martes, 24 de mayo de 2011

Robi; Capítulo 17

 

Nos encontrábamos en la sala de espera. Estábamos a la espera de que algún médico saliera, nos diera noticias del estado de Estela. Perdió el conocimiento cuando entro al hospital. El sanitario de ambulancias, informó a los doctores de lo sucedido, ellos no tardaron, en meterla para dentro, dejando a Dina en soledad y desesperación. Nosotros no tardemos en llegar acompañándola en ese sufrimiento.
-             Perdonen,  ¿saben algo de mi hermana? –preguntó Dina esperanzadora.
-      ¿Tú eres la hermana de la chica que ha sufrido violación no?
-      Sí, la misma ¿Cómo esta? ¿podemos verla? –preguntó impaciente.
-      Aun la están revisando, si me disculpas –se alejó con prisa.
-      ¡Uffff odio esperar!
-      Te entendemos, te entendemos –le repetí.
-      Lo siento no he podido venir antes… -entro a toda prisa una de las cuidadoras -¿Cómo esta?  -le expliquemos la situación, ya éramos uno más esperando.
Los minutos pasaban, el no saber nada, nos estaba poniendo frenéticos. Dina y Abel, ya se habían recorrido los pasillos en más de una ocasión.
-      Familiares de Estela –todos no tardaron en levantarse y yo en acercarme –Estela está estable, pero muy débil, pasará aquí unos días, pueden verla pero poco rato, necesita descansar.
-      Gracias –Dina y Abel no tardaron en correr hacia allá. Yo les seguí.
-      Entra tu primera eres su hermana –opinó Abel.
-      Y tu su novio –contesto ella.
-      No importa, ya espero, yo solo quiero su bienestar, ya que no he podido evitar esa desgracia… -se apenó.
-      Deja de decir tonterías, si no hubieses tenido el valor de ir a visitarla, y saltarte todas las normas, no la hubieses salvado, todo fue gracias a ti, yo se que te estará agradecida siempre.
-      Gracias, entra que te espera…. –Dina Entró indicando sonrisa.
-      Dina…
-      Hola guapa ¿Cómo estás? –desde fuera contemplemos la cantidad de maquinas que tenía conectada a ella.
-      Dina, no quiero volver a ese lugar, quiero ir a casa ¡por favor!
-      Shttt tranquila, no volverás allá, aunque papa me eche de casa, no voy a dejar que te vuelva a llevar.
-      Gracias –sonrió Estela a su hermana.
-      ¡Hijo de tu madre! ¡te voy a matar! –en menos que nos diéramos cuenta, Jack, se lanzo al cuello de Abel. Dina salió de la habitación y  la cuidadora y yo, intentemos separarles.
-      ¡Jack no! ¡detente! –se unió a nosotros a separarlos su esposa.
-      ¡Desgraciado, ahora sí que te mato! ¡te mato! ¡as violado a mi hija!
-      ¡No señor se equivoca! –hizo su intento la cuidadora.
-      ¿Pero qué está pasando? –Dina salió de la habitación.
-      ¡Tu! –sin más palabras una bofetada aterrizó en la mejilla de Dina. Todos nos quedemos con la palabra en la boca.
-      ¡¿pero qué haces?! ¡¿te has vuelto loco?! –gritó su mujer deteniéndole.
-      ¡Me has desobedecido deliberadamente, te prohibí que fueras a ver a tu hermana!
-      ¡Es mi hermana! ¡tenía que verla! ¡tu no me llevabas!
-      ¡Tenías que venir con estos tipos! ¡Con él! –señaló a Abel – ¡por tu culpa han violado a tu hermana!
-      ¡Mentira! ¡Él no la violó! ¡él la salvo! –gritó con lágrimas en sus ojos Dina.
-      ¿Qué está pasando aquí? Esto es un hospital recuerden, si quieren gritar vayan a otro lado –apareció una enfermera. En mi opinión mucho habían tardado.
-      ¿Como él no la violó? –al fin Jack bajó la voz.
