viernes, 18 de mayo de 2012

Corazón envenenado; Capítulo 1




L

a casa se veía tan vacía, se escuchaba tan silenciosa, nada volvería a ser igual para la familia Masters, y aquellas paredes, parecían como si ya fueran conscientes de ello. Molly, esa madre, que siempre estaba ahí que ha pesar de estar echa pedacitos, siempre estaba ahí para animarte, en ese día de otoño, era ella quien estaba destrozada, era ella quien necesitaba un abrazo. Gabriel nunca la había visto en ese estado, aunque él también estaba destrozado, está vez él debía ser fuerte, y dar ese abrazo tan necesario. Se acercó en silencio sin palabras, la abrazó, la abrazó con todas sus fuerzas. Sentía su llanto, notaba su dolor, ese dolor, que apretaba su pecho. Él debía ser fuerte, quería serlo, pero no pudo evitarlo, las lágrimas descendían por sus mejillas. Su padre, recién llegó, recién se acostó, su orgullo, le impedía llorar en público. Tras separarse, su madre marchó acostarse, sí, simplemente descansar su cuerpo, porque ella bien sabía que su mente no podría reposar. Los entierros, nunca eran fáciles, menos enterrar a un hijo, no eso era lo peor, ningún padre debería pasar por ello. Todo por culpa de ese mal nacido, ese psicópata, que le arrebato la vida de ese chico de 22 años, la vida de su hermano, otra victima más de ese ser repugnante, que decidió sin derecho alguno, llevarse varias vidas inocentes, por querer salvar una vida, perdieron dos, otra chica más y su hermano. Era el asesino mas buscado, no hallaban con él, y su hermano, fue… inconscientemente se sacrificó para salvarlas, gracias a ello, lo atraparon, aunque no les quedó otra que matarle, porque él iba a matar nuevamente. Ya ese individuo ardería en el infierno. Su hermano murió como un héroe. Si viviera, estaría presumiendo de ello, se le cayó una lágrima al recordar, que ya nunca lo haría.

-             ¡Maldita sea! –gritó para si. Se paralizó. ¿había gritado realmente? Él no sabía. Se petrificó unos minutos. Parecía que todo estaba en orden. Se sentía la garganta seca. Caminó hacía la cocina. Lleno un vaso de agua, sus manos temblaban. Dejó el vaso secó. Se encaminó a su habitación, en la planta de arriba.

Por escalón que subía, notaba una presión en el pecho, pero no le dio importancia. Pasó por delante de la habitación de su hermano fallecido <<que extraño es pasar por su habitación y no escuchar esa música a toda potencia>> la puerta estaba entreabierta, no pudo evitar abrirla del todo y entrar. Todo estaba como lo había dejado aquel trágico día, el aroma de su perfume preferido, seguía incrustado en la habitación. Miró a su alrededor. Se acercó al armario, lo abrió, estaba a lleno de ropa. A su hermano le encantaba comprarse ropa, a pesar que mucha ni estrenaba ¿qué diría si le viera registrar sus cosas? Se pondría echo una furia, no soportaba que lo hiciera, que tocará que se entrometiera en sus cosas. ¡La vio! Vió su camiseta preferida, que nunca dejó que se la pusiera. La tenía entre sus manos, olía a él, como toda la habitación, se la puso, sin quitarse nada, por encima de su propia ropa. Caminó aturdido hacía esa gran cama que tenía, se dejó caer. Lágrimas volvían a descender por sus mejillas. Notaba un fuerte dolor en su pecho, en su corazón, era normal había sido día de muchas emociones, no le dio importancia.

-      ¿Por qué me dejaste? ¿por qué tuviste que hacerte el héroe? Yo te necesitaba… ¡¡¡¡¡yo te necesito!!!! –la luz se encendió sin aviso.

-      Cariño ¿que pasa? –entraron a toda prisa sus padres

-      ¿por qué esos gritos?

