martes, 31 de enero de 2012

Cristy; capítulo 17-2

habitación entreabierta cogiendo, la maneta para poder salir notando como los brazos de Cristy la cogían con temblor y nerviosismo. Se soltó de la joven sin brusquedad, saliendo de allí, dejando la puerta cerrada con llave.
  • ¡¡No por favor, no me deje aquí, no!! ¡¡Abra la puerta!! ¡¡ábrala!! –gritaba Cristy golpeando la puerta fuertemente con desespero. Pasaba un montón de gente por esos alrededores, la mayoría la miraban pero nadie la sacaba de allí. Su respiración estaba acelerada, su temblor iba a más, intento varias veces abrir esa puerta empujando lo mas que podía esa maneta, pero nada, la puerta continuaba cerrada. A causa del desespero de tomar esas substancias el cuerpo de Cristy iba cayendo sentado con la espalda apoyada en la puerta cerrada, mientras que sus lágrimas no dejaban de caer.
Las horas pasaban y nadie entraba a consolar aquella joven, que a causa del cansancio se quedó dormida sentada en el suelo, apoyada su espalda en la puerta, su cabeza recostada sobre las rodillas, con sus brazos rodeándola. Despertó a causa que notaba como su cuerpo se iba para adelante, como si la empujaran sintiendo al mismo tiempo, una voz que decía:
  • ¡Que fuerte va la puerta!
Al sentir eso, la joven dio un salto del suelo poniéndose en pie de inmediato, observando como la puerta se abría de golpe, entrando un chico joven, vestido con la misma bata blanca que los de allí, piel morena, pelo corto negro, ojos color miel.
  • Ah eras tu quien barraba el paso, ya pensé, que se había encallado de nuevo, ya me veía comprando una llave nueva –decía el enfermero entre risas.
  • Era yo, me quedado dormida en esa posición lo siento –se disculpó Cristy – ¿qué querías?
  • Vengo a buscarme, para acompañarte al comedor, para poder cenar –le dijo el enfermero -¿tienes apetito? –le preguntó. No hizo falta ninguna respuesta, ya que las tripas de Cristy, contestaron por si mismas –no los hagamos esperar entonces –dijo, viendo como Cristy salía delante de él. Él la siguió en cuanto cerró la puerta de esa habitación.
Dos puertas se abrieron dando paso al salón correspondiente. Cristy observó todo muy detenidamente. Era una gran habitación con veinte mesas rectangulares, expuestas en columnas de dos. En cada una de ellas, eran disponibles seis asientos por dos largos bancos, en cada lado. En el fondo estaban las cocinas, con sus trabajadoras. Delante de estas, una barra para situar las bandejas correspondientes, para repartir los manjares. Toda la sala estaba llena, los murmuros se sentían por todos lados, y el personal correspondiente se encargan en repartir la cena, los medicamentos, y procuraban que todo estuviera en orden.
  • Tienes que ir donde las cocineras, coger una bandeja, que te pongan la cena –le explico en un murmuro, para que le pudiera sentir delante del gran barullo de charlas y risas que había a su alrededor. Cristy no tardo en obedecer, cogiendo esa bandeja blanca, acercándose a la cocinera. En su cabeza tenía un gorro como de carnicera en un supermercado, en el que salía unos pelos pelirrojos, haciendo mas destacable sus pecadas mejillas rosadas de esa cara rellenita al igual que su abultado cuerpo protegido por ese uniforme gris con rallas blancas, que le hacían llevar acompañado de ese delantal blanco.
  • Tu eres nueva ¿verdad? Bienvenida, yo me llamo Rosy, soy una de las cocineras, hoy he cocinado yo, espero que te agrade –se presento esa trabajadora poniéndole en la bandeja dos platos con verdura y pescado, un baso boca abajo protegiendo una servilleta, y los tres cubiertos de plástico correspondientes, con un poco de pan, y un yogurt natural.
  • Cubiertos de plástico ¿por qué? –pregunto extrañada Cristy.
  • Porque a pmas de uno se le gira la cabeza, es capaz de hacer alguna locura –le dijo Rosy en un murmuro, llevando en sus manos una bandeja –siéntate donde quieras, yo ahora voy atender a dos chicos que aun no tienen comida –le dijo. Justamente después se dirigió con paso decidido al otro lado de la sala. Cristy ya sentada en su asiento, de su solitaria mesa se quedo mirando un momento su plató mientras jugaba con el tenedor en su verdura representada por patata, judía verde, coliflor y zanahoria, se podía distinguir como el aceite predominaba bien, al contrario de la sal, que era mas bien escasa. Pero aun y así nuestra protagonista la encontraba que no estaba tan mal, metiéndose una cucharada en la boca saboreándolo.
