sábado, 2 de abril de 2011

Robi; capitulo 3

A
brí los ojos. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba fue esa coche, que venía hacía nosotros. Eché un vistazo a mi alrededor, me fregué los ojos sin poder creer lo que estos me mostraban, di un peñisco a mi mejilla, noté su dolor ¿no estaba soñando? ¿Aquello era real? A mí alrededor todo era de un azul claro ¡entre nubecitas! ¡De verdad! Mis pies no tocaban tierra, ni nube, se encontraba expendidos en el aire ¡como un fantasma! ¿Cómo era posible? ¿Tan grave fue el accidente?  ¿Había muerto en él?...
-             Hola Robi, bienvenido, me alegro de verte, aunque lamento que haya sido tan pronto…
-      ¡Abuelo! ¡pero si tú estás…! ¡¿yo también estoy muerto?! –no pude evitar preguntar, con temor de la respuesta. Mi abuelo falleció cuando yo tenía siete años, la verdad es que lloré por su muerte, le quería muchísimo, ahora cuatro años después, lo tenía frente de mí, el padre de mi madre, el mismo, hombre delgado con un pelo canoso en su cabeza, con ojos severos y azules. Yo había heredado esa delgadez, esos ojos tan claros que a tantas chicas enamoraba, tenía el pelo castaño y rizado como mamá.
-      Estas entre la vida y la muerte Robi, estas decidiéndote que camino elegir.
-      ¿Qué puedo hacer? Yo no quiero morir aun –pregunte con voz suplicante.
-      Pues lucha por vivir, solo tú lo puedes lograr –insistía mi abuelo.
-      ¿Pero cómo? No entiendo… -era la realidad.
-      Quizás esto te ayude… - con un gesto de su dedo, las nubes blancas se alejaron, se formó como un remolino en el espacio azul, dando paso, a una habitación de hospital, no era muy espaciosa, más bien pequeña y estrecha. Solo disponía de una cama, con alguien tumbado en ella, entubado de pies a cabeza, rodeado de distintas máquinas conectadas, me fije bien… ¡era mi cuerpo quien estaba sobre de esta!
-      ¡Claro! ¡Tuvimos un accidente con ese coche, Charlie y yo! ¡¿Cómo está Charlie?! ¡¿dónde está?! –pregunté temiendo por si también se estaba debatiendo, entre vivir o morir.
-      Obsérvalo tu mismo… -me indicó mi abuelo, guiándome con su dedo hacia el remolino. ¡Allí estaba Charlie! No parecía tener más que cuatro rasguños, me alegraba tanto que estuviera bien… No pude evitar respirar aliviado y feliz, pese mi estado físico –mira abuelo, ahí viene mamá –ahora fui yo, quien señaló con el dedo –¡¿pero qué haces mama?! ¡¿por qué le pegas?! –toda ella andaba recta, su mirada era severa, su rostro, sufriendo, con tristeza.
-      ¡¿Se te ha ido la cabeza o qué?! ¡¿en que estabas pensando?! ¡primero me manipulas, segundo te llevas a Robi a esa fiesta a un sabiendo que le dije que tenía que estudiar tercero, te saltas todas las normas de circulación, y ni caso de las ordenes de un general ¡¿pero tú que te has creído?! ¡¿mejor que todos?! ¡¿te crees que lo sabes todo?! ¡Realmente no sabes nada! –su voz se escuchaba débil pero insistente –por culpa de tu ignorancia y inmadurez, tu hermano está en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte.
-      ¡No mamá no le grites a él, fue culpa mía yo quería ir! –no pude evitar gritar, aunque ya sabía que no me escucharían. Me sorprendí al ver, que Charlie, no se defendía, estaba emocionado, se le notaba en sus ojos luminosos, y también dolido, le conocía perfectamente, tenía su espalda totalmente recta, su pecho salido, en eso se parecía a mama. Se dio la vuelta, me miró, cogió mi mano, pude percibir, como una lágrima de sus ojos, rompía sobre ella:
-      Perdóname Robi, todo fue culpa mía, yo debería estar en esa cama, te quiero enano –pude notar como las lágrimas resbalaban por sus mejillas, antes  de que saliera de la habitación, repleto de rabie e impotencia.