-      ¡No! Él la salvo de uno de los monitores del centro que la internaste ¡él la violó! –Dina echo a correr con lágrimas en sus ojos, estaba claro que aquello era la gota que colmó el vaso, que aquello provoco el llanto descontrolado de Dina. Fui tras de ella.
-      ¿Tú salvaste a mi pequeña? –escuche la voz de la madre de las chicas, su tono se escuchaba débil pero agradecida, abrazó con fuerza Abel –gracias, un millón de gracias… Jack no tienes que decir nada…
-      Gracias –le ofreció su mano para estrechar.
-      Yo amo a su hija, eso me duele de la misma forma que ha usted –le estrechó la mano a Abel.
-      ¿Y ahora que hay que hacer? –preguntó la madre.
-      La policía, ya se llevó al hombre, todos los del centro hemos testificado, muchos chicos también –ahora toca esperar –les pedimos mil disculpas, no teníamos ni idea de ello, las demás chicas víctimas de ese pervertido, no han hablado hasta ahora, pero son varios casos, que pondrán a ese hombre en su lugar. –no dijo palabra, solo se encaminó y Jack entro en la habitación de Estela, donde la encontró despierta, se sentó a su lado. Le sostuvo su mano, se la besó con dulzura. Ignorábamos sus palabras, pero fuimos testigos de cómo las lágrimas resbalaban por las mejillas de padre e hija. Salió de la habitación, pasada la hora, se dirigió en silenció a Dina, la abrazó con fuerza. Dina no salía de su asombro.
-      Lo siento mucho cariño, no debí pegarte, perdóname por favor, tienes razón es tu hermana, gracias por protegerla, y perdonarme por favor… -nadie dijo nada, nadie quería interrumpir esa disculpa tan sincera, volvimos a ser testigos, de cómo padre e hija, se abrazaron con fuerza, con lágrimas resbalando por sus mejillas. Al rato Jack se acercó Abel, le volvió a ofrecer su mano, Abel se la estrecho con confusión, bienvenido a la familia.
-      Gracias señor, le aseguro que no se arrepentirá –agradeció Abel, con una amplia sonrisa.
Esperaba en la sala de espera, junto a Dina y Abel, los padres de Estela se encontraban en la habitación, con su hija ingresada. Sin aviso no pudimos evitar levantar la vista, al ver a dos agentes de la policía, que hablaban con una enfermera y seguido, entraron en la habitación de Estela. Todos nos acerquemos, al cristal, para ver lo que ocurría dentro.
-      ¡¿Interrogarla?! ¡¿pero que no ha sufrido suficiente para que vengan ustedes con preguntas?!
-      ¿Es necesario hacerle el interrogatorio? Ya han hablado con todos los testimonios ¿no?
-      Su testimonio, es el más importante, sin él no sirve para nada la denuncia, por otro lado es el protocolo –hablo uno de ellos.
-      ¡A la mierda con el protocolo, lo primero es mi hija! –gritó Jack.
-      Papa, mama, no pasa nada, estoy bien, dejarme a solas por favor –pidió Estela.
-      Cariño no tienes porque hacerlo… -hablo su madre.
-      Quiero hacerlo, por favor… -suplico con lágrimas resbalando por sus mejillas.
-      De acuerdo cariño… estaremos fuera… -la beso en la frente su madre. Jack y su esposa se unieron a nosotros, todos desde fuera, observábamos a los agentes y Estela.
En pocos días Estela, volvía a estar en su casa. Fueron días difíciles para ella; pánico a la oscuridad, en cuanto se apagaban las luces, el miedo, el pánico, invadía el cuerpo de Estela, obligando a las enfermeras, a inyectarle un calmante, y dejar las luces encendidas. Pasaba parte del día llorando, repitiéndose una y otra vez, que se sentía sucia, si por ella hubiese sido, se hubiese bañado, varias veces al día. Cuando le tocaba baño, las enfermeras acababan entrando en el cuarto de baño, porque se pasaba horas allá encerrada, con el agua encendida. En varias ocasiones, se fregaba con tanta fuerza su piel, que acababa bien enrojecida.
