miércoles, 25 de enero de 2012

Cristy; Capítulo 16 -1

Capítulo 16: De vuelta a casa

B
en entró en la casa, cansado y exhausto en el intento de buscar a Cristy sin éxito ninguno. Se quedo mirando a Jessica que ya sabía todo lo sucedido por la llamada telefónica que le había hecho él mismo para explicarle todo. Mery y George, subieron a su habitación, dejando a los dos adultos a solas. Desde la escalera pudieron observar como ambos se daban un fuerte y calido abrazo.
  • Oh Jessica, ¿podrás perdonarme? Lo hice por un bien para ella, y para todos nosotros, para que pudiéramos respirar tranquilos sin el miedo del <<y ahora ¿que hará?>> no pensaba que fuera tan complicado, por favor, espero que algún día me perdones por hacer las cosas sin tu consentimiento –se disculpo Ben
  • Claro que te perdono, tu has hecho lo que nadie, por mis hijos, sin consultarte nada te he adentrado en todo esto cuando tu no tienes la obligación de nada, soy yo la que tengo que pedirte perdón –fue la respuesta de Jessica mirándole a esos ojos marrones, que tanto la enamoraban.
  • No digas eso princesa –dijo Ben, acariciando las mejillas de Jessica mirándola a los ojos –yo te amo, tus hijos y Mery me importan muchísimo, tanto como si fueran míos propios, y haría hasta lo imposible para que tu y ellos estuvierais bien.
  • ¡Oh Ben! –exclamó Jessica, abrazándose fuertemente a él – ¿donde estará? ¿y si hace alguna locura? ¿Y si le pasa algo?
  • Tranquila mi amor, la policía, los del centro ya la están buscando, te prometo que no le pasará nada, que todo va a salir bien, te lo aseguro –le animo Ben dándole un último pero fuertísimo abrazo, antes de salir por la puerta continuando con la busca de Cristy.

De mientras, lejos de esa familia preocupada, se encontraba Cristy, cansada y exhausta, del maratón que se hecho por huir de todos que querían adueñarse de su vida. Después de tanto tiempo se sentía asustada, sus gotas de sudor caían por su frente que no dejaba de mirar atrás, como si un lobo hambriento la persiguiera para acechar su presa. Podía notar como un gran temor se adueñaba de ella, cada sombra le parecía alguien temeroso, y el mínimo ruido incluso el soplido del viento la sobresaltaba. Miró a su alrededor, no le sonaba nada de todo aquello. Le temblaba todo su cuerpo, en su mente solo había dos palabras que no dejaban de repetirse <<¡alcohol y drogas!>> justo después <<¡las necesito!>> respiró profundamente intentando tranquilizarse ella misma y con aire decaído caminó hacía el pueblo mas cercano, que esta lo desconocía por completo. Paso a paso llego a ese pueblo, en ese día tan soleado, y había un cielo tan despejado, permitiendo a los ciudadanos pudieran pasear, bien en vehículo o bien a pie. El aspecto de nuestra protagonista, no era muy favorable, sus pelos lilosos estaban alborotados, sucios. Su estado era decaído, sin poder dejar de andar de un lado para otro, con su espalda encorvada, y una mirada de tristeza, desesperación por un trago, o una nifada. Se iba acercando a cada persona de ese pueblo, pidiendo lo que necesitaba con urgencia. La gente cosa de no extrañar, al observarla en ese estado tan penoso de alguna forma escalofriante, se alejaban de su lado lo más aprisa que podían, con mas razón cuando les pedía alargando esas manos que no dejaban de temblar, marihuana, cubatas, cervezas como mínimo con urgencia.
  • ¡Déjame en paz niña, o llamo a la policía! –le dijo un hombre bajo, barrigón, pelo castaño, bien peinado, ojos marrones, con un bigote al igual que su cabello castaño, apartándose bruscamente de ella. Un niño y una niña de no más de siete años, se acercaron a ella, mirándola fijamente.
  • ¡Niños! –exclamó la mujer exaltada, corriendo a por esos pequeños, cogiéndoles de sus brazos, alejándose de allí lo mas aprisa que se lo permitieron sus piernas.
  • ¡Señora por favor, déme alcohol o me moriré, y si tiene un poco de coca, Chocolate o Marihuana mejor, pero por favor, tiene que ayudarme se lo pido! –le suplico Cristy agarrándola del brazo.