  • ¡Los medicamentos! –exclamó el mismo enfermero que fue a buscar a Cristy para la cena. Esta giró la cabeza pudiéndole ver con un carrito donde en él, llevaba medicamentos de todo tipo: de bote, de sobre, jeringa…. Al principio Cristy no le dio ni la más mínima importancia pero inconscientemente sus ojos se fueron detrás de esa jeringa…. Le entro un sudor frío, sus manos le volvían a temblar, sus pensamientos solo había dos palabras, que no eran para ella nada nuevas…. ¡alcohol y drogas! El enfermero se acercó a su compañero de mesa, para ofrecerle su respectiva medicación inyectada a través de vena. La joven de dieciocho años miraba la escena con grandes ojos. De repente, sin aviso ninguno, Cristy se puso en pie, se abalanzo sobre el enfermero que ya iba a marchar.
  • Yo también quiero mi medicación –le dijo de repente Cristy.
  • Ha ver… -dijo el enfermero ya liberado, puesto en pie observando la libreta que llevaba con él cogiéndola de la bandeja de abajo del carrito de las medicinas –no Cristy tu no tienes que tomar ningún tipo de medicación –le informó.
  • ¡Sí, si que las necesito, tu ya me entiendes! –exclamó Cristy cogiéndole por la camisa, con rabia.
  • Sabes que de eso, aquí no tenemos –le contesto el enfermero, mirándola a los ojos, intentando mantener la tranquilidad.
  • ¡Pero es que si no tomo, moriré y vosotros seréis los responsables! –exclamó Cristy levantando cada vez mas la voz.
  • Eso no pasara y lo sabes –le dijo otro enfermero que iba con un compañero a separar a Cristy de ese superior que cada vez le apretaba mas el cogote del cuello –tranquilízate Cristy, así no adelantarás nada.
  • ¡No me da la gana tranquilizarme, quiero pastillas, si no me la dais vosotros, matare a vuestro compañero! –grito la joven, observando como el agredido, apenas podía respirar, su cara cada vez mas colorada estaba.
  • ¡¡Seguridad, refuerzos!! –gritaban los enfermeros asustados al ver que la chica no cedía, su compañero corría peligro.
  • ¡¡¡¡Quiero mi droga, quiero mi droga!!!! –gritaba Cristy cada vez mas alterada, empezando a tirar todo lo que encontraba a su paso. Los dos grandullones de seguratas se hicieron notar en la sala cogiendo a la chica, mientras ella no dejaba de hacer más fuerte su pataleta y sus gritos.
La puerta de la habitación de la joven fue abierta haciéndola entrar por la fuerza con toda aquella histeria que le predominaba, haciendo como nueva técnica de defensa los grandes escupitajos que echaba a sus contrincantes. Detrás fue una de las enfermeras con un tranquilizante que no tardo inyectarle por vena, haciendo que la protagonista, pillara un sueño profundo. Las enfermeras se quedaron con ella, metiéndola en la cama, dejándola bien arropada.

Sus ojos se abrieron, la habitación estaba a oscuras, solo se hacía notar el reflejo de la luna, que dejaba su claridad en la sala. Ella miro a todos lados como algo perdida, intentando recordar como había llegado a meterse en la cama. Poco a poco su memoria iba volviendo, recordando todo el arrebato que tuvo. Esa angustia que había sentido le llegaba de nuevo junto con la desesperación. Cerró los ojos, con la esperanza esos pensamientos se desvanecieran, pero fácil no le estaba resultando…. Empezó a sentir unos golpes, que guiándose por su oído, procedían del techo, un ¡Crac! Le sobresaltó, apareciendo de ese espacio la cabeza de un chico.
  • ¡¡¡ahhh!!! –gritó Cristy sobresaltada.
  • Shttttttttt, tranquila, no he querido asustarte, perdóname, no grites mas por favor, que nos van a oír y nos vamos a meter en un lío –dijo esa cabeza, que poco a poco iba apareciendo el resto del cuerpo. Cristy se fijo con cuerpo completo de ese chico delgado por lo que se denominaba en esa oscuridad. Una claridad se despertó, cuando ese chico encendió una pequeña linterna que sacó de su bolsillo. Cristy le observo detenidamente, era un chico muy delgado, casi huesudo, tenía el pelo castaño, con algo de melena, ojos verdosos.
  • ¿Como as entrado? ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres? –no dejaba de preguntar Cristy nerviosa, al mismo tiempo sorprendida – ¡aparta eso de mi cara! –exclamó con toda la iluminación en sus ojos.
  • Para empezar me presentare me llamo Jonhatan, pero mis colegas me llaman Jonny, asi que tu también me puedes llamar así –se presentó el chico.
