miércoles, 8 de febrero de 2012

Cristy; Capítulo 21

Capítulo 21: Una carta inesperada


L
os días pasaban después de aquella agradable visita y salida que para nuestra protagonista, fue la reconciliación con su familia, al mismo tiempo una alegría superior al hecho que los suyos la hubiesen perdonado. Desde ese día la llamaban más a menudo que antes, en todas las visitas solicitadas, no faltaban esas cuatro personas, en el pasaban fuera junto a Cristy felizmente. En cambio para Nicolas, no era tan agradable, ya que él se quedaba en el centro, sin mas compañía que cuatro monitores contados, y pocas salidas transcurrían en ese estado. Aunque las pocas que se hacían, le acompañaba Alan, el conserje del centro, un hombre delgado, ojos marrones, poco pelo en su cabeza, canoso. Él joven se sentía muy a gusto con él, al igual Alan con este mismo.
Una mañana Cristy y Nico, estaban en la sala general, jugando a las Damas. Una partida, muy interesante, ya que Nico se encontraba acorralado por un montón de fichas rojas, echando una mirada a su compañera, que esta tenía una gran sonrisa en su cara.
  • Venga tira, que no tengo todo el día… -le exigía Cristy, sabiendo que tenía la partida ganada.
  • Ya voy, ya voy, déjame pensar –le contestó Nico, ensimismado, mirando fijamente, esa partida sin salida.
  • Siento interrumpiros chicos, pero Nico la doctora Guzmán te quiere ver en su despacho enseguida –le enunció Alan acercándose a ellos –yo de ti, iría rápido muchacho, creo que es urgente.
  • Oh, me acabas de salvar la vida Alan –dijo Nico, levantándose de su asiento, con felicidad, observando como se había librado de una derrota.
  • ¡Eh, eso no es justo, aun no hemos acabado! –protesto la joven, viendo como Nico se puso en pie, dispuesto a marcharse.
  • Ya as oído a Alan, es urgente –dijo Nico contento, marchándose con Alan, hacía el despacho de su doctora, dejando su amiga de morros. A los 15 minutos, el joven apareció leyendo una carta entre sus manos, con la mirada paralizada estrujando el papel.
  • ¡Hombre, ya era hora! quiero acabar la partida, por eso te esperado, sin recoger nada, venga, ¡que tengo que ganar! –transmitió sin fijarse en el rostro de el joven –eh ¿Nico? ¿me escuchas? ¿te ocurre algo? –preguntó, al darse cuenta de su estado.
  • No puede ser… no puede ser… -murmuraba Nico.
  • ¿El que no puede ser? –pregunto Cristy, sin entender nada.
  • No puede ser…. Me tengo que ir de aquí –acabo diciendo el joven, con las manos temblorosas, sin creer, lo que estaba leyendo.
  • ¿Que dices? ¡Lo abras leído mal, eso es imposible! –dijo Cristy nerviosa, arrebatándole la carta de sus manos, empezando a leer.
  • Necesitan mi plaza, para mas gente, que tienen que llegar, puesto que ya no tengo necesidad de estar aquí –dijo lentamente Nico, como meditando de todo lo que acababa de leer.
  • Pero esto debe ser un error, ¡no puede ser, que te tengas que ir! ¿Dónde vas a vivir? –se quejo Cristy indignada.
  • Ya me tienen preparado otro centro, en otro pueblo a varios kilómetros de aquí –le explico Nico –es un centro para chicos que no tienen familia… como yo… son para menores de edad, pero como tienen amistad con los superiores de aquí, han hecho una excepción conmigo, me trasladarán la semana que viene –acabo de informar con la cabeza baja.
  • Es que no puede ser… ¿qué pasará con nosotros? ¡tú eres el mejor amigo que he tenido nunca! ¿Cuándo te veré? –preguntó varías veces negando con la cabeza, sin querer aceptar ese traslado.
  • No lo se Cristy…. Pero te aseguro que pase, lo que pase mi amistad jamás la perderás –le confirmo mirándola fijamente a los ojos, con su mano en el hombro de ella.
  • ¡No, no puede ser, no puedes irte, gracias a ti estoy tan bien, ya no tengo pesadillas, si tu te vas, tendré una recaída, y esos horribles sueños volverán! –exclamó Cristy, con sus ojos que se humedecían.
