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a casa se veía tan vacía, se
escuchaba tan silenciosa, nada volvería a ser igual para la familia Masters, y
aquellas paredes, parecían como si ya fueran conscientes de ello. Molly, esa
madre, que siempre estaba ahí que ha pesar de estar echa pedacitos, siempre
estaba ahí para animarte, en ese día de otoño, era ella quien estaba
destrozada, era ella quien necesitaba un abrazo. Gabriel nunca la había visto
en ese estado, aunque él también estaba destrozado, está vez él debía ser
fuerte, y dar ese abrazo tan necesario. Se acercó en silencio sin palabras, la
abrazó, la abrazó con todas sus fuerzas. Sentía su llanto, notaba su dolor, ese
dolor, que apretaba su pecho. Él debía ser fuerte, quería serlo, pero no pudo
evitarlo, las lágrimas descendían por sus mejillas. Su padre, recién llegó,
recién se acostó, su orgullo, le impedía llorar en público. Tras separarse, su
madre marchó acostarse, sí, simplemente descansar su cuerpo, porque ella bien
sabía que su mente no podría reposar. Los entierros, nunca eran fáciles, menos
enterrar a un hijo, no eso era lo peor, ningún padre debería pasar por ello.
Todo por culpa de ese mal nacido, ese psicópata, que le arrebato la vida de ese
chico de 22 años, la vida de su hermano, otra victima más de ese ser repugnante,
que decidió sin derecho alguno, llevarse varias vidas inocentes, por querer
salvar una vida, perdieron dos, otra chica más y su hermano. Era el asesino mas
buscado, no hallaban con él, y su hermano, fue… inconscientemente se sacrificó
para salvarlas, gracias a ello, lo atraparon, aunque no les quedó otra que
matarle, porque él iba a matar nuevamente. Ya ese individuo ardería en el
infierno. Su hermano murió como un héroe. Si viviera, estaría presumiendo de
ello, se le cayó una lágrima al recordar, que ya nunca lo haría.
-
¡Maldita sea! –gritó para si. Se paralizó. ¿había
gritado realmente? Él no sabía. Se petrificó unos minutos. Parecía que todo
estaba en orden. Se sentía la garganta seca. Caminó hacía la cocina. Lleno un
vaso de agua, sus manos temblaban. Dejó el vaso secó. Se encaminó a su
habitación, en la planta de arriba.
Por escalón que subía, notaba una
presión en el pecho, pero no le dio importancia. Pasó por delante de la
habitación de su hermano fallecido <<que extraño es pasar por su habitación
y no escuchar esa música a toda potencia>> la puerta estaba entreabierta,
no pudo evitar abrirla del todo y entrar. Todo estaba como lo había dejado
aquel trágico día, el aroma de su perfume preferido, seguía incrustado en la
habitación. Miró a su alrededor. Se acercó al armario, lo abrió, estaba a lleno
de ropa. A su hermano le encantaba comprarse ropa, a pesar que mucha ni
estrenaba ¿qué diría si le viera registrar sus cosas? Se pondría echo una
furia, no soportaba que lo hiciera, que tocará que se entrometiera en sus
cosas. ¡La vio! Vió su camiseta preferida, que nunca dejó que se la pusiera. La
tenía entre sus manos, olía a él, como toda la habitación, se la puso, sin
quitarse nada, por encima de su propia ropa. Caminó aturdido hacía esa gran
cama que tenía, se dejó caer. Lágrimas volvían a descender por sus mejillas.
Notaba un fuerte dolor en su pecho, en su corazón, era normal había sido día de
muchas emociones, no le dio importancia.
-
¿Por qué me dejaste? ¿por qué tuviste que hacerte
el héroe? Yo te necesitaba… ¡¡¡¡¡yo te necesito!!!! –la luz se encendió sin
aviso.
-
Cariño ¿que pasa? –entraron a toda prisa sus
padres
-
¿por qué esos gritos?
-
¿Es tu corazón? –Gabriel se quedó mirando primero
a su madre, después a su padre, sus rostros se veían angustiados, preocupados.
