viernes, 10 de febrero de 2012

Cristy; Capítulo 23-1

Capítulo 23: De vuelta a la vida diaria

T
ras ese primer día de trabajo, tan intenso pero al mismo tiempo tan gratificante para nuestra protagonista, Cristy, continuaba trabajando todos los días, pero muchos días no hacía el día completo, ya que Alan le exigía que descansara, y se relajara un rato, sino acabaría enferma. Trabajaba todos los días, excepto los domingos que a igual que Alan, tenía el día festivo. Muchos días, al igual que muchos ratos, Cristy y Alan, salían juntos del centro, para ir a pasear, y hacer cosas distintas, como ir a pescar por ejemplo. Eso que los domingos los tuviera libres, a la joven, le aburría bastante, pasaba los ratos, de aquí para allá sin saber que hacer, por eso con el consentimiento de sus superiores, ayudaba a los enfermeros he enfermeras, que observando el progreso tan grande que había hecho, la dejaban sin problemas, a esa ayuda, que a ellos mismo tanto les hacía falta. Al pasar el primer mes, de ser la ayudanta de Alan, este, le entrego en mano quinientos dólares a la joven, esta quedo muy sorprendida, y este le aclaró sin problemas:
  • Ya le dije, que le pagaría.
  • Pero Alan son quinientos dólares, es mucho dinero este… yo no lo puedo aceptar… -dijo devolviéndoselo.
  • Recuerdo bien, que le dije menos de la mitad, yo cobro mil dos cientos dólares, así que ya he cumplió, pero si necesita mas le doy… -le dijo Alan, sacándose la billetera.
  • No, no, no tenías que haberme dado nada, ya te dije, que todo esto lo hacía para recuperarme simplemente –le dijo amablemente devolviéndole el dinero.
  • No, quédeselo para usted por favor, que sino no me sentiré cómodo, con lo tanto que me ha ayudado, es lo mínimo que puedo hacer, muchas gracias por ser mi secretaria –le agradeció Alan. Cristy, no pudo mas que darle un fuerte abrazo, mientras le decía en un murmuro <<es un placer ser su secretaria>>

