miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cristy; Capítulo 2




Esa casa, vieja y destrozada, fue sustituida por un palacio de reyes. Todas las paredes fueron pintadas, con triple pasada de rodillo, ese negro que las dominaba, fue sustituido por un blanco que le daba gran vida a la casa. Todas las puertas y ventanas viejas, negras y oxidadas, cambiadas por unas nuevas, modernas. La escalera y baranda que le acompañaba, fueron tiradas al suelo, remplazadas por una misma, mucho más nueva y reluciente. La luz, el agua, el gas, no tardaron en llegar. En cambio los pocos muebles que había al llegar fueron remplazados por unos de última generación. El jardín izo un cambió inesperado. Jessica tuvo que trabajar duro, junto con ayuda de sus dos hijos, arrancaron las malas hiervas, podaron los matorrales, etc...  Cristy personalmente se encargo, de quitar las espinas de las plantas, de forma vengativa. Encontraron un cobertizo, repleto de polvo y de artículos innecesarios, en el que no dudaron en desahacerse de ellos, antes de iniciar una buena limpieza de escoba, fregona, trapo y desengrásante.

Toda la familia Walter, se sentía orgullosa, del cambio habitable que habían logrado en esa casa. Quien menos lo mostraba era la mayor de los dos hermanos, continuaba mostrando, sus sentimientos mas tristes y rabiosos, lo mucho que detestaba aquel lugar. George en cambio, se había adaptado bien, incluso, ya tenía algún que otro amigo, algo que Cristy no entendía, no entendía porque a ella la miraban como un bicho raro, entre tanto, su hermano, ya tenía, su pandilla de amigos, no podía evitar sentir, una especie de envidia  "es por tu mal humor, si fueras mas simpática, tu también tendrías amigos, pero siempre estas de malas,  así es normal que nadie se te acerque, das miedo" ¿qué culpa tenia ella, si no tenia ganas de reír? Ganas de fingir lo que no era, su vida había dado un vuelco de ciento ochenta grados, nadie le había consultado nada de lo que opinaba. ¿Como iba a reír en esas condiciones? como iba a mostrar al mundo la mejor versión de si misma, si nadie le ayudaba a eliminar su peor porción, que desde la muerte de su padre, se había ido a vivir con ella. Lo que más coraje le daba, es que ese sentimiento, tampoco le había consultado nada, antes de pegarse a ella, como una lapa. 