-      ¡No! Dejarme, dejarme, me siento muy sucia, quiero quedar limpia, ¡dejarme, dejarme! –gritaba entre lagrimas de histeria. Todos nos quedemos muy preocupados, ante esa actitud, ignorábamos, si aquello era normalidad.
-      Sí, no se preocupen, su hija a sufrido una violación, su comportamiento es muy frecuente, en víctimas de ese abuso.
-      ¿Qué debemos hacer doctor? –preguntó esa madre preocupada.
-      Mostrar normalidad, tranquilizarla sin alterarse, ya verán como poco a poco, con tiempo y paciencia, volverá a ser la Estela de siempre, de todas formas, les voy a dar cita, para que visiten, a psicólogo bien bueno, y que le ayudará a superar, ese hecho, también les voy a dar hora, para la terapia en grupo.
-      ¡Pero usted ha dicho que con tiempo y paciencia se le pasará! –exclamó Jack.
-      Claro, pero no olviden que su hija, ha sufrido un trauma que jamás olvidará, no le será nada fácil de superar. Con tiempo y paciencia, lo lograría, pero el proceso, sería muy largo y doloroso, no se llegaría a recuperar jamás. El psicólogo le puede ayudar a superar con más rapidez, le irá muy bien, conocer a otras chicas, mujeres que han pasado por lo mismo que ella, comparten su dolor, y se ayudan a comprender, que nada de lo que ha pasado es culpa suya –sí, porque otra secuela de la violación, es sentirse culpable por ese hecho, Estela no dejaba de echarse la culpa, que fue su culpa el haber sido violada << ¡si yo no hubiese permitido que él me duchara! ¿si no hubiese puesto resistencia quizá esto no hubiese pasado?>> No había forma de hacerle ver, que ella era una víctima de ese impresentable, que no tenía culpa ninguna.
-      Hola preciosa ¿Cómo estás? –se le acercó Abel, iba a besarle en la mejilla.
-      No, Abel, mejor no, lo siento –se incomodó Estela. El nos miró deseando comprender.
-      ¿Eres su novio? –él afirmó con un gesto de cabeza.
-      Es normal y comprensible, no te fatigues, dale tiempo.
De esta manera Estela volvió al hogar, iniciando una nueva vida de miedo, temores y mal estar. Su familia, Abel, y me incluyo intentemos darle todo el cariño y seguridad posible, intentemos, que saliera, que continuara una vida como la de antes, pero ella se negaba a salir, pasaba las horas en su habitación encerrada, llorando, culpándose por todo lo sucedido. Para Abel, tampoco era fácil, cada día pasaba horas con ella, deseaba, calmar su dolor, tranquilizar su temor, le prometió que nunca permitiría que le pasara nada malo, no cumplió su promesa, entendía que ella desconfiara de él. Abel le hubiese gustado, poder abrazarla, tranquilizarla, pero ella siquiera dejaba que lo intentara. Era su novio, le hubiese gustado, besar con dulzura sus labios, su mejilla, pero ella no le permitía, ningún contacto físico.
-      Lo siento, no sé qué me pasa, yo te quiero con toda mi alma, pero no me siento cómoda –se avergonzaba Estela.
-      Cariño ¿sabes que te quiero con todo mí ser verdad? ¿sabes que yo jamás te lastimaría verdad? –le preguntó Abel en una ocasión.
-      Lo sé y yo a ti de verdad… pero es que no se… -se apenó Estela.
-      Shttt no digas nada, te entiendo de verdad mi niña, no hay ninguna prisa, tomate el tiempo necesario, yo voy a estar contigo hora y siempre ¿puedo abrazarte? –preguntó con dulzura.
-      Sí por favor, lo necesito –una lágrima descendía por la mejilla de Estela.
-      ¡Como se te ocurra aprovecharte de la vulnerabilidad de mi niña, te corto las pelotas! –gritó Jack al novio de su hija.
-      ¿Quieres callarte Jack? ¿O es que has olvidado quien a salvó a Estela?
-      Señor yo amo a su hija, no importa lo que tenga que esperar para que su corazón me deje volver a entrar en él, voy a estar ahí, ahora y siempre sin presiones sin agobios, hasta que su corazón vuelva a estar preparado para mostrarme lo que siente.