  • Tu y yo no somos colegas –le aclaró Cristy -¿Cómo as entrao? ¿Qué quieres?
  • He entrado gracias a la rejilla que hay en el techo, hay una en cada habitación, yo ya tengo mi practica hecha de circular por ese terreno –le explico Jonny –y estoy aquí para llevarte conmigo de excursión ¿no eras tu la que quería droga en la cena? –pregunto viendo como esta confirmaba el dicho –pues si me acompañas, te llevare con ella.
  • No me engañes, aquí no hay nada de esto, es un centro de antidrogación, eso me lo han dejado bien claro –le dijo Cristy, de brazos cruzados mirándole de refilón.
  • Droga, droga no hay, pero están los medicamentos que de alguna manera, y tomados sin necesidad ninguna, si que son una droga –le dijo el muchacho.
  • Ostras no lo había pensado de esta forma –dijo Cristy pensando.
  • Entonces ¿qué? ¿te apuntas?
  • Sí suena interesante, y ganas de tomar tengo –fue la respuesta de la joven.
  • ¡Genial! –dijo el chico, subiéndose a una silla que había en la habitación, y con ayuda de sus brazos se fue adentrando en ese agujero –venga, que te ayudo –le dijo observando como esta se subía en la silla. Él le alargó su mano estrechándosela, haciendo esfuerzo hacia él, asta que esta quedo arriba –shtttttttt, no hagas ruido, tenemos que ir gateando, porque, esto esta bajo y de pie no cabemos, sígueme, y recuerda no hagas ruido –le volvió advertir por lo bajo.
  • Tranquilo, tu tira –dijo Cristy que ya estaba a gatas en ese estrecho pero largo espacio. Empezaron andar lentamente, intentado hacer el mínimo ruido posible. Cada vez que en la planta de abajo, tenían una de las habitaciones, ambos se detenían a admirar a través de la rejilla: muchos dormían, otros escribían, otros leían mientras los cuidadores, hacían sus rondas de inspección. A ambos compinches no podían evitar que alguna carcajada saliera de sus bocas al ver a sus compañeros he superiores a escondidas, pero no tardaban en taparse las cremalleras para no ser escuchados.
  • Llévame junto a las medicinas –le dijo Cristy en un murmuro.
  • Ahora vamos para allá –dijo Jonathan sin dejar de gatear, mientras su compañera le seguía –es aquí –la informó abriendo la rejilla y entrando en la habitación, pudiendo ver que tenían el campo libre sin tener a nadie a la vista –espera que te ayudo –dijo, ayudando a entrar a Cristy –mira –dijo cuando estuvieron los dos dentro mostrándole un armario – ¡hay dentro están los medicamentos!
  • Muy listillo, pero… ¡esta cerrado con llave! –exclamo Cristy con los brazos cruzados.
  • Deja al maestro y toma nota –fue la respuesta de jonny con aire de intelectual sacando un alfiler de su bolsillo de pantalón, acercando el alfiler a la cerradura, metiéndolo dentro haciendo varios movimientos con su muñeca, al fin dejando libre la cerradura –¡lo ves, ya esta! –exclamó con alegría abriendo las puertas del armario donde se presentaba a sus vistas todo tipo de medicamentos –son todos tuyos.
  • ¿Y esto me hará sentir bien? –quiso saber Cristy.
  • Si fenomenal ya lo veras –le respondió abriendo un bote redondo de pastillas, posando unas cuantas en la mano de Cristy –tómatelas todas de golpe, como yo –dijo, mostrándoselo como se tragaba de una sola vez veinte pastillas respirando profundamente de satisfacción al tragar el ultimo grupo de pastillas. Cristy le emito sintiendo también complacencia. Los dos se miraron con una sonrisa en sus caras, continuaron con ese juego que era para ellos. Algunos botes así tal cual, otros los chafaban, y se lo mifaban… uno detrás de otro… ambos consiguieron su propósito sin darse cuenta que alguien se acercaba a esa sala. Ellos solo reían y decían tontería tras tontería sin ahuyentar nada… La puerta se abrió…

Cristy; capítulo 17 -1

Capítulo 17: La excursión nocturna

C
risty se despertó. Miro a su alrededor, se encontraba en una habitación desconocida. Las paredes eran blancas como la nieve, estaba acostada en una cama, arropada por calientes mantas, a su lado tenía una mesita de madera barnizada, se incorporó un poco, lo suficiente para ver que la puerta estaba cerrada, había una pequeña ventana en el que se podía observar como hombres y mujeres con la bata blanca iban de un lado para otro sin detenerse por nada. Cristy se levantó lentamente, vestía simplemente una larga camiseta blanca notándose su ropa interior debajo. Ella caminó con los pies descalzos con cautelo hacía la puerta, cogiendo la maneta en forma redonda, girándola un cuarto de vuelta a la derecha, mientas sus ojos no dejaban de mirar por esa ventanilla, se empezó a desesperar viendo que no podía abrirla.