  • ¡Déjame, déjame! ¡¡Socorro!! –exclamó la mujer asustada sin dejar a esos niños, obligándoles a ir para adelante.
  • ¡¡Eh, suéltala y lárgate de aquí si no quieres que llamemos a la policía!! –gritaron dos ciudadanos muy seriamente delante de esa mujer protegiéndola.
  • Vale, vale, ya me voy, no hace falta llamar a nadie, ya me pierdo –corrió a decir Cristy, viendo que esa gente hablaban en serio. No tardo en salir lo mas aprisa que pudo de aquel lugar, notándose muy débil, sus piernas, sus manos, todo su cuerpo temblaba. Ella sabía lo que necesitaba pero a nadie le parecía importarle, lo único que veía a su alrededor, era hombres, mujeres, que se encerraban rápidamente en sus casas mirándola como un monstruo. <<Si tuviera su navaja>> pensaba mientras que sus piernas no dejaban de correr a lo desconocido <<pero no, el imbécil de Ben, le había hecho dejarla en casa a cambio de otra cosa, que jamás cumplió>> recordaba con rabia. No podía dejar de pensar en consumir, mientras que su nerviosismo crecía por momentos. Cogió su móvil llamando a cada una de la pandilla de las tres B incluso marco el número de Veneno, pero ninguno se lo cogía y ella estaba demasiado nerviosa sin saber que mas hacer. Sin darse cuenta se encontró en una cuneta, con lágrimas que empezaron a caer por sus mejillas, sola y desesperada. Podía observar como no dejaban de pasar todo tipo de vehículos. De repente miro al frente, se le ilumino la cara, de mientras su cuerpo se ponía en pie. Se miro de arriba abajo, limpiándose esas lágrimas que después de un rato dejaron de cesar, se arreglo el pelo peinándoselo con un peine que llevaba en el bolso que llevaba con ella, cuando su cara se reflejaba en su espejo, que también le acompañaba, en el que ella se estaba poniendo una muy buena base de maquillaje de todo tipo. Pudo observar la camisa que llevaba, enseñando un gran escote, su falda corta, muy corta, que ya casi no la necesitaba ya que se podía contemplar sin problemas su tanga transparente con sus botas largas de tacón protegían sus pies junto a esas medias tan sexuales. Se volvió a mirar, sí, estaba de lo mas provocativa, su plan podía dar un muy buen resultado ¡lo que fuera por droga o alcohol! Se puso en pie en la cuneta, con su dedo índice en alto, como si hiciera autostop, dejando aun mas al descubierto sus partes mas intimas, haciendo gestos de lo mas sensuales, pero nadie se detenía, algunos, la miraban unos segundos, la saludaban con una sonrisa en su cara, tras algún piropo, y otros pasaban de ella olímpicamente –joder, ¿¿donde están los guarros cuando se les necesita?? –se quejaba. De repente una furgoneta, roñosa y vieja se detuvo enfrente de esta.
  • ¿Te llevo algún lado preciosa? –pregunto el propietario de ese vehículo, un hombre alto, fuerte, pelo largo, negro, recogido por una cola, abriéndole la puerta del copiloto.
  • Me conformo que me de para consumir drogas y alcohol –fue la respuesta de Cristy sentándose en ese asiento –estoy dispuesta hacer lo que sea.
  • ¿Lo que sea dices? –le pregunto el hombre mirándola con picardía, acariciando sus piernas.
  • Si usted me da alcohol o droga, sí, lo que sea –repitió Cristy.
  • Pos claro que te lo daré, ¡uhm… como voy a disfrutar! –dijo el hombre con los ojos cerrados, una sonrisa en su boca, sin dejar de acariciar las piernas de la joven, subiendo cada vez mas su mano, acariciando por encima del tanga su parte mas sagrada, respirando profundamente. Ambos marcharon a la parte de atrás de esa furgoneta que estaba totalmente vacía dejando bastante sitio disponible, empezando con aquel juego…. –¡ohhhhhhh! a sido maravilloso putita, tu practica debes tener ya, porque lo has hecho de maravilla, vaya, que una novata no eres, gracias por este placer, si te necesito, ya te buscare –dijo el hombre volviendo a su asiento, al igual que Cristy al suyo –bueno me tengo que marchar ya, que sino sospecharan –dijo el hombre abriéndole la puerta, esperando su salida –venga, ¿a que esperas? ¡sal ya!
