chaqueta y marchándose dando un portazo. Mery se quedo mirando fijamente la puerta, y presa por la desesperación y la rabia hecho a llorar, tras un grito de impotencia.
Días estuvieron sin hablarse, ni verse, solo en los momentos que no les quedaba más opción. Mery había a veces que se acercaba a ella con un <<hola, ¿qué tal estas?>> pero a cambio no recibía ninguna respuesta, podía ver como Cristy se rascaba la oreja, yéndose después. Ella se quedaba allí, con los libros entre sus manos con la cabeza baja. El teléfono de Cristy sonaba varias veces de parte de la joven pero esta no se lo cogía. Mery se acercó más de una vez asta casa de Cristy pero siempre se tenía que marchar sin ver a su amiga. Jessica no podía entender el comportamiento de su hija, con aquella chica que era su mejor amiga. No dudo en preguntárselo.
  • Cristy, ¿se puede saber que te ha pasado con Mery?
  • Nada mama, ¡no te metas en esto! –le respondía Cristy enfadada.
Al decirle eso, decidió preguntárselo a Mery en una de las visitas que hacía a menudo con la intención de poder ver a Cristy y explicarle, pero inútilmente lo hacía ya que Cristy no quería verla. Cuando Jessica preguntó << ¿qué os a pasado?>> ella respondía <<he metido la pata, eso es lo que a ocurrido>> después se iba con la cabeza baja, tristemente.
Una tarde de sábado, Cristy estaba tumbada en su cama escuchando música a través del mp3, pensando en Mery y en todo lo ocurrido, la extrañaba muchísimo, pero no quería admitirlo, cuando llamaron a la puerta, entrando por ella Jessica, junto a Mery.
  • ¿Ella que hace aquí? –pregunto sentándose en la cama, sacándose el aparato de música – ¡Mama te he dicho mil veces que no la dejes entrar, que no quiero saber nada de ella, joder, parece que lo que te digo te lo pasas por el forro!
  • No hija, siempre te he hecho caso, no la he dejado entrar nunca, desde que estáis así, pero estoy viendo que estas sufriendo mucho, que estáis sufriendo mucho, no se que os abra pasado pero seguro que tiene una buena solución –dijo Jessica desde la puerta junto a Mery.
  • No mama, no la tiene, así que ¡déjame en paz, que se vaya! –dijo Cristy mirando a través de la ventana.
  • Le escondí la verdad señora, por eso esta así, es normal, que este furiosa conmigo, pero tuve mis motivos para hacerlo, en ningún momento quise esta situación –le explicó Mery a Jessica.
  • Pues habla con mi hija, si tiene solución, claro que si –dijo Jessica –y tu Cristy escúchala, no tengas tanto orgullo y pásatelo, te ha costado hacer amigos para perderlos por una tontería, ahora voy a salir, y vosotras vais hacer las paces, de aquí Mery no se va ir, asta que eso se consiga –dijo, después salio de la habitación dejando la puerta cerrada.
  • Cristy siento mucho todo esto de verdad, no quería herirte de esta forma –dijo Mery viendo como su amiga estaba de espaldas a ella con los brazos cruzados –he estado pensando mucho en lo ocurrido, tienes toda la razón de estar así, pero repito no te quería hacerte daño.
  • Pues lo has hecho –sintió Mery.
  • Lo se, y no sabes cuanto me arrepiento, tendría que haberte dicho la verdad, en vez de hacerme pasar por una vida que no tengo –explico Mery.
  • ¿Una vida que no tienes? –pregunto intrigada Cristy girándose mirando a Mery.
  • Sí –dijo Mery –mis padres no están trabajando tal como te he dicho tantas veces. Mi padre nos abandono cuando yo apenas tenía dos años, a causa de eso mi madre empezó a beber, un día un trago, otro día dos, tres, así asta que no se supo dominar acabo alcohólica perdida, yo le pedí que fuera al medico que entre las dos conseguiríamos ayuda y lograríamos superar todo esto, pero ella no quería se negaba admitir, que tenía un problema, así fue como nos amargo la existencia a mi hermano y a mi….
  • Un momento… -le interrumpio Cristy – ¿tu hermano dices? ¿qué hermano? ¡tú no tienes hermanos!
  • Sí, si que tengo, un hermano, es el niño que vistes en la foto, allí tenía cinco años, y yo, que era el bebe que estaba cogido por aquella mujer que es mi madre, por aquel entonces yo tenía un añito… -explicaba Mery con rabia en su voz, cristy pudo notar como toda su amiga, temblaba –…bien como decía, nos amargo la vida, cada día trabajaba menos, y el poco dinero que conseguía se lo gastaba en alcohol, cuando era el día, que no podía beber por lo que fuese, nos gritaba, sí, nos gritaba mucho y nos pegaba también. Nos decía que era culpa nuestra, que no tuviera bebida, que por ese motivo nos iba a castigar…. Sí que nos castigaba sí, sacaba un gran palo de hierro, y nos daba, menudas palizas…. –las lágrimas le empezaron a caer, mejillas abajo –Decía que no era castigo suficiente, así que nos dejaba días enteros sin comer, la ropa, la teníamos vieja y rota, y ni al colegio nos dejaba ir, para que no, nos chibáramos de lo que nos hacía, nos tenía esclavizaos en casa, sin dejarnos salir para nada –le explico Mery. Las lágrimas se le continuaban cayendo al recordar el tormento que llegaron a pasar ella y su hermano –lamento muchísimo el engaño que te he causado, no quería, que supieras la mierda vida que tenía realmente. Y he querido fingir, lo que no era, espero que algún día puedas perdonarme.
