martes, 17 de enero de 2012

Cristy; capítulo 15

Capítulo 15: el centro de recuperación

M
ery no tardo en salir de la habitación al observar a Cristy consciente. Se dirigió rápidamente donde Ben. Con tartamudeo en su voz a causa de la emoción no logro vocalizar las palabras exactas, así que opto, por coger la mano de Ben y arrastrarlo hasta la habitación de la enferma. Este no le quedo otra opción que seguirla sin entender nada. Todo eso cambio al entrar en la sala y observó como Cristy estaba consciente.
  • Cristy… -vocalizó Ben sorprendido a ver en ese estado a la joven. Esta no decía nada, seguía mirando ahora a Ben ahora a Mery – ¿co… como te encuentras?
  • Bi… bi… -intento decir Cristy a través de la mascarilla que le envolvía.
  • Shtttt, no hagas esfuerzos, hay que avisar a la enfermera rápidamente –dijo Ben.
  • Ya voy yo –dijo Mery con felicidad, saliendo con rapidez de la habitación.
  • Voy a llamar a Jessica, le he prometido que al mínimo cambio la llamaría, este es un cambio muy grande y positivo, seguro que estará radiando de felicidad –exclamo Ben felizmente, saliendo al pasillo para darle la fantástica noticia a su chica. Jessica no tardo en entrar en la habitación con una amplia sonrisa en su cara acompañada de George con su cara sonriente.
  • Ho… hola mi vida… ¿Cómo te encuentras? –pregunto Jessica con emoción al ver a su hija consciente, acogiendo su mano, observando como la enfermera le inyectaba medicamento a través de la vena justo después salio dejando a la enferma con sus amigos y familiares. Pudo ver como Cristy intentaba vocalizar algo, pero eso le constaba grandes esfuerzos –tranquila cariño, no hables, descansa, descansa… -le sugirió dulcemente, viendo como sus ojos se cerraban sin mucho mas esfuerzo…

A medida que pasaba los días Cristy iba mejorando cada vez mas físicamente, al mismo tiempo ya tenía mas fuerzas para poner pros y contras a todas las palabras que salían de quienes la rodeaban por su propio bien. No tardo en volver a gritar, insultar, amenazar a los que la querían y se negaba a colaborar en su recuperación. Ese afecto que les nació a los cuatro familiares cuando la joven tuvo el accidente, no tardo en convertirse en desesperación nuevamente al ver la conducta de Cristy. Muchos, ya pasaban de sus palabras para no atormentarse, pero en cambio Jessica por mucho que lo intentaba, no lo conseguía no podía dejar en ese estado sola a su pequeña, en esos momentos que tanto la necesitaba. Ben también izo un esfuerzo pero no lo hacía por aquella adolescente caprichosa sino por Jessica, ya sufría bastante para que él le pusiera las cosas mas difíciles.
Los días iban pasando Jessica por un lado se sentía tranquilizada, al ver que Cristy ya estaba fuera de peligro, pero por otro estaba angustiada al comprobar que no había cambiado nada su carácter de esa temporada. Nuevos insultos nacieron de la boca de la joven, insultos y amenazas que iban dirigidas para esos doctores, doctoras, enfermeros, enfermeras que intentaban ayudarla en todo lo que podían.
Una tarde, la persiana de la habitación de la enferma estaba del todo abierta, los rayos del sol, alumbraban débilmente, el cuerpo dormido de Cristy. Durmiendo estirada panza arriba, con su brazo derecho al descubierto con expectación de todos esos tubos que le salían de la vena. La máquina aun le transmitía ese ruido constante de pi –pi –pi. Aun y así sus familiares estaban tranquilos en ese aspecto, ya que sabían que esta no corría ningún peligro, solo las tenía por precaución. La mascarilla se le fue extraída en cuanto los doctores comprobaron que podía respirar ya sin dificultad ninguna, al igual que todos esos botes, muchos ya estaban fuera, pero aun le quedaba otros inyectados, por medicamentos que necesitaba la enferma para su recuperación. Jessica, Ben, Mery y George, estaban junto a ella, charlando entre murmuros para no despertarla. Una de las enfermeras entró en la habitación esa tarde, con una maquina tomándole la presión, la temperatura y pasándole a través de vena la medicación adecuada, sin que la paciente se inmutara.
  • Solo me queda curarle las heridas pero para eso necesito que se pegue una ducha, no sea que se le infecte –les comunico la enfermera alta, delgada, pelo castaño, ojos azules.