El inicio de clases habían empezado para los dos hermanos. George en el la escuela primaria de Oxford, lo llevaba su madre en coche. Cristy tenía que ir al instituto de Sud Valley, a ella la recogían en la puerta de su casa un autocar escolar.
  • Venga niños acabad de desayunar ya, que llegareis tarde el primer día ya –les advirtió Jessica.
  • Yo ya estoy mama –dijo nervioso Geogie levantándose de la silla.
  • Muy bien tesoro, enseguida marcharemos ya, que después tengo que ir a la oficina –les recordó Jessica.  –yo hace una semana que he empezado pero aun i así no quiero llegar tarde, que estoy de prueba durante dos meses, y la puntualidad es muy importante, no lo olvidéis ¡ufffff que tarde es ya! –exclamo mirando su reloj de muñeca -Cristy, acelera hija que el autocar debe de estar a punto de llegar
  • ¿Qué mas da llegar tarde? Pa lo que hay que ver y escuchar –dijo la joven, llevándose a la boca una cucharada de cereales con toda la calma del mundo.
  • Cristy hija, ¿que no me has escuchado, lo que he dicho de la puntualidad? ¡es muy importante! –le recordó su madre.
  • Eso compensaría tu mal humor –dijo George entre risas.
  • ¡Tú calla enano! –exclamo Cristy. Se sintió un par de pitidos.
  • ¡El autocar ya esta aquí, va Cristy! –dijo Jessica.
  • Ya va, ya va –dijo Cristy con total tranquilidad. Se levanto lentamente, llevándose la mochila a la espalda –adiós –dijo dispuesta a salir por la puerta.
  • Cristy –sintió por parte de su madre –te dejas el almuerzo –dijo entregándoselo –que pases un buen día cariño –dijo dándole un suave beso en la mejilla, sin recibir respuesta ninguna vio como su hija marcho, dando un portazo a la puerta – ¡George! –exclamó mirando el reloj de muñeca – ¡apresurémonos o si que llegaremos tarde!
Cristy caminó hasta llegar delante de ese autobús escolar de color amarillento. Las puertas se abrieron y Cristy pudo ver de conductora, a una mujer de treinta y pocos de años, delgada, con el pelo negro, largo, recogido por una trenza, ojos marrones con gafas oscuras.
  • ¡Venga sube, no tengo todo el día! –le gruño. Ella empezó a subir lentamente los escalones, estaba claro que no era una mujer de muchas palabras, menos de recibir bromas. Apenas había pasado la puerta, esta se cerró, el autocar aceleró, sin poder evitar que Cristy tropezará hacía adelante. Ese echo no mejoró el humor de Cristy ¿Como reprocharle a alguien que estaba de peor humor que ella?–que miras ¿he? ¿Tengo monos en la cara? –pregunto, viendo la chica negaba con la cabeza – ¡pues siéntate, va! ¿a que esperas? –Cristy inició a recorrer  el pasillo, intentando encontrar un asiento disponible, se sentía cohibida, notaba la mirada penetrante en su espalda, de la conductora a través del espejo retrovisor, no era la única, era el centro de atención, todos la miraban, para nada ayudaban, ya que los pocos asientos libres que habían eran invadidos, por las cazadoras, mochilas o almuerzos, de los copilotos  Se sentía el centro de atención. No pudo evitar fijarse en las chicas, mas o menos de su edad, iban arregladas, y maquilladas, su ropaje, era más que destacable, vestidos o faldas cortas, camisetas ajustadas, marcando sus atributos delanteros, a eso a ella, le parecía de muy mal gusto... ¿donde pensaban que les llevaba ese autocar? ¿A una fiesta loca, en vez de a estudiar? Eso ella no lo soportaba. Ella apenas se ponía un vestido, o falda, tenía que ser una ocasión bien especial. Normalmente iba con tejanos, y camisetas anchas. Detestaba disfrazarse con maquillaje, lo justo para no parecer un payaso, no soportaba, a las que no pensaban igual.   –he niña, ya esta bien de tanto cuento, el primer día ¿y vas en este plan? Pues conmigo la llevas claras bonita, para que lo sepas, ¡siéntate de una vez! a y ponte el cinturón que ahora con esto de los puntos estamos apañaos.
Cristy miro a su alrededor sin ver ningún asiento en el que le permitieran sentar. Fijo la vista al fondo y pudo ver un asiento disponible sin nadie de copiloto, fue directa para allá, notando todas las miradas que iban hacia ella, se sentó pegada a la ventana, se conecto el mp3 y se puso a escuchar música, mientras miraba a través del cristal, de camino a su nuevo instituto.

Al salir del autocar, Cristy se encontró un gran edificio. El autocar no tardó en partir. Nuestra protagonista, se quedó allí, de pie, mirando fijamente como todos sus compañeros he compañeras la adelantaban dándole algún que otro empujón ignorandola por completo. Las puertas del gran edificio estaban abiertas, dando la bienvenida a esa multitud que se aglomoraban escuchando las campanadas que indicaban el inicio de las clases. Cristy se encontró en medio de esa aglomoración, cohibida sin saber como seguir. Sin aviso se escuchó como alguien se aclaraba la garganta, una voz femenina, anunciando: "Señorita Walter preséntese al despacho de la directora Turner para entregarle todo el material escolar que necesita, ante sus inicios de clase"  

"No pueden ser mas escandalosos" pensó Cristy, sabía que ese mensaje era para ella. Todos la miraban. Todos chismorreaban. Otra vez, el mismo mensaje. Su corazón se aceleró, a lo mismo que su respiración. Sin pensarlo, corrió por aquel largo pasillo, asta que una voz llamó su atención:

  • Sht, señorita Walter, paré –Cristy paró en seco. Miró fijamente, a la mujer que tenía delante: delgada, piel bien clarita, pelo pelirrojo recogido por un moño, gafas de estructura de pasta de color coloradas. Llevaba en sus manos una carpeta negra –soy la directora Turner –se presento con una estrechada de manos a su nueva alumna –pase a mi despacho por favor -le indico con un gesto   –en primer lugar, darle la bienvenida a Sud Valley, espero que se sienta, como en su propia casa, y si tiene algún tipo de problema o duda, no dude en consultarlo le ayudaremos gustosamente –pronunció esas palabras, abriendo unos armarios de donde sacó, unos cuantos libros, y unas llaves  –tenga, estos son los libros que necesitara al largo del curso, y estas llaves son las de su taquilla –se las entregó posandolos sobre sus brazos, en el que le ocultaba parte de la cara. Se sentía como una equilibrista, algo para nada sencillo.  Cristy, tras una afirmación, con un gesto de cabeza, se disponía a marchar, cuando la voz de su directora, la interrumpió –a se me olvidaba, aquí tiene el croquis de Sud Valley, su respectiva aula, es la que esta colorada, para que le sirva de mas ayuda, esta en la segunda planta –le posó el mapa, en el hueco de sus dedos que le quedaba libre –que tenga muy buena iniciación de curso.
Cristy se volvía a encontrar en aquel pasillo, que hacía apenas unos minutos estaba intransitable, ahora se encontraba vacio y silencioso, la joven, se sentía una hormiga, en un gran palacio. Se detuvo, guardando parte de esos libros, en la mochila que colgaba en su espalda, las llaves de la taquilla, en su bolsillo delantero del pantalón. Al fin podía ver con claridad y calma, el mapa, de ese inmenso palacio. Caminó hacía las escaleras, subiéndolas hacia el segundo piso, que es donde estaba su clase. La preocupación se apoderó de ella, observando como llevaba mas de 20 minutos de retraso, ¡en su primer día! Al fin encontró su clase... notando su corazón acelerado, llamó a la puerta. Espero escuchar "adelante" para abrir: 