  • Eh, no eso no ¿he?, yo no he hecho tanto para que estés así de bien, te he podido dar un pequeño empujón, para ayudarte, pero lo demás a sido gracias a tu fuerza de voluntad, y ponerte bien, no hay motivo ninguno, para que tengas una recaída –le dijo Nico con sus manos en los hombros de Cristy, mirándola fijamente, mientras ella mantenía la cabeza girada, con la mirada en otro lado –hace ya tiempo, que no tienes esas pesadillas, as aceptado la muerte de tu padre, y tu familia te a perdonado, no tienen porque volver esas malas noches.
  • Ya… pero… -no pudo decir mas Cristy.
  • Anda, ven aquí –dijo Nico, dándole un fuerte abrazo, notando como las lágrimas de su amiga, caían por sus mejillas –tranquila, todo va a salir bien, estoy seguro –le dijo dulcemente.

Una semana después, la noche antes de su traslado, le hicieron una gran fiesta, para despedirle después de esos tres años que había pasado, allí, junto a ellos, ayudando tanto a personal como los chicos he chicas que habían pasado por ese centro. Pasaron ese día preparando todo, entre todos, cada uno poniendo su granito de arena. La fiesta acabo tarde, a la una de la madrugada, subían todos a sus camas, ya cansados pero contentos de esa juerga. Cristy, también se acostó a esa hora, ella en cambio, no estaba contenta, sino muy triste, porque un buen amigo se le marchaba. No pudo evitar echar unas lágrimas antes que a causa del cansancio y el agotamiento de ese día se durmiera.
Llego la hora de la despedida, a las cinco de la tarde, cuando un vehículo del nuevo centro llego, asta ese local, para recoger al joven. Mientras este se despedía, esos hombres que fueron a por él, recogieron sus pertenencias. Nico se fue despidiendo lentamente pero intensamente, de cada uno de esos superiores, y compañeros, que habían sido, durante tanto tiempo. Llego el momento de Cristy.
  • No quiero que te vallas –le transmitió Cristy con lágrimas en sus ojos.
  • Yo tampoco quiero irme, pero no tengo otra salida –le respondió Nico.
  • ¡Te echaré de menos! –dijo Cristy, lanzándose a sus brazos con un fuerte abrazo.
  • Yo también os echaré de menos a todos… ¡sobretodo a ti! Gracias, por dejarme ayudarte, gracias por hacer todo este tiempo, una vida, mas feliz y llevadera ¡bufffff me vas hacer llorar! –dijo Nico con una débil sonrisa, limpiándose rápidamente, con la manga, las primeras lágrimas que le resbalaban –pero no olvides, que esta no es el final de nuestra amistad, aunque nos separemos, nuestra amistad continuara, asta el fin de nuestros días, la prueba esta aquí… -dijo sacándose la piedra de colores, que le había regalado su amiga, el día en la playa. Cristy, se cogió el collar de pequeñas perlas –estos objetos, son la prueba de que por muy lejos que estemos, uno del otro, nuestra amistad es para siempre.
  • Sí, ¡amigos para siempre! –exclamó Cristy, sumergiéndose un fuerte, y tierno abrazo.

Desde la marcha de Nicolas, Cristy se sentía desplazada, triste…. El muchacho cumplía a menudo su promesa, justo antes de marchar, ya subido en el coche, que había venido para el traslado << ¡te llamare y escribiré a menudo, te lo prometo!>> si que es verdad que lo hacía, casi a diario recibía llamada o carta de su parte. Pero aun y así para la joven, no era suficiente, a cada momento se le aparecía la imagen de ese chico delante de sus ojos, con los recuerdos, que pasaron los dos juntos. Le extrañaba tanto, echaba de menos esas charlas, esas risas, esos abrazos, ese cariño físico que a través de un papel o un teléfono, no le podía transmitir…. Sin Nico, todos los días eran idénticos, las mismas tareas, la misma monotonía… muchos días no tenía ganas de nada, lamentaba haberse levantado esa mañana. La doctora Guzmán, hizo presencia del gran bajón de esa chica, entendía que era a causa de esa despedida, ya que los dos chicos estaban muy unidos, fue una separación de repente, repentina. Así fue como la ella misma hablo con los familiares de Cristy, para que la sacaran a menudo, incluso, los días que no se permitían las visitas, se coincidían esa excepción, ya que temían una recaída por su parte. A menudo pues, Jessica, George, Mery y Ben, allí se encontraban para sacar y animar a Cristy, aunque ella hacía todos los posibles por disimular que estaba bien, no lo conseguía. Se encontraba extraña, como si ya no hiciera nada, en ningún lugar, como si su vida, no tuviera ningún sentido…….