  • ¿Y ahora tu madre donde esta? ¿Y tú hermano? –pregunto Cristy intrigada al mismo tiempo que sorprendida por la historia que acababa de escuchar.
  • Mi hermano en cuanto izo los dieciocho se largo de casa, dijo que ya no aguantaba más esta situación y que se iba, y se fue, le importo bien poco que yo estuviera allí sufriendo, solo miro por él, me prometió que me escribiría y me llamaría pero nunca lo ha hecho, jamás se a acordado de mi –dijo Mery tristemente –mi madre esta en un centro especial para alcohólicos, un vecino la pillo dándome una de sus buenas palizas y no tardo en llamar a la policía. De allí fuimos a juicio tuve que explicar un montón de veces lo que nos hacía a mi hermano y a mi y de allí me llevaron a un centro de acogida. Al poco tiempo de estar allí, apareció mi tía, una mujer, que jamás había visto, pero demostró que decía la verdad, ella, era mi tía, hermana de mi padre, dijo que no podía hacerse cargo de mi, pero que me mandaría dinero cada mes para comida, ropa, estudios…. Así que tuve que quedarme en el centro de acogida, asta que ice los dieciséis. Entonces yo quería independizarme, hacer mi propia vida, pero estaba el problema que era menor de edad, así que tuve que volver a pasar por varios juicios que estudiaron, muy a fondo mi caso, hicieron venir también a mi tía, ella dijo que me ayudaría tal y como lo había hecho asta ese entonces, sin ser presente. Se lo pensaron muchísimo pero al final, aceptaron mi propuesta, me proporcionaron este piso en el que estoy ahora, que lo pago con ayuda de mi tía que me da bastante dinero cada mes, ella vive en Chicago, y aparte el gobierno me proporciona también una ayuda bastante grande. Me ofrecieron una mujer, para hacer las faenas del hogar, mientras yo estoy en clase, y acepte, así es como consigo tener todo preparado y la casa tan recogida sin parecer para nada, que vivo sin la compañía de nadie. A esa chica la paga el gobierno, una vez al mes la asistenta, viene a ver como estoy, en que condiciones vivo. De momento todo esta en su orden, pero si así no fuera, me devolverían de nuevo al orfanato. Esa es mi verdadera identidad, la realidad de la vida que llevo. Todas las veces que te he pedio que te quedaras conmigo a pasar la noche, era por miedo, no quería quedarme de nuevo sola, y tener esas horribles pesadillas que tengo que sale mi madre como protagonista. Y si estudio tanto, es para despejarme desconectar de mi mente, todos esos pensamientos que tanto me atormentan.
  • Oh Mery, lamento mucho todo esto, yo no tenía ni la más mínima idea, de lo que has tenido que pasar, siento mucho haberme enfadado así, de esta forma contigo –se disculpo Cristy, arrepentida y avergonzada de su comportamiento.
  • No, discúlpame a mí por no contarte antes la verdad, me daba miedo, no quería volver a recordar, aquello que tanto mal me causó –dijo Mery.
  • No tienes porque disculparte, he sido una imbécil, por no confiar en mi amiga, por mi culpa, as vuelto a recordar todo –le dijo Cristy -¿podrás perdonarme?
  • ¡Yo, por supuesto que sí! ¿Y tú a mi? ¿podemos continuar siendo amigas? –preguntó Mery –a se me olvidaba, por ese motivo aparte que soy muy estudiosa, nadie se me acerca, por mi madre, no se como se han enterado de toda la historia y no se si me tienen miedo o algo o simplemente soy inferior a ellos, que no se me acercan. Y te agradecería por favor que no le dijeras a nadie que conozcas, lo que te acabo de contar, se que la mitad del instituto ya esta informado pero no quiero que la otra mitad se enteren, ni la otra mitad ni nadie mas
  • Porqué son imbéciles, ¡ellas se pierden de tener una amiga, tan maravillosa como tu! –exclamó Cristy –Claro que podemos seguir siendo amigas, ¡amigas para siempre! –grito dándole un fuerte abrazo –y ya sabes, si necesitas algo, lo que sea, hablar, desahogarte, no dudes en decírmelo, ¡te escuchare y ayudare encantada! No te preocupes por nada, tu secreto está a salvo conmigo, no diré absolutamente nada de nada a NADIE de lo que acabo de escuchar.
  • ¡Oh, gracias, gracias, muchísimas gracias Cristy, eres la mejor amiga, que he tenido en la vida! –explico Mery, abrazándola fuertemente con lagrimas, de tristeza, rabia y alegría resbalándole por sus mejillas.