-      ¿Es tu corazón? –Gabriel se quedó mirando primero a su madre, después a su padre, sus rostros se veían angustiados, preocupados. Se miraron entre ellos, después volvieron a mirar a Gabriel.

-      ¡¿Por qué se fue?! ¡¿por qué me dejó?! ¡Yo le necesitaba! –sin poderlo evitar, rompió a llorar abrazándose a su madre con fuerza.

-      Oh cariño, ya está, ya paso, estamos aquí contigo, no estas solo, todo va ha salir bien, te lo prometo –le consolaba su madre, con lágrimas resbalando por sus mejillas. Nick su esposo la miro a los ojos, leyendo en ellos, que ella se quedaba con él asta que se durmiera.

Despertó con los rayos de sol alumbrando su cara. Miró a su alrededor, se había olvidado, que no había dormido en su cama, se encontraba en la habitación de su hermano. Fijo la mirada en ese balón de futbol que tenía como despertador, apenas pasaba de las 7 de la mañana, ya no podía dormir mas, decidió bajar abajo, y no molestar a sus padres. Inició a bajar escalones ¡bang! Notó como su corazón le dio un vuelco, se tuvo que sostener a la baranda.

-      No, no es el momento muchacho, ahora tienes que resistir –se sentó en el escalón, lo que menos deseaba era despertar a sus padres. Su mano, se agarró la camisa con fuerza. Temblaba. Cerró los ojos y se obligó a respirar con calma. Poco a paco, los latidos de su corazón volvían a la normalidad –buen chico –dijo para sí. Se incorporó y siguió dirigiéndose a la planta de abajo, lo había decidido justo en ese momento iría a clase, quedarse entre esas 4 paredes, donde todo le recordaba a su hermano, no le ayudaría a superar su perdida.

-      Hola cariño ¿ya estás levantado? –preguntó su madre al rato, apareciendo por la cocina, con su única bata puesta.

-      Hola mama –le sonrió Gabriel. Una sonrisa Débil, pero sincera.

-      ¿no podías dormir? –bostezo su madre.

-      Sí, algo así…

-      Y dime ¿vas algún lado? Te veo muy arreglado.

-      Sí, iré a clase.

-      Cariño, no es necesario que vayas, ayer enterremos a tu hermano, tus profesores y compañeros lo entenderán.

-      Tengo que ir, necesito ir, quedándome en casa todo me recuerda a Joel.

-      Entiendo –le abrazó su madre –pero prométeme que para lo que necesites me dirás.

-      Te lo prometo, tú intenta descansar y no pensar –le besó en la mejilla Gabriel.

-      Sí, hoy empiezo la terapia con la psicóloga… ha ver como va… por teléfono parecía simpática.

-      Seguro que muy bien ¿y papa?

-      Ya sabes como es que prefiere que le maten antes de mostrar sus sentimientos, se fue a la oficina, según él esta bien.

-      Sí, ya todos le conocemos -<<de alguna manera yo estoy haciendo lo mismo que él>> <<eso no es verdad, yo admito que no estoy bien, pero necesito mi rutina para reponerme>> Se debatían sus dos yo interiores.



La escuela, le parecía tan idéntica, como la última vez que la vio, no habían pasado mas de dos días, pero para él eran como años de toda aquella pesadilla que aun no había despertado, y ya hoy quería olvidar. Le parecía increíble que el reloj no se detuviera que la vida siguiera, ante tanto dolor, le parecía imposible de creer, que a su alrededor todo fuera felicidad, cuando su mundo esta echo a trozos ¿Cómo la gente podía ignorar un momento así? <<idiota es tu dolor, no el de los demás>> volvió a expresarse ese yo interior.

-      ¿Se puede? –toda la clase voltearon, toda la clase, se quedó petrificada, no se detectaba ni palabra ni movimiento. Gabriel era consciente, que todas las miradas le sobrepasaban, los murmuros le llegaban. Aceleró el paso, asta sentarse en su pupitre, pegando en la ventana.