Por otro lado, una mañana después de esa confesión, grande fue la sorpresa de Cristy, cuando se acerco a recoger su almuerzo, y se encontró a Jonathan con ropas de cocinero ayudando a Rosy y Irma.
  • Jonny ¡que agradable sorpresa! ¿ya trabajas? –le pregunto Cristy al verle.
  • Sí, hoy es mi primer día, ya hace una hora que estoy trabajando –le explico el chico, poniendo el almuerzo de Cristy en una bandeja –a diferencia de ti… -le recordó, mirando hacía el otro lado.
  • Alan me ha dado la mañana libre, empezare esta tarde, a las cuatro, asta las dos de la mañana que acabare, con la última ronda –le explico Cristy.
  • Jo, que jefe, mas enrollado que tienes –le dijo Jonathan –mis jefas, ya me han dicho que trabajar jornada completa diariamente –le explico en un murmuro.
  • Si muchacho es que estamos escasos de personal, como puedes ver, y hay que trabajar duro –dijo Rosy que le había escuchado, guiñándole un ojo a Cristy, con una sonrisa picara.
  • No te quejes, que seguro que tan malas no son, estoy convencida que algún día o rato de fiesta te darán –le consoló Cristy con una sonrisa – ¿te gusta el trabajo que te han dado?
  • Sí, ya me preguntaron si me gustaba cocinar, y yo les explique que antes de meterme con las drogas, cocinaba mucho, ayudaba a mi familia hacerlo, aquí me han metido para trabajar –le explico Jonathan.
  • Ostras, pues perfecto, ahora tu se valiente, y la primera de cambio no vuelvas a por ellas ¿vale? –le dijo Cristy con mirada irónica.
  • Te lo prometo –le respondió Jonny con una sonrisa.
  • ¡Venga, Jonathan lleva esas bandejas, a las mesas del fondo que aun están esperando! –exclamó Rosy.
  • ¡Voy! –expreso Jonathan cogiendo dos bandejas, conduciéndolas a los sitios correspondientes.
A medida que pasaba el tiempo, Cristy se sentía muy orgullosa de Jonny, por los grandes progresos que hacía. Estaba convencida que ya no consumía nada, y siempre, que le entraba la ansiedad, corría a verla y hablando con ella, le hacía entender, que ese no era el camino, y le ayuda muy satisfactoriamente. El personal del centro, en cambio, estaban muy orgullosos de Cristy, la veían muy capacitada y totalmente recuperada, para que volviera a su casa, junto a los suyos. Lágrimas de felicidad resbalaron por sus mejillas al enterarse de ese hecho, y no pudo evitar abrazar fuertemente a la doctora Guzmán dándoles miles de gracias.
  • Cristy ha sido un verdadero placer, tenerte como mi ayudante, espero que ahí fuera continué tan valiente, fuerte y venza todas las adversidades como asta ahora a demostrado ¡la extrañaré secretaria! –le dijo Alan dándole un suave beso en la frente, ante la hora de la despedida.
  • Yo también te echaré de menos Alan, ¡gracias por ayudarme tanto! –dijo abrazándose a él.
  • A Cristy espere ¡tengo un regalo para usted! –dijo de repente Alan acordándose, yendo rápidamente a por él –tenga, ábrelo –dijo entregándole un paquete en el que en el interior se oía como chasquidos.
  • Alan ¿qué es esto? –exclamó Cristy asustada, tirando un paso para atrás.
  • Tranquila, que es inofensivo, ábrelo no espere mas, no sea que se asfixie –dijo Alan.
  • ¿Qué se asfixie? –pregunto sorprendida Cristy –pero ¿qué me has comprado? –pregunto desempaquetando el papel, con las manos temblorosas a causa de nerviosismo -¡ostras! Pero si esto es… -dijo llevándose las manos a la boca tapándosela, sin creérselo, teniendo ante sus ojos, una jaula, con un loro de colores dentro, revoleteando sus alas sin dejar de decir <<hola, hola>>
  • Es el loro que tantas veces vio en la tienda de animales, que le gustaría tanto tener –le acabo la frase Alan contento –es mi regalo de despedida, por ahora solo sabe decir hola, pero usted le puede enseñar mas cosas, así también estará ocupada, le será mas fácil su total recuperación.
  • ¡Me encanta! ¡gracias Alan! Le llamaré Pichi ¡hola Pichi! –le agradeció la joven, justo después saludo a su nuevo amigo escuchando su respuesta <<hola, hola>>. En ese momento el móvil de la joven sonó viendo como remitente a Nicolas. Cristy se separo un poco de los demás para hablar en la intimidad con su fiel amigo. Justamente después tras una sonrisa de oreja a oreja, se ajunto a su familia para marchar ya a casa, pero antes, se despidió de la doctora Guzmán.
  • Estamos muy orgullosos de ti Cristy, sigue así no cambies, si necesitas lo que sea, aquí estamos, aunque no olvides, que de tanto en tanto tendrás que venir, hacerte una pequeña revisión ¿de acuerdo?
  • No lo olvido doctora, aquí estaré –dijo Cristy con alegría. A continuación, hecho una mirada rápida a todos, Jonathan, Bob, Rosy, Alan, la doctora Guzman, todos los enfermeros y enfermeras, el resto de sus compañeros/as como última mirada, fue directa a su familia que ya la esperaban ansiosos, de volver con ella a casa. Así que Cristy con la jaula de Pichi entre sus manos, mientras el pájaro no dejaba de revolotear por ella con felicidad, camino hacia ellos y juntos volvieron a su hogar.