  • Yo he cumplido mi parte del trato, pero no veo mi recompensa por ningún lado –le respondió Cristy -¿Dónde esta mi alcohol o droga?
  • ¿De verdad crees que te la daría? –pregunto el hombre echándose a reír –eres muy buena putita, pero eres muy ingenua, ¡lárgate ya zorrita, que no tengo todo el día! –dijo empujando a Cristy haciendo que esta pusiera un pie de milagro evitando una gran caída. Cristy le empezó a insultar fuertemente viendo como ese vehículo marchaba velozmente.
  • Ei ¿estas bien? He visto como ese hombre te tiraba del coche, te podía haber hecho mucho daño ¡será animal! –le dijo un hombre fuerte, pelo rubio, largo, recogido con una coleta, vestía una camisa de tiras dejando al descubierto sus músculos morenos, y un pantalón tejano. Su vehículo era un coche blanco, que parecía recién estrenado.
  • Estoy bien –fue la respuesta de Cristy.
  • ¿Quieres que te lleve algún lado? –le preguntó el joven.
  • ¿Tienes alcohol o droga? –pregunto Cristy desconfiada mostrándole su lado mas provocador.
  • No, no tengo.
  • ¡Bua, entonces no se que pinto hablando contigo! –dijo Cristy dándose la vuelta, dispuesta a marcharse.
  • ¡Espera! no tengo lo que me pides, pero si tu quieres te llevo donde desees –le dijo el hombre
  • ¿Me llevarás al pueblo de Sud Valley? ¡No me engañes, si no quieres vértelas conmigo! –le amenazo con el dedo desconfiada. Al mismo tiempo que pensaba que una vez allí, podría reunirse con la pandilla de las tres B, que aun no habían repuesto sus llamadas.
  • ¡Por supuesto que sí! te lo juro por mi único hijo Jim, que es lo mas sagrado para mí –le indico el hombre.
  • Bien, repito, ¡como te estés riendo de mí, te juro que te parto la cara!
  • Tranquila, soy de confianza, venga sube, antes que se haga mas tarde –le dijo el hombre. Ella no lo pensó más subiendo al lado del copiloto, empezando a desabrocharse la camisa – ¡eh! ¿qué estas haciendo?
  • Pues darte tu recompensa por llevarme a Sud Valley –le contesto Cristy sin dejar de sacarse la ropa.
  • ¡No quiero ninguna recompensa, no quiero nada, te llevo porque yo quiero no a cambio de nada, vístete anda que te vas a resfriar! –dijo el hombre viendo como se situaba todas las prendas en su sitio.
  • ¡Hola! –se oyó en los asientos de atrás. Cristy volteó la cabeza, observando a un chico castaño, pelo para arriba, corto, delgado, alto, ojos azules con síndrome de Dawn –me lla…mo Jim ¿y tu?… ¿co… como te… te lla…llamas? –preguntó alegremente.
  • ¡A ti no te importa subnormal mental! –respondió Cristy mal humorada.
  • ¡Eh, sin faltar! ¡Como vuelvas a insultar a mi hijo, te bajas en la próxima esquina! –le dijo muy seriamente ese hombre.
  • Vale, vale, ya me callo –dijo Cristy.

El viaje, continuo con su curso en silencio sin mas comentarios por ninguno de los dos pasajeros de adelante, el único que de tanto en tanto transmitía lo que pensaba era Jim. La radio fue encendida pasando por todas las emisoras sin encontrar ninguna para el agrado de ese conductor, tal como parecía para el copiloto tampoco, siendo apagada nuevamente.
  • dime ¿Por qué vas en busca del alcohol o las drogas? –quiso saber ese hombre.
  • A ti no te importa –fue la respuesta de Cristy.
  • Tienes razón a mi no me importa para nada, pero de algo estoy seguro que es un mundo que mejor no entrar a formar parte de él –le dijo el hombre –mi ex mujer comenzó con las drogas y las bebidas fuertes, justo antes de quedarse embarazada, al nacer nuestro hijo y poder observar la enfermedad que venía con él, lo reprocho mas que pudo y le hizo la vida imposible siempre que yo me iba al trabajo, cuando volvía a casa me encontraba a mi hijo amoratado, siempre que le preguntaba me decía que era su madre, yo le preguntaba a su madre y lo negaba todo, así que decidí poner una cámara oculta en el salón y allí descubrí que mi hijo tenía toda la razón y me sentí muy culpable por no haberle creído antes… –le explico.