Se miraron entre ellos, después volvieron a mirar a Gabriel.
-
¡¿Por qué se fue?! ¡¿por qué me dejó?! ¡Yo le
necesitaba! –sin poderlo evitar, rompió a llorar abrazándose a su madre con
fuerza.
-
Oh cariño, ya está, ya paso, estamos aquí contigo,
no estas solo, todo va ha salir bien, te lo prometo –le consolaba su madre, con
lágrimas resbalando por sus mejillas. Nick su esposo la miro a los ojos,
leyendo en ellos, que ella se quedaba con él asta que se durmiera.
Despertó con los rayos de sol
alumbrando su cara. Miró a su alrededor, se había olvidado, que no había
dormido en su cama, se encontraba en la habitación de su hermano. Fijo la
mirada en ese balón de futbol que tenía como despertador, apenas pasaba de las
7 de la mañana, ya no podía dormir mas, decidió bajar abajo, y no molestar a
sus padres. Inició a bajar escalones ¡bang! Notó como su corazón le dio un
vuelco, se tuvo que sostener a la baranda.
-
No, no es el momento muchacho, ahora tienes que
resistir –se sentó en el escalón, lo que menos deseaba era despertar a sus
padres. Su mano, se agarró la camisa con fuerza. Temblaba. Cerró los ojos y se
obligó a respirar con calma. Poco a paco, los latidos de su corazón volvían a
la normalidad –buen chico –dijo para sí. Se incorporó y siguió dirigiéndose a
la planta de abajo, lo había decidido justo en ese momento iría a clase,
quedarse entre esas 4 paredes, donde todo le recordaba a su hermano, no le
ayudaría a superar su perdida.
-
Hola cariño ¿ya estás levantado? –preguntó su
madre al rato, apareciendo por la cocina, con su única bata puesta.
-
Hola mama –le sonrió Gabriel. Una sonrisa Débil,
pero sincera.
-
¿no podías dormir? –bostezo su madre.
-
Sí, algo así…
-
Y dime ¿vas algún lado? Te veo muy arreglado.
-
Sí, iré a clase.
-
Cariño, no es necesario que vayas, ayer enterremos
a tu hermano, tus profesores y compañeros lo entenderán.
-
Tengo que ir, necesito ir, quedándome en casa todo
me recuerda a Joel.
-
Entiendo –le abrazó su madre –pero prométeme que
para lo que necesites me dirás.
-
Te lo prometo, tú intenta descansar y no pensar
–le besó en la mejilla Gabriel.
-
Sí, hoy empiezo la terapia con la psicóloga… ha
ver como va… por teléfono parecía simpática.
-
Seguro que muy bien ¿y papa?
-
Ya sabes como es que prefiere que le maten antes
de mostrar sus sentimientos, se fue a la oficina, según él esta bien.
-
Sí, ya todos le conocemos -<<de alguna
manera yo estoy haciendo lo mismo que él>> <<eso no es verdad, yo
admito que no estoy bien, pero necesito mi rutina para reponerme>> Se
debatían sus dos yo interiores.
La escuela, le parecía tan
idéntica, como la última vez que la vio, no habían pasado mas de dos días, pero
para él eran como años de toda aquella pesadilla que aun no había despertado, y
ya hoy quería olvidar. Le parecía increíble que el reloj no se detuviera que la
vida siguiera, ante tanto dolor, le parecía imposible de creer, que a su
alrededor todo fuera felicidad, cuando su mundo esta echo a trozos ¿Cómo la
gente podía ignorar un momento así? <<idiota es tu dolor, no el de los
demás>> volvió a expresarse ese yo interior.
-
¿Se puede? –toda la clase voltearon, toda la
clase, se quedó petrificada, no se detectaba ni palabra ni movimiento. Gabriel
era consciente, que todas las miradas le sobrepasaban, los murmuros le
llegaban. Aceleró el paso, asta sentarse en su pupitre, pegando en la ventana.
