sábado, 2 de abril de 2011

Robi; Capitulo 4

M
iré fijamente a la cara sorprendida de mi madre. Me dolía mucho la cabeza, era como si un tambor retumbara dentro de ella. Quise decirle algo, hablarle pero me costaba mucho, articular palabra, mi visión era borrosa. Ella corrió en busca de un médico. Mi hermano entró a toda prisa a la habitación.
-             ¡Robi! –exclamó sosteniendo mi mano.
-      Char… -me costaba muchísimo hablar, la mascarilla de oxigeno, que tenía no ayudaba precisamente.
-      Shttt  no hables, no hagas esfuerzos –me hizo callar Charlie.
-      A ver, déjenme pasar por favor –un médico, con su bata blanca, de pelo negro, piel clara, ojos claros, se acercó con una mini linterna, abrió mis pupilas, iluminándolas con ese foco –bienvenido al mundo de los vivos –él ni sabía, la certeza de sus palabras.
-      Robi cariño  ¿como estas? –acarició mi pelo empapado en sudor mi madre.
Los médicos aconsejaron que no me fatigaran mucho, que acababa de salir de un estado muy difícil. Brayan y Kate, entraron, pocos minutos a saludarme, de nuevo me dejaron con mi madre, ambos en soledad, agradecía no poder hablar, porque la verdad es que me avergonzaba de mis actos, de la desobediencia de no hablar con ella, como era debido. Mis parpados se cerraban de cansancio.
-      Sí, descansa mi vida, yo no me moveré de tu lado –noté como me acariciaba el pelo, mi madre. Sin ser consciente me dormí.
Pasaron varias horas antes de despertar, realmente los calmantes que me inyectaban hacía su efecto. Abrí los ojos lentamente, pude fijarme en mi madre, como hablaba con el doctor, el mismo que llevaba mi caso.
-      ¿Ya ha hablado con él?
-      No, aun no lo sabe – ¿el que no se?
-      Hágalo pronto, es  mejor que lo sepa lo antes posible, él también se tiene que hacer a la idea –¿hacerme a la idea de qué? ¿de qué están hablando?
-      Sí, lo sé, pero… -silencio ¿por qué se detuvo? ¿por qué no seguís hablando? observe, como salían de la habitación ¿por qué salís de la habitación? Quise gritar sin poder.
-      ¡Robi! –se sorprendió Charlie, al verme despierto.
-      Cariño ¿hace mucho que andas despierto? –quise decir si, pero en cambio el movimiento de cabeza fue no.
-      Es el momento mamá, hay que hablar con él –las manos de Charlie, se posaron en los hombros de mama.
-      ¡De uno en uno por favor! –recordó una enfermera.
-      Por favor, solo un momento, tenemos que decirle algo importante –hablo mi madre.
-      Está bien, solo un minuto –se marcho tras esas palabras.
-      ¿Que esta… pa… pasando…? –logré preguntar –favor… verdad… -sentía que me ahogaba, con largas frases, necesitaba eso la verdad. Los ojos de mi madre se empezaron a humedecer ¿Qué está pasando? ¿por qué lloraba?
-      Mama necesita la verdad, hay que decírsela, tranquila, estoy contigo –observé como Charlie, besó en la mejilla a mi madre.
-      La ver… dad…
-      Bien cariño, te diremos la verdad –me acariciaba el pelo, su voz era débil, y sus ojos llenos de lágrimas – ¿recuerdas el accidente? –asentí -chocasteis con un vehículo, que venía de delante.
-      ¿Él… esta… bien? –mi madre negó con la cabeza –murió en el accidente –sus lágrimas resbalaban por las mejillas. Sentí, como mi alma y corazón se partía en dos ¡un hombre había muerto por mi culpa! –oh cariño no llores, no llores que se me parte el alma –me abrazó mi madre, me abrazó con fuerza.