  • ¡Eh, como bien te he dicho que a ti no te importa mi vida, tampoco me importa a mí la tuya! –le soltó Cristy de repente.
  • Bien, solo quería que te dieras cuentas que ese mundo solo trae que problemas –le respondió tranquilamente continuando con ese viaje –Bueno ya hemos llegado a Sud –Valley ¿Dónde te llevo?
  • Déjame aquí, ya se donde me encuentro –fue la respuesta de Cristy.
  • Tranquila, que no te voy a cobrar de ninguna forma, dime, ¿a donde quieres ir?
  • ¡Déjame aquí! –repitió Cristy malhumorándose.
  • De acuerdo como quieras –dijo el hombre aparcando a un lado de la calzada, situando los cuatro intermitentes.
  • Adiós chica, cuídate, y piensa en lo que te he dicho, tu no tienes ni pinta ni actitud de drogadicta, no continúes por ese camino, es un simple consejo –le aconsejo aquel padre con una débil sonrisa.
  • Adiós –se despidió Cristy mientras salía del coche.
  • ¡Adiós! –exclamó Jim, viendo como Cristy se le quedaba mirando con algún rasgo de simpatía en su rostro.
Cristy caminaba por la calle. En el rato que había permanecido en aquel coche con Jim y su padre, apenas había pensado en el alcohol y las drogas, pero en ese momento que se encontraba sola y desorientada, le volvía a temblar todo el cuerpo en especial sus manos. En su mente nuevamente no se le iba el alcohol y esas pastillas llamadas droga. Las necesitaba con urgencia, y estaba dispuesta a todo. Hecho a correr con desespero con su única intención desaparecer de allí lo mas aprisa que se lo permitían sus zapatos de tacón. Tenia a su familia, el centro de drogadicción y no le extrañaría que hubiera mas gente en su búsqueda. Ella no iba a permitir ser encontrada, todo el mundo la trataba como una chiflada, y ella no estaba loca, de eso estaba segura, y no iba a permitir que la encerraran. Corrió, corrió con desespero dirección a la nave, pasando olímpicamente, de esos niños gitanos, jugando a la pelota, que como normalmente se la quedaron mirando con señalización, pero ella no tenía tiempo para esas tonterías corrió adentrándose en ese bloque mal oliente con todo tipo de visualización, en el que Cristy no le hizo ni el mas mínimo caso yendo directa al piso correspondido.
La puerta se abrió por Bilma, después de que se sintiera sus golpecitos.
  • Ah, hola Cristy ¡que sorpresa! –exclamó muy sorprendida Bilma al ver a Cristy.
  • Hola chicas, os estado llamando ¿por qué no me habéis contestado las llamadas? –pregunto la recién llegada, entrando dentro sin invitación ninguna.
  • Ostras, ¿en serio que nos as llamado? –pregunto Bibi mirando a sus compañeras, haciéndose la sorprendidas –pos no nos hemos dado cuenta, pensábamos que estabas hospitalizada aun.
  • Me dieron el alta ayer, me quieren llevar a un manicomio, me escapado ¡yo no estoy loca! –exclamó nerviosa Cristy.
  • ¡Ei hola Cristy! ¡que agradable sorpresa! –exclamó Veneno saliendo de la cocina, aproximándose lo mas que pudo a ella, acariciándole sus nalgas.
  • Chicas necesito droga, mi madre y el plasta de su novio me la han tirado toda, por favor ¡la necesito con urgencia sois las únicas que me podéis ayudar! –exclamó Cristy alterada.
  • No nos queda droga, nos acabamos de tomar la última ración –le informó Bibi.
  • No es posible, os tiene que quedar mas, estoy desesperada, la necesito ¡¡ya!! –exclamó Cristy nerviosa.
  • No, no nos queda Cristy, ya lo sentimos por ti –se disculpo Bibi.
  • No puede ser, ¡no! ¡la necesito! Por favor, Veneno, ¡estoy dispuesta a todo! –exclamó empezándose a desabrochar la camisa con las manos temblorosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

4.- Robi: Historia de un joven con discapacidad Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Cap...