Al entrar en casa, Cristy quedo paralizada, al pisar la entrada, hecho una ojeada rápida, a su alrededor, quedándose, en una especie de trance, paralizada. Notaba como sus ojos se humedecían pero su boca, no podía arquear palabra.
  • Cristy ¿estas bien? –preguntaron uno detrás del otro Mery y George, mirándola.
  • Cariño ¿Qué te ocurre? –pregunto Jessica acercándose a ella, cogiendo lentamente, la jaula de Pichi, ya que parecía que en cualquier momento caería de las manos de Cristy.
  • Es solo que al fin estoy en casa… -empezó a vocalizar Cristy lentamente, mirando un punto fijo de la pared –en esta casa… que tanto mal os he hecho… lo siento mucho –dijo mientras sus lágrimas resbalaban por su cara.
  • Cielo, no te atormentes mas por favor, todo eso ya pasó, se quedo en el pasado, ahora todos estamos muy orgullosos de ti, nos alegra muchísimo de tenerte de nuevo entre nosotros –la consoló Jessica, dándole un fuerte abrazo….

Aquella noche, después de lavarse los dientes, Cristy paso por al lado de la habitación de George, que tenía la puerta entreabierta con la luz encendida. La joven asomó la cabeza, al ver que estaba leyendo, llamo con los nudillos de sus manos en el que sintió como este le dejaba la entrada libre.
  • Hola Cristy ¿como estas? –pregunto el joven, dejando sobre su mesita el libro que leía, observando como Cristy se sentaba en el filo de su cama.
  • Bien, bien –respondió con una débil sonrisa.
  • ¿Estas contenta de estar en casa? –quiso saber George, no muy convencido de la respuesta de su hermana.
  • Sí Claro que sí, ¿y tú? ¿estas tranquilo sabiendo que estoy aquí? ¿no tienes miedo que te vuelva hacer daño?
  • Miedo en absoluto, ya estas recuperada Cristy, esos días pasaron quedando en una simple pesadilla, ¡me alegro muchísimo que vuelvas a ser mi hermana de siempre! ¡te quiero mucho, mucho!
  • ¡Te prometo que nunca mas te aré daño, yo también te quiero muchísimo enano! –confeso Cristy. Los dos hermanos se fundieron en un fuerte y tierno abrazo.
  • Perdonar, ¿interrumpo algo? –preguntó Mery tímidamente.
  • No, no, pasa, pasa –exclamó Cristy.
  • He ido hablar con Jessica, para dormir contigo Cristy, si quieres claro.
  • ¡Claro que quiero! –exclamo Cristy con felicidad, que su amiga ya no temiera dormir con ella.
  • Sí que George ya es un joven adolescente de doce años, y noto como se siente incomodo, cuando se cambia o quedarse en calzoncillos delante de mí –explico Mery mirando a George con una sonrisa, viendo como el joven se sonrojaba, con la cabeza baja –no te sonrojes hombre, es algo totalmente normal –dijo dándole una suave palmada en la espalda, sin dejar de sonreír.

