lunes, 11 de abril de 2011

Robi; Capítulo 8




No me lo podía creer, lo veía imposible, cerré los ojos con fuerza, los volví abrir, ahí seguía, había venido ¡Dina estaba allí!  Me acerqué con lentitud, no quería mostrarle la alegría que se me apoderó, quería ser duro, necesitaba una explicación de su desaparición, y el porqué ahora, estaba aquí, en la puerta de mi casa, para verme a mí.
-             Hola Robi –saludo con timidez.
-      ¿La conoces? –preguntó mi madre, ahora me miraba a mí, después a Dina.
-      Sí, la conozco…
-      Mama… -apareció Charlie ignorando la recién llegada ¡si es Dina!
-      ¿Tu también la conoces Charlie?
-      Sí, vayamos a la cocina mejor, dejémoslos a solas –acompañó a mi madre, a la cocina. Algo que agradecí, ya bastante penoso me sentía, como para tener a mi madre, deambulando, haciendo preguntas.
-      ¿Puedo pasar? –preguntó con timidez.
-      ¿Por qué has venido?
-      Debía darte una explicación, no debí de irme de esta forma, lo siento –su disculpa se escuchaba sincera.
-      Me mentiste, me dijiste <<A mí me gustas, por lo guapo que eres, por el buen corazón que tienes ¿Qué importa que estés sentado o de pie?>> me hiciste sentir vivo, estaba convencido, que mi discapacidad no me limitaba en nada, que era el de siempre..
-      Es verdad…
-      ¡No! No me mientas más, primero me dijiste que querías ser mi novia, que no te importaba para nada, y desapareciste ¡me mentiste!
-      No es cierto Robi, entiendo que tengas esa idea, pero te prometo que lo que te dije es cierto, me gustas mucho, estoy enamorada de ti, lo digo sin dudarlo, porque es lo que siento, ¡mi corazón late con fuerza por ti! –condució mi mano a su pecho, a su corazón, tenía razón, sus latidos eran potentes ¿pero y si no era por lo que sentía por mi? ¿y si era por la tensión del momento? -déjame demostrarte que te amo, que todo lo que te dije es cierto.
-      ¿Cómo que le ama? –yo ignoraba, pero es lo que estaba ocurriendo en la cocina.
-      Sí mama, esta es la chica que Robi está loco por ella, por esta chica, me lo llevé a la fiesta, a pesar, que tenía que estudiar, Robi necesitaba decirla que la quería ¡y ella acepto!
-      Eso fue antes del accidente, ahora todo ha cambiado, ya la vida de Robi, no volverá a ser como antes ¡nada volverá a ser como antes!
-      ¿Que quieres decir mama? ¿Qué porque Robi vaya en silla de ruedas, ya no tiene derecho a enamorarse? ¿ya no tiene derecho a vivir una vida como cualquier joven?
-      Claro que tiene derecho, pero ese no es el asunto, es que nadie va a querer nada con él, nadie va a querer esa responsabilidad, como esta chica, que está dispuesta… es que algo busca, solo es un juguete para ella, en el que cuando encuentre alguien mejor, lo dejará.
-      Mamá perdóname, pero no puedo estar de acuerdo contigo, según tu, Robi ya, puede decir adiós a todas sus ilusiones, por el simple hecho de su discapacidad, por favor eres su madre, no lo discrimines tu también.
-      No le discrimino, soy realista, nadie se ajunta con alguien que tiene discapacidad, puede más la responsabilidad que el amor, si te digo todo esto, es porque no quiero verle sufrir más, ya ha sufrido bastante, si sigue con esta chica, es lo que hará seguir sufriendo.
-      ¿Qué pasa? –apareció en la cocina Brayan –he visto que Robi, ha recibido una visita de una chica, se le ve nervioso seguro que le gusta.
-      Sí le gusta, no puedo permitir, que se encariñe más de ella, le va a lastimar.
