jueves, 9 de febrero de 2012

Cristy; capítulo 22 -2

  • Bien como quiera, ¿le va bien fregar y barrer el pasillo de la cuarta planta, mientas yo hago los baños? ¿o prefiere hacer los baños? –le dejo elegir el hombre.
  • Ya me va bien limpiar la cuarta planta.
  • De acuerdo, cuando acabe espéreme aquí, yo haré lo mismo si acabo antes.
  • Así lo aré –se comprometió Cristy, subiendo con un equipo de limpieza a la cuarta planta, mientras su compañero se alejaba a empezar con los baños. Allí se encontraba Cristy, en la cuarta planta, por primera vez, no cambiaba mucho de las demás, pero si que había algo que se diferenciaba, en cada puerta de habitación con su número marcado, había un vigilante, que parecía una estatua haciendo guardia. Al principio a Cristy le sorprendió, pero después se puso sus mp3 empezó a escuchar su música, de mientras, la escoba, la fregona y el trapo, le ayudaban con su trabajo. Empezó a bailar a canturrear, sin darse cuenta, que era observada por esos vigilantes, he incluso por la cámara de seguridad, que grababa en todo momento. Fue el vigilante de la puerta 432 que con un gesto de la cara insificante se lo recordó haciendo que esta se sonrojara parando al momento, continuando con su labor. A los pocos minutos sintió como alguien de algunas de esas habitaciones hablaban. Casualmente, el guardia de la habitación 432, se volteó para ver a su vigilado, Cristy disimuladamente, también lo hizo, pudiendo ver, que ese paciente era Jonathan. Con sorpresa, intentó abrir la puerta de esa habitación, pudiendo ver que estaba cerrada con llavé, notando la mirada asesina de su vigilante –tengo que hablar con el, es urgente –intento viendo como le denegaban esa entrada -…es que me han dicho que tengo que limpiar esta habitación –se le ocurrió. Fue ahí cuando el guardián, le abrió la puerta, con las llaves, dejando que la joven entrará volviéndola a encerrar de nuevo. Allí se encontró una habitación con una cama, mesita y armario contados, en las ventanas había barrotes verticales. Jonathan estaba sentado, de espaldas a ella, mirando a través de la ventana –Jonny… –no pudo aurticular mas Cristy.
  • ¿Tu que haces aquí? –pregunto sorprendido el chico.
  • Estoy trabajando, estoy ayudando a Alan –dijo Cristy con una débil sonrisa.
  • ¿Por qué as mentido? ¿Por qué as negado que viniste conmigo, cuando realmente si que lo hiciste? –pregunto el joven enojado, mirándola fijamente.
  • Lo siento Jonny, pero no debí ir contigo, gracias a Alan no me tome ninguna, estoy aquí para recuperarme no para ponerme peor, por eso he aceptado el trabajo que me ofreció, para distraerme y no pensar –le explico la chica disimulando que limpiaba, cuando el guardia miraba.
  • ¡Por tu culpa he quedado como un mentiroso, y me han encerrado aquí, en esta planta que no hay nada, no te dejan salir para nada, excepto para ir al baño, pero siempre bajo vigilancia! –le encaro Jonny.
  • Ya te he dicho que lo siento de verdad, me sabe muy mal, pero si quieres podemos hacer un trato –se volvió a disculpar con la cabeza baja.
  • ¿Que trato? –dijo encuriosido el chico.
  • Yo le explico toda la verdad, a la doctora Guzmán y le pido que te vuelva a la segunda planta, tu dejas de ir a por droga, y empiezas hacer todo lo que puedas por recuperarte –le ofreció Cristy, parando enfrente de el, aprovechando que el vigilante no miraba.
  • ¿Como se que hablarás con la doctora, y dirás la verdad? –pregunto desconfiado Jonathan.
  • Tú vendrás conmigo, estarás delante cuando se lo diga –dijo entusiasmada Cristy.
  • No puedo salir de aquí –le recordó el chico con mala cara.
  • Pues entonces iré a buscarla, sí, la traeré aquí y se lo diré delante de ti –dijo Cristy, Jonathan, se la quedo mirando desconfiado.
Cristy tardó un rato, en acabar de hacer el pasillo de la cuarta planta, eran cerca de la una del mediodía cuando se encontró en el comedor con Alan.
  • ei Cristy ¿Cómo le ha ido por arriba? –le preguntó Alan.
  • ¡Alan tengo que ir hablar con la doctora Guzmán es importante! –le dijo deprisa y nerviosa Cristy.
  • ¿Ahora? ¿esta bien? ¿ha pasado algo? –pregunto su superior sobresaltado.
  • No hay tiempo para explicaciones –fue la única respuesta de Cristy, cogiendo del brazo a Alan llevándolo rápidamente al despacho de su doctora. Una vez de allí, Cristy se las ingenió para que la doctora Guzmán subiera con ellos a la cuarta planta, a la habitación 432, que al ver, que iba con ellos la doctora Guzmán les dejaron entrar sin problemas, dejando a Jonathan boquiabierto.