-      ¡No! Charlie, tú no tienes la culpa de nada, vuelve ¡¡¡Charlie!!! Pero por más que gritara del más allá, Charlie no volvería –¿abuelo que puedo hacer? No puedo permitir que se hagan daño mutuamente, por culpa mía, dime, ¿Qué he de hacer?
-      Eso solo depende de ti Robi, debes elegir  qué camino tomar si vivir o morir… -fue la respuesta de mi abuelo.
-      Yo quiero vivir… pero ¡¿Cómo hacerlo?! –la desesperación podía conmigo.
-      Debes elegir –de nuevo con lo mismo, pero no sabía a qué se refería, iba a volver a preguntar, cuando fui consciente, que mi abuelo ya no estaba a mi lado, había desaparecido, me había dejado solo, ante este nuevo mundo desconocido y con la visión, de mi familia, sufriendo por mi culpa…
Fui consciente de cómo entraba en la habitación, Brayan, era la pareja de mi madre; alto, apuesto, delgado, pelo corto y castaño, ojos marrones, con gafas. Así es, no es que mis padres estuvieran separados, no, es que mi padre no estaba, nos abandono cuando apenas yo caminaba, prefirió esa joven, veinte años menos que él, y formar su otra familia, olvidándose, por completo de los dos hijos que ya tenía, sí, mi hermano y yo, dejando a mi madre destrozada, sola al cargo de unos niños tan chiquitos. Años le costó superar esa perdida, años de sufrimiento y dolor, que ese hombre no se merecía. Cuatro o cinco años después ahora no recuerdo bien, inició trabajo en una oficina, donde conoció a Brayan, y bueno en poco empezaron su relación. A mi desde el primer día que le conocí, me pareció muy buena gente, simpático, agradable, siempre dispuesto ayudar a los demás, con una sonrisa en su cara, sobretodo, yo veía como amaba a mi madre, la quería con locura, eso para mí, no tenía precio, ya tenía el sello positivo en su frente.
-      Entiendo tu dolor, pero seguro que él también está sufriendo –le expuso con sus manos en el hombro de ella.
-      Llegó arrestado por la policía, yo no tenía ni idea de nada, sí, llegue nerviosa, por Robi, pero al escuchar su la música en su habitación, me quede que Robi, dormía  en su cama –tengo que admitir que sí, que muchas veces, enciendo la música para dormirme, sobre todo cuando estoy solo, sí, se que parece infantil, pero me acompaña –tenía puestas las manillas en sus muñecas, y esa cara de suplica, tuve que pagar 600 dólares por su irresponsabilidad, mientras Robi, se estaba debatiendo entre la vida y la muerte. Su voz sonaba resentida, en parte lo entendía pero era culpa mía. Observé como Brayan la abrazaba con fuerza.
-      Sí, abrázala fuerte –le supliqué a Brayan.
-      ¿As decidido ya? Tu tiempo se acaba Robi –reapareció mi abuelo.
-      Pero no sé cómo ¿Cómo lo hago? –seguía preguntando, pero de nuevo mi abuelo desapareció, a mi no me quedó otra que seguir observando, lo que estaba pasando en la tierra, lo que le estaba pasando, a mi cuerpo. Me miré detenidamente, la verdad es que no tenía buen aspecto, y me pregunté si lograría salir de coma, volviendo a la vida, mi abuelo decía, que dependía de mi ¿pero cómo? Yo no entendía.