  • De acuerdo doctora, ahora le preparamos todo, y en cuanto se despierte le ayudare a ducharse –le respondió Jessica amablemente.
  • De acuerdo, le ara muy bien a su hija, no solo físicamente sino también moralmente se sentirá mucho mejor –le explico la enfermera, poco segundos después marcho dejando la puerta del cuarto cerrada. Jessica no tardo en buscar entre los armarios, en el que allí estaban las pertenencias de Cristy, la toalla y todo lo necesario para poder realizar ese baño.
  • ¿Qué hacéis?¡¡¡Os he dicho mil veces que no toquéis mis cosas maldita sea!!! –grito Cristy a pleno pulmón en cuanto se despertó observando como su madre sacaba su toalla, y todo lo necesario para la ducha.
  • La enfermera a dicho que te tienes que duchar que te tiene que curar las heridas, y además te sentará muy bien físicamente y sobretodo moralmente –le explico Jessica.
  • Me importa una mierda, lo que aya dicho esa pánfila, no pienso ducharme porque no me da la real gana –fue la respuesta de
    Cristy –pasarme el bolso –dijo esperando unos segundos esperando que sus ordenes fueran realizadas – ¡Que me paséis el bolso os he dicho joder! –exclamó exaltada viendo como su madre la miraba fijamente con sus ojos muy abiertos sin inmutarse –¡¡venga, lo quiero ya!!
Jessica no tardo mucho mas en reaccionar entregándole su instrumento en mano. Cristy, en pocos segundos estaba rebuscando algo dentro de él con nerviosismo y sus manos temblorosas.
  • ¡¡No están, yo las deje aquí, y no están!! –grito Cristy, mirando a sus acompañantes –ya habéis estado rebuscando en mis cosas ¿¿eh?? ¡¡Os paséis por el forro todas mis palabras, luego decís que me paso!! ¿Dónde están mis pastillas?
  • No lo se, No fuimos nosotros, los policías las encontraron y no las devolvieron –le respondió Jessica.
  • Pues que me las devuelvan si no quieren que les parta las piernas como mínimo –exclamó la enferma irritada.
  • Mery, George salid al pasillo por favor –dijo Jessica pausadamente.
  • Enseguida, vamos George.
  • Te sigo –dijo George, saliendo de la habitación notando al igual que su amiga que el ambiente se estaba calentando por momentos.
  • Sabes tan bien como yo, que eso no es posible –sintieron los recién salidos una vez dejada la puerta cerrada, quedándose uno al lado del otro sin decirse nada.
  • ¡Porque no os da la gana, por eso no es posible, si yo les parto las piernas tal como he dicho seguro que me las dan!
  • Deja de decir tonterías anda –le dijo Jessica manteniendo la calma lo mas que podía.
  • Tonterías ¿eh? Claro para ti todo lo que te diga tu hija son tonterías, pero si te digo que clavare mi preciosa, navaja al corazoncito de tu apreciado hijito muy lentamente, sintiendo con gran placer como gotas de su sangre van cayendo por el suelo, escuchando como este grita sin compasión por el gran sufrimiento y dolor que esta viviendo, notando como su respiración se debilita entre agudos chillidos en el que poco a poco irían desapareciendo, al igual que su vida ¿Qué? ¿también dirás que son tonterías? –comunico Cristy tranquilamente mirando fijamente a Jessica, con una mirada al igual que su tono de voz completamente sádico. Mery y George al escuchar esas palabras de Cristy se miraron con los ojos como platos, su respiración estaba exaltada, y gotas de nerviosismo sobresaltaban por su cuerpo atemorizados por las palabras de Cristy. Mery abrazo fuertemente a George. Notaba el corazón del pequeño latiendo con fuerza al igual que el suyo propio con un gran temor aun en sus cuerpos –es eso lo que queréis ¿¿¿eh??? ¡Traerme mis pastillas joder! ¡¡¡¡traerme mis pastillas!!!! –sintieron los dos joven abrazándose, fuertemente, cerrando con fuerza sus ojos, escuchando como diferentes cosas caían al suelo dentro de esta, entre los grandes gritos de la joven. La puerta de la habitación de Cristy se abrió dando un portazo. Jessica salió por ella pidiendo con urgencia ayuda, mientras los gritos de su hija no dejaban de cesar. Mery y George vieron como varias enfermeras entraban la habitación dejando la puerta cerrada, al mismo tiempo pudieron sentir como entre mas de una la sujetaban mientras otras con esfuerzo le inyectaban ese tranquilizante. Poco a poco los gritos fueron bajando su volumen asta desaparecer del todo. Las enfermeras salieron de la habitación, una detrás de la otra y aparentando grandes esfuerzos hechos momentos antes. Los dos amigos asomaron la cabeza sin disminuir para nada, ese temor que aun sentían. Pudieron ver como el suelo de la habitación estaba repleto de objetos del hospital y de Jessica que en medio arrebato de la enferma esta misma, se dedico a tirar todo lo que encontraba a su paso. Los ojos de los jóvenes se dirigieron hacía la camilla de Cristy donde esta permanecía profundamente dormida. George y Mery se intercambiaron miradas sin saber como reaccionar, fijaron sus ojos a Jessica, que lloraba desconsolada protegida por los brazos de Ben, que la abrazaba fuertemente con rabia en su rostro. Los dos muchachos se miraron nuevamente sin decir nada mas se abrazaron a Jessica y Ben en el que estos los abrazaron también con todas sus fuerzas.

