sábado, 31 de marzo de 2012

La sexualidad de Jimmy

Otro día más, ya todo es igual… apenas recuerdo el ayer, quizá ya no quiero recordar.  Mi hoy, mi mañana todo es igual, desde hace 3 años, desde el accidente… todo está con mínima novedad, ese accidente que me dejo postrado en esta cama, que ahora es mi mas fiel compañera, cuando antes apenas la pisaba. Recuerdo esos días, llegaba de la discoteca, a las 7 de la mañana, me daba una ducha de agua fría, ropa limpia y a trabajar asta tres días seguidos aguantaba. Ahora ya nada es igual. Nadie me entiende, ni siquiera mi mamá. ¡No! Ella menos que ninguno. No dejan que los pocos amigos que me quedan, me visiten, no quiere que me metan ideas raras en la cabeza. En cambio ellos, mis amigos son diferentes, se pasan al otro extremo,  están convencidos que necesito una cañita al aire, un buen kiki, un buen mete y saca ¿Qué no se dan cuenta que ya nada de eso importa? Que yo no soy el mismo, que mi cuerpo ya no es igual, lo que antes deseaba, ahora ya ni me pasa por la cabeza… he sido tan idiota, realmente asta hace tres años, era un ingenuo total, un verdadero imbécil. Hoy postrado en esta cama, con única movilidad mi cara, mi cuello, la realidad está ante mí, tengo tanto que decir, pero nadie se acerca a escuchar. Toda mi necesidad, todos mis deseos, reducen a un trozo de papel,  y pincel, ¿realmente eso es suficiente para calmar tanta necesidad? ¿Para tanto que decir, sin poder hallar la manera exacta? Sé que el llorar es de cobardes, ¿pero que mas me quedaba? Eso es algo que la vida no me puede arrebatar, es lo único que me queda, mis pinturas, mis lágrimas, mi soledad.  ¡¡¡¡Oh no me lo puedo creer!!!  No me lo puedo creer, acabo de ver algo en internet, me pareció ver, si está… ¡sexóloga especial! Indica su número de teléfono… no eso no me sirve… su dirección de hogar… tampoco… su correo electrónico… ¡si, eso si! Poco a poco, con mi pincel en boca, inicié a escribir.

Tardé lo mío pero al fin lo finalicé, no tardé en enviar, a esa mujer, que tenía la esperanza que me podía ayudar… Los minutos, los segundos pasaban, su contestación no llegaba, yo me impacientaba <<vamos tranquilo hombre, solo pasaron unos minutos, no todo el mundo tiene el tiempo que tu tienes sin hacer nada, la gente, tiene sus labores>> Ning ¡un correo nuevo!

Hola Jimmy,

Me ha  interesado tu correo, comprendo muy bien como te sientes, y de la necesidad que tienes, esa necesidad que nadie entiende. Me gustaría ayudarte, pero entiendo que tú no puedes desplazarte, por mi parte no vería problema para ir, dime, día y hora, e intentare hacer un hueco en mi agenda.

¡Te mando un fuerte abrazo, y muchos saludos!

Laurie Meet

La espera fue mas larga de lo esperado, ya que a esa mujer, le fue imposible atenderme, hasta 3 semanas mas tarde ¿pero que son 3 semanas si he esperado 3 años? Parece que no, pero lo hace complicado, cuanto menos días faltan mas difícil se hace… La impaciencia puede conmigo. ¡Al fin! El momento llegó, se escucho el timbre se escucho, la puerta se abrió, no tardé en escuchar, los pasos de mi madre, subiendo con rapidez los escalones. La puerta de mi habitación se abrió de un golpe.

-      Jimmy hay una mujer muy rara, abajo, dice que ha quedado contigo.

-      Así es mama, que suba.

-      Pero… ¿Que hace aquí? ¿Qué quiere? ¿no querrá meterte ideas raras verdad?

-      Si por ideas raras te refieres hablar de sexualidad, si, me he comunicado con ella, para que hablemos de sexualidad –le dijo decidido.

-      Pero hijo, si tu no puedes…

-      Mama discúlpame –le interrumpió Jimmy –eso es algo de mi persona, algo que solo yo debo elegir, ni tu ni nadie, tenéis derecho a negarme. Ahora te lo pido por favor, déjala entrar, tu sal, déjanos hablar con tranquilidad.

-      Pero…

-      Perdón, ¿se puede? –asomó su rostro Laurie.

-      ¿Tu que haces aquí? Te dije que esperaras abajo.

-      Lo se… lo siento… como tardaba, pensé que tenía que subir… si quieren les dejo solos.

-      Sí.

-      No… mama, eres tu que tienes que salir… por favor… no montemos un pollo delante de está señorita.

-      Esta bien ya salgo… pero cuidado chica, te estaré vigilando –la puerta se cerró tras esa frase.

-      Pon el pestillo –le indique a Laurie. Ella obedeció y aun suerte… porque mi madre ya iba a volver a entrar.

De repente, sin aviso, me sentí tímido, pequeño, indefenso, sin entender, me entró la duda si lo que estaba haciendo era lo correcto. Ella esperaba que yo hablará, pero me quede sin saber que decir, mi mente estaba en blanco. Ella se acercó, se sentó a mi lado.

-      ¿Estás bien? –me preguntó. ¿Realmente lo estaba? Ni yo mismo podía dar la respuesta. Su débil sonrisa me cautivo. Sentía mi corazón palpitar con rapidez. No, no era amor, era una mujer muy hermosa, pero no se trataba de eso no, era de mi, de mi propio ser… algo que tenía enterrado en mi interior, salió al percibir esa sonrisa, débil pero sincera, la primera, la única, desde hace 3 años. Lágrimas descendían por mis mejillas.

-      Cuéntame, aquí estoy a tu lado… no lo notaba, pero mis ojos eran testigos, de como su mano, abrazaba la mía, con fuerza. –sin ser yo consciente, mi voz se empezó a escuchar, mi alma se empezó a desnudar… asta el punto de no poder parar. Al ser consciente había pasado más de hora y media.

-      Ui lo siento, no sé que me ha pasado –me disculpe, para nada tenía la idea, que esa visita fuera así.

-      No tienes porqué disculparte, te has desahogado, de eso también se trata mi trabajo, gracias –de nuevo su débil sonrisa me cautivo.

-      Ui no, gracias a ti –expresé con timidez.

-      No, gracias a ti, por confiar en mí.

-      Me has ayudado mucho de verdad, ¿te puedo escribir otra vez?

-      Cuando quieras, ya tienes mi correo –se disponía a marchar.

-      ¡Espera! Te puedo pedir un último favor…

-      Claro… -se acercó lentamente, dejó su bolso en mi cama, se acercó a mí, le susurré algo, ella me complació… Nos miremos a los ojos como si de dos enamorados nos tratáramos. Poco a poco nuestros labios se iban acercando y ¡Zas! ¡Me beso! Fue un beso corto pero intenso, por mi cuerpo transportaron sensaciones jamás sentidas, un inexplicable placer. Ella me sonrió.

-      Gracias –le susurré. Fui testigo de como me volvía susurrar <<gracias a ti>> antes coger su bolso, y salir por aquella puerta que era mi habitación, mis cuatro paredes.

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

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