  • ¡¡Eh, abrir la puerta, quiero salir de aquí, abrir la puerta!! –gritaba mientras no dejaba de dar patadas y puñetazos a esa puerta de hierro.
  • Hola Cristy bienvenida –saludo una chica rubia con pelo ondulado, largo, de ojos azules, no muy alta, delgada, entrando por esa puerta –ya as despertado, tuvieron que ponerte un sedante de lo alterada que estabas, pero ya veo que se a acabado su efecto cosa de lo mas normal ¿Cómo te encuentras? –le preguntó. Cristy no escucho nada de lo que le estaba diciendo simplemente empezó a caminar hacía la salida, pero esa chica le paro el paso – ¿donde vas? –le preguntó amablemente.
  • A mi casa, aquí no pinto nada –fue la respuesta mal humorada de Cristy.
  • No puedes irte, estas aquí porque tienes un problema, nosotros estamos aquí para ayudarte, que te pongas lo más pronto posible bien –le explico esa enfermera, poniéndose delante la puerta para evitar que saliese.
  • ¡Mira inútil, tu no eres quien para retenerme aquí, si yo quiero irme me iré, y ni tu ni nadie, podrá obligarme a estar en este manicomio! –exclamó intentando salir de esa habitación.
  • Cristy se que esto no te es nada fácil, pero tienes un problema, todos los de aquí estamos para ayudarte a enfrentarlo para que desaparezca –dijo la mujer, con esfuerzo para mantenerla dentro de ese cuarto, ya que la muchacha no dejaba de forrajear con ella, dándole grandes empujones en que la chica aguantaba con fortaleza, con sus manos en un marco de cada extremo de esa puerta. Un fuerte empujón por parte de cristy izó que esa enfermera perdiera el equilibrio y parara estirada en el suelo, observando como Cristy salía corriendo de allí –¡¡que alguien la detenga!!
Cristy corría sin detenerse en busca de alguna salida. ¡La puerta estaba delante de sus ojos! ¡Unos pasos mas ya estaría fuera! Así lo izo pero esa alegría que le adueñaba no tardo en desplomarse, al intentar sin éxito abrir esa puerta ¡estaba cerrada con llave! Se dio la vuelta, pudiendo observar a montón de gente que no le quitaba los ojos de encima. Muchas de esas miradas eran del personal de ese centro, pero muchas otras eran de los chicos y chicas que estaban ingresados allí.
  • ¡que miráis desgraciados! ¡vosotros si que estáis para encerraros aquí! ¡¡pero yo no!! –grito Cristy, mirando a todos sus compañeros, compañeras. Muchas de ellas tenía un aspecto físico parecido al de ella, Bibi, Bilma, Barbie y los chicos a los de Veneno o Serpiente. Después de pensárselo unos minutos observando por un cartel indicando una salida de emergencia que había en la planta de arriba, hecho a correr nuevamente subiendo lo mas aprisa que podía las escaleras. Los demás no tardaron en seguirla.
  • Bien Cristy ¿y ahora que? Ya no tienes salida, venga se buena chica, y intégrate junto a los demás, ya veras como lo agradecerás –le dijo uno de los enfermeros, alto, pelo rubio, moreno de piel, ojos azules.
  • ¡¡No!! ¡¡¡Yo no quiero estar con esta pandilla de locos no!!! –grito Cristy arrimándose lo mas que podía a la pared que había tras ella.
  • Déjenme a mi –dijo una voz que para Cristy le era familiar. Los doctores, enfermeros, enfermeras y chavales, que no quitaban el ojo a esa joven, se echaron a un lado dejando paso a la doctora Guzmán que caminaba con paso decidido hacia Cristy –hola de nuevo Cristy, me alegra mucho verte aquí, estoy muy contenta que ayas cambiado de opinión –le dijo amablemente.
  • ¡Yo no he cambiado de opinión, me han traído en contra de mi voluntad! –le dejo bien claro Cristy.
  • Vaya, ya lo lamento, pero si así lo han hecho los que te rodean te quieren muchísimo, te quieren ayudar a salir de tu problema –le explico tranquilamente la doctora.
  • ¡¡Yo no tengo ningún problema yo estoy perfectamente, sois vosotros que tenéis un gran problema!! ¡¡quiero irme a casa y ya encontraré la forma de hacerlo!!