Mas de veinticuatro horas los ojos de Cristy permanecieron cerrados. Jessica estaba angustiada, no sabía si era muy normal que su hija aun siguiera durmiendo. No dudo en preguntárselo a cada enfermera que entraban a menudo a esa habitación a inyectarle calmantes y suero, en el que todas coincidían en que si, que era de lo más normal ya que le inyectaron un medicamento de lo mas fuerte, para calmar el gran nerviosismo que le dominaba. Ese lunes a las cuatro de la tarde Jessica se encontraba sola acompañando a la enferma cuando esta despertó de ese largo sueño.
  • uhm…. ¿Qué a pasado? ¿Dónde estoy? –pregunto con sus ojos medio cerrados, a causa de la claridad del día, que le alumbraba su cara.
  • Estas en el hospital cariño –le respondió Jessica algo atemorizada –ayer te pusiste muy nerviosa y te inyectaron un fuerte medicamento y as estado durmiendo mas de un día entero, sabes me asustaste muchísimo.
  • Eso no hubiese pasado, si me hubieseis dado las pastillas tal como os mande –le respondió Cristy mirando a los ojos de su madre con voz desafiante. Jessica permaneció callada, decidiendo no decir nada, para seguir con tranquilidad. La puerta se abrió, entrando por ella el doctor Zunk con una chica alta, delgada, pelo largo, undulado de color negro.
  • Hola buenas tardes, veo que ya as despertado Cristy ¿Cómo te encuentras? –saludo el doctor Zunk.
  • Estupendamente –contesto Cristy sin dejar de mirar por la ventana.
  • Me alegro y mucho si es así –contesto el medico con una sonrisa –ha venido conmigo, una compañera que le he hablado de ti, y a querido conocerte, ella es la doctora Guzman, y te quiere ayudar para que te pongas bien.
  • ¿Qué no me ha oído o que? ¡Le dicho que estoy estupendamente, no necesito a ningún psicólogo ni sinónimo estúpido, que lo único que hacen es lavarte el celebro! –le respondió enfurecida Cristy, mirándola a la cara.
  • No soy sicóloga Cristy, mi especialidad son las drogas y estoy aquí para ayudar a todas esas personas, que han caído en ese mal camino, yo les ayudo a salir de ese pozo sin salida –le explico la doctora amablemente.
  • ¡Pues se a equivocado de persona, yo no soy una drogata, me se controlar sin problemas! –exclamó Cristy.
  • Pues eso no es lo que demostraste ayer, y no te culpo no, te entiendo muy bien, no eras consciente de tus actos, yo te puedo ayudar a que tu tengas el control de todas tus acciones y actos –le explico la doctora amablemente.
  • ¡Que yo no tengo ningún problema le he dicho! –grito Cristy.
  • Bien, bien, pero ¿quieres que te deje mi tarjeta con mi teléfono por si cambias de parecer?
  • ¡No quiero su tarjeta, no quiero nada de usted! –dijo rabíamente tumbada de espaldas a esa mujer mirando a través de la ventana. La doctora, cogió el papel en el que estaba apuntado su numero de teléfono, y lo situó en la mano de Cristy, esta, no tardo en arrugarlo y hacer con este una bola de papel con rabia en su mirada, quiso hacer canasta en la papelera que había al lado de Jessica, pero esta falló, yendo el papel a los pies de su madre. Los tres adultos se quedaron perplejos. La doctora Guzman se agacho a encestar el fallo de Cristy. Se levanto lentamente mostrando una leve sonrisa a Cristy y después a Jessica, que no salía de su asombro.