Días mas tarde, las dos amigas, se encontraban comiendo en una mesa, ellas dos solas, cuando se les acercaron la pandilla de las tres B.
  • ¿Que hacéis vosotras aquí? –pregunto Cristy, mirándolas con mala cara –largo, ¡aquí no queremos a gentuza como vosotras!
  • Queremos hablar contigo rubia –dijo la morena, mirando a Cristy.
  • Pues decirme –dijo Cristy comiendo, sin mirarlas a la cara.
  • No, en privado –dijo la morena.
  • Ella es mi mejor amiga, no tengo porque esconderme de nada, así que o me lo decís aquí o ya os podéis estar largando –dijo Cristy con total calma.
  • Es que nos gustaría disculparnos por la mal que te lo hicimos pasar el primer día –dijo la morena.
  • Bien, pos ya me lo habéis dicho, y no me da la real gana de perdonaros, ahora ya os podéis largar de aquí –dijo Cristy, mirando fijamente a las tres con total seriedad, pero sin perder la calma.
  • Esta no es la disculpa que te mereces, va por favor, acompáñanos te prometemos que venimos en son de paz –dijo la morena con la manos en alto –¿verdad chicas? –pregunto mirando a sus compañeras.
  • Lo prometemos –dijeron la rubia, y la pelirroja a coro con voz de fifí.
  • Ostras, si lo han pedido por favor y todo, abra que ir entonces –dijo Cristy dispuesta a levantarse.
  • ¡No Cristy, no vayas! –le pidió Mery, cogiéndole fuertemente del brazo – ¡puede que sea una trampa!
  • Mirar la hija de la alcohólica sufre por su amiguita, ¡oh que conmovedor! –exclamó la morena, seguido por carcajadas de la rubia y la pelirroja
  • ¡He! ¡No te metas con ella o te parto la cara! ¿me has entendido? –le amenazo Cristy, con un dedo de frente y una mirada desafiadora.
  • Vale, vale, tranquila, que no nos meteremos con ella, jamás –dijo la morena, mientras que las otras dos chicas afirmaban con la cabeza –¿nos acompañas por favor?
  • Tranquila Mery, iré con cuidado, lo tendrán complicado, si me quieren hacer algo –dijo Cristy guiñando un ojo a Mery. Esta le sonrió, transmitiéndole tranquilidad. Cristy siguió a la pandilla de las tres B, que la conducieron hasta el final del comedor, en la última mesa de todas, allí las tres de la cuadrilla se sentaron.
  • Siéntate con nosotras –le propuso la morena a Cristy, haciéndole un hueco en el largo taburete que tenían como asiento.
  • No, decirme lo que me tengáis que decir, que tengo prisa –les dijo Cristy.
  • Tranquila, relájate, venimos en son de paz –dijo la morena –te queremos pedir perdón por el mal rato que te hicimos pasar el primer día.
  • Eso ya me lo habéis dicho, así que si no queréis decirme nada mas, adiós –dijo Cristy dándose la vuelta.
  • ¡No espera! –exclamo la morena.
  • ¿Que? –preguntó Cristy, impacientándose.
  • Queremos que seas de nuestra pandilla –acabo diciendo la morena.
  • ¿Qué? –preguntó Cristy con los ojos como platos sin creer lo que sentía.
  • Pues lo que has escuchado, que queremos que seas de nuestra trub –le repitió la morena.
  • ¿Os habéis vuelto locas o que? ¿o estáis peor de lo que imaginaba? –pregunto Cristy sin evitar reírse a carcajada limpia.
  • No, hablamos muy en serio, queremos que seas de nuestra trub.
  • No entiendo por qué si tenemos caracteres y gustos muy distintos, vosotras, a mi me hacéis vomitar –dijo Cristy haciendo una arcada a propósito.
  • Y a nosotras al principio, nos caías fatal para que vamos a mentir –dijo la morena.
  • Sí, fatal –repitieron la rubia y la pelirroja a coro.
  • Pero… -continuo la morena –nos dimos cuenta, que tu eres lo que necesitábamos, para potenciar nuestra fama, ¿he? ¿qué nos dices?
  • No, no me gusta ese trato –dijo Cristy, dándose la vuelta empezando a marchar.
  • ¡Espera! Te compensaremos bien –dijo la morena. Cristy se dio la vuelta, viendo como la morena se sacaba dinero de su bolsillo – ¿qué te parece cincuenta dólares por el primer día?
  • ¿Por el primer día dices? ¿quieres decir que subiréis la cantidad? –pregunto Cristy con una mirada picara, mirando a las tres chicas.
  • Sí vienes con nosotras sí –contesto la morena.
  • Esto se pone interesante –dijo Cristy fregándose las manos –bien pues si es así, acepto, el ir con vosotras, pero como no cumpláis no volveré con vosotras.
  • Es justo –dijo la morena con una sonrisa en la cara, estrechando la mano a Cristy –Barbie –dijo mirando a la rubia –Bilma –dijo mirando a la pelirroja –Cristy ya es de nuestra pandilla –les informó sin soltar la estrechada de mano de Cristy.
  • ¡Si Bibi! ¡bienvenida Cristy! –dijeron la rubia y la pelirroja a coro.

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