sábado, 16 de abril de 2011

El deseo de la palomita

Tommy era un niño de 8 años, no era un niño de muchos amigos, por eso mismo, siempre volvía de la escuela, en soledad, cantando y jugando, con amigos imaginarios.
Era viernes, volvía de la escuela de la misma manera. Cantaba y bailaba mientras avanzaba a su casa, cuando algo le llamo la atención, era una palomita, estaba acostada arrinconada en una pared. Temblaba.
-      Ei bichito que ¿te ha pasado? –se acercó Tommy sigilosamente, intentando evitar asustarla –que extraño que no eche a volar… -se agacho a recogerla – ¿estás enfermita? No te preocupes, mi papa, es médico de animales, sí, él te curará –la abrazó con fuerza en su pecho y echo a correr. El animal, no protestó ni siquiera, intentó escapar, simplemente se acunó mas en sus brazos –¡papa! ¡Te traigo un paciente!
-      ¿Qué pasa Tommy? –se sobresaltó su padre, ante los gritos de su hijo.
-      ¿Puedes curarla? –le entregó la palomita.
-      Um…. Tiene su alita rota, pero veré lo que puedo hacer –observó el padre.
-      ¿Te puedo ayudar?
-      Mejor espera en la sala de espera –le guiño el ojo su padre. La sala de espera de la casa era el salón. Tommy así lo hizo, estaba nervioso, no quería que el animal muriera.
-      Por favor abuelito, no dejes que el animalito muera –rezó con sentimiento.
En dos horas más o menos, el padre salió de la habitación, con el ave, en sus manos.
-      Tommy prepara dos platitos, uno de agua, otro de migas de pan, para tu amiguito.
-      ¿Se pondrá bien papa? –obedeció Tommy.
-      Es posible, pero es pronto para saberlo, la primera noche es importante, tiene la alita rota, pero ya he intentado curársela, ahora toca esperar –situó la palomita sobre una manta. De tanto él, fue a por una caja, situando papel de periódico dentro de ella, después, la comida y el agua, que preparó Tommy, dentro de la misma, para finalizar, así mismo, la palomita fue dentro. Tommy se sentó a su lado, sin poder quitarle los ojos de encima. El bichito, no tardó en comer el pan, y beber agua.
Aquella noche, Tommy, apenas pudo dormir, su único pensamiento, era la palomita, tenía tanto miedo que se fuera al cielo, sabía que el abuelito la cuidaría bien, pero él también la quería cuidar, allí en la tierra. Su papa, ya le dijo, que era un bebe, que era posible, que cayera del nido, que suerte que lo había encontrado, sino hubiese muerto. Al salir el sol, Tommy salto de la cama, corrió a ver a su animalito.
-      ¡Papa, papa, está vivo, está vivo! –había sobrevivido a la primera noche que era la más difícil.
Desde ese momento Tommy no se separó de animalito. En cuanto salía de clase, corría a su lado. El bichito se enfadaba cuando le molestaban, pero también se a contentaba cuando le ponían comida y agua. Se le veía contentó allí. Sin aviso, un día, el hierro que tenía en su alita, cayó al suelo ¡su alita estaba recuperada!. Tommy y su papá se pusieron muy contentos y el animalito también. Desde ese día a menudo, aleteaba sus alitas con fuerza, con el deseo de volver a volar, pero por más que lo intentaba el bichito no lo lograba.
Una mañana sin aviso, la operación, los cuidados, sus intentos, su deseo de volar, dio su resultado. Aleteaba  con fuerza, con mucha fuerza e insistencia. Tommy y su papá la miraban fijamente, hasta que se sorprendieron, sin creer lo que vieron… El animalito, empezó alzarse del suelo ¡empezó a volar!
-      ¡Mira papa! ¡en la ventana! –señaló Tommy nervioso. En la ventana, esperaban dos palomas más.
-      Deben ser sus papas, que han venido a por él. Me temo, que tendrás que despedirte ya de él –habló su papa, con tristeza. Tommy logró atrapar al animalito, lo abrazó con fuerza en su pecho.
-      Llegó la hora de decirnos adiós, cuídate mucho, ándate con mucho ojo con las gaviotas, y los niños malos, ¡te quiero mucho, nunca te olvidaré! –lágrimas caían por sus mejillas, de tanto abría la ventana, y  observaba, como echaba a volar junto a sus papas – ¡adiós bichito!
Pocos días más tarde…
-      ¡Mira papa! –señaló Tommy en la ventana – ¡es bichito! ¡la palomita! –no tardó en abrirla. El animal, entró en la casa.  Tommy le puso comida y agua. La palomita no tardó en comer y beber. Después no tardó en marchar, pero a seguido visitaba a esas dos amigos que le salvaron la vida.

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