  • Se que cuesta mucho aceptarlo, pero si aceptas que desgraciadamente tienes un problema, ya habrás dado un paso muy grande, y será mas fácil tu recuperación –le dijo esa misma doctora pacientemente.
  • ¿Usted esta sorda o que? ¡O puede que sea usted la que tiene un problema! –grito Cristy.
  • Mira, vamos hacer un trato, si tu te comportas como es debido y obedeces a tus superiores, en un par de semanas estarás en casa, pero si no es así, te quedaras aquí asta que estés del todo recuperada ¿Qué me dices? –le propuso la doctora entregándole la mano para que se la estrecharla.
  • Acepto el trato, en quince días estaré fuera de aquí –dijo Cristy toda convencida con una sonrisa en su cara. Se sintió un timbre.
  • Mira ahora lo puedes empezar a demostrar, toca la tertulia, la hago yo, haber que te parece –dijo la doctora Guzmán bajando las escaleras junto a los demás.
Entraron en una habitación muy amplia, espaciosa. Al fondo, justo donde estaba situada la ventana, toda la pared estaba ocupada por armarios. En el centro de la sala, había una docena de sillas en situación circular. Todos los chicos y chicas, se fueron situando en una de esas sillas. Cristy miró a la doctora Guzman dispuesta a sentarse como los demás, pero no si antes tener su aprobación que no tardo en opositar su trasero, en cuanto su superiora le dio la afirmación correspondiente. La doctora Guzmán dio una ojeada rápida a todos los chicos y chicas, mientras andaba de un lado para otro, segundos después se sentó en la única silla que quedaba libre, en medio de ese ovalado circulo.
  • Buenas tardes chicos, esta tarde empezaremos la sesión, presentando a un chica que como podéis ver, se integrado nueva, a esta tertulia, se llama Cristy –presento la doctora Guzmán. Varios de los presentes la saludaron con alegría. En cambió la única respuesta que recibieron fue una mueca por parte de la protagonista –así que si os parece bien, hoy dejaremos que empiece la recién llegada, para que así la conozcamos un poco mas –continuo, tomando una afirmación por parte de todos –bien Cristy, háblanos de ti.
  • ¿Que? ¿Qué pasa? –pregunto Cristy incrédula, encogiéndose de hombros, mirando a todos sin entender nada.
  • Explícanos tu caso, ¿que problema tienes para estar aquí? ¿en qué situación te has encontrado? –dijo la doctora amablemente.
  • Yo no tengo ningún problema, ¿como se lo tengo que decir? ¿en chino? ¡¡Me trajeron en contra de mi voluntad!! –exclamaba Cristy con rabia, intentando controlarse sin éxito ninguno.
  • De acuerdo tranquila, ya lo explicarás mas adelante, ahora empieza tu Bob, que hace poco que estas aquí y aun no hemos tenido tiempo de conocernos ¿Cuál es tu relato? –dijo la doctora Guzman. Cristy desvió la mirada, observando a ese hablante llamado Bob, era un chico de treinta y pocos años, fuerte, pelo castaño, ojos marrones, en silla de ruedas – ¿te apetece explicarlo?
  • Sí, sí por supuesto, hace un año atrás, estaba trabajando encima de una grúa elevadora, ice un mal paso, con la mala suerte me caí de la grúa quedándome en esta silla de ruedas –dijo el joven.
  • ¿Como te afecto ese hecho? –pregunto un chico con el pelo corto, negro, peinado para arriba, ojos azules, con su brazo en el aire.
  • Es muy buena pregunta Jack –le felicito su superiora –Bob ¿puedes responderla?
  • Sí, lo pase muy mal, fue como si el mundo se me cayera encima, toda mi vida echada por la borda y todo por un mal paso, me derrumbe mucho.
  • ¿Entonces que paso? –se intereso la doctora.
  • Había sentido a mis colegas que las drogas aliviaba cualquier pena, y las quise probar ya que el dolor era muy grande, y tanto probé que después no podía parar, el traerme aquí, fue lo mejor que me podía haber pasado –dijo Bob, que al igual que sus compañeros sentía a alguien de la mesa se reía por lo bajo. Todas las miradas fueron para Cristy, que continuaba con su risa sin darse cuenta que ya había sido descubierta.
  • Cristy, ¿podemos saber que te hace tanta gracia? –quiso saber la doctora Guzmán con amabilidad.
  • ¡¡Que todo lo que esta diciendo este tío es mentira!! –grito Cristy.
  • ¡Eh, eso no es verdad! –se defendió Bob, viendo como su superiora le hacía un gesto, para que se tranquilizara.
  • Bien Cristy, me puedes decir ¿por qué tienes esa opinión? –le pregunto Guzmán tranquilamente.