-      Ah, hola Gabriel, no te esperábamos tan pronto… ¿Cómo estás? –no  encontraba palabras la profesora.

-      Bien, bien, disculpe la tardanza, es que…

-      No te preocupes por nada, para lo que necesites, nos lo dices… pero ¿tu estas seguro que ya estás listo para retomar las clases? Ayer enterrasteis a tu hermano.

-      Profesora… ya se lo que pasó ayer… si podemos empezar la clase por favor…


-      Claro, claro… bien… ¿por donde íbamos? A si… ya recuerdo…

-      Gabriel… -escuchó el joven, estando entretenido, metiendo su material en la taquilla.

-      Vicky… -Vicky, era su compañera de clase, su amiga incondicional, la chica de sus sueños desde el primer momento que la vio, supo que era dueña de su corazón, que jamás eso cambiaría. Sin que el chico fuera consciente, la chica lo abrazó con fuerza.

-      Siento mucho lo de tu hermano, aquí me tienes para lo que necesites ¿vale?

-      Gracias… -se quedó paralizado Gabriel, la abrazó con fuerza, podía notar su corazón latiendo junto al suyo, sus lágrimas deslizándose por sus mejillas –muchas gracias…

-      ¿Me dejas que te invité a tomar algo? …lo siento… quizás a sido muy atrevido de mi parte, quizás, prefieras volver a tu casa con tu familia…

-      No para nada, por eso volví a clase, necesito distraerme, no pensar y en casa todo me recuerda a él.

-      Entiendo… -se apoderó un silencio incomodo –pero recuerda, que siempre estaré a tu lado –le cogió la mano.

-      Gracias… no pudo mas que emocionarse Gabriel, sentados en esa terrada con su coca-cola en mano.

-      Puedo preguntarte… ¿como te sientes?

-      Fatal la verdad, ojala pudiera matar a ese hijo de puta con mis propias manos…

-      Él ya ha pagado con el peor de los castigos.


-      Para mi no es suficiente… siento una opresión en el pecho… esa misma tarde salió ignorando lo que le iba a pasar… -Vicky escuchaba con atención, en silencio, no quería interrumpir ese momento tan difícil de Gabriel, su voz se rompía, sus lágrimas brotaban –me prometió que siempre estaríamos juntos, que jamás me abandonaría… ¡pero me mintió! ¡me abandonó! ¡yo le quería! ¡yo le necesitaba! ¡yo le necesito! –sin avisó se abrazó a Vicky, con lágrimas, descendiendo por sus mejillas. Ella lo abrazó, lo abrazó con tal fuerza, lágrimas descendían por ambos seres.

-      Muchas gracias por todo la verdad es que me lo he pasado bien, me hacía falta.

-      Cuanto me alegro, ya sabes, cuando quieras… -se escuchó un móvil –discúlpame… -una sonrisa se dibujo en los labios de Vicky –hola amor, ¿Cómo estás? –el cuerpo de Gabriel, se quedó petrificado ¿amor? ¿la chica de sus sueños tenía novio? –perfecto, salí, estoy con Gabriel, mi mejor amigo, necesitaba airearse, ya sabes lo de su hermano –murmuró la ultima frase.

-      No sabía que tuvieras novio… -notaba como todo su cuerpo temblaba, un esfuerzo le costaba no hinchar a llorar allí mismo.

-      Sí, desde hace 2 semanas, no he tenido oportunidad de decírtelo.

-      Tranquila…, te deseo lo mejor, y gracias de nuevo –la beso en la mejilla, se marcho, lo más apresurado posible, a pesar que su corazón no le permitía correr. Lágrimas descendían por sus mejillas. Ignoraba las señales directas de su corazón, bombardeaba con demasiada rapidez, su respiración no llegaba como debía, pero él ignoraba todas esas señales, ignoraba esos gritos S.O.S. Un mareo se apoderó de él pero aun y asi lo ignoró se negaba a detenerse… ¡Zas! Su visión en negro, su cuerpo caía sin aviso…

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

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