  • Y bien Cristy, ¿que pasa con tanta prisa? –pregunto la doctora Guzmán mirando a Alan, que se encogió de hombros, ambos, sin entender nada.
  • Doctora…tengo que confesarle algo… -empezó a decir Cristy.
  • ¿Confesarme algo? –pregunto la doctora Guzmán sorprendida. Cristy se fijo, que Alan la miraba con los ojos como platos.
  • Sí, la he mentido, Jonny tenía razón quede con él para ir a buscar droga, es más fui con él –le explico Cristy.
  • ¿Cómo es posible? Pero si Alan nos dijo que estabas durmiendo a esa hora, que pasó por tu habitación –dijo la doctora Guzmán sin entender nada, ahora mirando a Alan, que este no sabía como reaccionar.
  • ¡No, no dormía, estaba con Jonny! –aclaró Cristy negando con la cabeza –fui a buscar medicamentos, para tomármelos a mi antojo, eso sería como droga, pero Alan entro en la habitación, cuando me lo iba a tomar, impidiéndolo, haciéndome entrar en razón.
  • ¿Entonces, por que él…? –iba a preguntar la doctora, mirando a Alan.
  • Porque le pedí yo que no les dijera nada –dando la respuesta, de la pregunta inacabada, Cristy con la cabeza baja.
  • Y como no se tomó ninguna pastilla, se lo prometí, pero tal como le he dicho, lo mantuve en secreto, porque no se tomó ninguna, que si se la hubiese tomado pese a todo lo que le dije, por su bien se lo hubiese dicho a ustedes –explico Alan.
  • Lo siento mucho –se disculpo arrepentida Cristy –lamento esta mentira, y que hayan castigado de esa forma a Jonny –dijo esto último mirando al joven.
  • Acepto sus disculpas –dijo la doctora Guzmán con una sonrisa mirando a Cristy –me sabe muy mal que aya intentado volver a ingerir esas pastillas por placer, ahora que había recuperado tanto –dijo viendo como la joven mantenía la cabeza baja arrepentida –pero… por otro lado, es lo que me suponía tras la separación de su fiel amigo, y quiero decirle… -dijo algo seria. Cristy cerró fuertemente los ojos, preparándose para una gran regañina –que estoy muy orgullosa de usted, por este gran paso que acaba de hacer, sí se podría haber callado, y dejar a Jonathan como un mentiroso consumidor, pero no, tu as querido que todo saliera a la luz, eso demuestra que tiene un fuerza de voluntad increíble, y un corazón muy grande, muchas gracias –le hizo saber con su mano en el hombro de Cristy con una amplía sonrisa.
  • ¡Muchas gracias doctora Guzmán! –agradeció Cristy dándole un fuerte abrazo –doctora quisiera pedirle un favor –dijo, separándose de ella.
  • Dime
  • ¿Podría volver a mandar a Jonny a la segunda planta con todos nosotros?
  • No es tan sencillo –fue la respuesta de la doctora Guzmán –aunque hubiese creído a Jonathan desde un principio, la decisión de subirlo a esta planta no hubiese cambiado, es un joven, que por mucho que intentemos, él nunca hará nada por recuperarse, para él, el camino de las drogas es mucho mas fácil que el de ponerse bien, y no ve mas opciones.
  • Ahora se pondrá bien estoy segura, hará lo que sea por recuperarse, incluso trabajar si es necesario, por favor, cámbielo de planta –insistió Cristy.
  • ¿Estarías dispuesto a trabajar? –pregunto sorprendida la doctora Guzmán, mirando a Jonathan.
  • Sí, supongo que sí –acabo diciendo Jonathan, después de pensárselo unos segundos.
  • Bien, pues si es así te daré otra oportunidad, y te bajaré a la segunda planta, pero como sigas con ese comportamiento rebelde, te subo a la cuarta planta de inmediato –le advirtió.
  • Gracias doctora –agradeció Jonathan con una débil sonrisa. Cristy miró primero a su compañero y después a Alan, contenta por esa decisión.
Después de esa confesión Alan y Cristy, salieron para ir a comer los dos, fuera del centro. El conserje, la llevo a un restaurante no muy lejos de aquel lugar, después de que ella se quitará el kimono de trabajo, y se vistiera con un chándal. Allí los dos solos, en una mesa comían canalones, mientras charlaban alegremente.
  • lo que ha hecho hoy a sido muy valiente –le dedico Alan -¿por qué lo ha hecho? ¿por qué ha querido ayudar a Jonny?
  • Me sentía culpable por aquella mentira, eso en el fondo era mentirme a mi misma, de muchas otras cosas, otra más que aprendido de Nico, es ayudar a los que están peor que yo, hacerles sentir bien, eso es como me hace sentir bien a mi también, Nico disfrutaba ayudando a los demás. Yo ahora que lo e probado, me ha hecho sentir bien, y quiero seguir haciéndolo ¡quiero ayudar, a los que están peor que yo! –explicó Cristy, la última frase con énfasis.