  • Las drogas es el mejor camino que podemos elegir, nos proporciona la tranquilidad y la felicidad que sin ellas jamás tendríamos –opinó Cristy.
  • Sí es cierto, pero no es más que un espejismo, una mentira de la realidad –explicó la doctora Guzmán –realmente te estas destrozando la vida, te puedes morir en el intento.
  • ¡¡Eso si que es una gran mentira!! ¡¡Esto es lo que es un manicomio, todos estáis en mi contra, pero no lo conseguiréis yo no estoy loca, lograre salir de aquí!! –grito tirando su silla al suelo, al levantarse con tanto impacto.
  • Claro que no estas loca, nadie de aquí lo está, sois todos muy listos he inteligentes, solo tenéis un problema, que nosotros os ayudamos a superar, pero que no es vuestra culpa, sino de esas sustancias que llevan otros materiales, que no te dejan dejar de tomarlas –le explico la doctora Guzman, mirándola fijamente.
  • ¡¡Lo que están intentando es manipularme, pero no lo conseguirán, saldré de aquí, con su ayuda, o sin ella!! ¡¡Lograre la droga, por mucho que me cueste la conseguiré!! –grito con un dedo en frente.
  • Venga Cristy, que asta ahora todo ha ido muy bien, siéntate, continuemos hablando tranquilamente –pensó la doctora.
  • ¡No me da la gana sentarme, pienso salir de aquí!
  • Cristy tenemos un trato ¿recuerdas?
  • ¡A la mierda el trato! ¡¡Me voy a ir pero ya!! –gritó saliendo lo mas aprisa que se lo permitían sus piernas de allí, en busca de alguna salida disponible. Pero en cuanto salió, se encontró esos grandullones, que ella tanto conocía. Sí los mismos que la retuvieron cuando llegó por primera vez, y los mismos que llegaron a su casa en su búsqueda. La joven hecho a correr, a las salidas que antes ya había experimentado, pero era de esperar estaban bloqueadas. Estaba acorralada, no tenía salida. Sus ojos como platos observaban a esos hombre que se detuvieron junto con algún enfermero que no tardaron en decirle:
  • Ya lo has probado antes, debías imaginar que continuaban igual.
Cristy escuchaba sin mucha atención, se sentía mareada, un sudor frío le recorría todo el cuerpo, miraba borrosamente sus manos temblorosas, notaba como sus piernas flaqueaban, las necesitaba de nuevo, ¡necesitaba las drogas con urgencia!
  • ¡Darme droga, y me comportare, lo prometo! –les pidió Cristy con ojos viciosos.
  • Aquí no hay de eso, ya lo sabes.
  • ¡¡Por favor las necesito!! –exclamó con esa misma mirada, cogiéndole fuertemente la camisa blanca, atrayendo su cara a ella -¡¡Por favor, te lo suplico, me moriré sin ellas!!
  • Hay estas equivocada, es con ellas que te morirás –le dijo ese mismo enfermero –es la ración que tiene las drogas, que no puedes dejar de tomarlas eso no es nada bueno, tienes que creerme.
  • Cristy toda esta gente es sincera contigo, solo queremos bien para ti, pero tu tienes que hacer un mínimo de colaboración sin tu ayuda no podemos hacer nada por ayudarte –le explico la doctora Guzmán dulcemente acercándose a ella.
  • Doctora me tiene que ayudar, es muy fácil lo que pido, un poco de droga, de la que sea es igual, pero con ellas, estaré como nueva, ¡pero me la tiene que dar, por favor! –le decía sin parar de andar Cristy cogida por el brazo suavemente por parte de la doctora, avanzando por aquel pasillo que se hallaban las habitaciones. No tardaron en llegar al refugio de nuestra protagonista. La puerta se abrió gracias a la llave que llevaba con ella la doctora, obligando entrar a Cristy que se resistía –¡¡no por favor doctora, no me encierre aquí, quiero la droga, necesito la droga!!
  • Lo siento Cristy no me dejas alternativa, que dejarte aquí encerrada, no eres la primera ni serás la última de todo esto, estas en la primera fase, es la mas difícil y dura, pero todo pasará, te aseguro que lo agradecerás muchísimo –le dijo la doctora con paciencia, manteniendo la puerta de la

miércoles, 25 de enero de 2012

Cristy; Capítulo 16-2

  • Lo siento preciosa, no te puedo ofrecer nada, las chicas tienen razón no nos queda ni un mililitro de droga, y alcohol tampoco –le explico Veneno –pero si quieres hacemos ese polvo, que me propones ¿¿eh?? –dijo mirándola con ojos viciosos.
