lunes, 28 de noviembre de 2011

Cristy; capítulo 1




El coche iba en marcha por la autopista. Cristy miraba a través de la ventana, el reflejo del cristal podía representar a una chica, con el pelo corto rubio, sus ojos marrones, esa mirada triste, perdida por algún punto de ese cielo gris que parecía tan desanimado como su estado. La radio estaba encendida, pero la joven no escuchaba nada, más que algunos murmuros, al igual que sentía como si George, su hermano pequeño le dijera alguna cosa, pero se le sentía tan lejano…. Eso que ese niño de nueve años, con el pelo rizado, castaño –rubio, ojos azules, delgado, estaba tan solo unos centímetros alejado de su lado, jugando tan feliz con sus muñecos, como si nada le preocupara, como si no le afectara en absoluto lo que les venia encima. No lograba entender como podía estar tan tranquilo, cuando ella, no conseguía quitarse de la cabeza, ese comisario: de piel oscura, estructura fuerte, con poco pelo en su cabeza de color negro, al igual que sus ojos, con bigote, que miraban fijamente el rostro decaído de los tres familiares del fallecido. Sí, ese oficial  llegó a su casa 45 días antes, anunciando las palabras de la muerte de su padre en alta mar, a causa de una fuerte tormenta, el fuertisimo oleaje embistió el barco, haciendo desaparecer en el inmenso océano a cuatro marineros, entre ellos su padre.  Cristy no dejaba de recordar la desesperación que había sentido al no saber nada de su padre. Más de un mes pasó, asta que recibió la noticia que habían encontrado el cuerpo sin vida de los cuatro marineros desaparecidos. Dos días mas tarde de esa noticia, diariamente, por la tarde, al salir de clase, a George y a ella, les obligaban a ir a la doctora Scout, según había escuchado: "la mejor especialista infantil, en situaciones de duelo"  Pero ella no entendía por qué, no comprendía porque tenía que explicar toda su vida a una desconocida, y repetir tantas veces la noche que se entero de la muerte de su padre. Ella jamás había llorado en público y le daba mucha rabia hacerlo delante de tal desconocida, que no le dejaba de repetir "Lo necesitas, tienes muchos sentimientos reprimidos, debes sacarlos"  pero Cristy no lo veía así, ya que cada vez que salía de esa sala, se sentía el doble de deprimida. Las noches no eran mejor, el insomnio ya era su fiel compañero, por ello, debía tomar esos somniferos, para poder descansar, y no tener la visita de esas horribles pesadillas. George, en cambio, sí que parecia estar bien, claro que había llorado, y rabiado, ante la perdida de su padre, pero en muy poco tiempo, se había levantado y la prueba definitiva era ese trayecto en coche hacia su nuevo hogar, su nueva vida. George estaba felizmente jugando,  deseoso de llegar a ese nuevo hogar … el inicio de un vuelta a empezar, mientras ella, Cristy, se encontraba en un pozo cada mas profundo, mas oscuro. 