Una mañana se despertó, levantándose al poco rato, no muy convencida si hacía lo correcto, o la mejor opción, era quedarse mejor en la cama, otro día, otra rutina, otra monotonía…. Además ese día se encontraba muy extraña, nerviosa, alterada, hacía tiempo que no lo sentía, Nico, la había engañado, las pesadillas habían vuelto, la muerte de su padre se le repetía, día si, día también, pero aparte había otro sueño, otra pesadilla se le presentaba, sin invitación ninguna, sí, la despedida de Nico, le atormentaba, una y otra vez en su mente, y se adueñaba por las noches…. Pero esa madrugada, había soñado algo mas, con tres chicas un chico, y las pastillas…. Se lavo la cara, le dolía la cabeza y los nervios, no se alejaban, incluso las manos le empezaban a temblar. Pretendía relajarse, pero por mas que lo intentaba no lo conseguía y con sus pensamientos, más difícil le resultaba. Salio de la habitación muy directa al comedor, a duras penas saludo a Rosy, se volvió aquella mesa en solitario. Sola como lo estaba al principio, antes de que llegara Nico. La nostalgia le volvía a invadir. Decidió desayunar rápidamente, intentando ignorar sus pensamientos que no eran mas que droga, droga, droga y medicamentos. Acabo de desayunar dejando en la bandeja, la pieza de fruta y el zumo de naranja, sin probarlos entregándolo a la Rosy.
  • As dejado la fruta y el zumo ¿te encuentras bien? –pregunto Rosy.
  • Sí, si es que no tengo mas apetito –contesto Cristy inquieta sin dejar de mirar a Jonathan, justamente después se alejo en su búsqueda –Jonny, ¿tienes lo que tu y yo sabemos? –pregunto en un murmuro, para no ser escuchada.
  • No, no tengo –le respondió Jonathan, llevándola a un lado de la sala, para que nadie les escuchara –pensaba que ya no querías tomar mas de esto –le dijo sorprendido.
  • Así era… pero no puedo dormir, las pesadillas se me adueñan cada noche, estoy muy alterada, y necesito tomar algo, para relajarme y descansar bien, sino acabaré fatal –le explico Cristy. Ninguno de los dos se dieron cuenta, pero Alan, el conserje, pasó en ese momento por su lado, escuchando esa contestación de la joven, he intrigado siguió por allí disimuladamente.
  • Entiendo –dijo su receptor –pos esta noche, me colaré otra vez por las salas de los medicamentos, y pillaré unos cuantos – ¿te quieres venir conmigo?
  • Sí claro que sí, pero ¿como lo aremos? tenemos la rejilla tapada –le recordó Cristy
  • No te cierran con llave ¿verdad?
  • No, me dejan abierto –dijo Cristy.
  • A mi también, me han dado un voto de confianza, y me la dejan abierta –dijo Jonny –pero a veces las apariencias engañan –dijo entre risas –esta noche, cuando todo el mundo duerma, me iré a por los medicamentos.
  • Perfecto, ¿a que hora quedamos? ¿y donde?
  • Quedamos a las dos que todos los enfermeros ya han hecho la última ronda de inspección, en el pasillo de la tercera planta que es donde están los medicamentos ¿te va bien?
  • Sí, sí muy bien –contestó contenta Cristy, porque al fin podría dormir una noche entera.
  • Pero esta vez nos llevaremos los medicamentos a nuestras habitaciones, para disimular, así no nos pillaran –le recordó Jonny.
  • Pero igualmente nos pillarán, cuando por la mañana estemos drogados perdidos.
  • No, necesariamente, mañana es domingo, nos dejaran descansar asta la hora que queramos, nos quejaremos de dolor de cabeza y ya esta, un simple dolor de cabeza.
  • Sí tu y yo a la vez ¿no? –pregunto Cristy con incredulidad.