Los médicos no me sacaban los ojos de encima, gracias a un cristal, que había en la pared de mi habitación. De uno en uno mi familia me visitaba, afectados, con lágrimas en sus ojos, por si yo decidía quedarme, donde mi alma  se encontraba. Médicos, enfermeras entraban continuamente, para ver mi estado, en el que nunca sabían responder ninguna pregunta de mis familiares, solo que me estaba debatiendo entre la vida y la muerte.
-      ¡¡¡Yo quiero vivir!!! –pero por más que gritaba mi alma no volvía donde mi cuerpo se encontraba.
-      Mama podemos hablar un momento por favor –ui esa escena me interesaba. Charlie se acercó a las sillas, que se encontraban en el pasillo, de la sala de espera, sí, allí se encontraba mi madre, acompañada de Brayan que la abrazaba con fuerza.
-      Yo iré a por algo de café, enseguida vuelvo –se levantó de su asiento Brayan, besando en la mejilla a mi madre. Le dio una palmada en el hombro a mi hermano, marcando una pequeña sonrisa, antes de alejarse.
-      Lo siento mama, no debí manipularte, como lo hice, debí hablar directamente contigo, explicarte, lo importante que era para Robi, ir a esa fiesta.
-      No, la culpa no es tuya, él me pidió ir a esa fiesta, debí haberle dejado ir, no debí habérselo prohibido, yo soy la única responsable de todo esto –observé como mi madre hinchaba a llorar, con sus manos tapando su cara.
-      No mama, tú no tienes la culpa, fue todo mi culpa, no debí correr  tanto, lo siento de verdad, como le pase algo a Robi, no me lo perdonaré en la vida.
-      Ven aquí –sin que ellos lo supieran, fui testigo de ese cariñoso y agradable abrazo.
Al rato entró donde hallaba mi cuerpo, Kate, había entrado en el hospital, con impaciencia por verme. Encontró a mi madre, Brayan y Charlie, sentados en las sillas del pasillo. Hacían más de 24 horas, que se encontraban por esos parajes, sin dormir, sin descansar, y sus cuerpos, ya notaban el agotamiento.
-      Robi, se agotó tu tiempo, debes elegir ya –mi abuelo volvió hablar. La imagen de lo que pasaba en  la tierra, desapareció, dando paso, un gran vacío, un gran vacío negro –perdóname Robi –noté como mi abuelo me empujaba al vacio. Mis cuerdas vocales se ahogaron ante la gran profundidad en plena oscuridad. Caí en terreno plano, pero no me lastimé, con temor me levanté ¿Qué estaba pasando ahora? Una luz me cegaba la vista. Con dificultad, los abrí, tapándome los ojos con mis brazos, una gran puerta, dorada, y  muy iluminada, me esperaba, mi abuelo estaba en ella.
-      Abuelo ¿Qué pasa? ¿qué está pasando?
-      Robi… ¿quieres morir? Aquí serás feliz, yo te cuidaré pero solo tú eliges, si vivir o morir.
-      No abuelo, yo no quiero morir, no, no, no quiero.
-      ¿Cómo dices? –yo creía que lo había dicho lo suficientemente alto.
-      ¡No quiero morir, quiero vivir!
-      ¡¿por qué?!
-      Por mama, por Charlie, por Brayan, Kate, mis amigos, y Dina ¡mi Dina! –sin ser consciente, toda mi vida estaba pasando por mi mente. Noté como esa luz me arrastraba hacía ella –¡¡¡¡no!!!! ¡¡¡No quiero morir!!! ¡¡¡quiero vivir!!! ¡¡¡quiero vivir!!!....
Abrí los ojos, miré a mi alrededor, no me lo podía creer ¡era la habitación de hospital! ¡Estaba vivo! Vi las lágrimas de mi madre, circulando por sus mejillas, aun no era consciente, que había abierto los ojos. Tenía su mano en mi mano. La intenté mover, me costó muchísimo, pero ella lo notó, gracias a eso me miró a los ojos, al fin los vio abiertos.
-      Robi… ¡Robi! –gritó, saliendo con velocidad de la habitación.

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