-      Entiendo lo que quieres decir, entiendo tu preocupación, pero no todos son de la misma condición, habría que dar una oportunidad a la chica. Robi sigue siendo el de siempre, yo encuentro que cualquiera se puede enamorar de él, alguien habrá que miré mas allá de su silla de ruedas, quizá está chica sea la indicada, pero nunca se sabrá, si no le das una oportunidad.
-      Pero estáis todos en mi contra ¿o qué? ¿no os dais cuenta de la realidad de las cosas? ¿Ha ver que está pasando aquí?
-      Mama, te presento a Dina –presenté yo contento.
-      Ya sé quien es –su tono sonó con dureza.
-      Mucho gusto –habló Dina, por aquel entonces, ya habíamos hecho las paces, ya me había convencido de que me amaba, que su desaparición no fue por mí.
-      ¿Podemos hablar? –la seriedad de mi madre me sorprendió –en privado.
-      Mama, ¿por qué… que pasa? –pregunté sorprendido.
-      No importa –Dina sonrió –la acompañó. Yo me quede preocupado y sorprendido, Charlie, se me acercó, me explicó lo sucedido anteriormente.
-      ¿Que buscas tu de mi hijo? –me enteré mas tarde de esa conversación.
-      Yo quiero, amo a su hijo –contestó con seguridad Dina.
-      ¿Por qué? Eres guapa, hay muchos chicos que desearían algo contigo ¿por qué mi hijo? ¿por qué él?
-      Le amo.
-      ¿Sí? ¿le amas?  ¿Qué te falta gafas o qué? ¿o no has visto la silla de ruedas?
-      Para mí es como si no la tuviera, de verdad, yo amo a Robi, eso no cambia porque este en una silla de ruedas, debe creerme.
-      ¿Durante cuánto tiempo?
-      ¿Cómo  dice?
-      ¿Durante cuánto tiempo amarás a mi hijo? ¿Cuándo te hartarás de él e irás a por otro? ¿tú eres consciente del sufrimiento que le causaras?
-      Soy consciente, que le amo con locura, que por nada del mundo le voy a dejar, menos por algo así, él es humano, igual que todos, tiene el derecho de amar y ser amado, que ese una silla de ruedas no lo cambia, ni lo hará jamás –ella habló con sinceridad.
-      ¿Va todo bien? –interrumpió Charlie en la cocina.
-      Sí, enseguida vamos –dibujo mi madre una sonrisa –te estaré vigilando –advirtió a Dina en soledad. Para nada podía imaginar, lo que se habló allí. Las dos, dibujaban una sonrisa en sus labios. Dina y yo, decidimos salir a pasear, pasar el día juntos, e intentar aclarar algunos puntos.
El cielo estaba despejado, ninguna nube amenazaba aquel precioso cielo azul claro. Nos sentemos en el césped de un parque. No estábamos solos, muchos salieron a pasear, aprovechando ese magnífico día. Nos encontrábamos en los pies de un lago, algunos patos, nadaban alegremente por allí, les lanzábamos pan, ellos, iban a por él alegremente. No éramos los únicos, más hacían lo mismo, sobre todo niños y ancianos.
-      ¿Por qué te fuiste? –no pude evitar preguntar.
-      Tuvieron que operar a mi hermana, tuvimos que viajar a Alemania.
-      ¿Por qué no me llamaste?
-      No tenía tu número.
-      ¿Una carta? Algo…
-      No tenía tu dirección, le pregunté a tu amigo Jan, creo que así se llama, cuando volví, él me la dio –hubo unos momentos de un silencio tenso –Robi, lo siento mucho de verdad, debes creerme cuando digo que no te volveré a fallar –agarró mi mano con fuerza.
-      ¿No te volverás a ir de mi lado? –pregunte temeroso.
-      Te lo prometo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

4.- Robi: Historia de un joven con discapacidad Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Cap...