  • Aquí tiene otra tarjeta plastificada –le dijo a Jessica entregándosela en mano –si cambia de parecer, no duden en llamarme, intente convencerla será un bien para ella –le murmuro al oído de esa madre, en el que esta no dijo nada mas que una afirmación cogiendo la tarjeta. Después los dos doctores salieron de la sala, dejando a madre he hija solas.

Los días pasaban lentamente sobretodo para Cristy tumbada, sin más vista de los edificios que se veía tumbada en esa cama. Una tarde mas la doctora Guzman visitó a la enferma, con el deseo de convencerla para que la visitara para que la pudiera ayudar en ese problema que ella negaba que tuviera. Como era de esperar en cuanto la vio que entraba por la puerta, Cristy la recibió entre gritos he insultos sin dejar oportunidad a la recién llegada de explicarse. Las enfermeras no tardaron en entrar a inyectarle lo necesario para tranquilizarla. A Jessica, se le partía el alma, en ver en ese estado a su hija. Esa hija, que antes de juntarse con aquel trío era rebelde sí, pero una rebeldía de lo mas normal para su edad, y no asta ese limite que asta había transcurrido a las drogas y amenazar de muerte a su propio hermano.
  • ¿Podemos hablar en privado? –pregunto la doctora Guzman a Jessica, mientras observaba como Cristy ya dormía profundamente a causa de los medicamentos establecidos.
  • Por supuesto –respondió Jessica amablemente.
  • ¿Salimos al pasillo, a dar un paseo? –pregunto la doctora con una débil sonrisa.
  • Sí, si, supongo que Cristy dormirá horas como tantas otras veces después de inyectarle los calmantes –dijo Jessica mirando a su hija. La puerta se abrió entrando por ella el doctor Zunk.
  • Hola doctor Zunk ahora íbamos a charlar dando un paseo por el pasillo –le explico la doctora.
  • He llegado justo a tiempo entonces, las acompaño –dijo el doctor Zunk – ¿no a conseguido convencerla doctora Guzman? –pregunto observando a Cristy.
  • Lamentablemente no, se a puesto como las otras veces, hecha una furia –le respondió la doctora negando con la cabeza.
  • Lastima –dijo el doctor –pero salgamos fuera, allí podremos hablar mas tranquilos –indico. Los tres adultos empezaron a caminar por el pasillo de esa misma planta.
  • ¿De que querían hablarme? –preguntó Jessica intrigada.
  • Bueno, como usted bien ha visto, hemos intentado entrar en razón a Cristy, para que acepte la ayuda, porque sin ninguna duda, tiene un problema, como bien usted lo puede comprobar –empezó a explicarse la Doctora Guzman.
  • Si, si estoy totalmente de acuerdo con usted, pero no se que formas mas, podemos hacer por convencerla –contesto Jessica preocupada –ya ven que con nosotros se pone aun mas violenta, asta a amenazado a mi hijo con una navaja, y mas de una vez a dicho que no dudaría en matarlo, incluso el otro día explico con detalles como lo haría –dijo con la voz entrecortada y la respiración acelerada, con temblor en sus manos.
  • Lo sabemos, es por eso que sabemos con certeza que necesita ayuda urgentemente, y estar muy controlada, estamos con total seguridad, que si sigue con ustedes, acabara haciendo alguna locura –le expuso la doctora.
  • ¡Dios no! –exclamo Jessica tapándose la boca con sus manos.
  • Es por ese motivo, que aun la tenemos hospitalizada, porque por sus heridas del accidente, ya hace días que hubiese tenido el alta –intervino el doctor Zunk –no podemos correr el riego que les haga daño a ustedes o ella misma.
  • Muchas gracias –agradeció Jessica amablemente.
  • El problema… –continuó el doctor –es que estamos escasos de camas, y la cama de su hija nos haría mucha falta…
  • Entiendo… pero yo no se que hacer…. Tengo mucho miedo –dijo Jessica sin saber que decir. Los dos doctores se miraron con impotencia.
  • Es por eso, que tengo un plan, ahora mismo se lo explico… -le dijo la doctora.