  • ¿Pero como es posible que no quede? ¿mi ración qué? ¿por qué os la habéis tomado? ¿por qué no me la habéis guardado? –preguntaba Cristy cada vez mas nerviosa sin entender nada.
  • Ya estoy aquí amigas mías –dijo una chica con el pelo anaranjado, delgada, con un piercing en la ceja derecha, otro en la nariz, vestía pantalones y chaqueta sin mangas de cuero, que dejaba al descubierto su barriga en el que tenía una calavera tatuada. Tenía en la muñeca derecha, al igual que en su cuello una gruesa pulsera de pinchos. En sus labios estaban pintados de una mezcla de lila y negro. Esta se quedo mirando a Cristy al igual que esta a esa desconocida.
  • ¿Y esta quien diablos es? –pregunto Cristy sin entender nada – ¿por qué os ha llamado amigas?
  • Veras esta es Lilian, el cuarto miembro de la pandilla de las tres B –dijo Bibi mirando a sus compañeras y su jefe.
  • ¿¿Como que el cuarto miembro de las tres B?? ¿¿qué estáis diciendo?? ¡esa soy yo!
  • Cristy, ahora esa es Lilian, es mucho mejor que tu, es mas de nuestro estilo mucho mas de lo que serás tu jamás –dijo Bibi
  • ¿Y que pasa conmigo? ¡He hecho muchas cosas por vosotras, muchísimas! –se defendió la reprochada.
  • Pero eso se acabó, ahora búscate la vida como puedas –continuo la morena.
  • No, no puede ser –dijo Cristy sin creerse para nada lo que estaba viviendo –Veneno…
  • Lo siento muñeca ellas tienen razón, pero tu estas buenísima siempre que lo desees me informas y echamos muy buen polvo –dijo Veneno guiñándole un ojo.
  • ¡Iros todos a la mierda! –grito Cristy con rabia, echando a correr, huyendo de aquel lugar.

De mientras en casa de esa chica descontrolada, estaban muy preocupados por ella, Jessica no se movía de al lado del teléfono, esperando que sonara para recibir noticias de su hija. Ben, estaba fuera en su búsqueda, de mientras los mas jóvenes de la casa, se mantenían en el salón quietos, angustiados por el panadero de la joven. Ringgggg, Ringgggggg Jessica nerviosa no tardo en responder, observando como Mery y George corrían a la cocina junto a ella para saber quien les reclamaba. Jessica aliviada al mismo tiempo decepcionada les indico que no eran noticias de Cristy. Los dos jóvenes volvieron al sofá con la misma angustia. La puerta de la casa se abrió entrando por ella Ben, que después de saludar a Mery y George, con una débil sonrisa, se dirigió a la cocina junto a su chica que intentaba hacer el corazón fuerte.
  • ¿Como ha ido? ¿le has encontrado? –preguntó ansiosa Jessica.
  • Lo lamento mucho –respondió Ben negando con la cabeza, abrazando fuertemente a su chica. La puerta se volvió abrir entrando por ella Cristy con aquel aspecto tan desgravante.
  • ¡¡Cristy!! –exclamaron con sorpresa al mismo tiempo con alegría Mery y George. La misma admiración hicieron notar Jessica y Ben, que no tardaron en correr al salón.
  • Oh Cristy menos mal que as llegado ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo estas? ¿Dónde as pasado todo este tiempo? –preguntaba Jessica que iba directa abrazar a su hija.
  • ¡Ni se te ocurra abrazarme! –le amenazó Cristy con un dedo en frente, echándose hacía atrás – ¡si no quieres ser responsable de un asesinato!
Jessica se quedo quieta, paralizada con los ojos como platos, delante de las palabras de su hija….que no dejaba de subir las escaleras encerrándose en su habitación. Al poco rato llamaron a la puerta de esa joven que se mantenía inquieta con la completa necesidad de consumir.
  • ¿como te encuentras cariño? –pregunto esa madre preocupada entrando en el cuarto después de sentir el <<adelante>> de su hija.
  • ¿Qué haces aquí? ¿para que as venido? –pregunto Cristy mal humorada.
  • Me preocupo por ti cielo, todos lo hacemos, hoy nos as hecho sufrir mucho –dijo Jessica sentándose junto a ella en la cama.
  • ¡Pues olvidarme, como siempre hacéis! –contestó Cristy. Tras ese grito la puerta de la habitación de Cristy se abrió de inmediato, entrando Ben, Mery y George preocupados. Jessica les izo un gesto que salieran, que lo tenía todo controlado.
  • Eso no es cierto –dijo con tranquilidad Jessica, viendo como su familia obedecía dejando la puerta de la habitación cerrada.
  • ¿A no? ¿Entonces por qué me queréis llevar a ese manicomio? –pregunto Cristy alterada.