Las semanas pasaban, mientras George y Mery iban a clase, Jessica, iba a trabajar…. Cristy se lo pasaba en casa, haciendo las tareas del hogar, para cuando sus familiares llegasen. Aunque la joven ya le gustaba ayudar, y sobretodo encargarse de Pichi también se agobiaba de estar en casa, o salir en solitario, ya que los demás estaban en sus labores. Aparte no le apetecía salir por el hecho de mala fama que se había ganado en el pueblo y todos la observaban con muy mala cara. Después de pensarlo varías veces llego a la siguiente conclusión:
  • Tengo veinte años, al igual que Mery, ella esta acabando el curso antes de la universidad, yo no tengo tantos estudios, pero hacen módulos, seguro que en alguno podré entrar –dijo para si. Cuando llego su madre, se lo comento y le pareció una idea magnifica, así que no tardaron en escribirla en el centro, en el que podía empezar dos semanas mas tarde
La dos semanas pasaron mas aprisa de lo que toda la familia se diera cuenta. Había llegado el día en que Cristy reconstruía las clases, y esta no podía evitar tener una especie de angustia por lo mal que la podían tratar, tras la mala fama que se había ganado. No pudo evitar demostrarlo en el almuerzo, entre mordisco y mordisco de su tostada con mantequilla y mermelada.
  • Cristy, no pasará nada, y si pasa, peor para ellos, ignórales, ellos se lo pierden si no quieren rehacer contacto contigo… -intentó animarla Mery.
  • Gracias pero no es tan sencillo, he hecho cosas muy malas, me he ganado esa mala fama al cien por cien –justificó Cristy con la cabeza baja.
  • Ya te hemos dicho mas de una vez, que esa Cristy no eras tu, eran esas drogas que te hacían reaccionar así, no es mentira, es verdad, tienes que creernos –intentaba animarla Mery –si te soy sincera ya no eres tan rebelde, como cuando te conocí, ¡as madurado! Eso te ha hecho ser mejor persona –le recordó con una sincera sonrisa Mery.
  • Esa rebeldía es típica de una persona adolescente con buen corazón –interfirió Jessica –la adolescencia a pasado, y después de esa mala experiencia a dejado el corazón puro que tienes –le dijo con su mano en el pecho de su hija. Ambas se miraron con una sonrisa. Un gran pitido se sintió.
  • ¡Cuanto tiempo sin sentir ese aviso! –dijo Cristy nerviosa, levantándose de la silla.
  • Tranquila Cristy si todos te dan la espalda, no estas sola, me tienes a mi, no lo olvides, si alguien te hace algo, ahí correré yo, a defenderte, si algo he aprendido de todo esto, es que tengo que ser tan valiente y fuerte como tu –le hizo saber Mery.
  • Ya ves lo valiente que soy, que os he hecho sufrir tanto –reprocho Cristy tristemente.
  • Pero as tenido fuerza voluntad y una gran valentía en reconocerlo, pedirnos perdón, sintiendo de corazón todo el daño producido, y hacer todo lo posible por recuperarte cosa que gracias a esa habilidad as conseguido –le recordó su amiga –venga… no le des mas vueltas, vayamos a demostrarle a todo el mundo, que aquí sigues tan entera como siempre –dijo, dándole un suave beso en la mejilla.
  • Gracias –le agradeció Cristy en un murmuro, algo conmovida.
  • Ya verás como todo irá bien –le animo Jessica, dándole un beso en la frente, justo después a Mery –que paséis muy buen día, Mery cuídamela por favor –le pidió viendo como esta afirmaba con una gran sonrisa –bien… yo me iré a trabajar viendo que George ya no quiere que le acompañé a clase –dijo mirando a George disimuladamente, que estaba acabando de recoger unas cosas en la mochila, justo después, se la colgó en la espalda.
  • Mama, no te estoy echando de mi vida, es solo, que ya no soy un niño pequeño para que me tengas tan controlado, aun menos para que me lleves a clase, prefiero ir en bici con Jimy y los demás, ya los conoces a todos –se defendió el joven.
  • Lo se tesoro, ya se que mi niño se esta haciendo un hombrezuelo –le dijo Jessica, dándole un beso en la frente a él también –es solo que creces tan rápido… -dijo con nostalgia sin evitar echarle un abrazo.
  • Por favor mama, delante de las chicas no ¡que vergüenza! –se quejo George, separándose lo mas rápido que se lo permitieron sus impulsos.
  • Uiiii, perdona hijo –dijo Jessica separándose rápidamente. Cristy y Mery echaron a reír. Se sintió otro fuerte pitido.
  • ¡Ostras Cristy, nos habíamos olvidado! ¡tenemos que irnos ya! –exclamó sobresaltada Mery. Cristy afirmo, rápidamente las dos salieron fuera, teniendo enfrente de sus ojos, el autocar con las puertas abiertas, dejando ver, a esa conductora de treinta y pocos de años, delgada, con el pelo negro, largo, recogido por una trenza, ojos marrones con gafas oscuras. Las dos chicas se la quedando mirando, sobretodo Cristy <<¡era la misma conductora de hace dos tres años atrás no había cambiado nada!>> no pudo evitar pensar Cristy

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