 Salieron de la autopista abriéndose paso, entre un camino en el que a su alrededor solo había zona verde. Pequeños animalillos salían a recibirles como dándoles la bienvenida. Cristy se sentía ausente.  Sin entender muy bien el porque la joven se giro ante la llamada de su madre Jessica, una mujer delgada, con el pelo castaño –rubio, largo, ondulado, ojos verdosos. Miraba a sus hijos con una débil sonrisa a través del espejo retrovisor de dentro.
  • Mirar chicos, ya estamos llegando, es aquella casa de color blanca que se ve –les informo.
  • ¡Guala! ¿Es aquella, que hay tanto campo mama? –pregunto George
  • Sí si, es esa ¿que os parece el terreno de fuera? –pregunto con curiosidad.
  • ¡Es fabuloso! Aquí sí que podré jugar sin miedo a molestar a nadie ni romper nada –opinó George con su rostro iluminado.
  • Me alegro que te agrade cielo –dijo Jessica –¿y tu Cristy? ¿Qué te parece cariño?
  • Bueno…. He visto de mejores –dijo Cristy malhumorada. George y Jessica intercambiaron miradas a través del espejo retrovisor de dentro.
Los tres se bajaron del coche, cuando el vehículo aparco enfrente de la casa. La cara del menor de los hermanos se iba iluminando por momentos, en cambio el rostro de Cristy no cambiaba. Le seguía dominando el mismo rostro deprimente que había mostrado en todo el trayecto.
  • La hierva esta alta, me llega por la rodilla... ¡me hace cosquillas! –dijo George entre risas.
  • Eso si, habrá que hacer una gran arreglo en este jardín, porque sino poco podremos habitar –respondió en el mismo estado Jessica
  • ¡¡Ah!! –se sintió gritar a Cristy. Jessica y George se giraron sobresaltados, acercándose a ella.
  • Cristy ¿estas bien? –pregunto George preocupado.
  • ¿Qué a pasado? –pregunto Jessica.
  • ¡Maldita espina! –grito Cristy, llevándose el dedo índice a la boca, pudiendo ver como una gota de sangre se rompía en el suelo – ¡me he pinchado! –a continuación le dio una patada a los hierbajos que rodeaban.
  • No te alteres, tranquila, no es nada grave, solo a sido un pequeño pinchazo, un par de días se te abra cerrado la herida –dijo Jessica mirándoselo de cerca –ya he dicho que habrá que hacer un buen arreglo –le recordó
  • ¡Por muchos arreglos que quieras hacer, dudo muchísimo que esto tenga algún arreglo! –salto Cristy de mal humor. Madre he hijo intercambiaron de nuevo las miradas.
  • Bueno… vayamos dentro, que aun no la habéis visto –dijo Jessica con una risa forzada.
Entraron en la casa. La oscuridad invadía. Se escucho un gran ruido chirriante al abrir la pesada puerta de hierro. Los tres sintieron un escalofrío por todo el cuerpo. El más pequeño se tapó los oídos. Cristy caminó a tientas asta el interruptor, pero por más que esperaban, todo seguía igual, se en plena oscuridad.
  • Se me olvidaba, no tendremos luz, agua, ni gas asta la semana que viene –pensó en voz alta Jessica.
  • ¿Qué? ¡Lo que faltaba! –expreso Cristy mostrando mejor su desagrado, apoyada en la pared con los brazos cruzados mirando hacia el otro lado.
  • Esperar, tengo una linterna en el bolso –anuncio Jessica mostrándola, no tardo en encenderla, he hacer un recorrido por toda la gran sala–mirar ahí hay una vela, la encenderé, nos servirá para iluminar el recorrido, para observar la casa –dijo, mientras se apresuraba a iluminarla. Cogiéndola la levanto y dio una vuelta por toda la habitación. La sala estaba vacía solo había una pequeña mesa, en el que la vela, estaba encima. Las paredes se veían viejas y negras, el suelo estaba lleno de polvo, alguna que otra cucaracha se paseaba como dueñas del lugar, en las esquinas de las paredes, varias telas de araña se notaban, sus propietarias allí trabajando estaban, colgadas de su propio hilo
  • ¡Ahhh! ¡¡¡Cucarachas!!! –exclamo Cristy moviendo brazos y piernas desesperada.
  • Si solo son cucarachas, no hacen nada, exagerada –reía a gusto George.
  • ¡No te rías enano, que te arreo! –le amenazó con el puño cerrado Cristy.
  • ¡Oh Cristy, no te muevas tienes una araña sobre tu cabeza! –exclamo George atemorizado.
  • ¿Que? ¿una araña? ¡Oh nooo! ¡quítámela, quítámela! –se expreso la joven con gran nerviosismo. George empezó a reírse a carcajada.
  • Cálmate Cristy, las telas de araña y sus creadoras están en la otra esquina.... –reía a carcajada limpia George -...pero a sido genial, ¿lo puedes repetir? que te hago una foto.
  • ¡George, ya puedes empezar a correr, si no quieres que te mate personalmente! –exclamo Cristy rabiosa corriendo tras su hermano por toda la habitación.
  • Niños, no os peléis, estaos quietos –les anuncio Jessica, observando el gran remolino que habían formado sus hijos alrededor de ella
  • Mama, ¿Cómo has podido comprar esta casa? Esta que se cae a trozos, además hay seres escalofriantes –se quejo Cristy con un escalofrío recorriéndole todo el cuerpo, al recordar a los seres escalofriantes.
  • No os preocupéis por eso, todo eso tiene arreglo, os lo puedo asegurar –les explico Jessica, llevando con ella la vela –vayamos arriba, a ver que hay.
Al subir las escaleras, los tres familiares podían oír como que por escalón que subían un crujido sonaba. Pudieron observar como la baranda que las acompañaba estaba medio salida de sitio. Ninguno de los tres se atrevieron apoyarse en ella, por el hecho que podía caer, en cualquier momento. Más de un estornudo se sintió, por la cantidad de polvo que se extendía por esa zona. Una veintena de escaleras tuvieron que subir para poder llegar arriba. Al subir el ultimo peldaño tenían ante su vista un largo pasillo, con seis puertas entre ese gran espacio, dos puertas eran los lavabos, pequeños, sin nada en su alrededor, lo poco que había era frágil, delicado y viejo, muy viejo, rodeado de una gran mata de polvo.
Lo ultimo que investigaron fue la futura habitación de Cristy, que como las otras tres, estaba vacía repleta de polvo con algún que otro intruso paseándose por ella.
  • Bueno ¿que os parece? Tampoco esta tan mal ¿no? –pregunto Jessica, mirando a sus hijos
  • ¿Que tampoco esta tan mal dices? ¡No puede estar peor! ¡Es una mierda! –expresó Cristy –no se porque tuvimos que cambiar, de casa, de pueblo de todo, no lo entiendo, ¡con esto nos as destrozado la vida, sin consultarnos nada!
  • Se que no se os es fácil todo esto, para mi tampoco os lo aseguro –dijo Jessica acercándose a Cristy poniendo sus manos sobre los hombros de su hija, mirándole fijamente a los ojos –pero estamos todos juntos, mientras eso siga, todo va ir bien, vamos a salir adelante sin problemas.
  • No mama, no va a salir bien, ya no estamos todos juntos, falta papa ¿recuerdas? –gritó Cristy, con lágrimas recorriendo sus mejillas. Hecho a correr, dando un portazo,   que hizo temblar toda la mansión, haciendo caer un trozo de techo del cuarto.
  • Yo no pienso así mama.... –dijo George abrazándose a su madre.
  • Lo se tesoro, lo se –dijo Jessy abrazando fuertemente a su hijo.

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