Estela empezó a ir al psicólogo recomendado, era mujer, en mi opinión mejor, porque así podía entender mejor, el cómo se sentía. Tampoco tardo en empezar a la terapia en grupo. No le fue fácil, esa primera vez que tuvo que expresar tantos sentimientos, tantas emociones, a ese grupo de desconocidos, pero al mismo tiempo fue consciente, que no estaba sola, en esa lucha, que había tantas chicas en esa misma situación. Esos miedos del primer día, fueron desapareciendo, empezó, a restablecer amistad, con todas esas compañeras, que habían pasado por lo mismo que ella. Entre todas se daban apoyo mutuo, algo que solo alguien que habían pasado por lo mismo que ellas, podían entender.
El día del juicio llegó, Estela tuvo que subir al estrado, enfrentarse de nuevo a Sam a su violador. Estaba atemorizada, se le notaba, pero no tenía porque, todos estábamos allí, para apoyarla, incluso, su psicóloga, profesora de terapia y algunas compañeras. Jamás había visto un juicio en vivo y en directo, tengo que admitir, que es todo nervio, y de no relajarse, cuidadores, compañeros de Estela, y nosotros mismos, tuvimos que subir al estrado, a testificar, realmente lo pasa uno mal, allá arriba, la presión es demasiada y las preguntas complicadas son continuas. Admiro a Estela por el valor y fortaleza que tuvo. Es cierto que se derrumbo en dos ocasiones, pero aun así, la admiro, por la entereza que demostró. Sam también fue subido para declarar. Todo el cuerpo de Estela, temblaba sin reparo. El tipo la miro con descaro, con ojos viciosos, entre risas por lo bajo. Le hubiese dado dos puñetazos sin reparo. Para su defensa Sam testifico; que solo hacía su trabajo de cuidador, ducharla, que ella fue quien se le insinuó, le suplico, que deseaba tener una experiencia, ya que en su estado, nunca la tendría No podía creer lo que escuchaba, trabajo me costó no gritar, no lanzarme contra él, abofetear esa boca, donde salía todas esas mentiras.
-      Tranquilos, no dejen, que les afecte –recomendó el abogado. Para él era muy fácil decirlo, pero tenía razón, no nos quedaba otra que cerrar boca, esperar y confiar si queríamos ganar. Estela, fue llamada de nuevo al estrado, en el que volvió a explicar, todo el proceso de violación, que era la realidad.
Realmente no fueron minutos de juicio, sino horas, largas horas, entre varios descansos de treinta minutos. El juez fue mujer, en mi opinión eso resultó más fácil para Estela, por otro lado ella podía entenderla mejor que un hombre. Fueron largas horas de sufrimiento y espera, cuando al fin salió la jueza, con un sobre en la mano. Con lentitud lo abrió. Todos los expectantes cerremos boca, apenas respirábamos, observando, como esa mujer de piel oscura, pelo largo y negro que le llegaba a los hombros. Sus pendientes largos y plateados destacaban, se situaron unas gafas transparentes, abriendo el sobre a continuación, leyendo para sí, tras después hablo:
-      Samuel, Gregory acusado por violación en primer grado de Estela Williams, este jurado le condena a 20 años de prison, sin derecho a condicional, ni a apelar –el grito de alegría que dimos toda la familia de Estela, fue inmenso, felicitaciones, abrazos, todo era poco para agradecer que se hubiera hecho justicia.
El tiempo pasaba ese trauma no disminuía, Estela seguía con los mismos miedos, los mismos horrores. Abel intentaba estar a su lado, pero ella no permitía contacto físico, escasas veces abrazos. El chico intentaba ser paciente pero no le era fácil. Ya eran meses en la misma situación. Empezó a plantearse, que quizás él no era el chico idóneo, para ayudar a Estela, ella se merecía alguien mejor, que le ayudará a superar ese trauma repleto de dolor. Respiro con profundidad, ese día lo hablaría con Estela, se lo comunicaría, muy a su pesar pero lo tenía que hacer.