A las cuatro de la tarde, volvieron al centro. Por el camino Alan ya le recordó las tareas que aun les quedaban por hacer: cambiar las manetas de las puertas, arreglar las tuberías… pero también le hizo saber:
  • Sí quiere plegar por hoy, ya puede, ha trabajado muy bien, estoy orgulloso de usted.
  • No, no quiero plegar, quiero seguir asta el final de la jornada completa –respondió Cristy contenta.
  • Bien, pues póngase de nuevo el kimono de trabajo, para empezar con lo solicitado –le recordó su superior, empezando con sus tareas, una vez que su ayudanta estuvo lista.
Eran las siete de la tarde cuando tuvieron todo acabado. Los dos trabajadores salieron al jardín, empezando a charlar, uno al lado del otro. Alan se encendió un cigarro.
  • ¿Te apetece uno? –le pregunto a Cristy, ofreciéndoselo.
  • ¡No, no quiero nada de esta mierda! –le aclaró Cristy – ¡este mundo y yo hemos acabado para siempre!
  • ¡Así me gusta Cristy! –le felicitó Alan con una amplía sonrisa –¡si la viera Nico, estaría súper orgulloso de usted! –le transmitió, viendo como a la joven se le borraba la sonrisa, y bajaba la cabeza tristemente – ¿le hecha de menos verdad? –le preguntó mirándola, después de echar una calada a su cigarro.
  • Sí muchísimo, se que vas a decir… -empezó a la defensiva Cristy, notando como sus ojos se humedecían –que me llama a menudo… recibo correo de su parte casi todos los días… pero para mí no es suficiente… ¿sabes? necesito ese contacto que teníamos antes… esas charlas asta tarde… esas bromas, esos abrazos cuando me hacían falta… esas ganas de vivir, que me hacía sentir…
  • Tranquila Cristy, que no le reprocharé nada –contesto Alan, mirando al horizonte –la entiendo perfectamente, se que no es lo mismo, un joven de veinte años, que un viejo como yo de cincuenta, pero aquí estoy para lo que necesite, de corazón se lo digo –dijo la última frase, mirando a la chica con una sonrisa.
  • ¡Que va Alan! ¡Tú también me has ayudado muchísimo, muchas gracias! –le izo saber Cristy, enterrándole en un fuerte y calido abrazo.

Eran las doce de la noche, Cristy y Alan con sus pijamas puestos, estaban en la gran sala, viendo una película cuando a Cristy se le abrió la boca, mientras sus ojos se cerraban.
  • Vete a dormir Cristy, que te caes de cansancio –le aconsejo Alan, viendo su estado.
  • No… quiero hacer… la última guardia… contigo… -dijo Cristy entre bostezos, al son que sus brazos se estiraban.
  • Ya vendrá otro día que no esté tan cansada.
  • No, quiero hacerla hoy –defendió Cristy tozuda.
  • ¿Esta segura? –se quiso asegurar Alan, viendo como esta afirmaba. Así pues llegaron las dos de la mañana donde los dos compañeros hicieron la última guardia juntos, pasando habitación tras habitación asegurándose que todo estuviera en orden. Después Cristy cayó en su cama vencida por un profundo y placentero sueño.

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