Dos días mas tarde a Cristy ya le dieron el alta. Volvía a casa con una amplia sonrisa mientras que el vehículo circulaba por la carretera. Al abrirse la puerta principal, Cristy se fue directa a su habitación encerrándose en ella. Lo primero que hizo es coger su móvil llamando a sus tres compinches, pero por mucho que llamo a las tres miembros, todas daban el tono, pero ninguna se lo cogía. Dejo, en los tres contestadores un mensaje como última frase que la llamaran enseguida que sintieran lo dicho. Al colgar empezó a buscar desesperadamente algo entre los armarios, y sus jaquetas. No tardo en salir de su cuarto, toda ella nerviosa y descontrolada.
  • ¿Dónde están? ¿¿Dónde están mis pastillas y mis porros?? ¿Eh? ¿Dónde están? –preguntaba alterada bajando las escaleras de dos en dos.
  • Donde tenían que estar hace muchísimo tiempo en la basura –le respondió Jessica mirándola fijamente a los ojos lo mas tranquila que podía, mientras que Ben estaba en la cocina, yéndose a buscar algo para beber.
  • ¡¡¡¡Vieja zorra!!!! ¡¡¡¡Te voy a matar!!!! –exclamó Cristy alterada, cogiendo fuertemente los pelos de esta, haciendo que diera un fuerte grito de dolor.
  • ¡¡¡Cristy no!!! –grito Ben viendo como su hijastra, amenazaba con su preciada navaja el cuello de Jessica. En ese momento la puerta se abrió entrando por ella George y Mery, hablando y riendo entre ellos, pero se quedaron mudos, al ver la escena tan dramática.
  • ¡¡¡Quiero mis pastillas!!! ¡¡¡Darme mis pastillas o la mato!!! –exclamo con una mirada de lo mas sádica.
  • Esta bien, de acuerdo, tu ganas, suéltala y te llevaré a comprarte la droga –dijo Ben con las manos en alto asustado, indicando a Mery y George, que subieran para arriba y se encerraran en su habitación.
  • ¿Me lo prometes? –preguntó Cristy angustiada.
  • Sí, si te lo juro, me rindo, nos rendimos, solo queremos estar bien y que nadie sufra ningún mal, pero si tu te quieres destrozar la vida adelante, ya nos hemos cansado de sufrir inútilmente, tranquilízate, deja ir a tu madre, y suelta la navaja, y yo te llevare donde desees –dijo Ben nervioso y angustiado por ver en ese estado a su chica.
  • De acuerdo, ¡mas te vale que cumplas! –le amenazo esta vez a él con la navaja, antes de guárdasela en el bolsillo del pantalón, viendo como su madre se separaba bastantes pasos de ella, lo mas aprisa que se lo permitieron sus piernas temblorosas.
  • Deja aquí la navaja, por favor te lo pido –le pidió Ben.
  • ¿qué? ¿por qué? ¿qué pretendes? –pregunto Cristy desconfiada.
  • ¿Yo? Nada, nada, darte lo que pides y vivir en paz –dijo Ben – ¿aceptas o no?
  • ¿Estas seguro que me darás la droga y los porros?
  • Si dejas aquí la navaja, por supuesto que te llevaré.
  • Esta bien, por tu propio bien mas te vale que cumplas –dijo Cristy señalándole con la navaja una vez más, antes de dejarla sobre la mesa.
  • Pos claro que cumpliré, pero vamos ya, antes que sea mas tarde –le dijo Ben empujándola para fuera, guiñando un ojo a Jessica y los dos chicos que estaban observando desde arriba de la escalera.

Una vez subidos en el coche, Cristy en el lugar del copiloto, Ben no tardo en echar los cerrojos, poniéndose en marcha.
  • ¿Dónde me llevas? –preguntó Cristy.
  • Pos como te he dicho, a buscar lo que pedías –le respondió Ben sin sacar los ojos de la carretera.
  • Pero, ¿no me estas llevando muy lejos? –pregunto Cristy desconfiada.
  • Conozco un lugar, esta algo lejos sí, pero son pastillas y porros de primera calidad, te encantara seguro.
  • Bien, si es así no me quejo –dijo Cristy. Le trayecto fue algo mas largo, pero ambos no decían nada, permanecían callados. Cristy esperaba impaciente que su teléfono sonará con Bibi, Barbie o Bilma de remitente, incluso Veneno estaba dentro de sus ideas, mientras en su recorrido pasaban por un largo y denso bosque, donde los rayos de sol alumbraban ese lugar en plena oscuridad rodeados de árboles. A la izquierda había un gran lago con el agua limpia y transparente, varios patos nadaban felizmente…. El coche se detuvo enfrente de una gran casa con las paredes blancas, y un tejado colorado, de donde sobresalía una gran chimenea. Al lado de la puerta de madera que era la principal de entrada, había un cartel en el que el mensaje era el siguiente: Centro de recuperación de adrogación de la doctora Guzman. Los seguros fueron hechados.