  • Casualidad –dijo Jonny sin importarle la preocupación de la joven -¿Qué? ¿sigues adelante o no?
  • Sí, sí ya te dicho que las necesito para poder dormir.
  • Bien, pues a las dos a las escaleras de la tercera planta –repitió Jonny – ¡y ni se te ocurra decírselo a nadie!
  • ¡Pos claro, no soy tan idiota! –le reprocho Cristy. Cada vez le caía peor ese Jonathan, sabía perfectamente que lo que iba hacer no estaba bien, pero las necesitaba para descansar, sino era capaz de hacer alguna locura, y el único que podía ayudarla era él. Alan escuchó todo lo hablado, sin que los dos implicados se enteraran de nada. No le gusto en absoluto lo que escucho, tenía que hacer algo para impedirlo, pero no sabía que.
La alarma del reloj de Cristy, sonó avisándola que faltaban quince minutos para las dos. Así pues se levantó de la cama, yendo a ese lavabo, a peinarse y lavarse la cara. La una y cincuenta y cinco eran, cuando empezó a salir de puntillas de la habitación, haciendo el mínimo ruido posible. Algún escondrijo tuvo que buscar con urgencia, ya que algún enfermero he enfermera rondaban por ese mismo pasillo, a punto de acostarse o eso al menos suponía Cristy. Con dos minutos de retraso llegó a su encuentro, a causa de esos inesperables encuentros.
  • Ya era hora –dijo Jonathan de brazos cruzados, mirándola de reojo.
  • Lo siento he tenido que esconderme de los enfermeros que andaban por los pasillos –explico Cristy
  • ¿Enfermeros, dices? ¿te han visto? –se sobresaltó el chico.
  • Ya te he dicho que me he escondido, ya ves que he podido llegar hasta aquí, sino no hubiese podido ¿no crees? –le pregunto Cristy, con una cierta ironía.
  • También tienes razón –dijo el chico pensando – ¡anda vamos, antes que nos pillen de verdad! –exclamó nervioso. Los dos jóvenes, marcharon asta la sala de los medicamentos, lo que ellos no sabían que Alan les había seguido……. –bien ya tienes tu ración, ve con cuidado que no te descubran –le aconsejo.
  • Lo mismo digo –le transmitió Cristy. Amos se alejaron a sus habitaciones, encerrándose en ellas. Era tanto el nervio de nuestra protagonista, que sus manos, no dejaban de temblar, su corazón palpitaba deprisa. Cerró nerviosa la puerta de su cuarto, se quedo paralizada con su espalda pegada a esta. Su respiración estaba acelerada. Por un lado sabía que lo que iba hacer, no estaba bien, pero por otra, había una parte de su mente que no dejaba de repetirle <<venga, venga tómatelas ¿a que esperas? ¿quieres acabar con este insomnio que te va a matar? ¡Pues va no te lo pienses mas!>> mientras que la otra parte no dejaba de llevarle la contra, indicándole que había otra salida, antes de transcurrir a ellas. Estaban en pleno debate, cuando Cristy, hecho a correr al baño, llenando un baso de agua, mirándose por unos segundos en el espejo, con la pastilla en su mano. Se la miró unos segundos, justo antes de estar dispuesta a tomársela.
  • ¡¡No!! ¡no Cristy no lo hagas! ¡detente! –grito Alan entrando en la habitación, yendo directo al baño. Cristy se asusto tanto, que no fue capaz de metérsela en la boca, se dio la vuelta, agarrándose al baño, con la pastilla en una de sus manos, que se aguantaban en la parte de atrás.
  • Señor Alan ¿Cómo sabia que…? –empezó a preguntar nerviosa.
  • La sentí hablar con Jonny escuche todo su plan, ahora la he seguido –dijo Alan –no se enfade por favor, es por su bien –déme la pastilla que tiene detrás de usted por favor.
  • Usted no lo entiende, cada noche tengo pesadillas, y también insomnio, aparte estoy muy nerviosa, necesito tomarme algo para descansar –le explico Cristy.
  • La entiendo perfectamente, pero esto no es lo correcto y estoy seguro que es consciente de eso, si no puede dormir vaya a la enfermería que le darán el medicamento adecuado –dijo Alan.