-
Ah, hola Gabriel, no te esperábamos tan pronto…
¿Cómo estás? –no encontraba palabras la
profesora.
-
Bien, bien, disculpe la tardanza, es que…
-
No te preocupes por nada, para lo que necesites,
nos lo dices… pero ¿tu estas seguro que ya estás listo para retomar las clases?
Ayer enterrasteis a tu hermano.
-
Profesora… ya se lo que pasó ayer… si podemos
empezar la clase por favor…
-
Claro, claro… bien… ¿por donde íbamos? A si… ya
recuerdo…
-
Gabriel… -escuchó el joven, estando entretenido, metiendo
su material en la taquilla.
-
Vicky… -Vicky, era su compañera de clase, su amiga
incondicional, la chica de sus sueños desde el primer momento que la vio, supo
que era dueña de su corazón, que jamás eso cambiaría. Sin que el chico fuera
consciente, la chica lo abrazó con fuerza.
-
Siento mucho lo de tu hermano, aquí me tienes para
lo que necesites ¿vale?
-
Gracias… -se quedó paralizado Gabriel, la abrazó
con fuerza, podía notar su corazón latiendo junto al suyo, sus lágrimas
deslizándose por sus mejillas –muchas gracias…
-
¿Me dejas que te invité a tomar algo? …lo siento…
quizás a sido muy atrevido de mi parte, quizás, prefieras volver a tu casa con
tu familia…
-
No para nada, por eso volví a clase, necesito
distraerme, no pensar y en casa todo me recuerda a él.
-
Entiendo… -se apoderó un silencio incomodo –pero
recuerda, que siempre estaré a tu lado –le cogió la mano.
-
Gracias… no pudo mas que emocionarse Gabriel,
sentados en esa terrada con su coca-cola en mano.
-
Puedo preguntarte… ¿como te sientes?
-
Fatal la verdad, ojala pudiera matar a ese hijo de
puta con mis propias manos…
-
Él ya ha pagado con el peor de los castigos.
-
Para mi no es suficiente… siento una opresión en
el pecho… esa misma tarde salió ignorando lo que le iba a pasar… -Vicky escuchaba
con atención, en silencio, no quería interrumpir ese momento tan difícil de
Gabriel, su voz se rompía, sus lágrimas brotaban –me prometió que siempre
estaríamos juntos, que jamás me abandonaría… ¡pero me mintió! ¡me abandonó! ¡yo
le quería! ¡yo le necesitaba! ¡yo le necesito! –sin avisó se abrazó a Vicky,
con lágrimas, descendiendo por sus mejillas. Ella lo abrazó, lo abrazó con tal
fuerza, lágrimas descendían por ambos seres.
-
Muchas gracias por todo la verdad es que me lo he
pasado bien, me hacía falta.
-
Cuanto me alegro, ya sabes, cuando quieras… -se
escuchó un móvil –discúlpame… -una sonrisa se dibujo en los labios de Vicky
–hola amor, ¿Cómo estás? –el cuerpo de Gabriel, se quedó petrificado ¿amor? ¿la
chica de sus sueños tenía novio? –perfecto, salí, estoy con Gabriel, mi mejor
amigo, necesitaba airearse, ya sabes lo de su hermano –murmuró la ultima frase.
-
No sabía que tuvieras novio… -notaba como todo su
cuerpo temblaba, un esfuerzo le costaba no hinchar a llorar allí mismo.
-
Sí, desde hace 2 semanas, no he tenido oportunidad
de decírtelo.
-
Tranquila…, te deseo lo mejor, y gracias de nuevo
–la beso en la mejilla, se marcho, lo más apresurado posible, a pesar que su
corazón no le permitía correr. Lágrimas descendían por sus mejillas. Ignoraba
las señales directas de su corazón, bombardeaba con demasiada rapidez, su
respiración no llegaba como debía, pero él ignoraba todas esas señales,
ignoraba esos gritos S.O.S. Un mareo se apoderó de él pero aun y asi lo ignoró
se negaba a detenerse… ¡Zas! Su visión en negro, su cuerpo caía sin aviso…
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