  • ¡¡Me has engañada hijo de la gran zorra!! –exclamó sorprendida Cristy, intentando abrir las puertas con nerviosismo.
  • ¿De verdad creías que te llevaría junto con las pastillas y los porros? –pregunto Ben. Ahora era él el sorprendido –por favor Cristy, que tú de tonta no tienes ni un pelo.
  • ¡Déjame salir de aquí desgraciado! –grito Cristy –no tengo mi navaja, me falta mi navaja –dijo nerviosa.
  • Tan fuerte y valiente que eres con ella, que asustas a cualquiera y débil y asustada que estas sin esa arma –le dijo Ben con tranquilidad –tienes buen corazón Cristy, son esas chicas, pastillas lo que te hacen actuar así, de verdad que no vale la pena, déjanos ayudarte, danos una oportunidad a los que realmente queremos bien para ti.
  • ¡¡Yo no tengo ningún problema, sois todos vosotros que lo tenéis!! ¡tú no eres quien para decirme lo que tengo que hacer lo que no! ¡Tú no eres mi padre…! ¡¡¡tú no eres nadie!!!
  • Tienes razón yo no soy nadie, no tengo ningún derecho hacer lo que estoy haciendo, ayudarte como lo estoy intentando, pero sabes en el fondo me caes bien, quiero ser tu amigo, ayudarte a salir en esta mierda que te han hecho meter, y hacerte mas fácil ese regreso a tu vida de antes –le explico Ben.
  • ¡Antes mi vida si que era una mierda, gracias a las tres B me di cuenta que nadie me quiere, que no tengo a nadie aparte de ellas y gracias a su compañía y las drogas ya no estoy sola y mi vida es mucho mas complacentera!
  • ¿Eso es lo que piensas? –pregunto Ben –estas muy equivocada, tu madre te quiere con locura, por ese motivo no llamo a la policía denunciándote por las amenazas, no quería que volvieras a sufrir como lo hiciste el día que te encarcelaron, por robar esos móviles, y no hizo caso a las palabras de la doctora Guzman, de irte a recoger una ambulancia a escondidas y te llevaran a la fuerza para el centro, tu madre no quería verte sufrir, porque cada vez que lo haces, cada vez que tu alma sufre, su corazón y su alma se parten en dos.
  • ¡¡¡Eso es mentira!!! ¡¡¡¡Abre las puertas joder!!!! –grito Cristy con exaltación. Ben dio un par de pitidos.
Las puertas del centro se abrieron saliendo por ellas la doctora Guzman y dos hombres altos, musculosos, pelo negro, corto, piel morena. ¡Chic! Los cerrojos de las puertas fueron sacados, y Cristy no tardo en salir corriendo de allí, cosa que no pudo dirigirse muy lejos ya que topó con esos dos hombretones.
  • Nos alegra muchísimo que hayas recapacitado Cristy y hayas aceptado nuestra ayuda –dijo la doctora Guzman con una sonrisa.
  • ¡¡¡Yo no quería venir, me han traído engañada, suélteme, suélteme cabronazo!!! –gritaba Cristy mientras que sus patadas y puñetazos no cesaban, cuando uno de esos grandullones le había levantados dos palmos del suelo.
  • La he tenido que traer, en cuanto hemos llegado a casa y a descubierto que tiremos toda la porquería que tenía se a puesto como una furia a insultar y amenazar a su madre con la navaja en todo su cuello mientras le cogía fuertemente su pelo –le explico Ben.
  • Ha hecho muy bien de traerla, podían haber llamado a nuestras ambulancias tal como les aconseje.
  • Su madre se negaba hacerla sufrir tantísimo trayéndola a la fuerza, ella quería hacerla entrar en razón y traerla a las buenas, pero es imposible, no se crea que a mi no me duele verla así, me duele muchísimo, pero es lo mejor para nosotros y sobretodo para ella –se explico Ben.
  • Por supuesto que si –le dio la razón la doctora.
  • ¡Tu lo que eres un desgraciado! ¡Todos sois unos desgraciados! –gritaba Cristy intentando huir de esas manazas que no la soltaban. De repente la mano de uno de los hombres fue mordida, mientras que la pierna del otro experimentaba una patada en toda la espinilla. Los dos la soltaron tras un grito de dolor, y Cristy huyo sin un rumbo fijo.



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