La puerta de la habitación de Estela se abrió. Era Abel que entró cabizbajo para darle la triste noticia.
-      Hola mi amor que alegría verte ¿Cómo estás? –le saludó alegremente Estela.
-      Hola… Estela tenemos que hablar –se le acercó a su cama Abel. Se sentó a su lado. Sin aviso recibió un beso largo y apasionado de Estela. Un beso de los que hacía tanto tiempo que no recibía –¿y esto? –se quedo atónito.
-      Para agradecerte todo lo que has hecho por mí, la paciencia que has tenido conmigo, perdóname por favor…
-      ¿Perdonarte de que princesa?
-      Por no demostrarte lo mucho que te quiero.
-      No es nada, tranquila, lo entiendo.
-      ¿Sabes? No se… pero algo me dice, que poco a poco vuelvo a ser yo, todo gracias a ti, me has salvado la vida ¡gracias! –le abrazó con fuerza Estela.
-      ¿Eso qué significa? –seguía perplejo Abel.
-      Que poco a poco mi cuerpo despierta, ya me pide esto –le volvió a besar, intenso y apasionado.
-      ¡¡¡¡Guau!!! –hasta sus ojos hacían chiribitas.
-      ¿Y tú que me querías decir? –se intereso Estela.
-      Nada importante, que te quiero mucho, eres toda mi vida –los dos se fundieron en un tierno abrazo, y un beso apasionado. La puerta se volvió abrir.
-      Ejem, ejem.
-      ¡Señor! No es lo que parece –se tensó Abel.
-      Sí papa, sí que lo es, nos estábamos besando apasionadamente.
-      Me alegra saber que vuelves a ser tu cariño –fue la contestación de su padre –Abel ¿podemos hablar en privado?
-      Si claro –se levanto.
-      Papa, solo estábamos besándonos, no estábamos haciendo nada malo –exclamó Estela.
-      Tranquila hija, solo quiero invitarle a unas cervezas, y hablar tranquilamente con él –sonrió a su hija, después salió tras Abel dejando a Estela en soledad.
-      Para mí no es fácil, lo que te voy a decir –inició Jack a Abel, ambos estaban sentados en la cocina, frente a frente, con dos cervezas a su vera –yo no me portado bien contigo, pero compréndeme, es mi niña, tenía miedo que la lastimaran.
-      Señor, yo lo entiendo, no tiene porque disculparse.
-      ¡déjame acabar! Por favor… yo siempre he sido consciente que Estela viviría con nosotros siempre, que jamás tendría que preocuparme, por los chicos, en su estado, has llegado tú, amándola, dándole todo lo que tienes. Te he juzgado mal, lo admito, pero esta es una situación que me supera, yo no estaba preparado para esto, ahora soy consciente, que actuado mal con Estela, también con Dina la verdad, he sido demasiado duro con ellas, sobre todo con Estela, yo la preparaba para una vida en soledad, solo quería fortalecer ese carácter tan bueno que tiene, te voy hacer una pregunta y quiero que contestes con total sinceridad… Sé que amas con locura a mi hija, ya sabes lo que hay, ¿estas dispuesto a intentarlo en serio con ella?
-      Señor llevó más de dos años con ella, estos últimos meses no han sido fáciles para nadie, pero viendo que poco a poco se está recuperando, no me rindo, amo a su hija, más que nada en el mundo, luchare por estar con ella.
-      Mi hija te quiere con locura, se que te he tratado con dureza, discúlpame, tenía que asegurarme que no querías aprovecharte de ella, y me ha gustado lo que he visto, entre otras cosas no te has rendido, pese todas las trabas que te he metido, perdóname.
-      La verdad, es que me la ha puesto difícil ¿eh? Pero lo entiendo, no se preocupe –le sonrió Abel.
-      Prometo, no poner mas trabas a vuestra relación, y respetar cualquier decisión que toméis –le ofreció la mano para estrecharla. Abel se la estrecho con una sonrisa –¡Bienvenido a la familia!

1 comentario:

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

4.- Robi: Historia de un joven con discapacidad Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Cap...