  • No es un manicomio, es un sitio de antidrogo pendencia, que ayudan a gente que como tu, que a caido en este mundo tan cruel, le ayuda a salir y volver a la realidad –le explicaba Jessica.
  • ¡Yo no estoy loca, yo no tengo ningún problema! –grito Cristy cada vez más nerviosa, buscando algo con la mirada.
  • Sí estas buscando tu navaja es inútil, la hemos tirado, es algo que no necesitas –respondió Jessica con tranquilidad.
  • ¡Hija de perra! ¿como te atreves a tirar algo mío? ¡Te voy a matar! –grito Cristy con todo su cuerpo temblando de la exaltación y la rabia con sus ojos fuera de lugar, poniéndose en pie. La puerta de la habitación se volvió abrir rápidamente, entrando por ella, los demás miembros de la familia nerviosos y sufriendo por Jessica. Esta les izo un gesto para que no se movieran del sitio.
  • Que me vas hacer ¿eh? ¿me vas a pegar? ¿me vas a matar? ¿y después que? –le pregunto sin parar Jessica –venga Cristy, todos queremos que te pongas bien, no te queremos ningún mal, todo lo contrario –intento reflejar una débil sonrisa Jessica.
  • ¿qué voy hacer? Por tal vez si que te mataré, eso es algo que tenía que haber hecho hace muchísimo tiempo, sí comprare otra navaja, sí eso es lo que aré…. ¡ya llegó la hora de hacerlo! ¡tus días están contados! –exclamó fulminándola con la mirada –¡¡yo no estoy loca, no pienso ir a ningún manicomio!! –grito mientras salía de su habitación dedicándoles una mirada de odio a Ben, Mery y George. A los pocos minutos se volvió a sentir la puerta de entrada que se cerraba con un gran portazo.

Pasaron unos días con su mismo comportamiento, que hacía temblar a todos los que les llevaba la contraría, así que por el bien de aquella gente, no le decían nada, dejándola a su rollo, y observando como se destrozaba la vida, día tras día.
Un lunes Ben llegó temprano a esa casa, aprovechando que tenía el día libre, llego justo para despedirse de George y Mery que marchaban cada uno a sus estudios. Entro en la cocina donde Cristy estaba acabando de almorzar y Jessica acababa de fregar cuatro cacharros. Su chica y él se miraron con mirada cómplice. El timbre de la puerta sonó.
  • Deben ser los chicos que se han olvidado algo –dijo Jessica con la voz temblorosa, secándose las manos en el delantal que tenía puesto. No tardo en ir abrir. Cristy pudo oír como la puerta se abría en cambio nadie vocalizaba palabra. Fijo la mirada en Ben, que no dejaba de observarla con tristeza en su rostro.
  • ¿Que pasa subnormal? ¿Tengo monos en la cara o que? –preguntó con mala cara.
  • No, no que va –corrió a decir Ben apartando la vista de ella.
Jessica no tardo en entrar, con esos hombretones de los seguratas del centro de la antidrogo pendencia.
  • ¡¡Eh, yo os conozco, sois los seguratas del manicomio aquel!! –exclamó Cristy sorprendida levantándose de ese asiento en el que estaba sentada – ¿que hacéis aquí? ¿Cómo me habéis localizado?
  • Hemos sido nosotros Cristy, queremos que te pongas bien, tal vez para ti es crueldad, pero te aseguro que es por tu bien –le explico Jessica intentando mantener la calma.
  • ¡¡Desgraciada!! ¡¡desgraciados!! –grito Cristy –¡¡¡ os tenía que haber matado a los dos!!! ¡¡¡¡¡Hijos de perra soltarme!!!!! –les chillo a los seguratas que la cogían fuertemente. Cristy le mordió la mano a uno que este la dejo inconscientemente a causa del dolor de la mordida. Cristy empezó a correr con la intención de huir de allí, pero el otro hombre le corto el paso cogiéndola levantándola dos palmos del suelo. Ella continuo chillando fuertemente, entre grandes insultos y amenazas. El corazón de Jessica se partía en dos al ver sufrir así a su niña. Esos dos hombres, la metieron en una ambulancia, tumbándola en una camilla atándola para que no se escapara, uno de los hombres se quedo a su lado controlándola mientras el otro, se fue al asiento del conductor, poniendo la sirena y corriendo a toda velocidad hacía el centro. El cuerpo de Jessica se derrumbaba en la tristeza en ver toda aquella escena y se abrazó fuertemente a Ben, que no tardo en darle un fuerte abrazo para consolarla.

Las novelas largas de Vanesa Ruiz García.... Segunda parte.......

4.- Robi: Historia de un joven con discapacidad Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Cap...