  • En la enfermería me darán algo muy suave, no me hará nada, lo se, por favor, déjeme tomarme una pastilla, solo una, se lo prometo, seguro que no me hará ningún daño, ni tendré una recaída ni nada por el estilo –se defendió Cristy.
  • Sí Cristy, en el estado que esta, una pastilla es suficiente, para una recaída se lo aseguro ¿qué cree que diría Nico si la viera así?
  • Él me ha abandonado, al igual como hizo mi padre, todos los seres que más quiero acaban desapareciendo de mi vida –dijo con los ojos húmedos.
  • Eso no es verdad, para él, usted es su mejor amiga, su mejor confidente y si a marchado, no a sido por voluntad propia, le obligaron a irse –dijo Alan – ¿quiere saber por que la he seguido? ¿por qué escuchado su conversación? –preguntó viendo como Cristy aceptaba con la cabeza –porque me lo pidió Nico antes de marchar, <<cuide a Cristy sobretodo, no deje que mi marcha, le perjudique, que siga así de fuerte como asta ahora>> -le contó observando a la joven que miraba había el otro lado, con la mirada baja –lo de su padre sí, fue una desgracia, claro que sí, él en estos momentos la debe de estar mirando y cuidando, ¿usted cree que se sentiría orgulloso, de verla en estos momentos?
  • Ninguno de los dos están, y no tengo a nadie más ¿Qué mas da, lo que haga?
  • ¿qué no tiene a nadie mas dice? ¿Y su madre, su hermano, su amiga, y la pareja de su madre, no son nadie para usted? Y otra cosa, Nico me llama a menudo, y me pregunta por usted, si hace esta locura, ¿que quiere que le diga? ¿Qué se ha rendido? ¿Qué ha vuelto al ataque? ¿cree que volvería a confiar en usted? ¿Qué se sentiría orgulloso, de sentir ese bajón, por parte de su mejor amiga?
  • No, no… supongo que no –contesto Cristy, con la cabeza baja.
  • Pues…. Se que no es nada fácil, y a sido la marcha de Nico que le ha hecho ese estado…. Se que no soy un joven de veinte años, que solo soy un viejete de cincuenta, pero si usted me da la oportunidad, aquí estoy para ayudarla –le dijo Alan amablemente, con una sonrisa en su cara, extendiendo su brazo, con la palma de la mano bocarriba –se que en el fondo no quiere hacerlo, por favor se lo pido, entrégueme esa pastilla.
Cristy se lo pensó unos minutos indecisa, sin saber que hacer, sabía que Alan tenía toda la razón del mundo, pero había otra parte de su cerebro que le decía todo lo contrario ¿a quien obedecer? Levantó la vista muy despacio, mirando por unos segundos la pastilla, que aun estaba enterrada en su puño, después muy lentamente encaró la mirada a Alan, pensando en su familia, su padre y ese joven, que tanto le ayudo, y ahora ella se lo quería agradecer de esa forma tan horrorosa. Con el mismo ritmo que sus movimientos anteriores, alargo su brazo, con el puño cerrado asta la palma abierta de la mano de Alan, abriendo su puño, cayendo la pastilla en la mano de Alan.
  • Muy bien pequeña, lo ha hecho muy bien –dijo el conserje, abrazándola fuertemente.
  • Quiero curarme, no quiero hacer sufrir mas a los que me quieren, quiero ponerme bien ¡por favor ayúdeme! –exclamo Cristy sin poder evitar echarse a llorar.
  • Claro Cristy, claro que lo aré, te ayudaré en todo lo que pueda.
  • ¿Le dirá lo que a pasado a la doctora Guzmán? –pregunto Cristy asustada mirándole.
  • No, no le diré nada, lo decisión final a sido de gran valentía, por su parte, lo que a pasado hoy, será un secreto, nuestro secreto –le dijo dulcemente el Alan, dándole un beso en la frente. Cristy no pudo mas, que darle mil veces las gracias.
  • ¿Puedo pedirle un favor? –preguntó Cristy.
  • Claro, dígame.
  • ¿Se puede quedar conmigo asta que me quede dormida?
  • Por supuesto que si –dijo el adulto, sentándose en esa silla que tantas noches Nico había pasado, mientras que Cristy se acostaba en su cama, tumbándose de cara a Alan, cerrando lentamente los ojos, y durmiéndose.

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