-      A causa del impacto, sin esperar ese choque, el coche que venía detrás, también chocó con nosotros –siguió lo pasado Charlie. Sus lágrimas también brotaron mejillas abajo –el está bien gracias a dios, solo se hizo cuatro rasguños pero… -hubo un largo silencio.
-      ¿Pero… que? ¿Qué… pasa? –me impacientaba por  momentos. Mi hermano, se dio la vuelta en silencio. Empezó a caminar, no hacía falta ser un experto, para saber que estaba llorando –¿poque…llorar?
-      Cariño….
-      Enano… lo siento tanto… por favor… perdóname  -¿perdonarte? ¿perdonarte de qué? La verdad es que no entendía nada.
-      Cariño… el coche, que os dio por atrás… iba a gran velocidad, con vuestro choque no tuvo tiempo de frenar, provocando un segundo accidente, y unas de tus vertebras se partió… -mi madre no aguantó más, y rompió a llorar –lo siento, no puedo seguir-se puso en pie, tapando el grito agudo de su dolor, saliendo de la habitación.
-      Lo siento Robi, lo siento mucho, espero que puedas perdonarme algún día –salió detrás de mi madre Charlie. En su lugar llegó Brayan.
-      ¿Por qué así? Me pondré bien… ¿no?
-      Robi, me temo que no, tu primera vertebra, iniciando desde abajo, se partió en dos, con el golpe… en cuanto te trajeron al hospital, directo a quirófano, pero tu madre, todos sabíamos que había riesgos, como la muerte… pero también, que te podías quedar en una silla de ruedas –estaba siendo muy paciente Brayan. Con un tono, tranquilo, en ningún momento alzo la voz –pero aun así, tu madre, Charlie y yo también vimos conveniente operarte… Gracias a dios as despertado, pero ya quedaste en una silla de ruedas…
Era como si me hubiesen tirado un jarrón de agua congelada por encima, mi vida entera, paso en cuestión de segundos por mi mente ¿era una broma verdad? Sí debía serlo.
-      ¿Qué…? –no pude más que vocalizar, no solo por el esfuerzo, sino es que mi cerebro, se había congelado, bloqueado, incapaz de reaccionar.
-      Sí Robi, te has quedado en una silla de ruedas para siempre –lágrimas brotaban por sus mejillas, como inconscientemente, también brotaban por la mía. No podía creer nada de aquello, debía despertar, sí, debía salir de esa pesadilla. Sin ser consciente, mi madre me abrazó con fuerza, al igual que sus lágrimas. Las mías también resbalaban. Ambos buscábamos consuelo, en brazos del otro. Charlie, también lloraba en silencio. Brayan posó su mano, sobre su hombro. Ambos, nos miraban a mi madre y a mí, con dolor en el interior, un dolor, que muy difícilmente se alejaría, un dolor, que solo alguien en la situación que nos encontrábamos en esos momentos, tan difíciles, sabría cómo nos sentiríamos, ese deseo de que la tierra se acabara, esa impotencia, ese convencimiento, que ya llegó nuestro fin.
Desperté. Miré a mi alrededor. Estaba solo en la habitación. ¿si todo lo había soñado? Si, ¿y si había sido una pesadilla? Entro en la habitación mi doctor.
-      Hola Robi, ¿cómo has descansado? ¿Cómo te encuentras? –me preguntó.
-      ¿Es… verdad…? Pesadilla…
-      Ya me han informado, que ya estas enterado, y me temo que no Robi, es cierto… el accidente fue muy grave, es una suerte, que estés vivo –mis lágrimas volvían a brotar –se que es duro, debes ser fuerte.
-      ¿Por que… a mi? Culpa mía.
-      Claro que no… para nada, las desgracias no preguntan…pero a alguien les tiene que tocar… has tenido mala suerte solo es eso –hubo un momento de silencio –tu hermano, está durmiendo en la sala de espera ¿quieres que le avise? –mi respuesta fue negativa, necesitaba estar solo, necesitaba hacerme la idea de mi nueva situación.

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