 –hola perdone, por lo tarde que llego, me he perdido.
  • Tu debes ser Cristy Walter ¿verdad? –pregunto la profesora, observando la afirmación de su nueva alumna - yo soy la profesota Susan Smith, tranquila, es normal que te hayas perdido este edificio es enorme, siéntate allí al lado de la ventana que hay un lugar libre. Solo hace cinco minutos que hemos empezado la clase, estamos con el libro de historia, capitulo tercero, pagina treinta –tranquila, es fácil, pronto seguirás el ritmo, cualquier pregunta, no dudes en preguntar –le indicó esperando a que Cristy se situara para seguir la clase.
El reloj marcaba la 13.30 cuando se escucho la campana de salida. La campana de salida sonó cuando el reloj marcaba la una del mediodía. Todos los alumnos se levantaron y fueron saliendo del aula. Cristy fue igual, al salir de clase con algunos libros de la mano se fue a su taquilla, metió la llave que le habían dado esa mañana, he intentó recordar sin mucho exito,  la combinación de esta
  • Mirar pero si es la niña nueva, la que ya ha tenido protagonismo el primer día, Cristy ¿verdad? –escuchó detrás de ella. Esta se giró y pudo ver a tres chicas altas, delgadas, una rubia, una morena y otra pelirroja. No debían de pasar de los dieciséis, aunque vestían e iban maquilladas, como si pasarán los veintiuno.  La morena se abalazó sobre ella, quitándole  las llaves de la taquilla.
  • Devuélveme las llaves –le pidió Cristy, intentando conservar la calma.
  • ¿Quieres las llaves? Mirar quiere las llaves –se burlo la morena, provocando la carcajada de las otras dos.
  • Sí quiero las llaves –dijo Cristy, notando como su calma se iba alejando.
  • Pues cojéelas, si eres tan valiente –se burló la morena tirándoselas a la rubia y esta a la pelirroja.
  • ¡Que me deis las llaves maldita sea! –gritó Cristy que ya no disimulaba para nada su enfado, tirándose a ellas, en busca de las llaves.
  • Mirar, mirar como se enfada ¡ohhh que miedo! –se burlaban las chicas evitando que cogiera las llaves, entre risas. A las cuatro chicas les salió público, mientras su enfrentamiento duraba animando con palmadas y gritos de exclamación en esa escena. Unos pasos decididos se acercaron al lugar indicado….
  • Ehem, ehem ¿puedo saber que esta ocurriendo aquí? –pregunto la directora, abriendose paso entre la multitud.
  • Claro directora, yo le explico –se adelantó morena –¡esta chica esta lunática! Estaba abriendo su taquilla y se le ha caído las llaves al suelo, nosotras, tan amables que somos se las hemos recogido y entregado, y se a puesto así, loca perdida, ¡se a lanzado a nosotras, como perro hambriento! –exclamó la morena exagerando sus gestos de victima al igual que sus compañeras.
  • ¿En serio? –pregunto la directora incrédula.
  • ¡Eso es mentira! –exclamo Cristy –estaba yo abriendo la taquilla y ellas han venido a provocarme, me han quitado las llaves y no me las querían dar.
  • Sera… ¡directora esta chica aparte de lunática es una mentirosa! –dijo la morena, con gestos exagerados
  • No estoy mintiendo directora, es la verdad, toda esta gente estaba delante, puede preguntárselo –dijo Cristy señalando a todas las personas que tenia de público.
  • Bien… ¿alguien de ustedes puede confirmar las palabras de la señorita Cristy? –pregunto la directora mirando a todos los expectantes. Todos se miraban y mormuraban entre ellos, pero nadie decía nada.
  • ¡Es increíble! –dijo Cristy sin creérselo.
  • Lo ve directora, es una farsante –dijo la morena.
  • Tampoco se confirma que usted tenga la razón señorita –le salto la directora haciendo callar a las tres chicas.
  • Yo… yo si que lo he visto directora… tiene razón la chica nueva –dijo una chica, delgada, piel muy blanca, con lunares en la cara alrededor de la nariz, pelo largo, ondulado, negro, ojos azules.
  • Señorita Hausen ¿usted ha visto lo que a pasado? –preguntó la directora.
  • Sí directora, es como le ha dicho la chica nueva –respondió.
  • Gracias señorita –dijo la directora – ¿ustedes tres, tienen algo que decir?
  • No… bueno si, ¡que en este colegio son unos chivatos! –dijo la cabecilla.
  • Y unos mentirosos no lo olvides –dijo la pelirroja.
  • Es cierto –dijo la morena.
  • Muy bien señoritas ya pueden ir tirando a mi despacho, como se imaginaran un castigo les espera.
  • Oh no, ¿por qué a nosotras santo dios? ¡nos tiene sentenciadas! –exageraban las tres chicas su drama, sin detenerse, hacia el despacho de la directora. El pasillo no tardo en quedarse vacio y silencioso. Cristy se agacho para recoger las llaves del suelo, al levantarse tenía a esa chica que le había defendido delante de ella.
  • ¿Estas bien? –le pregunto la chica.
  • Sí, gracias por defenderme –dijo Cristy
  • Solo he dicho la verdad, me llamo Mery.
  • Yo Cristy, bueno me tengo que ir, adiós –dijo Cristy, echando a correr pasillo abajo.
Unos días más tarde a la hora de comer, Cristy se encontraba sola, sentada en una de las mesas del comedor de el instituto de Sud Valley comiéndose esas espinacas con carne, con un aspecto, para nada acogedor, cuando alguien se le acerco.
  • ¿Puedo sentarme a tu lado? –Cristy, levantó la vista, pudiendo ver a Mery con dos libros de texto bajo el brazo y la bandeja de la comida entre sus manos.
  • Sí claro –dijo Cristy haciendo un hueco para Mery.
  • ¿Como va el instituto? ¿te gusta estar aquí? –le preguntó la recien llegada.
  • Bueno… los estudios no son tan complicados, como creía al principio, los profesores tampoco son tan estrictos, por lo de los compañeros, bueno, como puedes ver sigo sola, nadie se quiere acercar "a la nueva"–pronunció las últimas palabras, como burla.
  • Pues ya somos dos –se encogió de hombros Mery
  • ¿Tu también estas sola? –pregunto Cristy sorprendida – ¿como es eso? Si eres una tía simpática y agradable.
  • Gracias –agradeció Mery –pero me gusta demasiado estudiar, y aquí muchos no lo reciben bien.
  • Hombre, yo y los estudios, como que no somos muy buenos amigos, pero no por eso, voy a dejar de hablarte –dijo Cristy.
  • Gracias –le sonrió Mery –sabes eres la primera persona, que esta dispuesta a ser mi amiga.
  • Y tu eres la primera persona en este centro, que ha venido a mi, dispuesta a una amistad –dijo Cristy con una sonrisa también en su cara.
  • Encantada de hacerlo que estoy –dijo Mery –si tu quieres podemos ir este sábado las dos ha dar una vuelta. ¿Qué me dices? –le propuso.
  • Bien, así podré conocer mejor la ciudad porque yendo sola me da palo –le confeso Cristy.
  • Te entiendo –dijo Mery.

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